sábado, 12 de septiembre de 2015

La gata flora


Por Ricardo José Vega.


Cuando la gata
que es Flora
al cementerio 
se aproxima
es porque intuye
la rima 
de un aguerrido felino
que está esperando
hace rato 
ofreciéndole maullidos 
y ratones en un plato...
Después que le salte encima 
le muerda el pescuezo lacio
le de´zarpazos siniestros 
la disfrute por debajo
y escuche los gritos recios
que no serán respetados...
la soltará displicente ...
el gato...el malvado gato...
parecerá ella tranquila
mansita se irá alejando
dando maullidos pungentes
hará creer que va llorando
por techos de zinc hirvientes...
volverá al inquilinato...
y tomará leche caliente
que le ofrecerá sonriente
la anciana del veinticuatro.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Aqua: Extinción.


Aqua: Extinción.

Por: Erlher Alfonso Martínez Cepeda

Sinopsis:

"Bienvenidos al año 3000. La tierra ya es pasado, Aqua es nuestro hogar. 
Después de una catastrófica explosión, finalmente la raza humana enfrenta su extinción. Solo pequeños grupos de sobrevivientes a la masacre realizada por seres de otros planetas procuran salvar lo poco que queda de nosotros. La situación nunca fue más crítica, las decisiones jamás fueron tan importantes. Conoce a tus enemigos, sujeta a tus aliados y embárcate en una aventura por la supervivencia de nuestra especie."

Aqua es una novela, aún en proceso, de ciencia ficción. Por el momento cuenta con trece partes publicadas, que hasta ahora, han sido una buena introducción hacia el resto de la historia. Cuenta ya con varias escenas de acción que mantienen entretenido al público. Los personajes son explorados dentro de cada episodio, así es, cada capítulo se enfoca en un personaje. La crítica de la historia ha sido buena, y a los fanáticos de este género solo se les puede decir que no los decepcionará.

El autor:


Erlher Alfonso Martínez Cepeda nació en Guayaquil, Ecuador y actualmente vive en Salamanca, Guanajuato. Esta es la primer novela del escritor de dieciséis años. Fanático del género y buen lector, decidió iniciar este nuevo proyecto, mostrándonos una nueva historia original que sorprenderá a muchos.

Links:

Twitter del autor:  https://twitter.com/ErlherMartinez 

sábado, 5 de septiembre de 2015

Barritar


Por Babel Aldajaskary.


