miércoles, 11 de septiembre de 2013

Obsesión


Por Gean Rossi.

—Algo me dice que por aquí no es —comentó Fred al volante de la Maquina del Misterio.
—Sabía que no debíamos confiarle el mapa a Daphne —dijo Vilma con tono de superioridad.
—¡Cuida tus palabras! La culpa no es mía, es del mapa que vino malo —Se detuvo un segundo y miró concentradamente el mapa, luego lo giró—…Ups, creo que lo estaba sosteniendo al revés jejé.
—Esto no puede estar pasándo… —añadió Vilma.
            La van verde con azul se hallaba rodando sobre una carretera de tierra de una sola vía, rodeada completamente por un oscuro bosque de enormes pinos. La luna llena iluminaba levemente el cielo nuboso que se alzaba sobre ellos.
Mientras Daphne, Fred y Vilma desarrollaban su intensa discusión, en la parte de atrás de la van totalmente indiferentes frente a la situación, Shaggy se hallaba concentrado fumándose un porro y Scooby comiendo unas papas fritas rancias del suelo.
            De pronto empezó a llover, no una lloviznita, aquello era un torrencial de agua.
            —Ahora sí que estamos en problemas —comentó Fred.
            —Oigan. ¿Qué es eso de allá? —dijo Daphne señalando hacia lo que a poco se lograba divisar como una especia de edificio, iluminado por las luces de la van.
            —Parece un hotel abandonado. Vamos para allá Fred.
            La van se detuvo frente al edificio.
            —Agarren sus armas y un par de linternas, no sabemos lo que nos podremos encontrar aquí.
            Los cinco se acercaron a la puerta principal. Dentro parecía estar oscuro, tocaron la puerta pero no escucharon nada, así que decidieron abrir. La puerta estaba abierta.
            —Yo como que mejor me quedo afuera con Scooby—dijo Shaggy, pero todos hicieron caso omiso al comentario.
            Entraron sigilosamente y la puerta se cerró detrás de ellos, la oscuridad del interior los engulló al instante. Encendieron las linternas y todo el salón se iluminó, se sorprendieron al darse cuenta que lo que iluminó el lugar no fueron las linternas sino las lámparas que colgaban sobre un techo de unos diez metros de altura.
            Una especie de recepción de hotel se extendía frente a ellos, al fondo había un mostrador que cargaba un cartel que decía HOTEL MIRAMAR. A ambos lados del mostrador se hallaban dos ascensores abiertos como esperando a alguien.
            El grupo de cinco se acercó al mostrador, Fred tocó la campanilla y tras un largo minuto de silencio un hombre pequeño de cabello negro y ropa ajustada salió de detrás de la puerta que estaba tras el mostrador.
            —¡Bienvenidos al Hotel Miramar! Mi nombre es Jensen soy el recepcionista del hotel, ¿los puedo ayudar en algo? —El pequeño hombre parecía muy agitado al hablar.
            —Nos dirigíamos hacia Carolina del Norte a resolver un caso, pero a tal persona —Vilma dirigió una mirada de culpabilidad a Daphne—, se le ocurrió agarrar el mapa al revés.
            —¡No fue culpa mía!, siempre llevé el mapa bien, o al menos eso me pareció, no tengo ni idea de cómo llegamos acá —intentó aclarar Daphne.
            —¡Oh! Ya veo que vienen de un largo viaje, lo mejor es que descansen un poco. Le otorgaré habitaciones a cada uno.
            —Tranquilo no tenemos problema en quedarnos todos juntos en la misma habitación —dijo Fred.
            —Aquí las habitaciones son individuales —respondió Jensen.
            —¡Scooby se queda conmigo no sé nada! —exclamó Shaggy.
            —Bueno, bueno, el perro se queda contigo, no hay problema. —el hombre parecía obstinado.
            Subieron el ascensor hasta el piso uno.
            —En este se bajan ustedes dos —dijo Jensen entregándole a Fred una llave en un llavero en el que figuraba E1. Y otra llave a Daphne que señalaba G1. Los dos caminaron por el largo pasillo en busca de sus habitaciones.
            Ahora se detuvieron en el piso dos.
            —Aquí te toca a ti chiquilla —Jensen hizo una especie de maniobra con la llave entre sus manos y la lanzó suavemente, estas aterrizaron entre los melones de Vilma como una canastilla.
