sábado, 26 de enero de 2013

El día más feliz


Por Alejandra López.



I

El hecho de ver que menstruaba todos los meses, constituía para la mujer una tragedia. Lloraba sentada sobre el inodoro ante la impotencia de procrear.
Un hijo era lo que más deseaba de la vida. Hacía diez años que se había casado y nunca utilizó métodos anticonceptivos. La maternidad era para ella una necesidad.
Se guió por los días fértiles para mantener relaciones sexuales. Se hizo estudios junto a su esposo, pero todos dieron bien. Su médico le decía que el estado de ansiedad podía jugarle en contra para lograr el embarazo. Que debía distenderse y el bebé llegaría. Pero, cómo hacerlo si no podía controlar el temor de ver  frustrado así su sueño más grande y hermoso.

                                      
II

El gemido del bebé al despertarse llenaba el cuarto. Su habitación era hermosa. Pintada en un suave color celeste pastel, con una guarda en las paredes de Winnie Pooh. Colgaba sobre su cuna un móvil con animalitos que emitía al girar, una melodía como de cajita musical.
Era un bebé muy amado. Al menor suspiro, cualquiera de sus padres acudía con rapidez a ver qué le sucedía. El pequeño iluminaba sus vidas. Él se sabía querido y se los hacía saber cuando se calmaba al auparlo. Les sonreía y les regalaba el “ajó” más tierno que tenía.


III

La mujer decidió gastar todos los ahorros en una fecundación asistida. De qué le servía el dinero si no le daba la posibilidad de ser madre.
Sin remordimientos, y apoyada por su esposo concurrieron a una clínica especializada.
Los médicos evaluaron el caso y decidieron probar con un método mediante el cual aplicarían inyecciones a la mujer para la estimulación ovárica. Esto haría que el óvulo a fecundar fuera perfecto. A su vez, recolectarían semen de su marido. Los bioquímicos seleccionarían a través del microscopio los mejores espermatozoides; y para finalizar,        el médico los introduciría mediante una jeringa especial en el útero de la mujer.
Esta práctica podría llevarse a cabo durante seis meses. Si no daba resultado en ese lapso, tendrían que intentar con un sistema más sofisticado.


IV

El tiempo pasaba y el bebé crecía. Tal vez demasiado rápido. Pero los padres lo disfrutaban minuto a minuto.
Con seis meses de vida, el pequeño ya contaba con seis álbumes de fotos. Uno por cada mes vivido. Si la cosa seguía así, cuando cumpliera diez años tendría ciento veinte álbumes. Cada gesto, cada mueca estaban retratados, hasta por las noches le tomaban una fotografía mientras dormía. Para qué tantas, se preguntaría el niño algún día…
Por ahora se ocupaba de vivir. Eso consistía en gran parte, en jugar con la montaña de juguetes que poseía, untarse la cara con el puré o yogur, sentirse molesto por el primer diente o por el baño que le daba hacia el atardecer su padre, acurrucarse en los brazos de la madre o dormir. Las preocupaciones de los adultos todavía quedaban lejos para él.


V

El día más feliz para la pareja llegó después del tercer intento. El embarazo se hizo realidad. Lágrimas de dicha brotaron cuando vieron el embrión en la primera ecografía.
Los nueve meses que lo llevó en su vientre, la mujer vivió la experiencia más alucinante y dulce con la cual siempre soñó. Su esposo la acompañó mimándola y sintiendo los movimientos en el vientre de ese hijo tan deseado.
Llegó el día del parto y con él su bebé. Todo el dolor y miedo fue borrado por el primer vagido del pequeño.
Era un vigoroso varón de tres kilos y medio. Perfecto de la cabeza a los pies y rebosante de salud. 


VI

Hoy el niño se despertó algo irritado. El diente que le estaba saliendo lo tenía a maltraer. Rechazó la mamadera que le quiso dar la mujer. Ella pensó que quizás estuviera muy caliente. Dejó al bebé sentado en el piso del comedor, algo nerviosa por el llanto que no podía calmar, y fue hacia la cocina para enfriar la leche.
Ya eran las ocho y oyó el auto en marcha de su esposo en el garage. Hora de irse al trabajo.
Un pensamiento negro cruzó por la mente de la mujer.
Corrió hacia el comedor donde había dejado a su hijo. No lo vio, pero sí vio que la puerta que comunicaba la habitación con el garage estaba abierta.
De manera simultánea el hombre soltó el embrague y aceleró para salir. Lo sintió, pisó algo. Frenó. Bajó del auto y se topó con su mujer. Ambos se abalanzaron sobre ese pedacito de ellos aplastado por el auto. El dolor más grande del Universo los atravesó, instalándose para siempre en sus almas.

Ya pasó un mes desde esa penosa mañana. Ahora es de noche; el dolor es mucho, insoportable. La pareja ya está acostada. Ambos sonríen, se besan, se abrazan y cierran los ojos. Son felices, van al encuentro de su hijo.
El olor a gas empieza a inundar la casa.

Fin

     

sábado, 12 de enero de 2013

Inmortal


Por Angie Leal Rodriguez.




1

Y ahí estaba él, taciturno, expectante, dispuesto a atacar en cualquier momento, solo bastaba un pequeño descuido de Bardust para que se decidiera… podía sentir la sangre caliente correr por sus venas, escuchaba su recorrido, examinaba su andar, planificaba su ataque, medía cada uno de sus movimientos y en su pequeño cerebro los desarmaba cual piezas de un rompecabezas incompleto…

2

Bardust avanzaba con rapidez, andaba de un lado para otro de la espaciosa habitación, parecía que no lograba encontrar lo que buscaba, el motivo por el que se había atrevido a pisar esa misteriosa mansión, unos decían que era un hombre muy valiente, otros que solo un tonto sería capaz de poner un pie dentro de tan terrorífica edificación… en fin.  Como quiera que haya sido el tipo estaba ahí y no podía irse sin tener en sus manos el stituordeschumpoix, ese artefacto que  siglos atrás había sido propiedad de una de las sociedades secretas más poderosas y aterradoras del planeta y que era la pieza más buscada de la historia. Años de investigación lo habían llevado a ese lugar, había dedicado su vida entera a su búsqueda y ahora que tenía un indicio claro y no meras suposiciones como en cuatro ocasiones anteriores, no desaprovecharía la oportunidad. 

La leyenda contada a través de generaciones decía que el stituordeschumpoix le daría a su poseedor todo el poder que deseara y Bardust coqueteaba con esa idea desde aquella noche en que escuchó por primera vez la historia en voz de su padre; habían pasado muchos años pues en aquella época era un delgaducho niño lívido y miedoso, y su padre hoy hace varias primaveras que habita en uno de los círculos del infierno…

3

El animal seguía observando los movimientos de su presa mientras permanecía petrificado encima de la cajonera antigua, quien lo viera habría pensado que era un artículo decorativo más de la habitación. El hombre buscaba en todas partes, bajo la cama, en el ropero, en los cajones, detrás de los cuadros, en el cuarto de baño, o en algún pasaje oculto en las paredes pero su búsqueda parecía infructuosa y empezaba a perder la cordura.  Se le notaba ansioso, desesperado, incluso unas líneas de sudor corrían por sus sienes, maldijo en voz alta en una lengua ininteligible y siguió buscando.

Su negro pelaje contenía el calor que emanaba de su pequeño cuerpo, el amarillo de sus ojos le daba un aire misterioso y demoníaco, parecía que sonreía… sus sentidos se pusieron aún más alerta al darse cuenta de que Bardust había encontrado la pieza, la sonrisa del tipo fue como una daga clavada en su pequeño órgano cardíaco, no  había tiempo que perder, debía actuar ya, antes de que fuera demasiado tarde.

El hombre dio un salto de alegría al ver frente a él lo que le había dado sentido a su vida, estaba a punto de tomarlo cuando escuchó un maullido que parecía provenir del averno.

