viernes, 19 de julio de 2013

Ella o nada

Por William Casanova Santos.

Érase una vez un joven llamado Mark el cuál terminó en un extraño lugar, no sabía como llegó ahí, ni como volver. Al principió le asustaba. Se adaptó rápidamente porque a pesar de que extrañaba su lugar de origen, no había nadie que lo extrañara a él. Lo que al principio le parecía un sueño, o inclusive una pesadilla, lo había superado. Su primer recuerdo de aquel lugar era una especie de oso sin pelaje con dos extremidades de más las cuales estaban ocupadas agarrando lo que el pensaba unos patos mirándolo fijamente como si planeara atacarlo. Era de noche, todo estaba oscuro, él sólo corrió, el oso no lo seguía, pero no quería pararse a pensar que era esa cosa para que luego lo agarrara desprevenido y terminara sufriendo el mismo destino de aquellos patos. La oscuridad y su desesperación lograron que se caiga en un barranco donde se lastimó y terminó cerca de un río. Del mar emergió una hermosa sirena, su cantó dejó a Mark sin pensamiento alguno. La sirena se acercó a él, y su pequeña boca se convirtió en unas feroces mandíbulas donde entraba fácilmente su cabeza. Cuando el canto paró, Mark recobró consciencia y vio en los ojos de la sirena su muerte. Cerró los ojos fuertemente sin poder soltar alguna palabra. Una espada se dirigió a uno de los brazos de la sirena cortándolo haciendo que pegué un grito seguido de silencio. Mark abrió los ojos, delante de él había una mujer de espaldas con un largo cabello rubio sosteniendo con una mano una espada manchada de sangre azul y con la otra, una cabeza parecida a una piraña con cabellos negros y mojados la cuál hacía unos momentos, era parte de una sirena. Esa fue la primera vez que conoció a Cyria.
La casa de Sparks estaba a tan sólo unos quince metros pasando por un camino de grava. Una vez ahí, Mark llamó a la puerta tres veces antes de que hubiera respuesta alguna, después de varios minutos Sparks abrió la puerta y lo dejó pasar. Le señaló que se sentará en el sofá.
-          ¿A qué se debe tu visita? Nunca me vienen a ver, pero me alegra tener compañía. ¿En qué te puedo ayudar?
-          Me han dicho que tú sabes como llegar al Valle del Klamerc.
Sparks se sobresaltó, respiró profundo y con un tono de preocupación dijo:
-          ¿Sabes que hay ahí? ¿Si quiera sabes por qué se llama así?
-          Estoy consciente de eso. Sí lo sabe apúrese que no tengo mucho tiempo.
El viejo Sparks ya no estaba en condiciones para alguna discusión y tratar de impedir que llegara ahí. Su fuera más joven le hubiera sermoneado para que evitar que fuera, terminando de todas formar como siempre con aquél muchacho saliéndose con la suya. Sacó un viejo mapa y se lo mostró señalando con su dedo índice el camino que debería seguir.
-          Está al este, llegar ahí es fácil, puedes llegar ahí sin problema alguno, pero el problema radica en atravesar la entrada. Pasando la cueva que está junto a un árbol de ñales verdes.
Los ñales verdes eran unas frutas ovaladas con relieve y ásperas, pero el interior era delicioso y jugoso, sólo habían 5 árboles de este así que estás frutas eran muy preciadas y protegidas al carecer de semillas y no saber como se podrían plantar otras. Al ser sólo 5ya sabía de qué árbol hablaba, aquel que hasta ese momento se había preguntado porque no dejaban a nadie acercarse a él, inclusive si estaba permitido recolectar algunos ñales. Quizá nadie decía que justo en esa cueva estaba la entrada al valle subterráneo del Klamerc, porque no faltaría el curioso que intentará entrar, lo cuál terminaría en un desastre, además también nadie sabía que ahí estaba la cueva que llevaría al valle para ese entonces, con el paso de los años se ha ido olvidando dejando aquel valle como un simple mito.