            —Muy gracioso… —comentó ella y se encaminó hacia el pasillo del piso dos.
            Las puertas del ascensor se cerraron con un fuerte golpe y se volvieron a abrir, ahora en el piso tres.
            —A ustedes les tengo algo especial, sé lo mucho que les gusta la comida así que les asigné las habitaciones que se encuentran junto al comedor, en donde pueden pasar a comer algo antes de ir domir.
            —¡Hombre! Pero tú sí que sabes cómo complacernos —dijo Shaggy emocionado.
            Shaggy y Scooby se dirigieron hacia el comedor. La puerta del ascensor se cerró de golpe tras de sí.
            —Aquí me toca a mí —señaló Daphne frente a una puerta de madera de la que colgaba en alguna clase de oro sintético la palabra G1.
            —Y a mí aquí… —dijo Fred. Su habitación quedaba justo en frente de la de Daphne. Hubo unos segundos de silencio y tensión, hasta que la chica añadió:
            —Presiento que hay algo extraño aquí…
            —Sería bueno que inspeccionáramos nuestras habitaciones bien antes de intentar dormir.
            Apenas abrir la puerta una corriente de aire chocó contra la cara de cada uno. Alzaron sus armas y se adentraron en sus respectivas habitaciones.
            Daphne cargaba con la linterna en una mano y con su revolver en la otra, no se le pasó por la cabeza encender la luz. Era una habitación pequeña, una cama individual, una TV guindada en la pared, y justo debajo de ésta se hallaba una puerta, supuso que era el baño. Nada en la habitación le llamaba la atención ni le parecía extraño, excepto por aquella pequeña puerta que emanaba alguna especie de energía sobre ella; La llamaba, la atraía: Tenía que abrir la puerta.
            Con pasos lentos se acercó y giró la manija de golpe. Había sangre, mucha sangre regada por todos lados, sobre ésta nadaban enormes cuchillos de carnicero. Daphne soltó la linterna que cayó al suelo y se apagó. La oscuridad inundó la habitación que se vio encendida unos segundos por la luz de un relámpago, instante que le bastó a la chica para leer en el espejo “ALEJENSE DE AQUÍ”.
            En ese mismo instante Fred acababa de abrir la puerta del baño de su habitación —que se encontraba iluminada ya que a él se le ocurrió accionar la luz—. Lo que vio dentro tuvo el mismo efecto que en Daphne, se quedó paralizado y atónito. La piel de gallina recorría su cuerpo; pensó que se iba a desmayar pero no se lo permitió. En el baño había un montón de piezas de carro, vidrios rotos, y sobretodo mucha sangre. Alzó la cabeza un segundo y leyó en la pared “SIMPLEMENTE, VÁYANSE”.
            Cerró la puerta de golpe y se giró, divisó un montón de papeles por toda la habitación que no estaban antes, en todos se podía ver en letras grandes “LARGO”. Vio que alguien salía por la puerta de la habitación, o más bien algo.
            —¡Vuelve aquí!
            En el pasillo se encontró con Daphne sobresaltada, de su habitación también había salido alguien. Los dos cuerpos (disfrazados, supusieron ellos) cubiertos de hojas de pino corrieron hacia los ascensores y cerraron las puertas rápidamente. Ambos estaban tan impactados que no se les ocurrió correr y perseguirlos al momento. Ella le quería contar lo que acababa de ver y viceversa. Pero, ¿Qué fue lo que vieron? No podían recordar bien, estaban mareados.
            —¿Pero qué tenemos aquí?, ¡Esto no es otra cosa que un misterio por resolver! —Fred se irguió y trató de organizar las ideas en su cabeza— ¡Vamos tras esos tipos!
            Vilma salió dando arcadas de su habitación, ella también abrió la puerta del baño y no vio más que una soga guindada como esperando a que ella pusiera su cuello dentro. En el pasillo las paredes estaban rayadas con pintura en spray, todas decían lo mismo “SAL DE AQUÍ”. Junto al ascensor se hallaba un monstruo cubierto de hojas de pino escribiendo más mensajes en la pared.
            —¡OYE! —le gritó Vilma mientras se acercaba con su arma levantada.
            El monstruo se sorprendió y quedó paralizado mirándola. De pronto el ascensor se abrió y de él salieron dos monstruos más con los mismos pelajes de hojas de pino.