4

Se puso de pie, giró su cabeza y se encontró con el oscuro animal, el gato dio un salto y cayó sobre la cama, no paraba de maullar. Bardust intentó salir de la habitación sin darle importancia al gato pero no pudo hacerlo. En un abrir y cerrar de ojos lo tenía prendido de su costoso saco italiano hecho a la medida, movió el brazo en un intento fallido para que se cayera pero el minino seguía pegado a él y avanzaba por su espalda hasta llegar al cuello.  Sintió sus afiladas garras hundiéndose en su piel, luego sus mordidas  en su barbilla, en el cuello y en las orejas, por más que luchaba no podía quitárselo de encima, se sentía desesperado y tonto, no permitiría que un insignificante animalejo pudiera más que él.  El gato que parecía haberse escapado del infierno disfrutaba estar ganando la batalla, veía la sangre de su víctima correr desde la parte superior de su cuerpo hasta los pies, primero fueron unas gotas, ahora ya eran gruesos hilos rojos los que surcaban el atuendo azul desde el otrora blanco cuello hasta la alfombra gris. 

Bardust se estaba debilitando, las piernas no le respondían y trastabillaba mientras el animal se había convertido en una lapa pegada a él, parecía imposible librarse de ese engendro del demonio, esto no podía estar pasándole a él, era algo demasiado tonto, no podía ser que las historias que se contaban en torno a esa mansión fuera reales.

5

La gente decía que ese lugar estaba habitado por un gato poseído por espíritus que se apoderaron de él hacía más de doscientos años, que parecía inofensivo y que realmente era una criatura inmortal que había obtenido tal condición al haber sido mascota de una familia dedicada a la magia negra y a las artes oscuras; se decía también que en esa antigua mansión se realizaban reuniones anuales de todos los miembros de las sociedades secretas más poderosas del mundo y que ahí mismo se llevaban a cabo rituales oscuros con el único fin de dañar a ciertos grupos de la población y, en una ocasión, hicieron un rito a través del cual le transmitieron al gato todos los poderes que sus amos y los demás miembros poseían para que, cuando todos fallecieran, él fuera quien continuara con su labor.

Pero al parecer algo salió mal y al haberle transferido al animal cuanto conocimiento y malévola intención albergaban el felino se volteó contra ellos y los aniquiló uno a uno, nada pudieron hacer en su contra pues era más poderoso que cualquiera, y haberle dado tal poder fue la peor decisión. Decían los moradores que el animal se alimentó de ellos hasta que solo quedaron los huesos y después ya no necesitó alimento alguno; dicen también que aún pueden escucharse los lamentos, llantos, cánticos desgarradores y llamadas de auxilio de las personas que asistieron a esa sesión.

6

El gato lo atacó en el rostro, podía ver sus ojos amarillos clavados en los suyos, sentía la sangre caliente corriendo por su cuerpo y en la alfombra había un charco, de su mente se había escapado la idea de llevarse el stituordeschumpoix, ahora lo único importante era salir con vida de ese lugar, ya habría otra oportunidad para regresar por él.

En vano fueron sus intentos; en un segundo el gato clavó sus desproporcionados colmillos en el ojo izquierdo del lívido hombre, lanzó un desgarrador grito de dolor. Estaba tirado en el piso, abandonado a la voluntad del animal, a punto del desmayo cuando sintió los colmillos del gato en su otro ojo, ya no había más que hacer, la sangre salía de su cuerpo a borbotones y era raro que su corazón no hubiera dejado de latir aún.

De repente lanzó su último aliento y terminó ahí tirado, ensangrentado, vencido… 

FIN

sábado, 5 de enero de 2013

Paranoia


Por Eduardo González.