Cuando Alfonso abrió los ojos lo primero que sintió fue como una quemadura en el abdomen, seguido de un dolor muscular terrible. Luego se percató de que su pantalón estaba mojado en la zona de las entrepiernas. Pero lo que más le preocupó fue verse atado al sillón reclinable en medio del salón, con una mordaza de esas que llevan una pelota de goma que encaja en la boca, la cual era de su propiedad.
— ¡Hombre! Me tenías asustado. Pensé que me había pasado con la descarga. Yo mismo lo fabriqué — señaló el aparató que estaba sobre la mesa — Es sencillo de fabricar, lo difícil fue encontrar una cámara de las viejas. Parece mentira ¿No? Tuve que ir a un mercadillo al centro hasta que di con una adecuada…
Alfonso intentaba gritar, pero su mordaza cumplía muy bien su función, y él lo sabía. No era la primera vez que la usaba consigo mismo, en realidad no era la primera vez que se encontraba amordazado y atado frente a alguien, y de no ser por el detalle de  no tener idea de que pasaba, estaría disfrutando de una “casi erección”.
—… Aprendí a fabricarlas con manuales de internet— tal vez lo más inquietante de todo era la sonrisa y el tono de voz. Hablaba de forma amigable y desenfadada, y su actitud era cuanto menos jovial — Adoro internet. Puedes aprender lo que sea. Por ejemplo… no sé, a robar señales wifi por ejemplo— arrastró una silla y se sentó frente a Alfonso, quien intentaba decir algo— Ambos sabemos que las paredes de estos bloques son gruesa ¿cierto? Y que a estas horas los vecinos de A y del C están trabajando… y el del B está de vacaciones en su pueblo, y que tu vecina de abajo está sorda como una piedra, y bueno, dudo que alguien esté en el tejado. Así que gritar te servirá de poco. Teniendo esto claro ¿tienes algo que decirme o sólo vas a gritar?
Alfonso asintió con vehemencia. Cuando se vio libre de la mordaza pensó en gritar, pero se abstuvo de hacerlo por miedo y por saber que era inútil.
— Tengo dinero, te lo puedes llevar. Te puedes llevar lo que sea. No se lo diré a nadie, pero no me hagas daño por Dios— y sin más rompió a llorar mientras suplicaba que no le hiciesen daño. Intentaba recordar el nombre de su captor, estaba convencido de que debía saberlo, tenían más de diez años viviendo en el mismo edificio, le había visto ciento de veces jugando con su hija, Carla, en el parque — ¿¡Carlos!? Sí, te llamas Carlos ¿cierto?— Carlos asintió sonriente — Carlos por favor, no me hagas daño. Te lo juro, no diré nada a la policía.
— Bueno, siendo sinceros, el dinero no me vendría mal. Tengo casi dos años sin trabajo…
— Claro, claro. Esta crisis nos afecta a todos. Cualquiera con una hija y esposa haría lo que fuese por alimentar a su familia. Te entiendo.
— Pero… No estoy aquí por dinero, aunque técnicamente llegué aquí por el dinero. Te explico:
                Cuando me quedé sin trabajo, lo primero en lo que pensamos mi esposa y yo fue en reducir los gastos al mínimo. Y lo primero que pensamos fue en dar de baja al internet. Y bueno, después de aguantar a los pesados de la compañía haciéndonos ofertas y tal, le dimos de baja. Y estuvimos sin conexión casi un mes, hasta que un amigo me dijo que habían unos programas muy buenos para robar internet y al otro día me regalo un pendrive con un sistema operativo hecho exclusivamente para eso, el WifiSlax. Y bueno, a mí nunca se me dio mal la informática y cuestión de nada ya tenía más o menos controlado el asunto, internet gratis. Pero claro, yo es que soy muy curioso y como tenía tanto tiempo libre me puse a investigar más sobre esos programas y la seguridad informática, o sea, hackear ¿Tienes sed? — Alfonso asintió. Carlos se puso de pie y fue hacia la cocina, para volver de inmediato con un vaso con agua, el cual le ayudó a beber con calma y paciencia — ¿Bien? — Alfonso asintió y musito un gracias
— ¿por dónde iba?
— eh, que te pusiste a investigar sobre… sobre los programas
— ¡Ah, sí! Pues eso, me metí en foros, en páginas, vi tutoriales en YouTube, y en un mes tenía una buena base. Vamos, no es que fuese un genio ni nada, pero entendía los términos y lo básico. A ver, le dedicaba casi cinco o seis horas al día. Imagínate si se aprende.
— Claro, y tú tienes cara de que eres un tipo listo.
— ¡Hombre! Se hace lo que se puede. En fin, la cosa es que cuando me sentí seguro en el tema, lo primero que hice fue robar números de tarjetas de crédito y datos bancarios. Necesitaba el dinero y no conseguía trabajo en ninguna parte.
— Te entiendo, yo habría hecho lo mismo
— La cosa es que al principio no se me daba bien, no es tan fácil como lo ponen en las películas, pero bueno, algo pillé, y fui tomando más práctica. No es que fuese el puto amo ni nada, también es que la gente es muy descuidada con los ordenadores y la información perso…— el móvil de Carlos sonó. Lo sacó y leyó un mensaje de WhatsApp a la vez que soltaba un resoplido— Mi esposa, me dice ahora que compre carne para la cena. Pero le pregunté antes de irse para el trabajo y me dijo que no, ahora que sí ¿Quién les entiende?
— Nadie, eso es imposible— Dijo con una sonrisa nerviosa. 
— Bueno, mejor la compro ahora, porque si llega y no la he comprado me arranca los huevos… que será lo que yo te haré cuando vuelva.
El pánico se adueñó de Alfonso mientras Carlos le colocaba de nuevo la mordaza.
— Vuelvo en unos minutos— dijo con una gran sonrisa mientras cerraba la puerta.

