sábado, 18 de mayo de 2013

Las dudas de Don Venancio


Por Ricardo José Vega.


Mientras la lluvia caía, intensa , bien otoñal…
los peones de La Baguala, reunidos en el galpón grande , pomposamente llamado por el estanciero , ” el Santuario ” , hacían circular el mate,
sabiamente cebado por ” el payo Núñez.”
Ya llevaban 2 horas de ocio forzado, pues las tareas de yerra
y castración, debieron ser interrumpidas.
Agotada la conversación sobre las novedades de la semana,
en la estancia y el poblado,
así como de la faena, que habían a medias realizado,
el silencio se hizo presente.

Fue entonces que Zoilo, en posesión provisoria del mate,
dijo, mas descreído que esperanzado,
entre dos chupes lentos de bombilla:
…” y… Don Venancio… no tendrá alguna historia de su mocedá…
para contarnos?”

El aludido viejo hizo un movimiento de cabeza hacia un lado,
como esquivando un piedrazo y permaneció en silencio.
Dos o tres minutos transcurrieron, adensando el ambiente,
cuando la voz cavernosa pero aún firme dijo:

….” nunca mencioné los hechos, que les contaré esta tarde….
mas pasaron 40 años y ya no importa que yo hable…
Frotó las manos para sacarse el frío y atraer los recuerdos…
y enderezando la espalda en el respaldo de paja de la silla,
continuó:

….” eran los tiempos que Roca campeaba de presidente,
y “estrategió” guerra al indio,
de manera diferente que la de Avellaneda,
que ponía zanjas y fortines, y se quedaba
a la espera de los malones.

Roca mandó los soldados internarse en el desierto,
en columnas paralelas
pá empujar la indiada al sur, sin que pudieran
bandearse pá la Cordillera.

Cuando yo, que era veinteañero, supe que en Chivilcoy
andaban reclutando paisanaje pá peliar….
se me erizó la crencha , de ganas que me dieron de ser ” hérue.”
” Además “, escuché de varios picos…
que las tierras conquistadas,
serían para los milicos.
Me despedí del patrón que era un inglés medio loco,
y me fui a la Comandancia, con mi pingo, mi viguela
un atadito de ropa…
y billetes, pero pocos…
pá hacer el entrenamiento y pá ser soldao de tropa.
Después de unos 4 meses se terminó el “entrenaje,”
y me mandaron a la tercera columna junto con otros reclutas.

Llegamos, era de noche
y estaban todos comiendo
alrededor de fogones, nos acercamos
a uno, que me pareció inmenso…
y estoy escuchando, entuavía,
como nos recibieron…
todos cantaban
…” tolón… tolato
llegaron, los novatos “…

Nos hacían muecas y ponían los cuchillos en sus propios cuellos
como indicando que seríamos degollados.
Después de comer, poco y mal, nos llevaron a un recinto
donde dormimos… solamente los reclutas.
Salimos al día siguiente con la columna completa,
en maniobra de avanzada.

Se sabía que una tribu de la laguna Trufalque ,
se había andado desplazando
pa el lado é las poblaciones.
Las columnas estrecharon las distancias entre sí,
y los comandantes estaban
pendientes del telégrafo.

Fue en una noche sin luna, que les rodeamos los toldos,
y apenas despuntó el alba hicimos fusilería,
de a pié…y cuando salían de las carpas, algunos ya heridos,
cargamos la de a caballo y les dimos la sableada.
Pá los que se escapaban…había un grupo, pié en tierra,
con los Remington nuevitos que de lejos los volteaba.
Los que alcanzaron los pingos consiguieron la escapada…,
rumbeando pal Occidente, donde la columna 2…
ya los esperaba.
Murieron más de 500 guerreros, capturamos muchos chicos y mujeres…
Las mandaron a Buenos Aires, pare el servicio doméstico…
después de separar las lindas…pá acollararnos.

Aquel día yo dudé que
aquello fuese meritorio,
no me sentí valeroso,
ni heroico, ni apenas bueno.
El telégrafo, las armas, la estrategia militar,
hacían mucha diferencia.
Ellos con lanza y boleadoras, defendían su desierto,
sus mujeres y sus hijos…
su vida y su identidad.

Sentí un entripao en el pecho, un gran peso en la conciencia,
y decidí desertar.
A los dos días, salí en patrulla con unos soldados, y al subir una lomita,
diez indios, cual condenados, salieron de una hondonada y se vinieron
al galope.
Uno me pegó un lanzazo en esta pierna que aún renguea…
pero me había dado tiempo para sacar el revólver y bajarlo de un balazo
En el suelo un soldado, boqueaba con un flechazo en el pecho.
Mis compañeros mataron a tres y el resto se dispersó en abanico.
Yo fui dado de baja, como herido de la guerra,….por méritos me condecoraron,
y dieron patente de cabo del ejército primero.
Y yo, que tenía planeado–y sería al día siguiente –escaparme pal poniente,
convertirme en desertor,
fugitivo que si fuese capturado….
sería nomás fusilado por traidor.

Me pregunté: quien soy yo ?
un soldado valeroso
que a crear la Patria ayudó ?
o con acción desmedida…
a extinguir una nación
ya existente e invadida. ?
O sería un desertor…
una especie de traidor
digno de fusilería?

Pues que lo elija el lector
o quien allí en el Santuario
lo fue escuchando
al Venancio,
que , por la lluvia caída
les entretuvo el cansancio
con leyenda de otro tiempo
sea historia o fantasía
de la Pampa,…la del viento,
que al indio pertenecía.!!

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