La estación estaba sumida en la más absoluta tranquilidad, los trenes estaban estáticos a la espera de la marcha, los negocios cercanos estaban recién abriendo, en su mayoría (puestos de ropa y comestibles) llevaban solo unos pocos minutos con las persianas arriba, sus trabajadores se esmeraban en ordenar y dejar todo listo para que estuviesen estos preparados para la atención del público.
   La cuidad parecía tranquila, aquel sábado había sido un día apacible, la locomoción “por extraño que parezca sobre todo tratándose del transantiago” era muy escaza, inclusive se agolpaban los taxis a las afueras de la estación para ver si podían tomar algún pasajero. Por otra parte era poca la cantidad de gente que transitaba por el lugar, al parecer el ajetreo se retrasaría y las hordas de personas no aparecerían hasta bien entrados las 11 de la mañana.
   Todo estaba en calma, la gente de apoco comenzaba a subirse a los vagones de los trenes, los cuales estarían quietos y sumidos en la pasividad hasta que el maquinista diera la orden de partir. Todo parece perfecto – pensó mientras subía despacio por las diminutas escaleras del vagón del tren.
   --Entró despacio y se encaminó hacia su siento el cual salía ya escrito en el ticket de su viaje, miro en derredor y se sentó, algo le molestaba, no sabía cómo traducir a palabras aquella sensación de desazón que acudía a su ser al ver las ventanas de la máquina de vapor (aunque  el ya sabía de ante mano que funcionaba en base a electricidad o petróleo, o sea lo mismo).
   --Sus manos le temblaban y acudan a su mente pensamientos inquietos, molestos, casi algunos le parecían palpables, su condición mental parecía empeorar, pero a ciencia a cierta no sabía lo que le estaba pasando, pero quizás si sospechaba la génesis de su propio problema. (Aunque no lo quisiera admitir)
   El tren comenzó a vibrar levemente, el movimiento le hacía tronar su pequeña dentadura la cual ya casi se le caía a pedazos, recordaba además que su doctor siempre le decía que le faltaba calcio, este reacio a los comentarios del profesional no hizo nunca caso, y a la vista ya estaban las consecuencias, recordaba además que otros decían entre comentarios y chismes estúpidos que los dientes se podían caer o debilitarse producto del estrés o algo que algunos llamaban como “Bornuout”.
   Tanteo sus bolsillo y se dio cuenta de que contaba con sus cigarrillos, los cuales eran casi indispensables en cada viaje que este daba fuera de la capital, saco el paquetillo y lo vio con cara incrédula, intento abrirlo (este estaba sellado y aun conservaba la cinta transparente) cuando fue sorprendido por el auxiliar del tren el cual le dijo; --Señor, está prohibido el consumir alimentos y el fumar al interior del tren. Le pido por favor que no rompa estas reglas.
   --Lo miró y pensó (claro, lo dice en tono afable para que uno no se sienta mal ¿eh? Bueno pues creo que el solo hace su trabajo, pero el fumar es indispensable para una persona que ya prácticamente es adicta, si estuviese en mi lugar me entendería, en fin. Solo queda el seguir las reglas, pensó.
   Miró al auxiliar de chaqueta roja y lo guardo (el paquete) casi sin emitir palabras, increíblemente este pequeño incidente lo tranquilizó, siempre había sido una persona muy neurótica, pero últimamente hasta él se asustaba de ciertas actitudes raras que usualmente tenia.
   El muchacho finalmente se retiró y se puso a conversar con otros pasajeros, una pareja de jubilados que pasarían el fin de semana en el campo junto a sus familiares los cuales seguramente los esperarían con alguna especie de fiesta.
Ajeno a toda esta historia, el solo quería partir, quería llegar pronto a la reunión de la empresa en la cual trabajaba, el negocio de las pastas no le apasionaba realmente y si alguien le hubiese explicado en que terminaría trabajando a su edad, ya entrados los 50 no le hubiese creído.
   La cosa es que el ya llevaba en aquel lugar trabajando cerca de 18 años, estos se habían pasado lento, no tenia señora ni hijos, vivía solo en un apartamento en la comuna de providencia y gran parte del dinero de su sueldo lo gastaba en “huevos de pascua”  quizás algunos piensen que el comer chocolate gran parte del año resultaría dañino para la salud de un individuo pero no se trataba de esos huevos tan típicos durante cierta fecha del año, más bien eran huevos decorativos, tenia diversos diseños en su casa y los conservaba como si se tratasen de algo de valor incalculable, lógicamente esta obsesión ya la tenía bien instalada en su disco duro, todos los meses solía encargar estos huevos a Europa, para muchos podrían ser simples objetos de decoración pero para el eran casi como sus hijos.
   Trabajaba constantemente en la parte administrativa de la empresa, ya ostentaba por lo demás el puesto de jefe de logística y producción, y su título de ingeniero ya casi lo tenía apernado en tal puesto, cabe decir que pensaba que le resultaría difícil el que lo despidieran, por una parte grande seria la indemnización y por la otra nunca había producido algún problema de ninguna índole, era poco sociable lo cual además lo hacía tener pocos problemas desde la perspectiva de esta faceta.
   Su vida era esta, una vida tranquila y absolutamente solitaria, solo vivía ya su madre, la cual acostumbraba visitar tres veces por mes, su relación no era de las mejores pero de todas formas no creía el ser un mal hijo.
La reunión era importante, vendrían unos importantes economistas a dar charlas y a entablar relaciones de negocios, marketing y cosas por el estilo. El debía de estar ahí y su presencia sería fundamental, finalmente el seria el que les daría el tour por la fábrica a los extranjeros, les mostraría las instalaciones y les explicaría el proceso de la elaboración de las pastas para comer.
   --¿Por qué no parte esta máquina aun? ¿Le habrá pasado algo, algún inconveniente técnico o estarán esperando más pasajeros? Pensó mientras observaba que ya llevaba 15 minutos sentado en su asiento pensando en nada mientras observaba la ventanilla.
A través de esta solo podía ver personas que se asomaban tímidamente por los cristales de un restaurante tipo heladería. Comían y conversaban, seguramente comprarían cerca o lo harían en el famoso barrio Meiggs.
   Comenzó a impacientarse y pensó en que si volvía a ver al auxiliar lo detendría y le explicaría su situación, una cosa era el ser neurótico y la otra era el ser respetuoso, pocas veces el recordaba el haber cruzado esa barrera invisible, siempre intentaba mantenerse a raya de la situación.
   El vagón era espacioso y el estaba sentado de frente a otro asiento, en la clase en la cual viajaba era semi Premium, entre los cuatro asientos (todos se miraban mutuamente) estaba ubicada una mesa, en la cual podías comer con tranquilidad cualquier comestible, el asiento además tenía la opción de reclinarse lo cual lo hacía mucho más cómodo, finalmente miró los tres asientos vacios y pensó; -- espero que nadie se siente con migo, siempre me ha gustado el ir sentado solo. Posterior a esto, miro nuevamente la ventanilla y volvió a observar a la gente del restaurant, su paciencia ya estaba llegando a su fin.
   Absorto se encontraba mirando la estación y parte de un carrusel de niños cuando se sobresalto al escuchar la voz por alto parlante del tren la cual decía; SEÑORES PASAJEROS, POR CAUSA DE UNOS ESCOMBROS A LAS AFUERAS DE LA ESTACION NOS HEMOS TENIDO QUE QUEDAR MAS DEL TIEMPO NORMAL DETENIDOS, LES PEDIMOS SU COMPRENSIÓN Y EN UNOS DOS MINUTOS MÁS PARTIREMOS. – Escuchó estas palabras con cierto desdén y algo en su interior volvió a funcionar, pensó que sería mejor el dejarse para si las palabras no muy amables que les dedicaría al auxiliar.
   Finalmente el tren comenzó a desplazarse de forma leve, casi imperceptible, miro alrededor de sí y pudo percatarse de que no había casi nadie en aquel lugar, unos asientos mas tras estaba la pareja de ancianos los cuales conversaban de los más lindo, en la zona del fondo solo pudo ver a una mujer ya entrada en edad que leía el periódico con una mano y con la otra sostenía un vaso de bebida. Pensó que todo estaría bien y que sería este un viaje normal, lamentablemente estaba equivocado.
El tren finalmente comenzó su marcha, de apoco el movimiento fue recobrando fuerza y velocidad, ahora se desplazaba de forma lenta y segura sobre los rieles de acero, todo ya en marcha pudo ya controlarse y descansar, cerró los ojos e intento dormitar, aunque en el fondo sabia que esa era una actitud de índole superficial ya que el nunca acostumbraba el dormir en viajes de negocios, algo por alguna razón se lo impedía.
   --Por aquí señor, dijo mientras encaminaba y guiaba al pasajero el auxiliar de turno.
   ¿Qué pasa? –dijo mientras volvía a abrir sus ojos y se percataba de la situación, miro atentamente la escena y escucho las escasas palabras que cruzaron (al parecer) el escuálido y delgaducho pasajero con el auxiliar que le recibió el ticket del pasaje el cual acreditada su estadía en el vagón.
   --Muchas gracias señor, pensé que no alcanzaría este tren a tiempo, sabrá además que se demoran un montón en la boletería de la estación a la hora de sacar los pasajes aquí mismo, dijo mientras dejaba una maleta en el suelo mostrando muestras de cansancio y hasta agitación.
   --No se preocupe señor, suele pasar, pero lo importante es que ya está aquí y llegara a tiempo a donde tenga que llegar, dijo casi improvisando sus palabras el auxiliar.
  --“estúpido, casi retrasa el viaje, por qué existe gente que aun no sabe que se pueden reservar los tickets  por internet en la página de los trenes, así de esta forma te evitas estos problemas, ahora lo único que falta es que se siente este sujeto en frente mío y no me de privacidad” pensó mientras se acomodaba en su asiento e intentaba parar mas la oreja.
   El sujeto de ambas maletas camino hacia nuestro personaje principal y se sentó justo en frente del.
   Este simplemente lo miro unos instantes y posterior a esto dirigió su atención hacia la ventana la cual mostraba ya una marcha precisa y constante, a lo sumo creía que ya iba a unos 50 kilómetros por hora, o quizá más.
   El viaje era constante y mostraba una horrenda geografía, primero los innumerables edificios afeaban el paisaje y después las desoladas calles polvorientas y muchas sucias le daban la despedida de la ciudad, pero aun así pensó que era mejor eso a conversar con el sujeto entrometido que tenia al frente (por su parte tenía razones para pensar aquello, el vagón estaba casi desierto, ¿entonces? ¿Por qué no se había sentado en otro lado? ¿Por qué no respeto su espacio personal? ¿Acaso es mucho pedir? Pensó mientras tomaba fuertemente su chaqueta y se comenzaba a dar cuenta de que le comenzaban a sudar las manos.
Finalmente dejo de observar (a su juicio) el triste paisaje periférico de la cuidad capitalina. A reglón seguido buscó a tientas en los bolsillo de su chaqueta unos chicles que tenia guardados de la noche anterior, precisamente recordaba el haberlos comprado y guardado, pero a ciencia cierta no recordaba donde.
   Observo al muchacho y no vio nada inusual, pero había algo raro en el, esto “claro esta” lo pudo apreciar entrado ya e viaje. Finalmente observo varias cosas extrañas en él, y lo inquieto bastante, espero apear de todo que el viaje seria tranquilo y relajado, hasta que prendieron los televisores del vagón, eso cambiaria mucho las cosas, “las cambiaria de verdad”.