            Ahora eran tres. La primera reacción de Vilma fue correr. No podía ir hacia al ascensor porque estaba bloqueado, si se metía en su habitación quedaría atrapada. El desespero se empezaba a apoderar de ella, no iba a ser bueno que disparara; entre el ajetreo divisó al otro lado del pasillo la puerta del tobogán de la basura. Llegó hasta allá, no tenía ni idea de si la estaban siguiendo o no, pero no había vuelta atrás y se lanzó.
            Mientras todo esto ocurría, en el tercer piso del Hotel Miramar, nuestros compañeros Shaggy y Scooby se acababan de llevar una sorpresa en el comedor.
            —¡Nos engañaron!, ¡Aquí no hay comida! —exclamó Shaggy molesto.
            Las canastas metálicas donde suponían había comida, estaban vacías.
            Scooby ladró con desesperación  hacia la última canasta que quedaba por revisar, esta les atraía. Shaggy levantó la tapa y encontró comida, pero esta se hallaba en un estado deplorable, estaba verde y olía terrible.
            —¡Pero si esto es una burla! —gritó enfadado, y vio que había algo pegado en la tapa de la canasta. Era un papel que decía “AQUÍ NO HAY NADA PARA COMER, MEJOR CORRAN”—. Qué extraño. —dijo sosteniendo el papel en su mano. Escuchó unos pasos cerca. Se escondieron bajo el mantel de la mesa, lo levantó un poco para poder ver: Lo que parecían tres cuerpos forrados en hojas de pino cruzaron el pasillo frente a ellos y se detuvieron justo frente al comedor, miraron a todos lados y siguieron de largo hacia la salida de emergencia.
            —¡Sabía que este no era un buen lugar! —comentó Shaggy al perro, ambos temblaban de miedo—, será mejor que busquemos a los muchachos.
            Pero no fue necesario irlos a buscar, unos segundos después aparecieron Fred y Daphne en el comedor.
            —¡Muchachos!, ¿Dónde está Vilma? —preguntó Daphne—. Pasamos por su habitación y no la vimos.
            —Pues, lo único que vimos nosotros fueron ¡unos monstruos! —dijo Shaggy seguía temblando—, todos cubiertos con hojas, se fueron hacia la salida de emergencia.
            —¡Hay que buscar a Vilma! —exclamó Daphne.
—Parece que tenemos un misterio por resolver. —añadió Fred.
            Vilma cayó en un contenedor de basura que se hallaba casi lleno, lo que amortiguó su caída. Estaba en lo que parecía el cuarto de basura, iluminado levemente por una tenue luz azul, se escuchaba una voz.
            La chica se asomó por sobre el contenedor tratando de no ser vista, y lo que vio le revolvió el estómago: las paredes del lugar estaban rodeadas de fotos suyas en diferentes lugares y perspectivas, también logró divisar diferentes objetos que pudo reconocer de misterios anteriores, y lo más loco de todo fueron unos muñecos con sus ropas y caras. Se restregó los ojos a ver si estaba imaginando todo, pero no, eran ellos en todas esas cosas, Fred, Daphne, Vilma, Shaggy y Scooby. Una llama azul se alzaba en medio de todo, había un montón de rayas y escritos en el suelo bajo la llama, tras esta se encontraba la silueta de un hombre que no pudo reconocer,  alzaba una vasija de oro.
            —Oh gran dios del tiempo y del espacio, del cielo y de la tierra, esta será la noche en la que el círculo se cierre, la noche en la que seré parte de ellos —Vilma se sorprendió al darse cuenta que era la voz de Jensen—, espero que los tontos estos hayan hecho su trabajo. Sangre es lo que quieres, pues su sangre es lo que te daré.
            Jensen puso la vasija en el suelo, luego sacó un largo cuchillo de cocina y lo lamió en el filo ocasionando un corte en la lengua. Una pequeña gota de sangre cayó dentro de la vasija, se quedó un segundo mirándola y luego salió por una puerta detrás de él.
            —Creo que alguien se esta portando mal aquí —dijo Vilma al aire, preparó su arma y siguió los pasos de Jensen.
            Vilma salió del contenedor, pasó asqueada y aterrada junto a la llama azul que continuaba encendida y seguido de esto cruzó la puerta por la que unos segundos antes Jensen había pasado. Esta conducía a un apartamento pequeño, pensó que ahí era donde vivía el recepcionista. Vio encima de la mesita de noche un papel que le llamó la atención, en la parte de arriba decía “Ritual del tiempo” esto seguido de varias cosas por hacer, todas tachadas excepto la última, que figuraba como “Matar al/los principales involucrados y tomar su sangre frente a la llama azul”. Esto es una locura pensó Vilma y siguió por otra puerta que daba hacia la recepción, donde la locura empezó.
