sábado, 20 de febrero de 2016

Al vino


Por Ricardo José Vega.


Eres, nebulosamente, una memoria.
Guardas solemne y lento,
de cada lugar su historia,
su pedazo de tiempo.

Nos devuelves
el sentir vivido
de los que se fueron,
repartiendo
el olvido

Destilas centellas
de pasado. Ahogas
el turbulento mediodía
del curvo puñal
y del templado, aquel
por cuya cruz, la guerra 
y Tierra Santa se encendían..

Testigo atento,
quien sabe juez
que sentencioso y duro,
sellas siempre tu compromiso
con lo antiguo,
con los rituales,
---tu compromiso mudo.--

Encerrado en recuerdos
esperas guardado
con tus viejos duendes
y sus pecados.

De pergamino
y de intenso fuego
será el camino
que te acompañe;
( de otras orillas,
como a un amigo,
me hablarás luego).

En tí encontramos
un amor ya perdido,
una olvidada música,

el regresivo sentir
del tiempo -- ocaso
y coraje-- y tal vez

tal vez 
el último ( final ), sentido
de todo.;
o acaso
al menos,
de nuestro viaje.

Cuando yo bebo
tu roja vida
tu sangre incierta,
siento que escondes
la secreta,
invisible llave,
de una ignorada
primera puerta.

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