   Observó la delgada televisión ubicada en la zona superior del tren eléctrico y vio los delgados ferros que la sostenían, casi parecían manos esqueléticas que la aferraban a ese lugar. Observó también que el muchacho no lo puso en ningún momento atención a lo que estaban dando en televisión, solo su atención se vio tocada cuando dieron las noticias, más específicamente cuando hablaron de una en especial.
   Finalmente no le prestó atención al muchacho delgado y decidió observar la televisión la cual en un principalmente mostraba programas baratos de farándula (de esos que solo ven personas ignorantes y con faltas de expectativas) pensó.
Posterior a esto comenzaron las noticias  en el canal estatal, al parecer “después se dio cuenta esto” el DVD portátil ubicado encima del televisor estaba averiado, quizás por esa razón el tren estaba dando un servicio solo de televisión nacional, quizás usualmente daban películas, lástima que ahora estuviese mala la máquina, pero aun así agradecía las noticias, no se las perdía, además te daban de que hablar en situaciones de reuniones o cosas por el estilo, sobre todo pensando en que tenía una vida muy aburrida, sabia a la perfección que el hablar de sus huevos de pascua no tendría ningún brillo, francamente a nadie les importaba.
   Las noticias una vez empezadas a trasmitirse estas hablaron en un principio de las olimpiadas que estaban celebrándose en Inglaterra, para dar paso posteriormente a noticias de índole nacional, por lo general desgracias, incendios, abortos, estupideces, etc. Pero había una noticia que lo había tenido “enganchado” en particular, esta le llamó la atención en especial ya que la venia siguiendo desde hace un par de meses atrás, mientras la daban se mostró como título en la parte posterior de donde se estaba emitiendo la noticia una imagen digital en la cual se veía un vehículo policial, en la parte superior justo al costado de la conductora de noticias un titulo que rezaba lo siguiente; “Vuelve a atacar el Psicópata de los transportes” observo el titulo y pensó; “quizás quien será el idiota que ha estado matando al azar, espero que no esté ahora en este vagón, --pensó para sí mismo lo cual le produjo de forma momentánea una risita nerviosa”.
   La noticia decía lo siguiente; --“anoche fue encontrado nuevamente el cuerpo de un transeúnte apuñalado, el chofer indicó que lo hallo al final de los asientos de su micro, en un principio pensó que este estaba dormido ya que cuando lo vio ya había llegado a la estación de buses, declaro. Finalmente intento despertarlo y al acercarse más a la posición de la ya fallecida víctima pudo percatarse de que esta estaba con los pantalones cubiertos de sangre fresca, al parecer el asesino había atacado sin piedad a su víctima de forma precisa, rápida y sobre todo certera. El hombre muerto fue identificado con el nombre de “Felipe Osandón” de 39 años de edad.
   La policía llegó al lugar y perició el escenario del crimen, todo parecería indicar que se trata del mismo asesino que ya lleva matando personas al azar en la ciudad de Santiago, inclusive el “modus operandi” fue similar ya que este acostumbra a atacar en escenarios públicos, predilectamente prefiere el transporte público. Por lo menos las victimas hasta el momento han sido todas asesinadas usando el mismo procedimiento.
   Muy afectado se ha encontrado el chofer del bus oruga, el cual lamentó lo sucedido y en la empresa le dieron un par de días libres, carabineros aun no tiene claro quién puede estar detrás de estas viles acciones y el por qué de estas.
Se han confirmado una investigación de carácter especial en la zona metropolitana a cargo del fiscal “Soto Mayor” el cual por encargo del presidente de la república estará ahora a cargo de este escabroso caso que tiene remecido al país.
   Posterior a esto la noticia tomaba otro cauce, se le entrevistaba a un oficial de carabineros el cual decía que podíamos estar en presencia de un nuevo asesino en serie, lo cual “según el mismo” nos hacia recordar tristemente el caso de hace algunos años en el cual se habían vuelto involucrados un grupo de ancianos en una localidad rural de la región del Maule, de aquel incidente solo sobrevivió una víctima la cual había dado muy pocas declaraciones de lo ocurrido.
Decidió dejar de ver la noticia la cual segundos después termino, a reglón seguido esta se volvió deportiva.   
   --Disculpe caballero, ¿podría decirme la hora por favor? Dijo el joven en tono afable en dirección de nuestro humilde personaje principal.
Lo miro por unos instantes perplejo y pensó inclusive que por unos momentos estuvo sentado sólo en aquel lugar, posterior a esto volvió en sí y respondió;
   --Son  las 10 de la mañana con 24 minutos, dijo mientras acompañaba estas palabras  con una acción y sacaba de su bolsillo su celular, lamentablemente había olvidado su reloj el cual estaba ahora tendido sobre el sofá de su casa.
   --Muchas gracias caballero.
   --Lo miró unos instantes enmudecido y después añadió torpemente; no hay problema joven.
   El joven finalmente tomo el maletín que tenía en un costado de su asiento y lo observo detenidamente mirándolo como si algo le hubiese pasado duarnte los últimos minutos, por lo menos eso fue lo que acudió a la mente de Claudio nuestro personaje principal mientras observaba tal acción.
   El tren continuaba su marcha sin mayores problemas, de apoco la presencia de aquel muchacho se le fue haciendo más soportable, ya consideraba demasiado el haber entablado un par de frases con él. Sin lugar a dudas Claudio era algo “peculiar” sobre todo a la hora de sociabilizar.
   Continuo el viaje y  cada vez le llamaba más la atención lo que hacia el muchacho con la maleta que sostenía sobre el regazo, primero vio como este la tomaba con ambas manos y la observaba como si se tratase de algo que nunca antes había visto (cosa que resultaba absurda a la hora de pensar de que este ya vena con ella), la miraba como intentando abrirla, eso parecía con los ademanes que mostraba cada ciertos intervalos de tiempo. Su visión se posaba constantemente en las manillas y en el candado con numeración numérica ubicado en la zona frontal de la maleta, este constaba con seis dígitos los cuales se rodaban como si se tratasen de tómbolas de lotería.
   La maleta en si era atractiva pero había algo más que pudo apreciar Claudio con el pasar del viaje, esta era estéticamente acorde a lo que usualmente se veria en un ejecutivo, primero mostraba un diseño rectangular con acabados finos los cuales eran adornados con “al parecer” finos encajes de cuero los cuales cubrían como forros delgados los extremos del maletín. Este por lo demás era grande y surgia la interrogante “¿Qué podía estar guardando ese sujeto en aquella maleta?” sobre todo teniendo en cuenta la vestimenta que llevaba puesta la cual por ningún lado resultaba acorde a la maleta que llevaba.
   Primero que todo noto que este “sujetito” como comenzó a denominarlo en un principio vestía con ropas casuales por decirlo de algún modo,  llevaba puesto unos vaqueros azules más conocidos como Blue yens y calzaba zapatillas deportivas de una marca que a simple vista no reconocía.
   Arriba vestía con una polera de color amarillo con motivos extravagantes (de esos diseños con caras de dibujos animados mal hechos, pensó Claudio mientras observaba con una cara de no mucho agrado la imagen del diseño del estampado) y vestía además de una chaqueta de mezclilla, lo cual hizo pensar a Claudio que le resultaba difícil y extraño el comprender lo de la maleta, pensó esto no pega ni junta
La cosa es que el ver al muchacho flacucho, le produjo dentro de sí un estado psicológico adverso, intranquilo, el cual oscilaba entre la desconfianza clasista “propia del” y sentimientos irracionales infundados por ideas que hasta el no tenia del todo claras, a fin de cuantas se podría denominar este segundo punto como un cuadro de paranoia incipiente, por denominarlo de algún modo.
   El mapeado verdusco y atrayente propio de nuestra hermosa geografía nacional casi no parecía inmutar siquiera a Claudio el cual se quedo buena parte de su preciado tiempo pensando en el perfil psicológico de la persona que tenía en frente.
Pero algo acudió a su mente como si se tratase de un rayo, y ese algo estaba estrechamente vinculado con el maletín, este finalmente se preguntó; ¿y si la maleta en si no contenía lo que él creía? Y ¿si se trataba de un objeto musical? ¿Acaso era eso posible? Pensó mientras observaba la fisionomía del objeto.
   En realidad tales ideas si tenían un sustento lógico y viable, por una parte anteriormente ya le había tocado el ver instrumentos musicales enfundados y guardados en hermosas cajas rectangulares, además eso hacia  cuadrar el enfoque de la vestimenta, de por si los músicos (creía el) no se visten de lo mas bien, podía ser que fuese una especie de músico que se ponía a prueba en la capital y que esta ya iba de vuelta a su ciudad natal para contar quizás la buena nueva o alguna noticia de rechazo, a fin de cuentas todo puede pasar en esta vida ¿no?.
   Por último se le paso por unos instantes la remota idea de preguntarle, claro está que esta acción parecería desubicada e inoportuna sobre todo pensando de que se trataba de una pregunta de un extraño que hace escasos minuto le había dado la hora, finalmente desecho tal idea y se volvió de pleno nuevamente a sus problemas personales y a meditar sobre el “como” hasta el momento estaba llevando su vida.
Pero todo comenzaría a cambiar de apoco, cierto es que los matices mutan, pero Claudio nunca pensó que lo hacían tan deprisa.
   Comenzó a escuchar de pronto unos extraños murmullos que provenían de la zona de atrás del vagón en el que venía él. 
   Observo y vio como uno de los ancianos se había quedado dormido con la boca abierta, el otro (la mujer) lo miraba y se reía de su ronquido.
   Claudio les dedico solo unos momentos y después volvió a mirar hacia adelante, hacia el muchacho.
   Este ahora estaba con amabas manos sobre la maleta y movía los dedos de forma peculiar, casi extraña.
Al principio el movimiento le pareció normal, pero al ver que no cesaba este al los buenos minutos de haber comenzado Claudio se comenzó a impacientar tanto con el cómo consigo mismo.
   Finalmente el movimiento cesó, miro nuevamente hacia los ancianos y ahora la mujer estaba mirando casi de forma ausente la ventana del tren, su mirada ahora cambio de foco y se percato de que la persona del fondo (la mujer del vaso de bebida) ya no estaba, quizás pensó que estaba en el baño, de todas maneras le resulto extraña la situación.
   Hasta que las cosas comenzaron a ponerse extrañas…
   Durante aquel viaje una serie de sucesos en cadena al parecer molestaron y motivaron en Claudio actitudes extrañas, raras, peculiares y sobre todo paraicas, pero quizás con el final de este relato se resuelvan algunas dudas (otras quizás nunca) pero de todas formas es bueno el plantearse esto lo cual a medida que avancen las palabras y así al unisonó la maquina eléctrica podrán ir demostrando de apoco la tesis central de este extraño relato:

