martes, 21 de junio de 2016

Sueño de Miriam Doretti

Por Evelia Garibay.

Cuando vi la carpa blanca plantada en medio del parque El Refugio no le preste mucha atención, no era extraño ver esa clase de montaje por ahí con todo tipo de cosas adentro, desde venta de artículos para fanáticos de los comics hasta proyectos escolares de diferentes escuelas de la Universidad de Guadalajara o campañas de vacunación, tanto para personas como para animales domésticos. Al acercarme más pude leer el letrero que habían puesto en la entrada “Escucho sueños gratis” y eso me hizo detenerme en seco.
Mire mi reloj y vi que tenía tiempo, no había gente en la entrada así que me acerque a preguntar. Antes de entrar al espacio sombreado dentro de la carpa una chica, evidentemente universitaria, salió a mi encuentro.
—¡Hola! —me saludó con una gran sonrisa, la verdad es que mi resolución flaqueó en ese momento, no me esperaba tanta animosidad.
—Hola —respondí o intente responder apenas me salió un hilo de voz, carraspeé aclarando mi garganta y volví a intentar con voz un poco más firme esta vez —Hola ¿cómo funciona eso de escuchar sueños?
—Bueno, en realidad no es gran cosa, solo entra y da algunos de sus datos; su nombre y su edad nada más y le platica su sueño a nuestro experto.
Se quedó mirándome esperando mi reacción y de repente se acordó de algo más.
—Ah también vamos a grabar la entrevista. ¿Cómo ve? ¿se anima?
Por unos segundos me quede mirando los ojos cafés de la chica y en ellos vi el deseo de que dijera que sí, seguro era para algún trabajo escolar y yo podría ayudarlos a terminar más pronto y además no es que hubiera demasiada gente esperando para entrar en la carpa a contar sus sueños.
—Esta bien —respondí —me animo.
—¡Bien! —dijo sin intentar disimular su entusiasmo, incluso se puso a aplaudir y a dar saltitos, eso me hizo sonreír y una vez que terminó su muestra de alegría la seguí dentro del ambiente oscurecido de la carpa.

Cuando entre pensé que me iba a encontrar con alguna persona sentada atrás de un escritorio y que yo iba a tener que sentarme enfrente, con la basta superficie del mueble imponiéndose entre nosotros, así que me lleve una grata sorpresa al ver que lo que tenía enfrente era una agradable sala de estar montada en el centro de la carpa. Los sillones eran de color beige fuerte, había dos, uno frente al otro con una pequeña mesa entre ellos, en donde había botellas de agua cerradas.
El “experto” era un hombre canoso y con barba pero cada vez que pienso en la experiencia me convenzo de que en realidad no era tan viejo como quería aparentar, quizá eso era parte del trabajo escolar que estaban realizando ¿quién puede saberlo?

¿Por qué entre a la carpa ese día? Porque tenía un sueño que quería contar, un sueño que no le había platicado nunca a nadie y en cuanto tuve la oportunidad me decidí a contarlo todo, y el que fuera a un extraño me ayudaba más, porque si le contaba esto a alguien de mi familia o de mis amigos me tacharían de loca, de por sí, ya era yo la rara de la familia no tenía porque alimentar esta creencia contando lo que alguna vez soñé y las sospechas que tenía.

