sábado, 16 de noviembre de 2013

Legítima defensa


Por: Diego Hernández Negrete.


¿Homicidio premeditado en legítima defensa?

El título de esta entrada de mi diario se debe a una pregunta que me planteé durante un proceso penal en mi contra, nunca pensé que cuidar mi patrimonio podría resultar un homicidio, sabía de antemano que existía la legítima defensa, por supuesto también conocía el término exceso de legítima defensa, tal vez mi cualidad de prevenir ante cualquier situación me han puesto hoy detrás de las rejas.

Les contaré como llegué hasta aquí, celda número trece sin ningún compañero, a pesar del sobre poblamiento en el penal las autoridades decidieron que debo estar aislado, pienso que se debe al peligro que corro al estar con homicidas de verdad.

Todo surgió cuando compré en mercado libre un paralizador eléctrico de 6.7 millones de voltios, necesitaba de algún artilugio que me protegiera ante los riesgos que se corren hoy en día con tanto pandillero suelto. No tenía como comprobar su eficacia, les soy sincero; llegué a desear que me asaltaran para probar mi nuevo juguete; primer punto, empecé a prevenirme.

Cierto día conversaba con mi hermano recién asaltado y otro colega, nos relataba cómo lo habían asaltado y lo que pasó por su mente mientras transcurría el atraco.
Decía que vio acercarse a su vehículo a un pandillero y lo primero que se imaginó es que lo asaltaría, el joven se acercó junto con otros dos y le preguntaron por una calle, mi hermano no conociendo aquella zona le dijo que no sabía, en cuestión de segundos el pandillero metió medio cuerpo hacia el coche, tomó un celular que estaba en medio del tablero y salió corriendo perdiéndose entre la multitud en un tianguis, el resto de la historia no viene al caso; segundo punto, maquinar un plan de defensa.

Sabía que a mi alrededor existían múltiples factores de riesgo a los que me exponía desde que pisaba la calle, lo único que hice fue planear mis reacciones y alertar mis instintos evitando lo peor.

Un día recorría sin rumbo fijo las calles menos transitadas y mal iluminadas de la ciudad, necesitaba relajarme, no recuerdo muy bien por qué estaba tan tenso aquel día. Me detuve en un parque y por el retrovisor divisé a un peatón que caminaba muy despacio, tenía lentes oscuros y llevaba una caja de chicles en la mano. Lo primero que pensé fue que era uno de esos vendedores ambulantes que se hacen pasar por una terrible enfermedad para vender, cuando llegó a la ventanilla de mi auto se quedó parado titubeando, imagino que estaba analizando sus probabilidades de ser detenido y el riesgo de que hubiera testigos en el parque. Se acercó tentando el carro e intentó con la otra mano picarme los ojos, lo agarré del brazo y subí la ventanilla, solo me concentré en seguir cuidadosamente mi plan, al tiempo que aplasté su brazo encendí el carro y pise al fondo el acelerador, escuché sus alaridos y vi como se arrastraba por el camino, abrí un poco la ventanilla y su cuerpo se fue hacia las llantas traseras, el auto le pasó por encima. Mi exceso ocurrió cuando le pasé de nuevo con la reversa, quería asegurarme de que no se levantara con algún arma y me hiciera daño. Tercer punto: descartar la ceguera, la duda podría ponerse en mi contra.

Minutos después llegó una patrulla y me ordenó que saliera con las manos arriba, le grité que me había intentado asaltar, no escucharon mi versión de los hechos y me esposaron sin más. Las últimas palabras que oí del oficial fueron: es él.

No pertenezco a este lugar, lleno de maleantes tatuados y pandillas re-idealizadas, por ejemplo, miembros de pandillas contrarias aquí son aliados, la mayoría de ellos están por robo y consumo de drogas.
Los que la distribuyeron en el exterior la siguen vendiendo dentro del penal y ellos conforman otro grupo.
Generalmente los homicidas están en pequeños grupos aislados, no hablan mucho y difícilmente cuentan su motivo de encierro, particularmente hay dos casos que no están ligados a ningún grupo son los llamados asesinos seriales. Uno de ellos conocido por su tatuaje de enredaderas en el brazo izquierdo jamás cruza una palabra con otro interno, se limita a observar las actividades de los demás y de vez en cuando está leyendo algún libro. Corren rumores de que mató y enterró a cinco personas en un centro comunitario religioso, otros dicen que es inocente y otra persona lo condujo a la fosa donde lo capturaron y culparon injustamente. Su rostro expresa rencor y resentimiento, Abraham me contó que le dieron cadena perpetua sin ningún tipo de beneficio.
Abraham no se considera un asesino en cadena, dice que fue un arranque de furia y no pudo controlarse, disparó a 17 personas de las cuales 9 murieron dentro de una clínica del seguro social, llevaba más de 5 horas esperando a que lo atendieran. Iba con el psicólogo a tomar una hora de Programación Neuro-Lingúistica.

Abraham es mi mejor amigo dentro de la cárcel y es un ex-militar con Trastorno de Estrés post-traumático, el mismo atribuye su locura a las actividades que realizaba en el departamento de inteligencia de la milicia, me dijo que él mismo ejecutó a 15 personas en una casa de seguridad, dijo que estaba de infiltrado en un grupo del crimen organizado que se hacía llamar los benjamines. Su objetivo consistía en dar informes periódicos sobre la ubicación de las armas, drogas etc.
Un día descubrió que tenían secuestrados a 4 familiares de un deudor, por supuesto eran inocentes y Abraham sabía que los iban a ejecutar, fue cuando actuó y mató con granadas de fragmentación a todos los maleantes que había dentro. Su comandante le dijo que dirían a los medios de comunicación que había sido un enfrentamiento, la milicia no quería dar explicaciones de por qué había un infiltrado con un grupo criminal.
Siempre charlamos con mucho interés aunque no cree que sea inocente, todo el tiempo se burla en mi cara y dice que con el tiempo flotará la verdad. A veces lo ignoro y le sigo el juego, dentro de un lugar tan peligroso hace falta parecer el malo para imponer un poco de respeto.