“La mente es débil, endeble, fácilmente puedes perder la cordura.”

   Así fue como los acontecimientos siguieron de alguna manera su cauce lógico y racional aunque esto último solo se aplique pocas veces quizás en si no tiene otra justificación.
   Lo primero que ocurrió (como suceso desencadenador) fue que aquel muchacho harapiento saco de un bolso (el cual tenía recostado en el asiento de al lado) un diario, lo tomo casi con delicadeza y lo abrió con amabas manos, a reglón seguido se puso a leer sus hojas endebles y crujidoras tan típicas de ese tipo de papel barato.
Claudio pudo ver el titular con un efecto espejo, el titulo hablaba de lo que haba salido en la noticia ya dada por la estación de origen estatal, el asesino seguía suelto y ya comenzaba a causar pánico en la región metropolitana.
   --Suerte que me estoy alejando de la cuidad” pensó mientras miraba las fotografías plegadas a un costado y por debajo del titular del diario.
Todo esto podría haber pasado desapercibido siempre y cuando no hubiesen habido actitudes extrañas por parte del joven del periódico (finalmente todo parecía indicar eso como causa detonante)
   Mientras lo miraba y mas ben dicho observaba al periódico (el cual ya extraña mente estaba pegado en una página “al parecer el lector lee lento” pensó; este extrajo un juguete de plástico y lo deposito (sin apartar la cara del centro del periódico como queriendo intentar no ser visto por su compañero de tren) sobre la delgada y pequeña mesa que se interponía entre ambos.
Este miro el objeto y no comprendió muy bien del todo la acción de aquel muchacho.
   Era una especie de hibrido entre un pato-conejo conservaba por lo demás un color amarillento algo gastado (se veía viejo) y la cuerda de al lado se veía endeble (como si ya se hubiese ocupado en demasía tal artefacto).
El artilugio en cuestión presentaba un aspecto normal, no extraño aquí era el ¿Por qué del? ¿Por qué lo había sacado y lo había dejado ahí?
   --Quiere que lo vea, dijo casi inaudiblemente y de con voz pasmosa y serena Claudio mientras sacaba de su chaqueta su celular (quería ver la hora nuevamente)
Miro unos momentos el desgastado juguete y decidió pararse e ir al baño del lugar.
Se paró rápidamente y salió del lugar, sin siquiera ver a otro lado, de alguna manera su cerebro ya había adoptado tal actitud.
   Cerró suevamente y se dio cuenta (por primera vez desde que había comenzado el viaje) el fuerte vaivén del tren, miro hacia la luz y observo su luminosidad las cual plasmaba sobras oscilantes sobre el piso y paredes de cerámica del baño.
   Abrió la llave y vio que salía poco agua, observo en un costado una toalla de baños y unos sellados papeles higiénicos los cuales aguardaban como si se tratasen de guardianes del espejo principal ya que estos flanqueaban el objeto en cuestión.
Se miro unos instantes y pensó:
   --algo te está pasando hace ya arto rato, y lo sabes y lo peor de todo es que no lo quieres aceptar ¡¿Por  qué Claudito!? ¿Acaso piensas tapar el sol con un dedo? ¿Es eso?
   --Por supuesto que no, no sé en realidad lo que me está pasando, dijo una parte de su mente que intentaba conservar la racionalidad a flote.
A reglón seguido la otra parte (quizás la de su otro yo o llamado por psicólogos como trastorno de personalidad) intentaba hablarle de actitudes más radicales, más extrañas, irreales, hasta gráficamente distorsionantes, fue en ese preciso momento cuando su ser interior se abrumó.
   --¿con quién estoy hablando? Pensó en su interior  mientras miraba ya su envejecido rostro en el espejo del baño del tren.
   --¿Era esta la primera vez que le ocurría eso?  Y de no ser así ¿Cuándo antes ya había pasado?  
   Todas estas inquietudes superficiales acudían a su mente de forma fugaz agobiándolo de pensamientos confusos que giraban en su mente, y lo peor estaba por venir; un fuerte dolor de cabeza se apodero de él “tal como había pasado ese viernes por la noche”
   --¿Qué viernes por la noche? Se dijo en voz alta mientras observaba que le caían unas pequeñas gotas escarlatas de sus fauces nasales.
   Las miro como caían y no comprendió del todo su situación, y volvió a remeter con lo anterior; ¿de qué viernes estaba hablando? Ya casi no parecía el distinguir completamente la realidad, esto el ya lo consideraba grave, sin falta apenas regresase de este viaje iría a ver a algún psicólogo el cual intentara tratar su tema (por el momento mucho ya no podía hacer).
   Tomó rápidamente un poco de papel confort y se limpió las narices las cuales ya no sangraban, busco dentro del mueble del espejo y no encontró aspirinas (de todas maneras ¿quien deja aspirinas así como si repartidas para uso público en el baño de algún metro?)
   Respiro y exhalo lentamente unos instantes y evocaron recuerdos, si de manera automática a su cabeza;
   --mi abuela. Pensó.
   --sabes perfectamente como era ella, recuerda a Gaspar, recuerda su delicada garganta color gris, su pelaje el cual finalmente quedo hermosamente teñido de rojo, ¿Por qué mierda eres tan cobarde? ¿Por qué te cuesta tanto darte cuenta de ciertas cosas? ¿Por qué?
   --de que demonios hablas, a que te refieres yo nunca e tenido un perro con ese nombre es más, ni siquiera me gustan mucho los animales adem-- ...
   --¡Cállate de una vez marica, no seas huevón! Te lo acabo de decir, ¿Cómo no te das cuenta de que has suprimido tu afable vida? Porque no quieres darte cuenta de que nunca fue así del todo, escondes heridas que creíste dejar en el pasado, creíste que estaban cicatrizadas, pues te doy una gran sorpresa, yo soy esa parte de ti que se ha negado a quedarse callada, yo soy esa parte que ha pedido a gritos este momento, quiero ser libre ¡¿me oyes?! ¡Quiero estar en paz y tú no me dejas!
Por unos instantes Claudio se sintió incomodo, su dolor se acrecentaba a medida que avanzaban los minutos y consigo las palabras, palabras extrañas por lo demás que provenían al parecer de sí mismo, un sí mismo que no parecía reconocer del todo, un ser raro que distaba mucho de su personalidad.
   --¿Acaso estaba conversando solo? Relativamente la respuesta ya resultaba obvia a estas alturas pero a él le parecía inquietante, es mas pensaba que a cualquier persona le resultaría inquietante quizá del todo.
   Y finalmente aquella voz había comenzado a arremeter nuevamente en contra de su psiquis interior, esta almacenada en su subconsciente la cual solo salía en extrañas ocasiones en sueños, pensó.
   --Pues si no quieres recordar, yo te hare recordar a la fuerza.
   --¿recordar a la fuerza? ¡De qué demonios estás hablando!
   -- simplemente cállate y disfruta del viaje, simplemente hazme caso
Y así fue lo que hizo el inconsciente de Claudio, escucho toda la narración tranquilo y cuando concluyó esta finalmente este salió de aquel baño con unas ligeras y delgadas lagrimas trasparentes.
   Su mente se decidió a creer y ¿Por qué uno no se creería a sí mismo? Esa finalmente fue la lógica que adopto su cerebro al haber escuchado su propia narración, una narración que tenia matices de ficción y también poseía pasajes con tono verídico, a fin de cuentas su juicio no fue crítico, simplemente acató.
   Hace ya unos buenos años, cuando la televisión era en blanco y negro, cuando se apostaban bolitas de leche conservadas en tarros grandes de leche en polvo, habían pasado cosas en la vida de Claudio, cosas crueles que no serian recomendadas para ningún niño, su abuela de origen paterno había decidido cuidarlo cuando este aun era un niño, tenía un perro en aquel entonces llamado ¿Cómo diablos se llamaba aquel perro? El puto perro se llamaba Gaspar, demonios, recuérdalo. La cosa es que aquel perro era su vida, era su todo, era quien lo escuchaba cuando este lloraba porque lo molestaban sus compañeros de escuela, lo escuchaba cuando lo regañaban sus padres y sobre todo lo escuchaba y además protegía cuando su abuela lo maltrataba psicológicamente, aquel perro había significado mucho para él.
   Ese perro sabia su situación, sabia a la perfección que Claudio los veranos se quedaba semanas solo en la casa de su desgraciada abuela la cual vivía en una región del norte de la cual ya no recordaba su nombre, de haber nombrado algo estaba cien por cien seguro que se trataría de una invención dada por su mente para salir del paso.
