Por Eduardo González.
La estación estaba sumida en la más absoluta
tranquilidad, los trenes estaban estáticos a la espera de la marcha, los
negocios cercanos estaban recién abriendo, en su mayoría (puestos de ropa y
comestibles) llevaban solo unos pocos minutos con las persianas arriba, sus
trabajadores se esmeraban en ordenar y dejar todo listo para que estuviesen
estos preparados para la atención del público.
La cuidad parecía tranquila, aquel
sábado había sido un día apacible, la locomoción “por extraño que parezca sobre
todo tratándose del transantiago” era muy escaza, inclusive se agolpaban los
taxis a las afueras de la estación para ver si podían tomar algún pasajero. Por
otra parte era poca la cantidad de gente que transitaba por el lugar, al
parecer el ajetreo se retrasaría y las hordas de personas no aparecerían hasta
bien entrados las 11 de la mañana.
Todo estaba en calma, la gente de
apoco comenzaba a subirse a los vagones de los trenes, los cuales estarían
quietos y sumidos en la pasividad hasta que el maquinista diera la orden de
partir. Todo parece perfecto – pensó mientras subía despacio por las diminutas
escaleras del vagón del tren.
--Entró despacio y se encaminó hacia
su siento el cual salía ya escrito en el ticket de su viaje, miro en derredor y
se sentó, algo le molestaba, no sabía cómo traducir a palabras aquella
sensación de desazón que acudía a su ser al ver las ventanas de la máquina de
vapor (aunque el ya sabía de ante mano que funcionaba en base a
electricidad o petróleo, o sea lo mismo).
--Sus manos le temblaban y acudan a
su mente pensamientos inquietos, molestos, casi algunos le parecían palpables,
su condición mental parecía empeorar, pero a ciencia a cierta no sabía lo que
le estaba pasando, pero quizás si sospechaba la génesis de su propio problema.
(Aunque no lo quisiera admitir)
El tren comenzó a vibrar levemente,
el movimiento le hacía tronar su pequeña dentadura la cual ya casi se le caía a
pedazos, recordaba además que su doctor siempre le decía que le faltaba calcio,
este reacio a los comentarios del profesional no hizo nunca caso, y a la vista
ya estaban las consecuencias, recordaba además que otros decían entre
comentarios y chismes estúpidos que los dientes se podían caer o debilitarse
producto del estrés o algo que algunos llamaban como “Bornuout”.
Tanteo sus bolsillo y se dio cuenta
de que contaba con sus cigarrillos, los cuales eran casi indispensables en cada
viaje que este daba fuera de la capital, saco el paquetillo y lo vio con cara
incrédula, intento abrirlo (este estaba sellado y aun conservaba la cinta
transparente) cuando fue sorprendido por el auxiliar del tren el cual le dijo;
--Señor, está prohibido el consumir alimentos y el fumar al interior del tren.
Le pido por favor que no rompa estas reglas.
--Lo miró y pensó (claro, lo dice en
tono afable para que uno no se sienta mal ¿eh? Bueno pues creo que el solo hace
su trabajo, pero el fumar es indispensable para una persona que ya
prácticamente es adicta, si estuviese en mi lugar me entendería, en fin. Solo
queda el seguir las reglas, pensó.
Miró al auxiliar de chaqueta roja y
lo guardo (el paquete) casi sin emitir palabras, increíblemente este pequeño
incidente lo tranquilizó, siempre había sido una persona muy neurótica, pero
últimamente hasta él se asustaba de ciertas actitudes raras que usualmente
tenia.
El muchacho finalmente se retiró y
se puso a conversar con otros pasajeros, una pareja de jubilados que pasarían
el fin de semana en el campo junto a sus familiares los cuales seguramente los
esperarían con alguna especie de fiesta.
Ajeno a toda esta historia, el solo quería partir,
quería llegar pronto a la reunión de la empresa en la cual trabajaba, el
negocio de las pastas no le apasionaba realmente y si alguien le hubiese
explicado en que terminaría trabajando a su edad, ya entrados los 50 no le
hubiese creído.
La cosa es que el ya llevaba en
aquel lugar trabajando cerca de 18 años, estos se habían pasado lento, no tenia
señora ni hijos, vivía solo en un apartamento en la comuna de providencia y
gran parte del dinero de su sueldo lo gastaba en “huevos de pascua” quizás
algunos piensen que el comer chocolate gran parte del año resultaría dañino
para la salud de un individuo pero no se trataba de esos huevos tan típicos
durante cierta fecha del año, más bien eran huevos decorativos, tenia diversos
diseños en su casa y los conservaba como si se tratasen de algo de valor
incalculable, lógicamente esta obsesión ya la tenía bien instalada en su disco
duro, todos los meses solía encargar estos huevos a Europa, para muchos podrían
ser simples objetos de decoración pero para el eran casi como sus hijos.
Trabajaba constantemente en la parte
administrativa de la empresa, ya ostentaba por lo demás el puesto de jefe de
logística y producción, y su título de ingeniero ya casi lo tenía apernado en
tal puesto, cabe decir que pensaba que le resultaría difícil el que lo
despidieran, por una parte grande seria la indemnización y por la otra nunca
había producido algún problema de ninguna índole, era poco sociable lo cual
además lo hacía tener pocos problemas desde la perspectiva de esta faceta.
Su vida era esta, una vida tranquila
y absolutamente solitaria, solo vivía ya su madre, la cual acostumbraba visitar
tres veces por mes, su relación no era de las mejores pero de todas formas no
creía el ser un mal hijo.
La reunión era importante, vendrían unos importantes economistas
a dar charlas y a entablar relaciones de negocios, marketing y cosas por el
estilo. El debía de estar ahí y su presencia sería fundamental, finalmente el
seria el que les daría el tour por la fábrica a los extranjeros, les mostraría
las instalaciones y les explicaría el proceso de la elaboración de las pastas
para comer.
--¿Por qué no parte esta máquina
aun? ¿Le habrá pasado algo, algún inconveniente técnico o estarán esperando más
pasajeros? Pensó mientras observaba que ya llevaba 15 minutos sentado en su
asiento pensando en nada mientras observaba la ventanilla.
A través de esta solo podía ver personas que se
asomaban tímidamente por los cristales de un restaurante tipo heladería. Comían
y conversaban, seguramente comprarían cerca o lo harían en el famoso barrio Meiggs.
Comenzó a impacientarse y pensó en
que si volvía a ver al auxiliar lo detendría y le explicaría su situación, una
cosa era el ser neurótico y la otra era el ser respetuoso, pocas veces el
recordaba el haber cruzado esa barrera invisible, siempre intentaba mantenerse
a raya de la situación.
El vagón era espacioso y el estaba
sentado de frente a otro asiento, en la clase en la cual viajaba era semi
Premium, entre los cuatro asientos (todos se miraban mutuamente) estaba ubicada
una mesa, en la cual podías comer con tranquilidad cualquier comestible, el
asiento además tenía la opción de reclinarse lo cual lo hacía mucho más cómodo,
finalmente miró los tres asientos vacios y pensó; -- espero que nadie se siente
con migo, siempre me ha gustado el ir sentado solo. Posterior a esto, miro
nuevamente la ventanilla y volvió a observar a la gente del restaurant, su
paciencia ya estaba llegando a su fin.
