jueves, 4 de mayo de 2017

Final por Moore

Seudónimo: Moore
    Autora: Carmen Gutiérrez


    Raúl encendió un cigarrillo y dio una calada larga y relajante. Llevaba mucho tiempo en el auto fumando sin parar y escuchando música. Había sintonizado pública pero no funcionaba; encendió su celular y lo conectó al sistema de sonido. Tampoco el teléfono recibía señal pero no le dio importancia. Abrió su cuaderno de notas por enésima vez y leyó lo que había escrito con tinta roja. Era buen material. Sergio había prometido instalar la fuente eléctrica portátil pero ya había tardado mucho, aun así esperaba que la conectara para pasar sus notas en limpio al ordenador y continuar desde ahí.

Se había alejado del grupo sin poder evitarlo. Cuando Roberto sugirió el retiro se sintió agobiado, tenía pesadillas y ataques de ansiedad además sus piernas lo estaban torturando, sin embargo se alegró cuando Ángela sugirió la locación. No había empacado su lapicera ni su cuaderno oficial así que Carmen le prestó el bolígrafo rojo y Ángela el librito negro. Comenzó a escribir desde que salieron de Ciudad Edén, y mientras todos dormitaban en la zona de descanso al lado de la carretera él se dedicó a desarrollar la historia.

En su cabeza comenzó a desempolvarse una historia que no lo dejaba tranquilo. Al llegar y separarse, siguió desenrollando ese hilo argumental. Estaba bien pero tenía el remordimiento de usar el recurso prostituto de meter a sus compañeros en la historia. No le gustaba, le parecía un método facilón y descarado y no podía quitárselo de la cabeza.