   La cuestión es que aquella señora había sido cruel y mala, hasta límites insospechados, las cuentas que daba la anciana a los padres de Claudio eran diametral mente opuestas a lo que era la realidad, una realidad cubierta de restos de maltratos verbales, dejaciones humanas las cuales en innumerables ocasiones habían acaecido en aquella casa norteña, siempre las conversaciones eran normales, sus padres finalmente nunca sospecharon del maltrato que realizaba la señora hacia aquel indefenso y pequeño niño, el cual solo tenía su perro Gaspar.
   Las situaciones eran variadas pero no por esto menos insoportables o sufribles, algunas iban desde el que el niño se quedase de pie tardes enteras fuera de la desolada casa, castigos corporales (todos estos dentro de la casa) por razones maquiavélicas por parte de la abuela, existan por lo demás castigos verbales dolorosos los cuales no tenían sustentos, a la anciana le gustaba el ser cruel, le gustaba maltratar a aquel muchacho dejándolo sin comer días enteros mientras esta comía y este solo la miraba amarrado a una silla de madera, castigos como trotes innecesarios o posturas ridículas las cuales algunas presentaban vejámenes de índole sexual.
   Pero todo tenia limites, y estos habían aparecido tarde, muy tarde.
Su otro ser se sentía en la necesidad de explorar aquellos recuerdos traumáticos que Claudio había reprimido con el pasar de estos años. Esta clase de recuerdos tenía que ver con un episodio en particular, con un episodio especial, el cual era el más negro de su vida.
   Este episodio había comenzado un día viernes en la mañana y termino tristemente un sábado en la tarde con una especie de ritual de cordero (como había mencionado esa tarde su abuela, la muy desgraciada lo había mencionado así)
   Gaspar siempre lo había defendido de todo, pero los ataques por parte de la corpulenta anciana siempre habían sido dentro de la casa, lo cual significaba una ventaja por parte de esta última, finalmente aquel viernes la anciana había regañado a Claudio por no haber traído unos baldes muy pesados de agua a la cocina, la cuestión es que la anciana lo regaño y lo abofeteo fuertemente en la cara, Gaspar al ver esto atacó al  humano y le zamarreó el brazo derecho, finalmente ceso en su acción gracias al propio niño el cual le ordeno que se detuviese.
   Finalmente la anciana, decidió irse a la casa tambaleándose y cerro tras de si la pesada puerta de madera, aquella noche Claudio no comió y durmió en la casa del perro.
   Las cosas se habían dado tal cual quería la vieja, esta había organizado un viaje sólo para Claudio, el cual volvería el día lunes en la tarde. El viaje finalmente consistía en ir de paseo junto a algunos niños del pueblo a un tour a la ciudad costera de la región. El niño finalmente no quiso ir pero tuvo que hacerlo por obligación.
La sorpresa la tuvo cuando regreso el día lunes en la tarde…
   Aquel lunes llovió unos instantes durante la mañana y después ceso, fue casi una especie de llanto dado por el cielo cubierto de nubes grises, tristemente todo el dia estuvo así, casi parecía este saber lo que se avecinaba.
   Una vez de vuelta este tomo once de forma tranquila con la anciana la cual le pregunto cómo le había ido en su viaje, este le conto lo que había visto y los apuntes que había anotado los cuales dejaría como recuerdo de su viaje (a falta de cámara de fotos, claro está).
A reglón seguido la anciana lo invitó después de la once a que lo acompañase al patio, este salió tras de ella y se quedo al lado de la puerta.
   Observó de principio a fin la triste escena, quizás ahora comprendida (después de casi 30 años) que se había quedado petrificado por el miedo de aquella escena tan grotesca.
   La anciana se encamino hacia la caseta del perro y saco tras de si al animal, lo arrastro apenas y lo dejo en medio del arenoso suelo.
   --¡Gaspar! Grito el niño al ver a su mejor amigo tendido sobre el piso al parecer dormido, en su interior sabia que habían malas intenciones por parte de la anciana, ya casi le parecían un hecho.
   --¡Cállate, este perro de mierda me mordió, no se saldrá con la suya! Dijo gritándole al pre-púber.
   La anciana casi adelantándosele a sus pensamientos le volvió a gritar;
   --el perro por si te preguntas esta sedado, no está muerto, es más, la droga que le suministre lo hace sensible hasta cierto grado, lo mejor vendrá ahora, cuando averigüemos que tan sedado esta. Dijo mientras movía al animal y de su chaleca sacaba un gran cuchillo carnicero.
   --¡No le hagas daño por favor! Grito el niño mientras observaba a la anciana con el cuchillo sostenido en su mano izquierda.
    --No lo lastimare, o quizás sí, pero de todas maneras lo hare lentamente quiero veros sufrir a los dos. Dijo mostrando una despreciable sonrisa maquiavélica.
Finalmente comenzó a trabajar en lo que tenía entre manos, el animal tendido ya en el suelo mostraba unos impávidos ojos suplicantes, casi miraban con tristeza al despojo de ser humano que empuñaba el instrumento de cocina.
Y comenzó…
   Comenzaron a rodar lágrimas las cuales cayeron en el lavamanos y se fusionaron con las gotas de sangre que ya comenzaban a secarse.
   --¿Te da miedo el seguir recordando, no es así?
   -- tu no sabes nada de mí, déjame en paz. Dijo mientras intentaba de forma inútil el apartar aquella voz de su cerebro la cual parecía martillarlo con cada palabra.
   --si no quieres recordar, da igual, de todas formas lo hare a presión, lo hare para que comprendas como son las personas, son malas, crueles, déspotas, individualistas, solo piensan en su beneficio personal, a la mierda con la Psicología, esto es lo real, esta es tu vida, no una estúpida vida enfrascada en obsesiones de huevos de pascua ¡abre los ojos de una vez por todas!
   Y eso fue lo que hizo…
   La anciana lo hizo lentamente, casi parecía disfrutar de la situación, veía casi a través de los ojos del niño, casi le parecía ver la cruel escena observada por el niño el cual en algunos años mas comenzaría a cambiar.
   Primero fue una pata, la superior derecha, la anciana agarro finalmente de forma segura la extremidad y comenzó a aserrucharla lentamente, como si se tratase de cortar una especie de rama con un machete.
   Siguió así y repitió la acción una y otra vez mientras el pobre cuadrúpedo movía la cabeza de forma convulsionada y agitaba el cuerpo de forma tétrica.
   El niño observaba con macabra avidez tal espectáculo, presenciaba absorto la cruel escena, en la cual su mejor amigo moría lentamente mientras le dedicaba de forma esporádica el rostro, un rostro débil y enfermamente triste, un rostro que casi parecía pedir disculpas.
   La anciana continuó perpetuando su acción hasta que finalmente logró cortar la extremidad del animal, este gritaba y chillaba aullando espasmódicamente hacia las tímidas estrellas que ya comenzaban a hacerse visibles a medida que se iba escondiendo el sol norteño.
   Claudio miraba la escena en total calma, su cerebro se desconecto, los sentimientos parecieron aislarse por unos instantes, de alguna forma, su mente logro refugiarse de tal macabra escena, esa sin duda alguna fue en aquella ocasión su método de defensa en contra de aquella anciana.
   Paro unos instantes a tomar aire y continúo con la otra pierna que le faltaba, la superior izquierda.
   El perro intento zafarse y logró caminar a base de tres patas unos centímetros hasta que cayó de bruces al suelo arcillado. La sangre saltaba a borbotones por el muñón y esta manchaba y tornaba rojo el suelo el cual formo un camino desde la acción inicial hasta la actual posición del moribundo perro el cual botaba ya sangre a montones.
   La anciana murmuro algo a regañadientes y se posiciono al lado “nuevamente” del animal, este la observo con tristeza y sin emitir mayor resistencia observo (mientras aullaba de dolor combinado con el fuerte efecto de la droga) como el ser humano que supuestamente cuidaba de Claudio le arrebataba sus patitas.