Absorto se encontraba mirando la
estación y parte de un carrusel de niños cuando se sobresalto al escuchar la
voz por alto parlante del tren la cual decía; SEÑORES PASAJEROS, POR CAUSA DE
UNOS ESCOMBROS A LAS AFUERAS DE LA ESTACION NOS HEMOS TENIDO QUE QUEDAR MAS DEL
TIEMPO NORMAL DETENIDOS, LES PEDIMOS SU COMPRENSIÓN Y EN UNOS DOS MINUTOS MÁS
PARTIREMOS. – Escuchó estas palabras con cierto desdén y algo en su interior
volvió a funcionar, pensó que sería mejor el dejarse para si las palabras no
muy amables que les dedicaría al auxiliar.
Finalmente el tren comenzó a
desplazarse de forma leve, casi imperceptible, miro alrededor de sí y pudo
percatarse de que no había casi nadie en aquel lugar, unos asientos mas tras
estaba la pareja de ancianos los cuales conversaban de los más lindo, en la
zona del fondo solo pudo ver a una mujer ya entrada en edad que leía el
periódico con una mano y con la otra sostenía un vaso de bebida. Pensó que todo
estaría bien y que sería este un viaje normal, lamentablemente estaba
equivocado.
El tren finalmente comenzó su marcha, de apoco el
movimiento fue recobrando fuerza y velocidad, ahora se desplazaba de forma
lenta y segura sobre los rieles de acero, todo ya en marcha pudo ya controlarse
y descansar, cerró los ojos e intento dormitar, aunque en el fondo sabia que
esa era una actitud de índole superficial ya que el nunca acostumbraba el
dormir en viajes de negocios, algo por alguna razón se lo impedía.
--Por aquí señor, dijo mientras
encaminaba y guiaba al pasajero el auxiliar de turno.
¿Qué pasa? –dijo mientras volvía a
abrir sus ojos y se percataba de la situación, miro atentamente la escena y
escucho las escasas palabras que cruzaron (al parecer) el escuálido y
delgaducho pasajero con el auxiliar que le recibió el ticket del pasaje el cual
acreditada su estadía en el vagón.
--Muchas gracias señor, pensé que no
alcanzaría este tren a tiempo, sabrá además que se demoran un montón en la
boletería de la estación a la hora de sacar los pasajes aquí mismo, dijo
mientras dejaba una maleta en el suelo mostrando muestras de cansancio y hasta
agitación.
--No se preocupe señor, suele pasar,
pero lo importante es que ya está aquí y llegara a tiempo a donde tenga que
llegar, dijo casi improvisando sus palabras el auxiliar.
--“estúpido, casi retrasa el viaje, por
qué existe gente que aun no sabe que se pueden reservar los tickets por
internet en la página de los trenes, así de esta forma te evitas estos
problemas, ahora lo único que falta es que se siente este sujeto en frente mío
y no me de privacidad” pensó mientras se acomodaba en su asiento e
intentaba parar mas la oreja.
El sujeto de ambas maletas camino
hacia nuestro personaje principal y se sentó justo en frente del.
Este simplemente lo miro unos
instantes y posterior a esto dirigió su atención hacia la ventana la cual mostraba
ya una marcha precisa y constante, a lo sumo creía que ya iba a unos 50
kilómetros por hora, o quizá más.
El viaje era constante y mostraba
una horrenda geografía, primero los innumerables edificios afeaban el paisaje y
después las desoladas calles polvorientas y muchas sucias le daban la despedida
de la ciudad, pero aun así pensó que era mejor eso a conversar con el sujeto
entrometido que tenia al frente (por su parte tenía razones para pensar
aquello, el vagón estaba casi desierto, ¿entonces? ¿Por qué no se había sentado
en otro lado? ¿Por qué no respeto su espacio personal? ¿Acaso es mucho pedir?
Pensó mientras tomaba fuertemente su chaqueta y se comenzaba a dar cuenta de
que le comenzaban a sudar las manos.
Finalmente dejo de observar (a su juicio) el triste
paisaje periférico de la cuidad capitalina. A reglón seguido buscó a tientas en
los bolsillo de su chaqueta unos chicles que tenia guardados de la noche
anterior, precisamente recordaba el haberlos comprado y guardado, pero a
ciencia cierta no recordaba donde.
Observo al muchacho y no vio nada
inusual, pero había algo raro en el, esto “claro esta” lo pudo apreciar entrado
ya e viaje. Finalmente observo varias cosas extrañas en él, y lo inquieto
bastante, espero apear de todo que el viaje seria tranquilo y relajado, hasta
que prendieron los televisores del vagón, eso cambiaria mucho las cosas, “las
cambiaria de verdad”.
Observó la delgada televisión
ubicada en la zona superior del tren eléctrico y vio los delgados ferros que la
sostenían, casi parecían manos esqueléticas que la aferraban a ese lugar.
Observó también que el muchacho no lo puso en ningún momento atención a lo que
estaban dando en televisión, solo su atención se vio tocada cuando dieron las
noticias, más específicamente cuando hablaron de una en especial.
Finalmente no le prestó atención al
muchacho delgado y decidió observar la televisión la cual en un principalmente
mostraba programas baratos de farándula (de esos que solo ven personas
ignorantes y con faltas de expectativas) pensó.
Posterior a esto comenzaron las noticias en
el canal estatal, al parecer “después se dio cuenta esto” el DVD portátil ubicado
encima del televisor estaba averiado, quizás por esa razón el tren estaba dando
un servicio solo de televisión nacional, quizás usualmente daban películas,
lástima que ahora estuviese mala la máquina, pero aun así agradecía las
noticias, no se las perdía, además te daban de que hablar en situaciones de
reuniones o cosas por el estilo, sobre todo pensando en que tenía una vida muy
aburrida, sabia a la perfección que el hablar de sus huevos de pascua no
tendría ningún brillo, francamente a nadie les importaba.
Las noticias una vez empezadas a
trasmitirse estas hablaron en un principio de las olimpiadas que estaban
celebrándose en Inglaterra, para dar paso posteriormente a noticias de índole
nacional, por lo general desgracias, incendios, abortos, estupideces, etc. Pero
había una noticia que lo había tenido “enganchado” en particular, esta le llamó
la atención en especial ya que la venia siguiendo desde hace un par de meses
atrás, mientras la daban se mostró como título en la parte posterior de donde
se estaba emitiendo la noticia una imagen digital en la cual se veía un
vehículo policial, en la parte superior justo al costado de la conductora de
noticias un titulo que rezaba lo siguiente; “Vuelve a atacar el Psicópata de
los transportes” observo el titulo y pensó; “quizás quien será el
idiota que ha estado matando al azar, espero que no esté ahora en este vagón,
--pensó para sí mismo lo cual le produjo de forma momentánea una risita
nerviosa”.