-          Nunca he estado ahí, sólo sé lo que me han contado y leído. Ahí habitan toda clase de creaturas, algunas incluso que podrían ser desconocidas. De los que han entrado, muy pocos han salido, por lo que no se sabe con certeza si las historias de los sobrevivientes son reales, o simplemente mentiras para quedar bien y como una especie de héroe falso.
Una vez que observó bien el mapa se levantó del sofá y caminó hacia la puerta.
-          Gracias por la ayuda.
-          Espero que sea importante lo que estés buscando ahí.
-          Lo es.
Ahora lo único que tenía que hacer era llegar a casa
-          Yo te puedo ayudar a llegar al Valle del Klamerc –  Dijo una pequeña hada de cabello rosa la cuál había escuchado su conversación con Sparks.
Mark la vio a la pequeña hada y giró la cabeza para ignorarla siguiendo el camino de grava. Esta sólo esbozó una pequeña sonrisa y fue tras él. Le habían contado y sabía por experiencia propia que las hadas solían ser traviesas y que no se fiara mucho en ellas pues podría ser sólo una broma, y no estaba apto para bromas, que simplemente las ignorara para que se aburrieran y se fueran. La última hada con la que estuvo era de cabello azul, la cuál puso en su vida en peligro al perderlo en un bosque mientras recolectaba frutas. Según ella sabía donde estaban las frutas más jugosas, pero no era así, terminó en un bosque de ogros donde la misma broma de la hada, la termino desapareciendo del mundo de los vivos. Logró salir de ahí sólo por ser cauteloso, aunque casi fue descubierto. Si eras sólo uno, aunque estuvieras bien entrenado, matar a un ogro es difícil pero posible, a dos es pura suerte, a tres era casi imposible, pero Mark estaba donde habían siete, así que simplemente optó por irse en silencio y no causar un alboroto que pondría en juego su vida. Después de varios minutos, Mark se percató de que esta se había ido.
Llegó a su casa y preparó lo que consideraba útil. Cogió su espada la cual aunque estaba un poco desgastada, daría batalla y la colocó en una funda para cargarla. Se dirigió a la cocina y agarró alimentos que no se descompusieran tan rápido tales como frutas y algunas verduras. Un vaso de cristal se estampó en el suelo dejándolo en miles de pedazos. Mark se fijó en el lugar donde el vaso estaba. Ahí estaba la hada asustada.
-          Te perdonaré esto, sólo si te largas.
La pequeña hada voló hacia Mark y frente a frente le dijo.
-          Me llamo Runa, y seré tu compañera. – Esbozó una sonrisa.
-          No necesito una compañera, ya sé como llegar, sólo serías un estorbo.
-          ¿Por qué no quieres mi ayuda? – Puso una carita medio triste para tratar de convencerlo.
-          Porque las hadas sólo sirven para perjudicar a uno.
-          No todas, yo soy un hada del amor, a diferencia de otras que sí te perjudicarían, yo te ayudaré, porque esa es mi misión, ayudar a los enamorados. – Su sonrisa esta vez fue un poco coqueta
Mark simplemente se sorprendió por las ultimas palabras de pronunció, pero aún así se negaba a confiar otra vez en un hada.
-          Mira, confía en mí, sé cuando una persona está enamorada ya que emanan un aura lo cuál me permite descifrar si es amor o algún otro sentimiento, y lo que tú tienes, es amor. Y me gustaría acompañarte. Tal vez no sea de mucha ayuda, pero quiero ir.
Que otra opción tenía, esa hada estaba en lo correcto. Quería ir por Cyria la cuál fue secuestrada y llevada a ese lugar. Antes de que se la llevaran los Kojens, unos elfos corruptos que alaban al Klamerc y su propósito es servirles, logró escribir una breve y rápida nota la cuál Mark encontró en la entrada de su casa donde la había dejado: Vienen por mí, me llevarán al Valle del Klamerc. Espero que algún día nos volvamos a ver.