   La anciana continuo con la acción y corto la otra pata del animal, este ya sin poder moverse prácticamente volvió a dedicarle una desolada y ausente mirada a su amo, el niño vale decir se encontraba paralizado mientras apretaba sus dientes con mucha fuerza, tal acción le produjo un sangra miento de las encías, las cuales ya no soportaban la acción.
   La anciana volvió a dedicarle una malévola mirada y le dijo muy agitada y cubierta de sangre;
   --¿Mira lo que hago con tu mugroso animal peludo! Dijo mientras comenzaba a reírse de forma histérica.
   Continúo con la acción y ahora su punto de trabajo cambio y paso a la zona del pescuezo.
   Tomo fuertemente el machete cuadrado y decidió cortar el cuello del animal, pero esta no se conformo con solo degollarlo, fue tan grande el corte y profundo que tomo fuertemente la cabeza del ya difunto animal y lo tiro hacia atrás, este crujió y logro de forma satisfactoria el arrancar la cabeza del canino de su ya inerte cuerpo sin patas.
   A anciana recobro la compostura erguida y tomo la cabeza y la mantuvo en el aire por algunos instantes. Gaspar mostraba una rostro de sufrimiento y tristeza, este se encontraba con la lengua afuera la cual tenía un color un poco morado ya a esas alturas.
   La anciana miro al niño y le lanzo la cabeza de su mascota, esta aterrizo lejos de él (la anciana al parecer no tenía la fuerza necesaria como para el haber tirado la cabeza, por esa razón esta no alcanzó su objetivo.) esta aterrizó sobre la tierra oscura ya por la hora.
   El rostro estaba hocico abajo, y dejaba tras de sí una hilera de sangre y restos de venas, cartílagos y tendones.
   El niño miro a su mascota y se fue del lugar, se encerró en su habitación y la tranco por dentro para que la anciana no lo visitara, tapó las cortinas de la habitación, y se tendió sobre su cama, la cual era muy angosta, tomó su único almohadón y lloró gran parte de la noche, a eso de las 3 de la mañana el llanto cesó por causa del dolor de cabeza, después de eso suprimió sus sentimientos y dejo todo en el vacio de su cabeza, más bien dicho, de su ser.
   Al día siguiente tuvo que salir por obligación de su habitación muy temprano en la mañana para ir al baño (el cual no estaba dentro de la casa) y observo el suelo ya con pocas manchas de sangre, miro un contenedor de basura el cual quedaba cerca de la caseta de baño y observo una gran bolsa de basura la cual seguramente contenía a Gaspar. Intento no llorar pero no pudo, afloraron finalmente sus sentimientos y se quebró, fue al baño y de vuelta intento dormir.
   Ese día no comió.
   Finalmente paso el tiempo y la anciana le dijo a sus padres que el perro se había ido y simplemente no había vuelto más. Claudio pensó en objetar pero después desistió, sabía que era su palabra en contra de la anciana. No tenía por donde ganar.
Así fue como pasaron los años y sepultó cruelmente tal recuerdo y no solo eso, había sepultado de cierta forma a su mejor amigo.
   Miro sus manos rojas y llenas de arrugas y moradas venas y observo nuevamente el espejo del baño, miro hacia la puerta y decidió salir, no sin antes secarse sus ojos usando las mangas de su camisa.
   Salió hacia el asiento y pensó que lo mejor sería el dormir.
Pero no pudo, cruelmente el destino había interpuesto a un muchacho en su camino, este al verlo llegar dejo de mirar momentáneamente su diario y lo bajo.
Posicionado ya este sobre la blanca mesa dijo;
   --se que le puede parecer raro, pero no me gusta quedarme callado durante los viajes, sobre todo si son en tren, los encuentro un poco aburridos y me gusta conversar bastante con las personas (sin darse cuenta realmente de que había repetido ya una idea continuo) espero que no le moleste que comience una conversación con usted, espero además que no se enoje, si hay algún problema simplemente diga—
   --¿Qué quieres? Dijo con voz cansada mientras le dedicaba una mirada dubitativa al joven sentado en frente del.
   --la verdad es que me pude percatar de que le puso gran atención a la notica del “asesino del transporte público” --esta frase la menciono con un tono ligeramente más diferente, casi resultaba audiblemente un poco burlón.
   --Chiquillo, te responderé las cosas por parte, número uno, no quiero conversar contigo porque me duele la cabeza,  número dos; te responderé solo por cordialidad y número tres, quiero que no me hables lo que queda del viaje porque no te responderé.
   --Ok, está bien señor, disculpe si lo moleste, dijo bajando el tono de voz de forma paulatina.
   --entonces comenzare, la noticia me pareció interesante, me ha llamado mucho la atención como ataca ese individuo a sus víctimas, siempre estas están solas de forma paradójica en lugares de índole masivo o publico si se quiere decir.
   --¿Qué estoy haciendo? ¿Acaso mi mente ya había olvidado así como así el incidente del baño? ¿Era realmente eso posible? –se pregunto en su interior mientras articulaba la respuesta de su cerebro en pos de la conversación sostenida con aquel muchacho. Siguió pensando y se vio de forma breve interrumpido nuevamente por su voz interna la cual dijo sus últimas palabras aquel día.
   --ten cuidado, no hables demasiado, el podría ser peligroso…
Miro nuevamente al muchacho y pensó que de verdad se estaba volviendo loco. Primero que todo había recordado un pasaje de su historia personal el cual le resultaba escabroso y malévolo, además sabia ya de ante mano que lo que había visto era verdad pero se negaba a creer en su otro yo, un ser semejante a el “muy semejante en realidad” el cual volvía a sacudirlo pero ahora con esta frase la cual lo inquieto hasta el punto de erizarle los pelos de su cuerpo.
   ¿Por qué podía ser el peligroso? –pensó mientras miraba nuevamente el objeto rectangular entre las manos del joven.
   --Tiene razón con lo del asesino, en realidad resulta muy peculiar, sobre todo tratándose de un chileno, ¿sabe? –dijo formulando una respuesta retorica—no somos muy conocidos en estos temas, que yo recuerde solo esta lo del Chacal de Nahuel toro y lo de la región del Maule, el caso de aquel jardinero creo ¿o era vendedor?
La verdad es que no importa lo que quiero decir es que me resulta intrigante el caso, igual de todas maneras espero que lo atrapen luego, además creo que este tema ya está muy en boga, todo Chile debe de estar hablando de él.
   --Puede que tengas razón muchacho, --dijo con desdén y retomo; pero de todas formas no durara mucho tiempo mas, lo atraparan, terminara cagándola como lo hacen a menudo todos estos tipejos.
   --puede que sí y puede que no, de todas maneras da igual, sería fatal que ahora estuviese en este vagón ¿no cree?
   Aquella frase final fue pronunciada con cierta picarda propia de un profesor quien cuanta a sus alumnos detalles escabrosos de la tortura nazi. Esa frase lo hizo dudar y reafirmo de forma loca sus dudas con respecto a él y pensó; ¿Qué es en verdad lo que contiene su maleta?
   --seria una lástima que no lo atrapasen o que volviese a atacar y además—
   --Ok, Chico, no quiero hablar más sobre el tema, dejémoslo así, me está doliendo nuevamente la cabeza, dejémoslo así.
   --Ok, lo entiendo, disculpe caballero.
   El muchacho finalmente dejo de hablar con Claudio y tomo nuevamente el diario, volvió este a cubrirse la cara con él y siguió en lo suyo.
Así pasaron los minutos hasta que comenzaron las cosas raras; Claudio intentaba dormir pero no podía, sus recuerdos vagaban en su cabeza y lo molestaban, casi le pedían a gritos que no los olvidase, “ya no puedo” pensó para si absorto en sus propios pensamientos.
   Finalmente el muchacho realizó la primera acción extraña, este saco por encima del diario unas fotografías recortadas al parecer de revistas o periódicos, las puso sobre la mesa puestas al azar. Claudio al abrir los ojos pudo ver como todas estas apuntaban hacia él, es mas casi parecían burlarse de él.
   Las miro de forma momentánea y se estremeció al darse cuenta de que aquellas fotos pertenecían a las víctimas de Santiago, victimas cuyas fotos habían aparecido en todos lados, ya casi parecían mártires de la tragedia. Ahora lo comprendía mas, ¿era el realmente el asesino? ¿Ese joven escuálido y con pinta menuda? Pensó mientras miraba atentamente las imágenes puestas sobre la mesa que separaba a ambos de un cruel destino.