La noticia decía lo siguiente; --“anoche
fue encontrado nuevamente el cuerpo de un transeúnte apuñalado, el chofer
indicó que lo hallo al final de los asientos de su micro, en un principio pensó
que este estaba dormido ya que cuando lo vio ya había llegado a la estación de
buses, declaro. Finalmente intento despertarlo y al acercarse más a la posición
de la ya fallecida víctima pudo percatarse de que esta estaba con los
pantalones cubiertos de sangre fresca, al parecer el asesino había atacado sin
piedad a su víctima de forma precisa, rápida y sobre todo certera. El hombre
muerto fue identificado con el nombre de “Felipe Osandón” de 39
años de edad.
La policía llegó al lugar y perició
el escenario del crimen, todo parecería indicar que se trata del
mismo asesino que ya lleva matando personas al azar en la ciudad de Santiago,
inclusive el “modus operandi” fue similar ya que este acostumbra a atacar en
escenarios públicos, predilectamente prefiere el transporte público. Por lo
menos las victimas hasta el momento han sido todas asesinadas usando el mismo
procedimiento.
Muy afectado se ha encontrado el
chofer del bus oruga, el cual lamentó lo sucedido y en la empresa le dieron un
par de días libres, carabineros aun no tiene claro quién puede estar detrás de
estas viles acciones y el por qué de estas.
Se han confirmado una investigación de carácter
especial en la zona metropolitana a cargo del fiscal “Soto Mayor” el cual por
encargo del presidente de la república estará ahora a cargo de este escabroso
caso que tiene remecido al país.
Posterior a esto la noticia tomaba otro cauce, se le
entrevistaba a un oficial de carabineros el cual decía que podíamos estar en
presencia de un nuevo asesino en serie, lo cual “según el mismo” nos hacia
recordar tristemente el caso de hace algunos años en el cual se habían vuelto
involucrados un grupo de ancianos en una localidad rural de la región del
Maule, de aquel incidente solo sobrevivió una víctima la cual había dado muy
pocas declaraciones de lo ocurrido.
Decidió dejar de ver la noticia la cual segundos
después termino, a reglón seguido esta se volvió deportiva.
--Disculpe caballero, ¿podría
decirme la hora por favor? Dijo el joven en tono afable en dirección de nuestro
humilde personaje principal.
Lo miro por unos instantes perplejo y pensó inclusive
que por unos momentos estuvo sentado sólo en aquel lugar, posterior a esto
volvió en sí y respondió;
--Son las 10 de la mañana
con 24 minutos, dijo mientras acompañaba estas palabras con una
acción y sacaba de su bolsillo su celular, lamentablemente había olvidado su
reloj el cual estaba ahora tendido sobre el sofá de su casa.
--Muchas gracias caballero.
--Lo miró unos instantes enmudecido
y después añadió torpemente; no hay problema joven.
El joven finalmente tomo el maletín
que tenía en un costado de su asiento y lo observo detenidamente mirándolo como
si algo le hubiese pasado duarnte los últimos minutos, por lo menos eso fue lo
que acudió a la mente de Claudio nuestro personaje principal mientras observaba
tal acción.
El tren continuaba su marcha sin
mayores problemas, de apoco la presencia de aquel muchacho se le fue haciendo
más soportable, ya consideraba demasiado el haber entablado un par de frases
con él. Sin lugar a dudas Claudio era algo “peculiar” sobre todo a la hora de
sociabilizar.
Continuo el viaje y cada
vez le llamaba más la atención lo que hacia el muchacho con la maleta que
sostenía sobre el regazo, primero vio como este la tomaba con ambas manos y la observaba
como si se tratase de algo que nunca antes había visto (cosa que resultaba
absurda a la hora de pensar de que este ya vena con ella), la miraba como
intentando abrirla, eso parecía con los ademanes que mostraba cada ciertos
intervalos de tiempo. Su visión se posaba constantemente en las manillas y en
el candado con numeración numérica ubicado en la zona frontal de la maleta,
este constaba con seis dígitos los cuales se rodaban como si se tratasen de
tómbolas de lotería.
La maleta en si era atractiva pero
había algo más que pudo apreciar Claudio con el pasar del viaje, esta era
estéticamente acorde a lo que usualmente se veria en un ejecutivo, primero
mostraba un diseño rectangular con acabados finos los cuales eran adornados con
“al parecer” finos encajes de cuero los cuales cubrían como forros delgados los
extremos del maletín. Este por lo demás era grande y surgia la interrogante
“¿Qué podía estar guardando ese sujeto en aquella maleta?” sobre todo teniendo
en cuenta la vestimenta que llevaba puesta la cual por ningún lado resultaba
acorde a la maleta que llevaba.
Primero que todo noto que este
“sujetito” como comenzó a denominarlo en un principio vestía con ropas casuales
por decirlo de algún modo, llevaba puesto unos vaqueros azules más
conocidos como Blue yens y calzaba zapatillas deportivas de una marca que a
simple vista no reconocía.
Arriba vestía con una polera de
color amarillo con motivos extravagantes (de esos diseños con caras de dibujos
animados mal hechos, pensó Claudio mientras observaba con una cara de no mucho
agrado la imagen del diseño del estampado) y vestía además de una chaqueta de
mezclilla, lo cual hizo pensar a Claudio que le resultaba difícil y extraño el
comprender lo de la maleta, pensó esto no pega ni junta
La cosa es que el ver al muchacho flacucho, le produjo
dentro de sí un estado psicológico adverso, intranquilo, el cual oscilaba entre
la desconfianza clasista “propia del” y sentimientos irracionales infundados
por ideas que hasta el no tenia del todo claras, a fin de cuantas se podría
denominar este segundo punto como un cuadro de paranoia incipiente, por denominarlo
de algún modo.
El mapeado verdusco y atrayente
propio de nuestra hermosa geografía nacional casi no parecía inmutar siquiera a
Claudio el cual se quedo buena parte de su preciado tiempo pensando en el
perfil psicológico de la persona que tenía en frente.
Pero algo acudió a su mente como si se tratase de un
rayo, y ese algo estaba estrechamente vinculado con el
maletín, este finalmente se preguntó; ¿y si la maleta en si no contenía lo que
él creía? Y ¿si se trataba de un objeto musical? ¿Acaso era eso posible? Pensó
mientras observaba la fisionomía del objeto.
En realidad tales ideas si tenían un
sustento lógico y viable, por una parte anteriormente ya le había tocado el ver
instrumentos musicales enfundados y guardados en hermosas cajas rectangulares,
además eso hacia cuadrar el enfoque de la vestimenta, de por si los
músicos (creía el) no se visten de lo mas bien, podía ser que fuese una especie
de músico que se ponía a prueba en la capital y que esta ya iba de vuelta a su
ciudad natal para contar quizás la buena nueva o alguna noticia de rechazo, a
fin de cuentas todo puede pasar en esta vida ¿no?.
Por último se le paso por unos
instantes la remota idea de preguntarle, claro está que esta acción parecería
desubicada e inoportuna sobre todo pensando de que se trataba de una pregunta
de un extraño que hace escasos minuto le había dado la hora, finalmente desecho
tal idea y se volvió de pleno nuevamente a sus problemas personales y a meditar
sobre el “como” hasta el momento estaba llevando su vida.
Pero todo comenzaría a cambiar de apoco, cierto es que
los matices mutan, pero Claudio nunca pensó que lo hacían tan deprisa.
