lunes, 8 de junio de 2015

Deus ex machina

Por Leonardo Chirinos.

El sonido de las olas era algo que a Brandon siempre le haría sentir en casa.
    Aquella noche, como era costumbre, la playa se encontraba despejada de personas, la cantidad de muertes y secuestros en el barrio había vuelto a los habitantes de la zona en personas resguardadas después que el sol se ocultaba. Esa misma razón le permitió a Brandon tomar la decisión de dirigirse hasta allí luego de los fatídicos eventos que acababa de ser testigo. Estaba descalzo y cojeaba en la arena, el viento soplaba en su contra ondeando el largo cabello hacia atrás y de sus manos caían gotas de sangre.
    Luego de unos minutos se detuvo no muy lejos del muelle, donde las luces del parque débilmente separaban su rostro de la oscuridad. Los gritos de los jóvenes en la montaña rusa podían escucharse pero nadie de allí podía verle. El muchacho cayó de rodillas en la arena y derrumbó la mochila que cargaba a un lado, tiró de un par de cremalleras y sacó de ésta un par de objetos brillantes y moderadamente pesados. El primero era una videocámara de bolsillo con poca batería a la cual manchó de sangre luego de manipularla con una habilidad que mostraba experiencia. El segundo era un revolver marca rossi calibre 38 que dejó sobre el área.
    El muchacho se limpió las lágrimas con los hombros evitando dejarse  manchas rojas en la cara. Se aclaró la garganta y encendió la cámara, al encender la luz de la pantalla comenzó una cuenta regresiva en su mente. Puso el lente de frente a su rostro y respiró profundamente.
    —Hoy, nueve de junio del maldito 2015, me encuentro aquí en la playa donde la conocí, tratando de encontrar un poco de firmeza sobre la arena, entendiendo que esta ya no me es familiar, que ya nada se siente igual por causa de todo lo que acabo de hacer. — Un estruendo mecánico le alarmó. Al voltear  la mirada hacia el parqué la brisa le tiró el cabello sobre la cara y este se lo peinó con los dedos manchando su frente de sangre. — Hoy asesiné a un hombre. Esta persona era el mejor amigo que tenía en el mundo. La razón, esta persona le quitó la vida a mi prometida. Debo confesarles que crecí con temor a Dios y mi mayor pena es que después de toda la maldad que vi no puedo dejar de creer. Hace tres días al salir de la iglesia Aradne de dieciocho años de edad se dirigía hasta su casa y en el camino una pandilla conocida como Los deuces a la que yo pertenecía se encontró con ella, éstos tipos bajo la influencia de una droga muy potente conocida como Elefante Azul, la violaron y golpearon con tanta fuerza que perdió la vida, nunca pude ver su cuerpo ya que por órdenes de su familia no pude siquiera acercarme al funeral pero me informaron que estaba irreconocible. Hoy cerca de las 5:30pm llegué hasta la guarida bajo las tres torres donde nos reuníamos descargando el arma de mi padre sobre todo el que me obstruía el camino hasta Mercutio y una vez allí mirándolo a través de una lente roja de ira lo liquide con mi propias manos pero antes de su último suspiro me señaló su celular, y en ese momentos una multitud de vagas formas con cuernos entre las calles y cerca de mí se precipita a reír macabramente mientras yo veía en un video como Ariadne gemía de placer mientras Mercutio le practicaba sexo oral. Maldita, maldita. — Los ojos de Brandon adquirieron una forma irregular llena de un odio tan intenso que rompió vasos de sangre en sus ojos — Estas calles convierten a la gente en sombras y cualquier luz que transite por allí se vuelve fugaz. — Quisiera que estuvieras aquí, Ariadne. Quisiera verte a los ojos y decirte cuanto te odio. Quisiera que vieras como me convierto en todo eso que amas y quebrarme, que vieras la pesadilla en la que me convertí, pero no es así. Por eso aun creo en Dios, porque necesito creer que alguien me ve, necesito inventarme a alguien que le duela lo que a mí me duele. Por eso sé que no estoy solo y este es mi gran espectáculo secreto. — El muchacho toma el arma de la arena y la apoya contra su sien. — Ahora entiendo que no nos suicidamos porque no nos amemos, sino porque nos amamos tanto que creemos que no merecemos esta vida.