   El muchacho continuó mirando su periódico sin vacilar ni un instante y decidió sacar algo de su bolso ahora.
   Claudio lo miro atentamente mientras este bajaba su diario y dejaba ver tras de sí un extraño rostro pasmado de maldad, un rostro muy parecido al de su abuela, pensó mientras se volvían a marcar las uñas en sus palmas.
   Ahora lo que hizo fue sacar su bolso el cual estaba en un costado de este y lo abrió sobre la mesa y comenzó a extraer objetos del, objetos variados que no parecían coincidir con un uso personal, por ningún motivo daban esa impresión.
   --¿Qué ira a sacar de ese bolso?—pensó mientras observaba atento la acción del muchacho.
   El joven saco finalmente cinco objetos; una billetera de cuero, una cadena “al parecer” de oro fino, un lápiz labial, un reloj femenino y por ultimo un manojo de llaves de color purpura (de estas que pareciesen haber sido pintadas usando temperas) y por fin cerro y volvió a dejar a un costado aquel bolso.
   Claudio miro uno a uno los objetos y a reglón seguido el muchacho hablo, o más bien dicho explico lo que estaba ocurriendo.
   --Se que no acostumbro hacer esto, pero usted parece una persona solitaria, al igual que las “demás” y ni siquiera sabe la suerte que tiene, la mayor parte de mi “gente” –dijo tomando de forma propia una expresión extraña, sumida en una incipiente locura—nunca se llega a enterar de lo que realmente le sucedió, disculpe s estoy divagando pero siempre en estas ocasiones me pongo un poco nervioso.
   Claudio lo miro con unos grandes ojos, no daba crédito a lo que estaba escuchando, además no pensaba que realmente delante de él estaba a quien todo Chile estaba buscando.
   --la cuestión es que quise conversar con usted para así de esa forma averiguar de mejor forma a quien iba a --“trabajar”--  dijo mostrando detrás de sí una risita nerviosa.--  La cuestión es simple, usted ya no puede hacer nada, dijo mientras sacaba de su espalda una pistola de tamaño pequeño la cual (al parecer) había logrado esconder con éxito durante lo que llevaba de trayecto.
   --Espera un momento, dijo tartamudeando Claudio mientras se acomodaba de su asiento, sabia en el fondo que no quería morir en aquel lugar, por mucho que ahora (el creyese que estaba loco) tenía en su interior un deseo interno que le indicaba que debía recuperarse y debía cambiar, en resumidas palabras quería vivir.
   --Como te acabo de decir hace unos instantes, eres privilegiado, lástima que no tendrás una suerte distinta de todos los demás.
   Claudio lo miro y dijo con tono firme y decidido; --¿No crees que serás descubierto de forma fácil tu acción en este lugar? A diferencia de tus otros golpes, este será en un tren, los pasajes van marcados y existe gran cantidad de testigos, no será como en las otras oportunidades, ¿tuviste eso en cuenta? –dijo Claudio mientras miraba la culata del arma la cual apuntaba hacia su pecho.
   --Me da igual, ya llevo varios a mis espaldas y solo será cuestión de tiempo que me pillen, pero mi método es el mismo, hago dos cosas, primero converso con mis victimas y luego me dispongo a quitarles su sufrimiento, usualmente ataco personas solas, eso en realidad me excita.
   Claudio lo miro con asombro y pensó:
   --Este tipo piensa perpetuar su último acto con migo, seré como el telón de su obra cuando este  halla bajado.
   --por ultimo dije que te explicare algo que usualmente no hago, además de matarlos no les robo nada, mi motivación va por otro lado, va por lo de la adrenalina, va más bien por lo de la “justicia” –dijo el joven mientras se mojaba sus labios.
   La mesa estaba pulcramente limpia entre ambos, asientos más atrás se encontraban dos ancianos los cuales estaban ya profundamente dormidos y más atrás ya no había nadie, la mujer había desaparecido de sus asiento.
   --Así que me dijiste que conmigo sería diferente la cosa ¿cierto? Entonces explícame algo, cuál es tu motivación para realizar tal viles actos, ¿cuál es tu propósito? y además que significan esas cosas y aquellas fotos, ¿para que las guardas? –dijo Claudio mientras miraba las fotografías de la mesa.
   --Saliste bien preguntón, pero te lo acepto ya que yo abrí la boca primero, afín de cuentas tus habladurías son fruto de mis propias palabras. Dijo y retomo casi al instante luego de haber aspirado de forma momentánea una bocanada de aire. La cuestión es obvia, primero que todo; mi motivación va por el lado de la adrenalina y lo otro es porque me gusta dejar una contabilidad, me gusta recordar sus rostros, rostros falsamente inocentes víctimas de un sistema que no los ampara.
   Claudio lo miro atento y pensó: --Ahora ya si se a acabado todo, no encuentro salida, de nada me sirvió que aquella voz interna me lo hubiese advertido, de nada me sirvió el haber recordado ya que no puedes cambiar el pasado, ese afán ya no existe, se esfuma tal cual lo hace la espuma de la arena de la playa, simplemente mi vida finalizara de esta triste manera al igual que las de las otras personas, en realidad solo somos vidas personales nada mas, solo es pasajero.
   El muchacho lo observo atento y disparó, el lugar de inmediato se llenó de una especia de gran estruendo el cual cubrió todo el lugar, todo el vagón o sintió, todas las personas que iban viajando se sobresaltaron, los ancianos despertaron de forma súbita siendo el varón el más afectado, este por su parte fallecería dos horas mas tarde en el hospital de San Fernando, de alguna manera se había transformado en una víctima involuntaria de aquel sujeto loco, un sujeto declarado como inadaptado para la sociedad.
   El tren continúo su marcha y el primero en ver lo que había pasado fue el auxiliar que al darse cuenta de la gravedad de la situación informo a la cabina y este se detuvo, de forma automática llamaron a carabineros y a la P.D.I la cual acudió con tardanza a la zona del crimen.
   Si todo hubiese pasado tal cual como ha sido relatado podríamos decir que el asesino habría sido aprendido y ya estaría tras las rejas o en algún hospital psiquiátrico pero no fue así, sigue prófugo en alguna parte de Chile, sin saber realmente lo que paso, sin conocer su real trastorno.
   Si nos ponemos a esclarecer los hechos podríamos decir que sucedieron más o menos así; la muerte del anciano no fue por el disparo si no, más bien fue por la impresión que le dio al ver al joven laxo y tendido sobre el asiento del tren con un corte al nivel de la garganta, este se había desangrado y miraba de forma estúpida hacia al cielo, mostrando una mueca de dolor y angustia.
   La pareja del anciano comenzó a gritar mientras intentaba sostener a su marido el cual caía hacia atrás producto del infarto que lo atacaba. Esta al pedir ayuda atrajo la atención de otros pasajeros los cuales vieron (junto al auxiliar el cual llegaría tarde) el cadáver del muchacho el cual sostenía fuertemente una especie de maleta, dentro de esta efectivamente había un instrumento, una reluciente trompeta de color dorado la cual nunca más pudo volver a tocar.
   El tren paro de inmediato y se llamaron a las autoridades, la arma homicida nunca más apareció, y el asesino logro escapar entre los pasajeros que alcanzaron a bajarse en la estación, todas las cosas se habían confundido, finalmente otro caso volvía a quedar impune.
   Al joven de aproximadamente 21 años lo trasladaron al servicio médico legal y por su muerte (y como esta había acaecido) se le encasilló en la triste lista de víctimas de Claudio, el cual ya iba de camino a su reunión sin saber lo que había pasado, este le dio el tour a los extranjeros y realizó todas las acciones que demandaba el protocolo, mas tarde volvió a Santiago en bus y se durmió temprano en su apartamento de la comuna de Providencia.
   Mientras dormía tuvo sueños inquietos y confusos, soñó con lo que realmente había pasado pero a la mañana siguiente lo dejo en el pasado, (su mente ya trastornada lo olvido por presión) nunca supo en realidad del trastorno que padecía; TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOSIATIVO. “El cual había aprovechado su otro yo, un “yo” interno que en sueños pedía ser libre a gritos…

FIN