Comenzó a escuchar de pronto unos
extraños murmullos que provenían de la zona de atrás del vagón en el que venía
él.
Observo y vio como uno de los
ancianos se había quedado dormido con la boca abierta, el otro (la mujer) lo
miraba y se reía de su ronquido.
Claudio les dedico solo unos
momentos y después volvió a mirar hacia adelante, hacia el muchacho.
Este ahora estaba con amabas manos
sobre la maleta y movía los dedos de forma peculiar, casi extraña.
Al principio el movimiento le pareció normal, pero al
ver que no cesaba este al los buenos minutos de haber comenzado Claudio se
comenzó a impacientar tanto con el cómo consigo mismo.
Finalmente el movimiento cesó, miro
nuevamente hacia los ancianos y ahora la mujer estaba mirando casi de forma
ausente la ventana del tren, su mirada ahora cambio de foco y se percato de que
la persona del fondo (la mujer del vaso de bebida) ya no estaba, quizás pensó
que estaba en el baño, de todas maneras le resulto extraña la situación.
Hasta que las cosas comenzaron a
ponerse extrañas…
Durante aquel viaje una serie de
sucesos en cadena al parecer molestaron y motivaron en Claudio actitudes
extrañas, raras, peculiares y sobre todo paraicas, pero quizás con el final de
este relato se resuelvan algunas dudas (otras quizás nunca) pero de todas
formas es bueno el plantearse esto lo cual a medida que avancen las palabras y
así al unisonó la maquina eléctrica podrán ir demostrando de apoco la tesis
central de este extraño relato:
“La mente es débil, endeble, fácilmente puedes perder
la cordura.”
Así fue como los acontecimientos
siguieron de alguna manera su cauce lógico y racional aunque esto último solo
se aplique pocas veces quizás en si no tiene otra justificación.
Lo primero que ocurrió (como suceso
desencadenador) fue que aquel muchacho harapiento saco de un bolso (el cual
tenía recostado en el asiento de al lado) un diario, lo tomo casi con
delicadeza y lo abrió con amabas manos, a reglón seguido se puso a leer sus
hojas endebles y crujidoras tan típicas de ese tipo de papel barato.
Claudio pudo ver el titular con un efecto espejo, el
titulo hablaba de lo que haba salido en la noticia ya dada por la estación de
origen estatal, el asesino seguía suelto y ya comenzaba a causar pánico en la
región metropolitana.
--Suerte que me estoy alejando de
la cuidad” pensó mientras miraba las fotografías plegadas a un costado
y por debajo del titular del diario.
Todo esto podría haber pasado desapercibido siempre y
cuando no hubiesen habido actitudes extrañas por parte del joven del periódico
(finalmente todo parecía indicar eso como causa detonante)
Mientras lo miraba y mas ben dicho
observaba al periódico (el cual ya extraña mente estaba pegado en una página
“al parecer el lector lee lento” pensó; este extrajo un juguete de plástico y
lo deposito (sin apartar la cara del centro del periódico como queriendo
intentar no ser visto por su compañero de tren) sobre la delgada y pequeña mesa
que se interponía entre ambos.
Este miro el objeto y no comprendió muy bien del todo
la acción de aquel muchacho.
Era una especie de hibrido entre un
pato-conejo conservaba por lo demás un color amarillento algo gastado (se veía
viejo) y la cuerda de al lado se veía endeble (como si ya se hubiese ocupado en
demasía tal artefacto).
El artilugio en cuestión presentaba un aspecto normal,
no extraño aquí era el ¿Por qué del? ¿Por qué lo había sacado y lo había dejado
ahí?
--Quiere que lo vea, dijo casi
inaudiblemente y de con voz pasmosa y serena Claudio mientras sacaba de su
chaqueta su celular (quería ver la hora nuevamente)
Miro unos momentos el desgastado juguete y decidió
pararse e ir al baño del lugar.
Se paró rápidamente y salió del lugar, sin siquiera
ver a otro lado, de alguna manera su cerebro ya había adoptado tal actitud.
Cerró suevamente y se dio cuenta
(por primera vez desde que había comenzado el viaje) el fuerte vaivén del tren,
miro hacia la luz y observo su luminosidad las cual plasmaba sobras oscilantes
sobre el piso y paredes de cerámica del baño.
Abrió la llave y vio que salía poco
agua, observo en un costado una toalla de baños y unos sellados papeles
higiénicos los cuales aguardaban como si se tratasen de guardianes del espejo
principal ya que estos flanqueaban el objeto en cuestión.
Se miro unos instantes y pensó:
--algo te está pasando hace ya arto
rato, y lo sabes y lo peor de todo es que no lo quieres aceptar ¡¿Por qué
Claudito!? ¿Acaso piensas tapar el sol con un dedo? ¿Es eso?
--Por supuesto que no, no sé en
realidad lo que me está pasando, dijo una parte de su mente que
intentaba conservar la racionalidad a flote.
A reglón seguido la otra parte (quizás la de su otro
yo o llamado por psicólogos como trastorno de personalidad) intentaba hablarle
de actitudes más radicales, más extrañas, irreales, hasta gráficamente
distorsionantes, fue en ese preciso momento cuando su ser interior se abrumó.
--¿con quién estoy hablando? Pensó
en su interior mientras miraba ya su envejecido rostro en el espejo
del baño del tren.
--¿Era esta la primera vez que le
ocurría eso? Y de no ser así ¿Cuándo antes ya había pasado?
Todas estas inquietudes
superficiales acudían a su mente de forma fugaz agobiándolo de pensamientos
confusos que giraban en su mente, y lo peor estaba por venir; un fuerte dolor
de cabeza se apodero de él “tal como había pasado ese viernes por la noche”
--¿Qué viernes por la noche? Se dijo
en voz alta mientras observaba que le caían unas pequeñas gotas escarlatas de
sus fauces nasales.
Las miro como caían y no comprendió
del todo su situación, y volvió a remeter con lo anterior; ¿de qué viernes
estaba hablando? Ya casi no parecía el distinguir completamente la realidad,
esto el ya lo consideraba grave, sin falta apenas regresase de este viaje iría
a ver a algún psicólogo el cual intentara tratar su tema (por el momento mucho
ya no podía hacer).
Tomó rápidamente un poco de papel
confort y se limpió las narices las cuales ya no sangraban, busco dentro del
mueble del espejo y no encontró aspirinas (de todas maneras ¿quien deja aspirinas
así como si repartidas para uso público en el baño de algún metro?)
Respiro y exhalo lentamente unos
instantes y evocaron recuerdos, si de manera automática a su cabeza;
--mi abuela. Pensó.
--sabes perfectamente como era
ella, recuerda a Gaspar, recuerda su delicada garganta color gris, su pelaje el
cual finalmente quedo hermosamente teñido de rojo, ¿Por qué mierda eres tan
cobarde? ¿Por qué te cuesta tanto darte cuenta de ciertas cosas? ¿Por qué?
--de que demonios hablas, a que te refieres yo nunca e
tenido un perro con ese nombre es más, ni siquiera me gustan mucho los animales
adem-- ...