Últimamente voy a terapia con un doctor, he tenido sueños muy extraños, para ser más exactos pesadillas donde hay muertes. Cuarto punto: No creer en los sueños aunque parezcan reales, les llaman sueños vívidos o lúcidos.

Mi abogado dice que es un caso muy difícil, dice que uno de mis comodines para salir es la narcolepsia, habló a solas con el doctor y está muy convencido de que me sacará. No estoy muy seguro de su plan, escuché que los síntomas frecuentes de la narcolepsia son ataques de sueño, alucinaciones, somnolencia extrema etc.


Escuchar todas las víctimas de mis compañeros reos me están afectando, primero vi muerta a Juanita, nos ayuda en casa con la limpieza, en sus manos tiene una envoltura de mis bocadillos favoritos, cuando me ve se siente culpable y lleva sus manos hacia atrás, de repente siento unas ganas inmensas de arremeter contra ella, justo en ese instante despierto sudoroso. Seguro estuve hablando durante el sueño, escuché la risa malvada de Abraham. Quinto punto: metete un pañuelo al dormir.

Esta mañana fui a la enfermería y me encontré al Doctor acompañado de otra persona, se presentó como un hipnotista, me hizo firmar una carta donde estaba de acuerdo en someterme a su tratamiento como parte de la investigación de mi caso. Hizo que me acostará en el sillón de exploración, tomó mi cabeza y ordenó que me durmiera, no tuve problemas al hacerlo ya que cada dos o tres horas me daban unas ganas inmensas de dormir, debe ser por la insuficiente alimentación que recibo, últimamente me he sentido muy cansado, siento una profunda desesperanza.
Cuando desperté, detrás del hombro derecho del hipnotista vi al doctor boquiabierto, pareciera que él fuera el hipnotizado, preguntó cómo me sentía, estaba renovado, me hizo descansar lo suficiente aunque otra vez había tenido un sueño terrible. Esta vez era mi vecino, lo seguía hasta su patio trasero y le clavaba un machete en la espalda.
Aparentemente estaba furioso porque el vecino estaba espiando a mi hermana, las miradas de ambos me perturbó, el hipnotista dijo que los delirios celotípicos eran comunes en la esquizofrenia. Me quedé mudo. Sexto punto: No dejes que tu mente te engañé, las pesadillas no pueden ser parte de tu memoria declarativa.

Por la tarde seguía conmocionado, me visitó mi novia. Tenía los ojos hinchados de tanto llorar, sus ojos estaban vacíos, sus labios, párpados y cejas estaban caídas, en sus manos tenía un libro que me trajo un recuerdo, siempre le reprochaba su amistad con Damián. Le decía que no era normal que la visitara a su trabajo ni mucho menos que le regalara libros, puso su mano a través del vidrio y empezó a sollozar. Dejó el libro y se marchó. Séptimo punto: Nunca dejes que se vaya si no están las cosas bien.

Un señor güero y de bigote poblado me entrevistó, me colocó una pequeña pinza en el dedo medio, después me puso una especie de faja a la altura de los pectorales, ambos estaban conectados a un aparato que manejaba desde una portátil.
Durante todas las preguntas la gráfica que mostraba el ordenador se mantenía estable, preguntó por Juanita, mi vecino, Damián y el ciego. Al final su cara reflejaba desesperación. Finalmente me preguntó si me había drogado al menos 6 horas antes o si estaba desvelado, salió sin despedirse y vi como movía la cabeza hacia los lados cuando se le acercó el director del penal. Octavo punto: Finge estar tranquilo.

Escuché una fuerte discusión entre el Doctor y el director del penal, hablaban sobre mí. No había pruebas suficientes pero ¿De qué? Intento tranquilizarme y dormir, mañana será mi juicio.

Durante mi sueño estoy en el parque, veo por el retrovisor a un presunto ciego, en sus manos tiene una caja de chicles, un cosquilleo invade mi estómago, mi plan contra rateros debe ser puesto en práctica, cualquier mínima provocación hará que se eleve mi adrenalina, solo debo esperar a que se acerque lo suficiente. Noveno punto: acábalo.

Declaro esta entrada de diario como mi única confesión, les explico a detalle mi condición para que entiendan mi situación y me liberen lo más pronto posible, que estén conscientes de que soy inocente, soy un escritor que ansía su escritorio para trabajar.

Escuché al abogado decir que podrían declararme inimputable, me alegra oír eso y quiere decir que pronto estaré fuera, también lo escuché mencionar algo sobre un hospital psiquiátrico aunque me causó gracia, seguro hablaba de otro de sus casos, por supuesto yo no estoy loco. Compraré una nueva portátil para relatar detalladamente mi estancia en esta tenebrosa celda donde escucho voces. Décimo punto: Aceptar mi naturaleza.

Fin

1 comentario:

  1. Interesantísimo relato que nos captura al narrar vicisitudes que nos revuelcan entre las variantes mentales del personaje. Finalmente sí estaba loco, pero dibuja magistralmente los retorcimientos de los sistemas de justicia y salud mental.
    A veces están más locos los de afuera.
    Siento que de haber estado más trabajado el tema nos hubiése dejado suspendidos en dudar de su culpabilidad.Digo ésto con respeto a la soberanía del autor y como opinión me hubiése gustado el final anticlimático.

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