—¿Nombre?
—Miriam Doretti.
—¿Edad?
—Treinta y siete.
—Muy bien Miriam, platíqueme su sueño por favor.
—Claro, pero antes de entrar en el sueño tengo que contarle un poco sobre mi y mi familia.
Yo soy el “pilón” de la familia, cuando nací mis padres ya tenían tres hijos, dos varones y una mujer, mi hermana Martha, ella era la más chica y ya tenía quince años. En realidad nunca hubo celos entre nosotros, al llevarme ellos tantos años yo crecí como si fuera hija única.
Cuando cumplí diez años, Martha ya tenía 25 y tenía una hermosa bebé de dos años, esa niña ha sido más mi hermana que mis verdaderos hermanos. Verá, el marido de Martha viajaba mucho por su trabajo y en uno de esos viajes le pidió a ella que lo acompañara, claro que ella fue, tenía mucho tiempo sin salir de viaje a solas con su marido, así que dejaron a la niña a cargo de mi madre y se fueron, el problema fue que ya no regresaron. Tuvieron un accidente en la carretera y murieron al instante.
—¡Que triste! —dijo el experto.
—Si ya se que es muy triste, pero era importante que supiera esto para ponerlo en contexto sobre mi sueño.
Este sueño no es reciente y la verdad es que no es un solo sueño, bueno sí es un solo sueño pero lo he tenido durante varios días, es lo que se llama un sueño recurrente, la primera vez que lo tuve me desperté tan asustada que no se diluyó mientras pasaba la mañana como me ocurría siempre que algún sueño me impresionaba, lo recordé por algunas horas pero con el paso del día se me iba olvidad, siempre he sido una soñadora “activa” siempre recuerdo lo que soñé, y si alguno me gusta de verdad lo apunto en una libreta para que no se me olvide.
Bueno, este sueño en especial no tuve que anotarlo, ya que no se me olvido ni con el paso de los días, sobre todo porque lo volví a tener, no al día siguiente pero si cada pocas semanas.
En este sueño estoy parada en medio de un pasillo muy largo, iluminado con luces fluorescentes muy potentes y a cada lado hay puertas cada pocos metros, todas parecen estar cerradas, lo curioso es que las puertas no son todas iguales, todas son de diferente color: hay blancas, diferentes tonos de azul, rosa, morado, gris, en fin, todas son diferentes.
Comienzo a caminar y me acercó a la primer puerta, una puerta blanca muy normal, giro el pomo y la puerta se abre, dentro hay una oficina completamente blanca y tras el escritorio esta una mujer a la que no he visto en mi vida, ella también va vestida de blanco, el único color en la habitación es el tono dorado de su piel y su melena de color negro, me mira y claramente pronuncia.
—Miriam aún no es tiempo, vuelve después por favor.
Hace ademanes con la mano indicándome que salga, así lo hago y la puerta se cierra a mi espalda con un golpe bastante fuerte y es cuando me despierto.
Esa fue la primera vez que tuve el sueño del pasillo. Yo tenía quince años.
La segunda vez intente abrir otra de las puertas pero estaba cerrada con seguro, volví a abrir la puerta blanca y esta vez la mujer no estaba sola, frente a ella había un anciano que sonreía pacíficamente, los dos me miraron cuando abrí la puerta, la mujer se dirigió de nuevo a mi.
—Ya te dije que es muy pronto Miriam y en este momento estoy atendiendo al señor. Vuelve después pero mucho después por favor.
Y de nuevo hizo el gesto de despedida con la mano, de nuevo salí y desperté.
No voy a aburrirlo contándole todas las veces que tuve un sueño parecido a este, la sorpresa fue cuando en una de las variaciones de este mismo sueño, la mujer no me despidió con un ademan de la mano sino que me pidió que pasara a la siguiente oficina, en ese entonces yo ya tenía dieciocho años.
La siguiente puerta era de un tono azul cielo, la abrí y era una copia de la oficina blanca pero en este caso todo era del mismo tono que la puerta y dentro había un hombre con un traje muy formal del mismo tono, excepto la corbata que era de un azul más oscuro.
—Bienvenida Miriam, ya me platicaron que has estado adelantándote en tiempo así que decidimos contarte un poco de que se trata todo esto.
Tu eres lo que nosotros conocemos como una “acompañante” esto quiere decir que alguna persona muy querida para ti falleció y tu eres la encargada de acompañarla cuando este lista para regresar a la tierra, se que para ti esto es un sueño pero en realidad estamos en un mundo intermedio.
—¿Estamos en el Más Allá? —pregunté asombrada.
El se rió con ganas.
—En realidad no. Bueno, si te ayuda a procesar esto puede decirse que si, estamos en el Más Allá.
—¿Puedo ver a Martha? —a estas alturas yo ya sabía que a la única persona querida que había fallecido y a quien yo quería acompañar era a Martha.
—No, me temo que no puedes, se supone, que como acompañante solo puedes estar aquí cuando sea el momento de que ella regrese…
—¿Regrese a dónde? —le interrumpí.
—A la tierra —dijo como si fuera lo más lógico del mundo.
—¿Cómo va a regresar a la tierra?
—Cómo un bebé por supuesto —respondió —discúlpame por favor, me acabo de dar cuenta de que en realidad no sabes que es lo que hacemos aquí, si me das unos minutos quizá pueda explicarte. O quizá en otra ocasión, creo que estas despertando.