--¡Cállate de una vez marica, no
seas huevón! Te lo acabo de decir, ¿Cómo no te das cuenta de que has suprimido
tu afable vida? Porque no quieres darte cuenta de que nunca fue así del todo,
escondes heridas que creíste dejar en el pasado, creíste que estaban
cicatrizadas, pues te doy una gran sorpresa, yo soy esa parte de ti que se ha
negado a quedarse callada, yo soy esa parte que ha pedido a gritos este
momento, quiero ser libre ¡¿me oyes?! ¡Quiero estar en paz y tú no me dejas!
Por unos instantes Claudio se sintió incomodo, su
dolor se acrecentaba a medida que avanzaban los minutos y consigo las palabras,
palabras extrañas por lo demás que provenían al parecer de sí mismo, un sí
mismo que no parecía reconocer del todo, un ser raro que distaba mucho
de su personalidad.
--¿Acaso estaba conversando solo? Relativamente
la respuesta ya resultaba obvia a estas alturas pero a él le parecía
inquietante, es mas pensaba que a cualquier persona le resultaría inquietante
quizá del todo.
Y finalmente aquella voz había
comenzado a arremeter nuevamente en contra de su psiquis interior, esta
almacenada en su subconsciente la cual solo salía en extrañas ocasiones en
sueños, pensó.
--Pues si no quieres recordar, yo
te hare recordar a la fuerza.
--¿recordar a la fuerza? ¡De qué
demonios estás hablando!
-- simplemente cállate y
disfruta del viaje, simplemente hazme caso
Y así fue lo que hizo el inconsciente de Claudio,
escucho toda la narración tranquilo y cuando concluyó esta finalmente este
salió de aquel baño con unas ligeras y delgadas lagrimas trasparentes.
Su mente se decidió a creer y ¿Por
qué uno no se creería a sí mismo? Esa finalmente fue la lógica que adopto su
cerebro al haber escuchado su propia narración, una narración que tenia matices
de ficción y también poseía pasajes con tono verídico, a fin de cuentas su
juicio no fue crítico, simplemente acató.
Hace ya unos buenos años, cuando la
televisión era en blanco y negro, cuando se apostaban bolitas de leche
conservadas en tarros grandes de leche en polvo, habían pasado cosas en la vida
de Claudio, cosas crueles que no serian recomendadas para ningún niño, su
abuela de origen paterno había decidido cuidarlo cuando este aun era un niño,
tenía un perro en aquel entonces llamado ¿Cómo diablos se llamaba aquel perro? El
puto perro se llamaba Gaspar, demonios, recuérdalo. La cosa es que aquel
perro era su vida, era su todo, era quien lo escuchaba cuando este lloraba
porque lo molestaban sus compañeros de escuela, lo escuchaba cuando lo
regañaban sus padres y sobre todo lo escuchaba y además protegía cuando su
abuela lo maltrataba psicológicamente, aquel perro había significado mucho para
él.
Ese perro sabia su situación, sabia
a la perfección que Claudio los veranos se quedaba semanas solo en la casa de
su desgraciada abuela la cual vivía en una región del norte de la cual ya no
recordaba su nombre, de haber nombrado algo estaba cien por cien seguro que se
trataría de una invención dada por su mente para salir del paso.
La cuestión es que aquella señora
había sido cruel y mala, hasta límites insospechados, las cuentas que daba la
anciana a los padres de Claudio eran diametral mente opuestas a lo que era la
realidad, una realidad cubierta de restos de maltratos verbales, dejaciones
humanas las cuales en innumerables ocasiones habían acaecido en aquella casa
norteña, siempre las conversaciones eran normales, sus padres finalmente nunca
sospecharon del maltrato que realizaba la señora hacia aquel indefenso y
pequeño niño, el cual solo tenía su perro Gaspar.
Las situaciones eran variadas pero
no por esto menos insoportables o sufribles, algunas iban desde el que el niño
se quedase de pie tardes enteras fuera de la desolada casa, castigos corporales
(todos estos dentro de la casa) por razones maquiavélicas por parte de la
abuela, existan por lo demás castigos verbales dolorosos los cuales no tenían
sustentos, a la anciana le gustaba el ser cruel, le gustaba maltratar a aquel
muchacho dejándolo sin comer días enteros mientras esta comía y este solo la
miraba amarrado a una silla de madera, castigos como trotes innecesarios o
posturas ridículas las cuales algunas presentaban vejámenes de índole sexual.
Pero todo tenia limites, y estos
habían aparecido tarde, muy tarde.
Su otro ser se sentía en la necesidad de explorar
aquellos recuerdos traumáticos que Claudio había reprimido con el pasar de
estos años. Esta clase de recuerdos tenía que ver con un episodio en
particular, con un episodio especial, el cual era el más negro de su vida.
Este episodio había comenzado un día
viernes en la mañana y termino tristemente un sábado en la tarde con una
especie de ritual de cordero (como había mencionado esa tarde su abuela, la muy
desgraciada lo había mencionado así)
Gaspar siempre lo había defendido de
todo, pero los ataques por parte de la corpulenta anciana siempre habían sido
dentro de la casa, lo cual significaba una ventaja por parte de esta última,
finalmente aquel viernes la anciana había regañado a Claudio por no haber
traído unos baldes muy pesados de agua a la cocina, la cuestión es que la
anciana lo regaño y lo abofeteo fuertemente en la cara, Gaspar al ver esto
atacó al humano y le zamarreó el brazo derecho, finalmente ceso en
su acción gracias al propio niño el cual le ordeno que se detuviese.
Finalmente la anciana, decidió irse
a la casa tambaleándose y cerro tras de si la pesada puerta de madera, aquella
noche Claudio no comió y durmió en la casa del perro.
Las cosas se habían dado tal cual
quería la vieja, esta había organizado un viaje sólo para Claudio, el cual
volvería el día lunes en la tarde. El viaje finalmente consistía en ir de paseo
junto a algunos niños del pueblo a un tour a la ciudad costera de la región. El
niño finalmente no quiso ir pero tuvo que hacerlo por obligación.
La sorpresa la tuvo cuando regreso el día lunes en la
tarde…
Aquel lunes llovió unos instantes
durante la mañana y después ceso, fue casi una especie de llanto dado por el
cielo cubierto de nubes grises, tristemente todo el dia estuvo así, casi
parecía este saber lo que se avecinaba.
Una vez de vuelta este tomo once de
forma tranquila con la anciana la cual le pregunto cómo le había ido en su
viaje, este le conto lo que había visto y los apuntes que había anotado los
cuales dejaría como recuerdo de su viaje (a falta de cámara de fotos, claro
está).
A reglón seguido la anciana lo invitó después de la
once a que lo acompañase al patio, este salió tras de ella y se quedo al lado
de la puerta.
Observó de principio a fin la triste
escena, quizás ahora comprendida (después de casi 30 años) que se había quedado
petrificado por el miedo de aquella escena tan grotesca.
La anciana se encamino hacia la
caseta del perro y saco tras de si al animal, lo arrastro apenas y lo dejo en
medio del arenoso suelo.
--¡Gaspar! Grito el niño al ver a su
mejor amigo tendido sobre el piso al parecer dormido, en su interior sabia que
habían malas intenciones por parte de la anciana, ya casi le parecían un hecho.