***

Miraba el monitor con las pupilas dilatadas mientras la mano izquierda manoseaba su lánguido y poco funcional pene –Joder… que buen material- y la mano derecha manejaba el puntero abriendo las fotos que había recibido aquella misma mañana. También había un video que prometía ser bueno, pero quería degustar las fotos y dejar lo mejor para el final.
Después de unos minutos al fin llegaba el turno del video. Su corazón se aceleró cuando el cursor de posó sobre el enlace de descarga. Tres minutos para que bajase completo, podía verlo desde la misma página, pero prefería guardarlo en su ordenador y así verlo si cortes. Se puso de pie y fue a buscar lubricante y una toalla. Cuando volvió a su asiento aún faltaba algo más de un minuto.
Ding Dong, Ding Dong.
El timbre de la puerta le sobresaltó – ¡Maldita sea!–.
Ding Dong, Ding Dong. 
– ¡Joder!– menos de cuarenta segundos para finalizar la descarga.
Ding Dong, Ding Dong. 
– Me cago en la puta madre de…– se abrochó el pantalón y fue hacia la puerta. Vio por la mirilla. Era el vecino del tercero B, el padre de la niña de los risos –que mierda querrá– respiró profundo y abrió la puerta. El vecino sonrió, mostrando una dentadura digna de un anuncio de pasta dental.
— Se dice Barritar— Dijo sin dejar de sonreír.
— ¿Qué? ¿Cómo dic … — Sintió un pinchazo en el abdomen, antes de poder reaccionar una descarga de electricidad le sacudió por completo. Perdió el conocimiento antes de chocar contra el suelo.
***
Todos sus intentos por liberarse fueron inútiles. Las tripas se le contrajeron al escuchar el chirrido de la puerta. La respiración de Alfonso era agitada y descontrolada. La saliva que se aposaba en su boca  corría en caída libre en su pecho.
— Hola. La carnicería estaba hasta arriba de gente. Y para colmo, me tocó una señora mayor delante, de esas de pelo blanco que van a paso lento y encorvadas, ya sabes, de las que dicen «Espera mi niño, creo que tengo cambio en el bolso» y comienzan a rebuscar centimillos, joder, a veces me dan ganas de soltarles un guantazo, pero es que son tan adorables – La sonrisa afable desapareció sin previo aviso. Sus ojos se movían de un lado a otro, como quien escarba en su interior en busca de un recuerdo – Soy una de esas personas que se esfuerza por comprender las posturas y los gustos de las demás personas, y aunque a veces no llegue a entender a los demás, al menos intento respetarles. Pero, a las personas como tú… – un resoplo a medio camino entre la decepción y la ira– Una noche, mientras escaneaba redes en busca de vulnerabilidades, algún blanco fácil. Rompí la seguridad de una de ella… y bueno, no te voy a marear con tecnicismos, la cosa es el dueño de esa red estaba en un chat hablando con otros usuarios mientras intercambiaban fotos — Carlos miró fijamente a los ojos huidizos de Alfonso.
— Mmm Mmmm mmmm.
— No. No me interesa lo que tengas que contar. Ya dijiste lo que tenías que decir «La trompa de mi elefante aúlla». No me costó mucho dar con el origen de la señal. Llevo meses espiándote a ti y tus compañeros de… a esos. He leído las cosas que… es asqueroso, es enfermizo. En fin… al lio.


Carlos llevaba una mochila a cuestas, de la cual sacó un traje de esos que se usan para pintar y no mancharse, también se colocó unos guantes de látex y unas gafas de protección. Cuatro días después, cuando las autoridades fueron llamadas por los vecinos a causa de fuertes olores, los policías se encontrarían con un cuerpo ensangrentado, con ambas manos cortadas e introducidas en recto, y con los testículos y el pene en la garganta.