Jensen empuñaba el largo cuchillo en una mano y con la otra presionaba compulsivamente el botón para llamar el ascensor.
Vilma se acercó sigilosamente hasta posicionarse detrás de él.
—¡Arriba las manos, suelte el cuchillo!—exclamó apuntando al recepcionista—. Parece que tiene un par de preguntas que responder, Señor Jensen.
El hombre se giró lentamente y quedó mirando detenidamente a Vilma. Detrás de él, se abrió el ascensor con Fred, Daphne, Shaggy y Scooby dentro, estos dos primeros al ver la escena frente a ellos alzaron sus pistolas apuntando hacia Jensen; Shaggy y Scooby se limitaron a mirar.
—Vilma, ¿Qué sucede aquí? —preguntó Daphne.
—Ahora les explico, hay que inmovilizarlo primero—dijo Vilma.
            Saggy y Scooby se dirigieron afuera del hotel, a la Máquina del Misterio a buscar soga. Menos de cinco minutos después, Jensen se hallaba amarrado y desarmado en una silla de la recepción.
            —A ver, a ver, Señor Jensen —inició Vilma—, ¿Por dónde empezar?, ¿Qué es este lugar?
            —Algo muy especial —dijo riendo—. Tanto para ustedes como para mí.
            —Eso no nos ayuda mucho —comentó Fred—, ¿Y qué sabe sobre los monstruos de hojas de pino? Porque estoy seguro que tienen que ver con usted.
            —¡No se nada!, ¡ELLOS SON UNOS TRAIDORES!, ¡USTEDES DEBERÍAN ESTAR MUERTOS AHORA MISMO! —gritó el recepcionista.
            La recepción se comunicaba con una de las salidas de emergencia. Por esa aparecieron los tres monstruos de hojas de pino.
            —Hablando del Rey de Roma —comentó Shaggy— ¡Scooby, a ellos!
            El perro se abalanzó con furia sobre los monstruos de hojas junto a Shaggy y Fred que los inmovilizaron en sillas.
            Ahora era momento de resolver el misterio.
            —Muy bien Vilma, todo tuyo el caso. —dijo Fred.
            Vilma se detuvo un rato a pensar. Miró hacia la puerta de emergencia y luego se volvió.
            —¡Pero qué sencillo!, la pregunta es ¿Quiénes pueden ser estos monstruos si en el hotel no vimos a más nadie que a Jensen? ¡Pues solo con preguntárselo uno mismo se sabe!, si nos fijamos en la puerta de emergencia que esta allí —La señaló al otro lado de la recepción—, nos damos cuenta que la puerta solo abre desde fuera, no desde dentro y la única manera de abrirla es con llave, y ¿Quién más puede tener las llaves, no solo de ahí, sino de las habitaciones? Pues… Nada más y nada menos que, ¡Los empleados del hotel! —exclamó Vilma quitándole las mascaras uno a uno a los monstruos.
            Eran dos mujeres y un hombre, los tres aparentaban por lo menos cincuenta años.
            —¡LOS ATRAPARON COMO A UNOS RATONES EN UNA JAULA! ¡IMBÉCILES! —gritó desesperadamente Jensen.
            —Nunca estuvimos de acuerdo con el plan de Jensen, quería que los matáramos a ustedes ¡Él es un psicópata! —dijo el hombre.
            —Siempre le seguimos la corriente a él, pero nuestro verdadero plan era hacer que se alejaran de aquí, por eso tantas notas y señales de que se fueran—comentó una de las mujeres.
            —¿Alejarnos?, ¿Alejarnos de qué? —preguntó Daphne.
            —¡De él! Y de su obsesión —intervino Vilma— Señor Jensen ¿Cómo explica lo que vi en el cuarto de basura?
            —Toda mi vida he estado obsesionado con ustedes, los he seguido durante todas sus aventuras, siempre detrás de ustedes procurando que no me viesen, pero yo quería más. Investigando por internet descubro el llamado “Ritual del tiempo”, lo realicé, tenía todo lo necesario para hacerlo. Conozco cosas que ustedes no saben, cosas de su futuro, ¡Las vi con mis propios ojos! —Jensen se detuvo un segundo y continuó— ¡Pero yo quería más!, aún no me sentía saciado así que quise intensificar el ritual, lo único que necesitaba era su sangre.