--¡Cállate, este perro de mierda me
mordió, no se saldrá con la suya! Dijo gritándole al pre-púber.
La anciana casi adelantándosele a
sus pensamientos le volvió a gritar;
--el perro por si te preguntas esta
sedado, no está muerto, es más, la droga que le suministre lo hace sensible
hasta cierto grado, lo mejor vendrá ahora, cuando averigüemos que tan sedado
esta. Dijo mientras movía al animal y de su chaleca sacaba un gran cuchillo
carnicero.
--¡No le hagas daño por favor! Grito
el niño mientras observaba a la anciana con el cuchillo sostenido en su mano
izquierda.
--No lo lastimare, o quizás
sí, pero de todas maneras lo hare lentamente quiero veros sufrir a los dos.
Dijo mostrando una despreciable sonrisa maquiavélica.
Finalmente comenzó a trabajar en lo que tenía entre
manos, el animal tendido ya en el suelo mostraba unos impávidos ojos
suplicantes, casi miraban con tristeza al despojo de ser humano que empuñaba el
instrumento de cocina.
Y comenzó…
Comenzaron a rodar lágrimas las
cuales cayeron en el lavamanos y se fusionaron con las gotas de sangre que ya
comenzaban a secarse.
--¿Te da miedo el seguir
recordando, no es así?
-- tu no sabes nada de mí, déjame en
paz. Dijo mientras intentaba de forma inútil el apartar aquella voz de su
cerebro la cual parecía martillarlo con cada palabra.
--si no quieres recordar, da
igual, de todas formas lo hare a presión, lo hare para que comprendas como son
las personas, son malas, crueles, déspotas, individualistas, solo piensan en su
beneficio personal, a la mierda con la Psicología, esto es lo real, esta es tu
vida, no una estúpida vida enfrascada en obsesiones de huevos de pascua ¡abre
los ojos de una vez por todas!
Y eso fue lo que hizo…
La anciana lo hizo lentamente, casi
parecía disfrutar de la situación, veía casi a través de los ojos del niño,
casi le parecía ver la cruel escena observada por el niño el cual en algunos
años mas comenzaría a cambiar.
Primero fue una pata, la superior
derecha, la anciana agarro finalmente de forma segura la extremidad y comenzó a
aserrucharla lentamente, como si se tratase de cortar una especie de rama con
un machete.
Siguió así y repitió la acción una y
otra vez mientras el pobre cuadrúpedo movía la cabeza de forma convulsionada y
agitaba el cuerpo de forma tétrica.
El niño observaba con macabra avidez
tal espectáculo, presenciaba absorto la cruel escena, en la cual su mejor amigo
moría lentamente mientras le dedicaba de forma esporádica el rostro, un rostro
débil y enfermamente triste, un rostro que casi parecía pedir disculpas.
La anciana continuó perpetuando su
acción hasta que finalmente logró cortar la extremidad del animal, este gritaba
y chillaba aullando espasmódicamente hacia las tímidas estrellas que ya
comenzaban a hacerse visibles a medida que se iba escondiendo el sol norteño.
Claudio miraba la escena en total
calma, su cerebro se desconecto, los sentimientos parecieron aislarse por unos
instantes, de alguna forma, su mente logro refugiarse de tal macabra escena,
esa sin duda alguna fue en aquella ocasión su método de defensa en contra de
aquella anciana.
Paro unos instantes a tomar aire y
continúo con la otra pierna que le faltaba, la superior izquierda.
El perro intento zafarse y logró
caminar a base de tres patas unos centímetros hasta que cayó de bruces al suelo
arcillado. La sangre saltaba a borbotones por el muñón y esta manchaba y
tornaba rojo el suelo el cual formo un camino desde la acción inicial hasta la
actual posición del moribundo perro el cual botaba ya sangre a montones.
La anciana murmuro algo a
regañadientes y se posiciono al lado “nuevamente” del animal, este la observo
con tristeza y sin emitir mayor resistencia observo (mientras aullaba de dolor
combinado con el fuerte efecto de la droga) como el ser humano que supuestamente
cuidaba de Claudio le arrebataba sus patitas.
La anciana continuo con la acción y
corto la otra pata del animal, este ya sin poder moverse prácticamente volvió a
dedicarle una desolada y ausente mirada a su amo, el niño vale decir se
encontraba paralizado mientras apretaba sus dientes con mucha fuerza, tal
acción le produjo un sangra miento de las encías, las cuales ya no soportaban
la acción.
La anciana volvió a dedicarle una
malévola mirada y le dijo muy agitada y cubierta de sangre;
--¿Mira lo que hago con tu
mugroso animal peludo! Dijo mientras comenzaba a reírse de forma
histérica.
Continúo con la acción y ahora su
punto de trabajo cambio y paso a la zona del pescuezo.
Tomo fuertemente el machete cuadrado
y decidió cortar el cuello del animal, pero esta no se conformo con solo
degollarlo, fue tan grande el corte y profundo que tomo fuertemente la cabeza
del ya difunto animal y lo tiro hacia atrás, este crujió y logro de forma
satisfactoria el arrancar la cabeza del canino de su ya inerte cuerpo sin
patas.
A anciana recobro la compostura
erguida y tomo la cabeza y la mantuvo en el aire por algunos instantes. Gaspar
mostraba una rostro de sufrimiento y tristeza, este se encontraba con la lengua
afuera la cual tenía un color un poco morado ya a esas alturas.
La anciana miro al niño y le lanzo
la cabeza de su mascota, esta aterrizo lejos de él (la anciana al parecer no
tenía la fuerza necesaria como para el haber tirado la cabeza, por esa razón
esta no alcanzó su objetivo.) esta aterrizó sobre la tierra oscura ya por la
hora.
El rostro estaba hocico abajo, y
dejaba tras de sí una hilera de sangre y restos de venas, cartílagos y
tendones.
El niño miro a su mascota y se fue
del lugar, se encerró en su habitación y la tranco por dentro para que la
anciana no lo visitara, tapó las cortinas de la habitación, y se tendió sobre
su cama, la cual era muy angosta, tomó su único almohadón y lloró gran parte de
la noche, a eso de las 3 de la mañana el llanto cesó por causa del dolor de cabeza,
después de eso suprimió sus sentimientos y dejo todo en el vacio de su cabeza,
más bien dicho, de su ser.
Al día siguiente tuvo que salir por
obligación de su habitación muy temprano en la mañana para ir al baño (el cual
no estaba dentro de la casa) y observo el suelo ya con pocas manchas de sangre,
miro un contenedor de basura el cual quedaba cerca de la caseta de baño y
observo una gran bolsa de basura la cual seguramente contenía a Gaspar. Intento
no llorar pero no pudo, afloraron finalmente sus sentimientos y se quebró, fue
al baño y de vuelta intento dormir.
Ese día no comió.
Finalmente paso el tiempo y la
anciana le dijo a sus padres que el perro se había ido y simplemente no había
vuelto más. Claudio pensó en objetar pero después desistió, sabía que era su
palabra en contra de la anciana. No tenía por donde ganar.
Así fue como pasaron los años y sepultó cruelmente tal
recuerdo y no solo eso, había sepultado de cierta forma a su mejor amigo.