    Brandon presionó en gatillo hubo un estruendo, entonces solo fue oscuridad como aquel espacio vacío previo a la creación, entonces pensó « ¿Esto es estar muerto?» luego como una onda expansiva los sonidos volvieron y con estos los gritos de una multitud, una fuerte luz rojiza se dejó ver a través de la carne de sus parpados, Brandon abrió los ojos y se encontró una vez más en la playa. Miró hacia el parque en el muelle y observó atónito como pedazos de la montaña rusa se consumían en llamaradas violetas de fuego, al igual que la rueda de la fortuna, allí también se veía algunas personas corriendo desesperadas por auxilio. Brandon giró la mirada hacia abajo y observo el arma sobre la arena con la culata destrozada y humeante, su mano estaba quemada y goteando su propia sangre pero aun no le dolía, todo estaba pasando tan rápido. «¿Y ese fuego violeta?» Pensó. De pronto como una respuesta inmediata a su pregunta un silbido desde el cielo le hizo mirar a las estrellas, allí vio como tres de ellas comenzaban a moverse en círculos primero lentamente y luego acelerando la velocidad, los tres puntos brillantes se volvía cada vez más grandes como tres bolas rosadas de nieve cayendo por un risco empinado, luego al acercarse al horizonte del mar se detuvieron y comenzaron a parpadear cada punto como linternas, y cuando ya estuvieron muy cerca Brandon pudo apreciarlas como naves voladoras que le recordaban los episodios de Star Trek que veía de niño.
    —¡Mierda! — Gritó mientras se triaba al suelo cuando estas cosas voladoras pasaron sobre su cabeza. Los tres objetos voltearon giraron en U en el cielo y comenzaron a disparar ráfagas de luces violetas contra las casas del barrio y luego otra vez contra el parque de atracciones destruyendo e incendiando todo lo que tocaban en enormes incendios violetas. Brandon enserio no podía creer lo que estaba pasando.
    A su espalda un sonido casi orgásmico se dejó escuchar e hizo voltear al joven, una de esas cosas flotaba frente a él pero unos dos metros más arriba y antes de que Brandon pudiera hacer algo la nave expulsó una luz de un color que no se correspondía con ninguno del espectro visible conocido por los humanos, esta luz le cubrió totalmente y no le permitió mover. La quemadura de su mano cicatrizó aceleradamente hasta sanar en su totalidad. Entonces una serie de palabras en susurros se reprodujeron en su mente como un reproductor telepático. « Sepulcro abierto es su garganta; Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura; Sus pies se apresuran a derramar sangre; Quebranto y desventura hay en su camino; Aun no está listo.» La nave expresó de nuevo ciertos sonidos inentendibles y luego la memoria de Brandon comenzó a perder eventos específicos de su memoria.
    La luz se tornó blanca y Brando se encontró al instante acostado con la cabeza sobre la arena mirando directamente al cielo azul del día. No recordaba nada. Pero sentía de nuevo esa felicidad que le causaba escuchar las olas del mar.
    —Hola — Una voz femenina y dulce le sacó de su letargo mental y Brandon respondió girando la mirada.
    —Hola — Respondió y se levantó. A su alrededor la playa estaba llena de gente pero no le importaba, estaba impresionado por la belleza de la chica que le habló.
    — Te vi surfear hace un rato, lo haces increíble. — Brandon no respondió, la chica rió, era muy bonita. — Soy nueva en esto… Y quería saber si te gustaría enseñarme algunas cosas.
   —¡Claro! — Respondió Brandon. — Llevo toda mi vida haciendo esto. Ven, te enseñaré por aquel lado — Señaló a un área de la playa con pocas personas en el agua y caminó con ella — Uy, olvidé mis cosas, espera. Se dirigió dónde estaba acostado y recogió su mochila y levanto su tabla, al hacerlo vio una videocámara incrustada en la arena, la recogió y aunque nunca había usado una ésta le pareció ligeramente familiar. La guardó en su mochila y volvió con la chica. — Listo.
Pasaron frente al gran muelle.
    —¿Qué pasó con el parque? — Preguntó la chica.
    —Eres nueva por aquí definitivamente. — rió el muchacho — Hubo un incendio enorme y dejó de funcionar desde entonces, pasó hace mucho tiempo, cuando era niño, desde entonces nadie ha intentado restaurarla. — Brandon vio la montaña rusa despedazada y oxidada y tuvo una extraña sensación de déjá vu, luego volvió a la chica y siguieron caminando.
    —Por cierto, ¿Cómo te llamas?— preguntó Brandon
    —Ariadne.
    —Un Placer Ariadne.

Fin

Consigna:  basado en La letra de I wish you were here, de Incubus, usándola en una situación de Ira                       

Wish you where here/ Incubus
I dig my toes into the sand /The ocean looks like a thousand diamonds Strewn across a blue blanket / I lean against the wind Pretend that I am weightless And in this moment I am happy, happy /// I wish you were here /// I lay my head onto the sand / The sky resembles a back-lit canopy  with holes punched in it / I'm counting UFOs / I signal them with my lighter and in this moment I am happy, happy /// I wish you were here /// The world's a roller coaster And I am not strapped in / Maybe I should hold with care  / But my hands are busy in the air saying /// I wish you were here ///


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