Y efectivamente, en ese momento me desperté e inmediatamente anote todo esto, lo he leído tantas veces que me lo se de memoria.

La siguiente vez el pasillo  no estaba vació, una mujer vestida de gris acompañaba a otra claramente embarazada de una puerta a otra cerca del final del pasillo, comencé a caminar hacia ellas pero la puerta azul se abrió y el hombre no me permitió seguir avanzando.
—Aún tenemos una conversación pendiente —dijo haciéndose a un lado para dejarme entrar a su despacho.
—Ya dejamos establecido que somos un mundo intermedio, aquí es a donde llegan todas las personas que fallecen y que se preparan para regresar a la tierra, el funcionamiento es sencillo, cuando llegan nosotros los procesamos y los mandamos a diferentes regiones de este lugar en donde pueden vivir el tiempo que tarden en estar listos para poder regresar.
El tiempo que tardan en volver depende del tiempo que vivieron, aquí el tiempo no pasa como en la tierra, aquí el tiempo va en reversa, para que puedan estar listos para regresar a la tierra tienen que rejuvenecer así que alguien que murió a los ochenta años va a tardar esos ochenta años en regresar, muchas de esas personas no tienen “acompañantes” porque cuando al fin les llega el momento de regresar sus seres queridos ya están aquí con nosotros, así que el de ustedes es un caso especial, tu vas a poder acompañar a tu hermana cuando vuelva.
Tu estas viviendo esto como un sueño y sabemos que los sueños se olvidan fácilmente por eso es que me permitieron contarte todo esto. De los veinticinco años que tu hermana va a pasar antes de regresar ya solo quedan doce. Ten paciencia Miriam y podrás ver como todo inicia de nuevo para ella, para que tenga otra vida feliz.

—Si, los sueños se olvidan, pero yo no los olvidaba yo los anotaba todos y tenía mil preguntas, preguntas que sabía que no podía hacer para no arriesgarme a que ya no me dejaran volver o que me prohibieran ser la acompañante de Martha.
También es cierto que pensé que el fallecimiento de mi hermana me había afectado más de lo que pensaba, había tenido a su hija para que me hiciera compañía y para que creciera conmigo como si fuera mi hermana, pero de todos modos Martha me hacia falta, así que fui a terapia durante algunos años, pero cuando quisieron medicarme fue cuando me di cuenta que esos sueños no me hacían daño en realidad, yo tenía y tengo una vida feliz y productiva, así que tener la esperanza de que en algún momento el alma de mi hermana iba a poder regresar a vivir otra vida no me hacia ningún daño por lo que deje de ir con el psicólogo y cada que tenía uno de los sueños del pasillo, lo anotaba para no olvidarlo.