Miro sus manos rojas y llenas de
arrugas y moradas venas y observo nuevamente el espejo del baño, miro hacia la
puerta y decidió salir, no sin antes secarse sus ojos usando las mangas de su
camisa.
Salió hacia el asiento y pensó que
lo mejor sería el dormir.
Pero no pudo, cruelmente el destino había interpuesto
a un muchacho en su camino, este al verlo llegar dejo de mirar momentáneamente
su diario y lo bajo.
Posicionado ya este sobre la blanca mesa dijo;
--se que le puede parecer raro, pero
no me gusta quedarme callado durante los viajes, sobre todo si son en tren, los
encuentro un poco aburridos y me gusta conversar bastante con las personas (sin
darse cuenta realmente de que había repetido ya una idea continuo) espero que
no le moleste que comience una conversación con usted, espero además que no se
enoje, si hay algún problema simplemente diga—
--¿Qué quieres? Dijo con voz cansada
mientras le dedicaba una mirada dubitativa al joven sentado en frente del.
--la verdad es que me pude percatar
de que le puso gran atención a la notica del “asesino del transporte público”
--esta frase la menciono con un tono ligeramente más diferente, casi resultaba
audiblemente un poco burlón.
--Chiquillo, te responderé las cosas
por parte, número uno, no quiero conversar contigo porque me duele la
cabeza, número dos; te responderé solo por cordialidad y número
tres, quiero que no me hables lo que queda del viaje porque no te responderé.
--Ok, está bien señor, disculpe si
lo moleste, dijo bajando el tono de voz de forma paulatina.
--entonces comenzare, la noticia me
pareció interesante, me ha llamado mucho la atención como ataca ese individuo a
sus víctimas, siempre estas están solas de forma paradójica en lugares de índole
masivo o publico si se quiere decir.
--¿Qué estoy haciendo? ¿Acaso mi
mente ya había olvidado así como así el incidente del baño? ¿Era realmente eso
posible? –se pregunto en su interior mientras articulaba la respuesta de su
cerebro en pos de la conversación sostenida con aquel muchacho. Siguió pensando
y se vio de forma breve interrumpido nuevamente por su voz interna la cual dijo
sus últimas palabras aquel día.
--ten cuidado, no hables
demasiado, el podría ser peligroso…
Miro nuevamente al muchacho y pensó que de verdad se
estaba volviendo loco. Primero que todo había recordado un pasaje de su
historia personal el cual le resultaba escabroso y malévolo, además sabia ya de
ante mano que lo que había visto era verdad pero se negaba a creer en su otro
yo, un ser semejante a el “muy semejante en realidad” el cual volvía a
sacudirlo pero ahora con esta frase la cual lo inquieto hasta el punto de
erizarle los pelos de su cuerpo.
¿Por qué podía ser el peligroso?
–pensó mientras miraba nuevamente el objeto rectangular entre las manos del
joven.
--Tiene razón con lo del asesino, en
realidad resulta muy peculiar, sobre todo tratándose de un chileno, ¿sabe?
–dijo formulando una respuesta retorica—no somos muy conocidos en estos temas,
que yo recuerde solo esta lo del Chacal de Nahuel toro y lo de la región del
Maule, el caso de aquel jardinero creo ¿o era vendedor?
La verdad es que no importa lo que quiero decir es que
me resulta intrigante el caso, igual de todas maneras espero que lo atrapen
luego, además creo que este tema ya está muy en boga, todo Chile debe de estar
hablando de él.
--Puede que tengas razón muchacho,
--dijo con desdén y retomo; pero de todas formas no durara mucho tiempo mas, lo
atraparan, terminara cagándola como lo hacen a menudo todos estos tipejos.
--puede que sí y puede que no, de
todas maneras da igual, sería fatal que ahora estuviese en este vagón ¿no cree?
Aquella frase final fue pronunciada
con cierta picarda propia de un profesor quien cuanta a sus alumnos detalles escabrosos
de la tortura nazi. Esa frase lo hizo dudar y reafirmo de forma loca sus dudas
con respecto a él y pensó; ¿Qué es en verdad lo que contiene su maleta?
--seria una lástima que no lo
atrapasen o que volviese a atacar y además—
--Ok, Chico, no quiero hablar más
sobre el tema, dejémoslo así, me está doliendo nuevamente la cabeza, dejémoslo
así.
--Ok, lo entiendo, disculpe
caballero.
El muchacho finalmente dejo de
hablar con Claudio y tomo nuevamente el diario, volvió este a cubrirse la cara
con él y siguió en lo suyo.
Así pasaron los minutos hasta que comenzaron las cosas
raras; Claudio intentaba dormir pero no podía, sus recuerdos vagaban en su
cabeza y lo molestaban, casi le pedían a gritos que no los olvidase, “ya no
puedo” pensó para si absorto en sus propios pensamientos.
Finalmente el muchacho realizó la
primera acción extraña, este saco por encima del diario unas fotografías
recortadas al parecer de revistas o periódicos, las puso sobre la mesa puestas
al azar. Claudio al abrir los ojos pudo ver como todas estas apuntaban hacia
él, es mas casi parecían burlarse de él.
Las miro de forma momentánea y se
estremeció al darse cuenta de que aquellas fotos pertenecían a las víctimas de
Santiago, victimas cuyas fotos habían aparecido en todos lados, ya casi
parecían mártires de la tragedia. Ahora lo comprendía mas, ¿era el realmente el
asesino? ¿Ese joven escuálido y con pinta menuda? Pensó mientras miraba
atentamente las imágenes puestas sobre la mesa que separaba a ambos de un cruel
destino.
El muchacho continuó mirando su
periódico sin vacilar ni un instante y decidió sacar algo de su bolso ahora.
Claudio lo miro atentamente mientras
este bajaba su diario y dejaba ver tras de sí un extraño rostro pasmado de
maldad, un rostro muy parecido al de su abuela, pensó mientras se volvían a
marcar las uñas en sus palmas.
Ahora lo que hizo fue sacar su bolso
el cual estaba en un costado de este y lo abrió sobre la mesa y comenzó a
extraer objetos del, objetos variados que no parecían coincidir con un uso
personal, por ningún motivo daban esa impresión.
--¿Qué ira a sacar de ese
bolso?—pensó mientras observaba atento la acción del muchacho.
El joven saco finalmente cinco
objetos; una billetera de cuero, una cadena “al parecer” de oro fino, un lápiz
labial, un reloj femenino y por ultimo un manojo de llaves de color purpura (de
estas que pareciesen haber sido pintadas usando temperas) y por fin cerro y
volvió a dejar a un costado aquel bolso.
Claudio miro uno a uno los objetos y
a reglón seguido el muchacho hablo, o más bien dicho explico lo que estaba
ocurriendo.
--Se que no acostumbro hacer esto, pero
usted parece una persona solitaria, al igual que las “demás” y ni
siquiera sabe la suerte que tiene, la mayor parte de mi “gente” –dijo tomando
de forma propia una expresión extraña, sumida en una incipiente locura—nunca se
llega a enterar de lo que realmente le sucedió, disculpe s estoy divagando pero
siempre en estas ocasiones me pongo un poco nervioso.