La canción cambió y comenzó The poet and the muse de Poets of the fall. Carmen se la había pasado unos días antes. Le pareció irónico el nombre de la banda y la dejó correr mientras escribía.
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Un golpe en la pared estremeció a las mujeres y se acuclillaron por instinto, Carmen buscó en vano un escondite, lo único que había ahí era la casa de muñecas. Ángela se guardó el diario en el bolsillo del pantalón.
Tenemos que encontrar a los chicos susurró Carmen. Tengo un mal presentimiento.
Ángela la guió hasta la habitación donde habían estado antes. Se escondieron debajo de una mesa que cubrieron con un mantel raído.
Préstame el diario dijo Carmen. Con la luz del celular lo revisó. Si esto es tuyo das miedo, amiga.
Es mi diario pero… dijo Ángela señalando las imágenes en tinta roja que llenaba las páginas yo no dibujo tan bien.
La página mostraba a una niña lamiendo lo que parecía una chupa chups pero al observar bien era un ojo en un lápiz. Al lado estaba un hombre, dormido o inconsciente, que usaba sombrero de detective.
Parece Sergio…dijo Carmen susurrando y dio vuelta a la página, otra imagen apareció: un hombre muy delgado con el torso desnudo y maniatado observaba a la niña mientras gritaba Este podría ser Roberto…¿no crees?
¿Qué demonios? Ángela se sentía muy inquieta, quería largarse.
Carmen pasó página y una sola palabra, repetida una y mil veces, escrita con furia en color sangre apareció en el papel: Raúl.
Ángela ahogó un grito de sorpresa y Carmen salió del escondite, temblando y mirando a su amiga con terror, quien no entendía la reacción de Carmen.
¿Qué le hiciste a los chicos, Ángela? preguntó Carmen temblando.
¿Yo?
Dijiste que es tu diario…¿Qué le hiciste a Sergio? ¿Y Roberto? ¿Dónde está Raúl?
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Find the lady of the ligth gone mad with the nigth, that´s how you reshape destiny…
Encuentra a la dama de la luz enloquecida con la noche, así es como volverás a dar forma al destino…
La canción era muy buena… jodidamente adecuada… Raúl la puso de nuevo y volvió a la escritura.
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¡No hice nada! gritó Ángela ¡Estás alucinando!
No lo noté antes por la oscuridad, pero lo vi cuando te cubriste la boca, si tu no hiciste nada… ¡Entonces explica esto! gritó Carmen a su vez señalando las manos de Ángela.
La mujer levantó las palmas y a la luz del celular vio sangre entre seca entre las uñas y en las mangas de la chaqueta que se quitó al momento, también tenía la blusa llena de sangre y mugre.
Carmen corrió lo más a prisa que pudo, pero su maldita pierna en recuperación la torturaba con pinchazos de dolor mientras bajaba la escalera. Llamó a  gritos a sus compañeros a pesar de saber que estaban muertos. Tenía que encontrar a Raúl antes que ella.
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In the dead of night she came to him with darkness in her eyes, wearing a mourning grown, sweet words as her disguise…
En lo profundo de la noche ella vino a él con la oscuridad en sus ojos, vistiendo de luto, dulces palabras como disfraz…
Cada vez que escuchaba la canción era más apropiada, la música le llenaba la mente, y la llenaba de palabras; no podía dejar de escribir…y escuchar.
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Carmen atravesó el salón cojeando, buscó su mochila decidida a largarse pero su mente le jugaba malas pasadas.
¡Carmen, no me dejes aquí! gritó Ángela en la planta alta.
No hizo caso, salió y se dirigió al auto.
¡Raúl! ¡Raúl! ¡Raúl! gritó desesperada.
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Now, if its real or just a dream the mystery remains, for it’s said in moonless nights the may still haunt this place…
Ahora, si esto es real o solo un sueño el misterio permanece, se dice que en noches sin luna ellos aún embrujan este lugar…
Tendría que agradecerle a Carmen la recomendación. Aun le quedaba mucha historia que desarrollar pero el primer esbozo era prometedor y lo arreglaría con el ordenador. Un golpe en la ventanilla lo sacó de su ensimismamiento  y al girarse se encontró con la cara de Carmen que le gritaba desesperada:
¡Raúl, tenemos que irnos y buscar ayuda!
¿Qué te pasa? ¿Qué tienes? preguntó él y abrió la puerta.
Carmen entró por el lado del conductor y antes de que pudiera cerrar la puerta una mano como una garra la tomó del cabello y tiró de ella hacia afuera. Se aferró al volante con todas sus fuerzas y gritó de dolor.
Raúl, sin pensar y con la adrenalina al cien, enterró el bolígrafo en la mano que sacudía la cabeza de su amiga. La mano soltó a Carmen quien cerró la portezuela y encendió el auto  y se fueron a toda velocidad. Raúl se giró y vio a Ángela con el bolígrafo aun en la mano, maldiciendo y tratando de alcanzarlos.
¿Qué pasó? ¡Tienes que regresar! gritó Raúl mientras su amiga conducía como loca por el camino rural que los había llevado a la casona.
No puedo! dijo ella en un sollozo ¡Están muertos! ¡Ángela los mató!
¡Estás loca! trató de tomar el control del auto para obligarla a frenar ¡Pará!
¡No! Carmen manoteó para deshacerse de él ¡Viene por ti! ¡Chingada madre! ¡Te estoy salvando! ¡Mira esto y deja de chingar!
Le lanzó el diario. Raúl comenzó a hojearlo quedando petrificado. No dijo nada hasta que Carmen se detuvo en una gasolinera camino a Ciudad Edén.
Llamaré a la policía. Si tengo razón los encontrarán y si estoy equivocada los rescatarán y ya veré…dijo Carmen al bajarse del auto.
Asintió y al verla alejarse cojeando sacó el diario y su cuaderno de notas.
El diario contenía más dibujos que palabras pero él no las necesitaba. Su historia comenzaba con la frase “Él ha llegado esta tarde con dos regalos” y la primera página del diario mostraba a un hombre en penumbras entrando a la casona, cargando dos paquetes… sintió un escalofrío. A medida que leía su trabajo y lo comparaba con los dibujos en el diario el pánico se apoderó de él. Carmen tenía razón, la niña venía por él pues había sido él quien la había creado.
Sin embargo su escrito llegaba sólo hasta la parte en la que Carmen buscaba la salida, con la mochila ya en la espalda pero el diario tenía más dibujos garabateados.
Ángela siguiendo a Carmen.
Carmen y Raúl gritando dentro del auto.
Una mano con el bolígrafo encajado.
El auto en la carretera…
el auto en la gasolinera…
Carmen en la cabina telefónica…
Raúl solo en el auto…
La última página mostraba el auto destrozado y la cara de Raúl apenas visible entre los hierros retorcidos. Apenas tuvo tiempo de levantar la cabeza para ver a un camión de transporte que se dirigía a toda velocidad hacia él.


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