Al poco tiempo de dejar la nota, dieron con ella y se la llevaron. Mark había salido de pesca y la aldea estaba lejos por lo que nadie la ayudó. Los Kojens la atraparon, sabía que nunca más vería de nuevo a su familia, amigos, y especialmente a Mark. Ni Cyria y mucho menos Mark sabían para que las querían. Probablemente para una ofrenda o sacrificio y ellos sabían que ella trabajaba manteniendo al ganado junto a otras tres, pero se dispersaban por distintos puntos del pueblo haciendo que cada una estuviera sola. Aprovecharon eso y se las llevaron, la casa de Mark era lo que le quedaba más cerca a Cyria por lo que le dejó una nota a él. Quizá estaba siendo egoísta pensando en sólo rescatar a Cyria y no a las otras tres, pero sólo le importaba Cyria, y de paso rescataría a las otras.
Ella era muy importante para él, después de todo han estado juntos desde que se conocieron, ella le enseñó a pelear, defensa propia, montar a caballo, cultivar y muchas otras cosas. Y eso era lo que le asustaba y a la vez aliviaba, ella sabía pelar y defenderse, la agarraron desprevenida, eso era todo, en cuanto tuviera la oportunidad se libraría y saldría victoriosa, tal vez ese “espero que algún día nos volvamos a ver” era porque ambos sabían las consecuencias de entrar a ese valle lo cual haría que hasta al más rudo se espantará, los Kojens no eran rudos pero si peligrosos, sólo aparentaban ser invencibles para querer dar miedo y sentirse aún más poderosos, eran fuertes, pero el ego se les subía a la cabeza y querían hacer locuras como esta. Cuando todos evitaban a Mark por ser el único humano en una tierra de elfos, ella lo defendía, no le importaba si los demás lo aceptarán o no. Era feliz junto Cyria. Cuando se conocieron ella tenía alrededor de 17 años y él 15. Ahora ella tiene 29 mientras que él 27. A pesar de ese tiempo, Mark nunca le había confesado lo que sentía por ella por miedo a un probable rechazo o por el simple hecho de que las parejas rompen, y él no quería saber que era estar sin ella, después de todo sólo socializaba con ella, y cuando no estaba junto a ella, se iba a algún pastizal a dormir tranquilamente mientras el aire le soplaba.
-          Estamos aquí – Dijo Runa
Mark entró por la cueva, prendió una antorcha y bajó. Mientras iba avanzado pudo ver que al final de la cueva había luz. Apagó su antorcha y salió al valle. Saliendo de la cueva todo era niebla, no se podía ver casi nada, pero había la suficiente luz como para ver y no ser detectado.  Lo que ahí era el cielo, era el suelo de Lodremort, el país donde vive. Estaba a casi 70 metros debajo de su tierra, aquella hermosa tierra que tan buenos recuerdos y alegría le dejó y ahora estaría en su lado oscuro. Pero aún así, era como un nuevo mundo.
-          Sólo sigue este camino, ella está todo derecho. – Runa comenzó a temblar – Puedo sentir el aura de ella al igual que las creaturas que habitan aquí, son muchas, todas llenas de odio en especial…
Hubo un rugido detrás de Mark, una criatura con aspecto de perro pero mostrando los huesos por su extrema delgadez y sin ojos se abalanzó sobre él tirándolo al suelo, rápidamente sacó su espada y le dio en le pecho. Esto sólo asusto a la creatura y salió corriendo. Mark se levantó, agarró a Runa y salió corriendo. Escuchaba muchos rugidos que venían de todos lados. Le dio un escalofrío. Le comenzaron a salir lagrimas y se repetía para si mismo muchas veces “por favor Cyria, que estés bien” cuando en realidad lo que quería decir era: “por favor, no quiero morir”