No tenían una periodicidad, podían pasar años sin que tuviera ningún sueño del pasillo, pero no perdía la esperanza ni la cuenta, yo ya tenía veintiocho, eso quería decir que a Martha le faltaban solo siete años para regresar, mientras tanto mi sobrina se había convertido en una hermosa jovencita de dieciocho años a punto de iniciar la universidad. La noche que soñé con la mujer de gris aprendí muchas cosas.
Estaba de nuevo en el pasillo, todas las puertas cerradas excepto la de color gris, así que me dirigí ahí, la mujer me recibió antes de que entrara al despacho.
—¡Hola Miriam! Ya teníamos tiempo sin verte —me dijo, como si fuera yo quien controlara esos sueños.
—Azul me dijo todo lo que te platicó, así que hoy me toca a mi decirte en que va a consistir tu trabajo como “acompañante”.
Cuando Martha este lista, eso quiere decir, cuando sea un bebé, tu vas a llegar y vas a ir hasta la puerta roja de donde saldrá la mujer embaraza llevando en su seno a Martha y tu vas a tener que acompañarla hasta la puerta rosa, cuando ella entre a la habitación va a despertar de un sueño muy parecido al tuyo y ya va a estar embarazada, en ese momento ella no lo va a saber pero tu vas a ayudar a que el milagro de la vida siga adelante…
—¿Solo voy a ayudarla a cruzar el pasillo? ¿eso es todo? —pregunté sin poder creer que por años había esperado el momento de “acompañar” a mi hermana para que ahora me dijeran que solo iba a caminar al lado de una extraña por unos pocos metros —. ¿Ni siquiera voy a ver a mi hermana?.
—¡Claro que no! —dijo la mujer de gris interrumpiéndome —Cuando las mujeres embarazadas salen de la puerta rosa están experimentando un sin fin de emociones: alegría, temor, incertidumbre. El que encuentren un rostro amable que las acompañe, aunque sea unos pocos metros, es de vital importancia para que el embarazo y el nacimiento se lleven a cabo de la manera más armoniosa posible. El que tu seas pariente del bebé que va a estar en su seno ayuda de sobremanera a que eso pase. Aún no lo sabemos pero quizá te sorprendas agradablemente cuando conozcas la identidad de la persona sobre la que va a caer el honor de llevar a ese bebé. Ahora… ¡Despierta!
Los años siguieron pasando, el tiempo se iba acabando y el sueño del pasillo no regresaba, hasta que un día me encontré de nuevo en ese largo pasillo pero esta vez no estaba sola en él, a los lados justo afuera de sus oficinas estaban Blanca, Azul y Gris esperándome y sonriendo, no me dijeron nada pero con sus miradas y gestos de las manos me invitaban a acercarme hasta la puerta roja, yo moría de impaciencia así que no lo dudé demasiado y me acerqué.
Mi sorpresa fue enorme cuando de la puerta salió mi sobrina con una gran sonrisa y una enorme barriga de embarazo, durante años creí que iba a ser yo la embarazada, que iba a ser yo quien ayudaría a mi hermana a volver a la tierra, quien la educaría y la haría ser feliz, pero ahí estaba Martita acariciando lentamente su gran barriga, levantó la vista y cuando me reconoció me sonrió.
—Mira Miriam —me dijo —, voy a ser mamá.
—Ya lo vi, luces hermosa, vamos, tenemos que cruzar el pasillo hasta la puerta rosa un poco más adelante ¿la ves?
Levanto la mirada y asintió con la cabeza, no dejaba de acariciar su estomago y de sonreír de forma totalmente arrobadora.
La rodeé de la cintura y la conduje hasta la puerta indicada.
—Vas a ser una mamá estupenda —le dije.
—Gracias Miriam, tu eres la mejor tía del mundo.
Y después de decir esto entro por la puerta y yo me quede en el pasillo mirándola con una mezcla de sentimientos que ni yo entendía, alegría, tristeza, envidia, celos.
Pero por algo pasan las cosas, sentí que alguien me tocaba el hombro, era Gris y estaba sonriendo.
—Lo hiciste bien Miriam, ya puedes volver a casa.
Asentí, no tenía fuerza para decir nada y en ese momento desperté.
Anoté todo en mi libreta de sueños y tuve que reprimirme para no llamar a Martita inmediatamente, las semanas pasaron y me convencí que todo eso a pesar de ser sueños recurrentes no eran nada más que eso, sueños.
A los tres meses de ese sueño se organizó una comida familiar y ahí Martita nos dio la sorpresa a todos ¡estaba embarazada!.
Quizá usted pueda decir o pensar que todo me lo invente y que hice que coincidiera para poder creer lo que yo quería querer quizá usted piense que tengo que volver con el psicólogo, no importa, ahí fuera dice que usted escucha sueños gratis y fue para lo que entre, para contarle mi experiencia, lo que piense o deje de pensar sobre mi o mi sueño no importa, porque es mío y tengo mi diario de sueños en donde esta registrado con fechas.
Pero no entre para convencerlo ni para comprobar la veracidad de lo que creo que paso.
Entre para contarlo y ya lo hice, muchas gracias por escucharme.

Y antes de que pudiera decir algo me levante y salí alejándome a paso rápido de la carpa blanca, ahora si ya se me había hecho tarde.
Miriam Doretti

Consigna
Sueña con un bebé, y cuando esto pasa, significa que alguien está embarazada en la realidad. Debe contar esa realidad a partir de ese sueño.

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