martes, 12 de abril de 2016

La imaginaria

Por Alejandra López.

         Soy yo, le aseguro que no existe la imaginaria. Nunca jamás imaginó nada, yo soy Dulcinea del Toboso. ¿Qué quiere que le diga? Me hizo tan perfecta que nadie fue capaz de creer que yo existiera. Claro que tengo mis cosillas, mis defectillos, pero ante la mirada del amor eso no cuenta. Mi señor, mi adorado señor siempre me ha hecho feliz y dichosa. A escondidas he llorado y lloro su muerte. Claro, usted se preguntará  el porqué a escondidas. Pues porque no quiero que nadie dude de lo que él ha dado a entender, quiero continuar siendo “la imaginaria”. Así la historia ha sido tan exitosa que es considerada la mejor del habla hispana, ja. ¿Qué tal? Apuesto a que no estaba preparado para esto, apuesto a que jamás  pensó que sería una obra tan trascendental.
Bueno, pero no nos dispersemos. Me cuesta asumir su muerte. ¿Por qué le ha matado? ¿Era necesario, eh? ¿Qué se siente al ser  un asesino?
Disculpe, no puedo evitarlo. Ya sé que me pongo muy sensiblera pero no creo que a usted le conmuevan mis lágrimas. Lo único que me queda de nuestro amor es nuestro hijo. ¿Ah, con que se sorprende? Bueno, sí. Mi señor y yo tuvimos un hijo. No me mire así, ¿acaso cree que me he contagiado la locura de mi señor? No, no. Le contaré porque usted que sabe tanto parece que no lo sabe todo. El que sí lo sabe es Sancho, puede preguntarle a él si no me cree.
No teníamos mucho tiempo para encontrarnos a solas por el asunto ése de que yo era imaginaria. Pero cuando estábamos juntos… ¡cómo gozábamos! Hacíamos el amor retozando entre el henar de la caballeriza. ¡Ah, si Rocinante habrá sido testigo de nuestros encuentros! Quedé encinta, de nuestro amor nació Alonso, sí, se llama como su padre. Mi señor vio pocas veces a nuestro hijo, tenía que hacerlo a escondidas. Si viviera estaría muy orgulloso de él. Lo envié a estudiar para caballero con el mejor entrenador de este reino.
Claro que no siempre ha sido todo color de rosa entre nosotros. Por sobre todo al principio. ¿Sabe qué? A él le costó seducirme porque yo estaba enamorada de otra persona y la verdad es que ni lo registraba por más esfuerzos que hacía el pobre. Lo que sucede es que mi amor era imposible porque el dueño de mi corazón nunca me miró como Don Quijote. Yo estaba atormentada porque él era el dueño de mis desvelos y sin embargo nunca me miró como mujer. ¿Quiere saber quién era? Pues era usted. Usted que jamás se dignó a verme  como lo ha hecho mi señor. ¿Se sorprende? Pues no debería. La cuestión es que al final me di cuenta que con usted nunca llegaría a nada. Así que él con su amor incondicional me fue cautivando hasta que caí rendida en sus brazos y pude olvidarme de usted. Don Alonso, a pesar de que sabía de mis suspiros, de mi llanto y mi amor hacia usted, se quedó a mi lado. Y con su sencillez, su gran corazón y su amor incondicional, logró enamorarme.

Bueno, como le decía. Nuestro hijo es el vivo retrato de su padre y pronto se convertirá en un caballero hecho y derecho. Me parece que usted tiene una deuda con todos: en primer lugar con don Alonso a quien ha matado deliberadamente, luego conmigo, con mi hijo y también con los lectores. Yo creo que es necesario que le dé un mejor final a nuestra historia. Él ya está muerto pero usted puede reivindicarlo escribiendo ahora la tercera parte del libro. ¡Hágalo, don Cervantes! Por la memoria de El Quijote, se lo ruego, apiádese de todos nosotros.

1 comentario:

  1. Guauaua... Este relato me resulta sorprendente, pues doblemente rizar el rizo, realizar una petición al propio Don Cervantes.

    Me provoca emociones opuestas, por un lado, lo encuentro excesivamente corto (esto no es culpa del autor/a, si no la limitación de las pautas del concurso), digo me queda corto pues querría saber más de las ansias de dulcinea, saber en detalle que sucedió, como se conocieron, ¿en que momento ella fijó sus ojos en el "otro" y no en su enamoradiza visión de la nada?

    Y en el otro lado, el final me deja un regusto amargo (no lo digo como algo malo), sobre todo si esta era la intención del autor, pues pedirle a un muerto (Cervantes) que acabe la triología, es como pedirle a un amputado correr una matarón.

    Me deja así, como pensando, guauuuu.

    Personalmente, si el autor/a lo publica, que lo alargue (es mi gusto personal y subjetivo), y si lo hace que me deje un link, me encantaría leer, un poco en más detalle, con más dialogos y profundizando en las emociones (la congoja se aprecia mucho) desde el punto de vista de Dulcinea.

    Abrzos y un gran Bravo!!! ^^

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