Vio una cueva a tan solo unos metros. Runa le dijo que ella estaba dentro de esa cueva, y que no sentía el aura de nadie más ahí, pero sí de un ser enorme que se acercaba. Antes de llegar se percató de algo que lo erizó, los cadáveres de los Kojens y sus espadas totalmente destrozadas  y el cuerpo de las otras 3 elfas.
 A su izquierda escuchó un rugido, tembló como nunca, jamás había sentido tal miedo. Era el Klamerc. Un dragón gigante con olor a azufre, negro totalmente con unos ojos verdes que lo miraban fijamente, al igual que la anterior creatura, parecía sólo huesos y piel, se retorcía y sus movimientos eran al principio lentos, escupió fuego, Mark saltó para esquivarlo pero le quemó levemente parte del brazo izquierdo provocando que soltara su espada y este con una pisada, la destrozara. Con su larga cola golpeo a Mark haciendo que salga volando para que se aporreara contra la pared exterior de la cueva y al caer terminara estampándose en el suelo. Runa se había acercado a su ojo derecho y le clavó un pedazo de piedra filosa provocando que el Klamerc extendiera su mano y la atrapará, se la llevó a la boca y la devoró y se emprendió el vuelo jadeando de un lado a otro por el dolor en el ojo. Mark estaba débil y no vio que Runa ya no estaba ahí y que nunca la volvería a ver, pero aún así se levantó con todas sus fuerzas y entró a la cueva. La cueva era chica, y en un rincón estaba tirada Cyria, se notaban que había intentado defenderse del Klamerc, había logrado escapar y se escondió en esa cueva, le dolía respirar y su rostro estaba cubierto de sangre y se veía bastante lastimada. Mark la levantó y la sentó.
-          Despierta, ya estoy aquí.
Abrió los ojos y abrazó a Mark.
-          ¿Recuerdas la primera vez que nos topamos? – Las lagrimas se escurrían y la abrazaba cada vez más fuerte – Tú me salvaste, me ayudaste. Y quiero devolverte el favor.
Cyria bajó la mirada, exhaló y luego soltó:
-          Entonces, ¿sólo lo haces porque me debes el favor?
-          No – Interrumpió Mark – Lo hago porque… porque me gustas, y a través de todos  los años que hemos estado juntos, el amor que siento hacía ti fue creciendo.  – La abrazó aún más fuerte – Nunca he tenido nada que me importara realmente, sólo a ti, y no te quiero perder. Cyria… yo te amo.
Ambos se besaron. Las lágrimas brotaban por parte de ambos.
-          ¿Qué hacemos ahora? – Preguntó Cyria
Había perdido la comida cuando esa creatura con aspecto de perro lo atacó y si se quedaban ahí y algún otro ser entraba, estarían acorralados.
-          Supongo la única opción que nos queda, salir y ver que nos depara el destino.
No tenía fuerzas, se forzaba a sí mismo, pero no había nada más que pudiera hacer, a pesar de su dolor, no dejaría que nada le pasara a Cyria. Tenían un camino que parecería largo para poder salir de ese valle. No sabía que más hacer, estaban solos, nadie lo quería acompañar a rescatarla o inclusive a las otras, salieron de la cueva a paso lento y adoloridos y pasaron por aquella espesa niebla donde el rugido del Klamerc fue seguido por otros más los cuales ya estaban alerta y parecería que se dirigían a donde estaban. Y así era, siluetas se acercaban a ellos cada vez más.
-          Muy bien entonces… ve a la salida y regresa al pueblo, te veré en cuanto pueda.
Sin dejar que Cyria diga algo, se fue corriendo con todas sus fuerzas haciendo ruido  a través de la niebla haciendo que todos lo siguieran, ¿y qué si moría? Total era ella o nada.

Mi relato es perteneciente al subgénero: Cuento de hadas.

1 comentario:

  1. Me pareció romántico y triste porque ya no se volverán a ver, o eso creo yo, una situación que plasma un sacrificio por amor, saludos!!

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