Claudio lo miro con unos grandes
ojos, no daba crédito a lo que estaba escuchando, además no pensaba que
realmente delante de él estaba a quien todo Chile estaba buscando.
--la cuestión es que quise conversar
con usted para así de esa forma averiguar de mejor forma a quien iba a
--“trabajar”-- dijo mostrando detrás de sí una risita
nerviosa.-- La cuestión es simple, usted ya no puede hacer nada,
dijo mientras sacaba de su espalda una pistola de tamaño pequeño la cual (al
parecer) había logrado esconder con éxito durante lo que llevaba de trayecto.
--Espera un momento, dijo
tartamudeando Claudio mientras se acomodaba de su asiento, sabia en el fondo
que no quería morir en aquel lugar, por mucho que ahora (el creyese que estaba
loco) tenía en su interior un deseo interno que le indicaba que debía
recuperarse y debía cambiar, en resumidas palabras quería vivir.
--Como te acabo de decir hace unos
instantes, eres privilegiado, lástima que no tendrás una suerte distinta de
todos los demás.
Claudio lo miro y dijo con tono
firme y decidido; --¿No crees que serás descubierto de forma fácil tu acción en
este lugar? A diferencia de tus otros golpes, este será en un tren, los pasajes
van marcados y existe gran cantidad de testigos, no será como en las otras
oportunidades, ¿tuviste eso en cuenta? –dijo Claudio mientras miraba la culata
del arma la cual apuntaba hacia su pecho.
--Me da igual, ya llevo varios a mis
espaldas y solo será cuestión de tiempo que me pillen, pero mi método es el
mismo, hago dos cosas, primero converso con mis victimas y luego me dispongo a
quitarles su sufrimiento, usualmente ataco personas solas, eso en realidad me
excita.
Claudio lo miro con asombro y pensó:
--Este tipo piensa perpetuar su
último acto con migo, seré como el telón de su obra cuando este halla
bajado.
--por ultimo dije que te explicare
algo que usualmente no hago, además de matarlos no les robo nada, mi motivación
va por otro lado, va por lo de la adrenalina, va más bien por lo de la “justicia” –dijo
el joven mientras se mojaba sus labios.
La mesa estaba pulcramente limpia
entre ambos, asientos más atrás se encontraban dos ancianos los cuales estaban
ya profundamente dormidos y más atrás ya no había nadie, la mujer había
desaparecido de sus asiento.
--Así que me dijiste que conmigo
sería diferente la cosa ¿cierto? Entonces explícame algo, cuál es tu motivación
para realizar tal viles actos, ¿cuál es tu propósito? y además que significan
esas cosas y aquellas fotos, ¿para que las guardas? –dijo Claudio mientras
miraba las fotografías de la mesa.
--Saliste bien preguntón, pero te lo
acepto ya que yo abrí la boca primero, afín de cuentas tus habladurías son
fruto de mis propias palabras. Dijo y retomo casi al instante luego de haber
aspirado de forma momentánea una bocanada de aire. La cuestión es obvia,
primero que todo; mi motivación va por el lado de la adrenalina y lo otro es
porque me gusta dejar una contabilidad, me gusta recordar sus rostros, rostros
falsamente inocentes víctimas de un sistema que no los ampara.
Claudio lo miro atento y pensó: --Ahora
ya si se a acabado todo, no encuentro salida, de nada me sirvió que aquella voz
interna me lo hubiese advertido, de nada me sirvió el haber recordado ya que no
puedes cambiar el pasado, ese afán ya no existe, se esfuma tal cual lo hace la
espuma de la arena de la playa, simplemente mi vida finalizara de esta triste
manera al igual que las de las otras personas, en realidad solo somos vidas
personales nada mas, solo es pasajero.
El muchacho lo observo atento y
disparó, el lugar de inmediato se llenó de una especia de gran estruendo el
cual cubrió todo el lugar, todo el vagón o sintió, todas las personas que iban
viajando se sobresaltaron, los ancianos despertaron de forma súbita siendo el
varón el más afectado, este por su parte fallecería dos horas mas tarde en el
hospital de San Fernando, de alguna manera se había transformado en una víctima
involuntaria de aquel sujeto loco, un sujeto declarado como inadaptado para la
sociedad.
El tren continúo su marcha y el
primero en ver lo que había pasado fue el auxiliar que al darse cuenta de la
gravedad de la situación informo a la cabina y este se detuvo, de forma
automática llamaron a carabineros y a la P.D.I la cual acudió con tardanza a la
zona del crimen.
Si todo hubiese pasado tal cual como
ha sido relatado podríamos decir que el asesino habría sido aprendido y ya
estaría tras las rejas o en algún hospital psiquiátrico pero no fue así, sigue
prófugo en alguna parte de Chile, sin saber realmente lo que paso, sin conocer
su real trastorno.
Si nos ponemos a esclarecer los
hechos podríamos decir que sucedieron más o menos así; la muerte del anciano no
fue por el disparo si no, más bien fue por la impresión que le dio al ver al
joven laxo y tendido sobre el asiento del tren con un corte al nivel de la
garganta, este se había desangrado y miraba de forma estúpida hacia al cielo,
mostrando una mueca de dolor y angustia.
La pareja del anciano comenzó a
gritar mientras intentaba sostener a su marido el cual caía hacia atrás
producto del infarto que lo atacaba. Esta al pedir ayuda atrajo la atención de
otros pasajeros los cuales vieron (junto al auxiliar el cual llegaría tarde) el
cadáver del muchacho el cual sostenía fuertemente una especie de maleta, dentro
de esta efectivamente había un instrumento, una reluciente trompeta de color
dorado la cual nunca más pudo volver a tocar.
El tren paro de inmediato y se
llamaron a las autoridades, la arma homicida nunca más apareció, y el asesino
logro escapar entre los pasajeros que alcanzaron a bajarse en la estación,
todas las cosas se habían confundido, finalmente otro caso volvía a quedar
impune.
Al joven de aproximadamente 21 años
lo trasladaron al servicio médico legal y por su muerte (y como esta había
acaecido) se le encasilló en la triste lista de víctimas de Claudio, el cual ya
iba de camino a su reunión sin saber lo que había pasado, este le dio el tour a
los extranjeros y realizó todas las acciones que demandaba el protocolo, mas
tarde volvió a Santiago en bus y se durmió temprano en su apartamento de la
comuna de Providencia.
Mientras dormía tuvo sueños
inquietos y confusos, soñó con lo que realmente había pasado pero a la mañana
siguiente lo dejo en el pasado, (su mente ya trastornada lo olvido por presión)
nunca supo en realidad del trastorno que padecía; TRASTORNO DE IDENTIDAD
DISOSIATIVO. “El cual había aprovechado su otro yo, un “yo” interno que
en sueños pedía ser libre a gritos…
FIN
Oh, fascinante, me ha encantado. La descripción psicológica del hombre, del lugar y los hechos, como su mente le hizo ver cosas que no estaban para finalmente cometer aquel acto y olvidarse de todo después. *o* La mente a veces nos hace juegos muy extraños y perturbadores... pobre lo que le paso de niño fue muy impactante la descripción jojojojo :D
ResponderEliminarGenial