            —¡Qué locura! —exclamó Fred— ¿Y qué iba a conseguir con eso?
            —Iba a cambiar el pasado, su grupo de cinco iba a ser de seis, porque yo iba a incluirme en él. Este hotel lo manejaba mi padre, tras su muerte lo heredé, nunca lo había pensado usar, pero para mi ritual era perfecto. Estos tres son mis primos, les conté el plan, conocían mi enorme obsesión por ustedes así que accedieron a participar, pero ahora veo que me traicionaron…
            —¡Este lugar es muy malo para ustedes! —dijo la otra mujer—, ¿Cómo creen que llegaron aquí?, ¿Por accidente?, ¿Por una mala lectura del mapa?, ¡Pues no!
            —¡Sabía que íbamos bien! —comentó Daphne, pero nadie le hizo caso alguno.
            —Gracias al ritual se creó una grieta en el tiempo enlazada a su futuro, a algo muy importante de su futuro.
            —¿Y qué puede ser tan importante como para que quieran que nos vayamos? —preguntó Vilma— ¿Qué es eso que no quieren que veamos?
            —¡ESTÁ EN LA PARTE DE ATRÁS DEL HOTEL, VAYAN CON CONFIANZA, YA TODO ME VALE VERGA! —gritó Jensen.
            —¡No!, ¡No vayan! —gritó el hombre del traje, pero ya era muy tarde, los cinco se encaminaron hacia allá con sus linternas y armas alzadas.
            Detrás del hotel se extendía el amplio bosque que habían visto todo el trayecto, oscuro aterrador. Había algo allí que los atraía y los hacía sentir mareados, era como cuando alguien se daba un chispazo con algo y la corriente recorría todo su cuerpo, así se sentían en aquel momento. La sensación se hacía más y más fuerte conforme avanzaban hasta aquel punto donde vieron aquello: Cinco grandes lápidas grises una junto a la otra.
            QEPD FRED JONES
            QEPD DAPHNE BLAKE
            QEPD VILMA DINKLEY
            QEPD SHAGGY ROGERS
            Y en la última, QEPD SCOOBY DOO
            En ninguna figuraba fecha alguna.
            Todos empezaron a llorar, la sensación de mareo y electricidad era aun mayor ahora.
            —¿Pero qué clase de broma es esta? —preguntó Daphne con la cara llena de lágrimas.
No hacía falta que respondieran porque todos sabían perfectamente qué era eso, todo encajaba, pero Vilma dio el veredicto final.
—El ritual del tiempo, la obsesión de Jensen, lo volvieron loco pero lo que él no sabía era que este lugar constituía un papel importante en nuestro futuro, este lugar es donde nosotros morimos. Tal vez no hoy, tal vez tampoco mañana, pero quien sabe, seguro aquí caeremos dentro de unos meses, un año, diez años, incluso cincuenta años. No sabemos lo que el futuro nos deparará, pero es aquí… Esto es lo que estaban evitando que viéramos los primos de Jensen.
—En ninguna dice fecha de defunción… —comentó Fred.
—Eso porque el ritual sigue abierto. El tiempo puede ser rescrito muchachos, hay que cerrarlo y la única manera que se me ocurre es…
¡BLAM!... ¡BLAM!... ¡BLAM!... ¡BLAM!... Cuatro disparos, uno en cada cabeza y el ritual quedó cerrado. Tal vez fue una decisión exagerada, pero en aquel momento ninguno tenía pensamientos concretos.
Los cinco regresaron a la máquina del misterio, tenían un largo camino de pensamientos borrosos hasta que llegasen a Carolina del Norte.
—Oye Vilma, pero… Hay algo que aún no entiendo —dijo Daphne— ¿Qué fue lo que cada uno de nosotros vimos en los baños de las habitaciones? Shaggy también comentó que vio algo extraño en el comedor.
—No tengo la menor idea…
Pero Vilma sí que sabía, pero no quería revelarles más nada del futuro a sus compañeros, aquello que cada uno vio estaba relacionado a la manera en la que iban a morir.
Sabían que el día en el que volviesen a cruzarse con aquel hotel, iba a ser el día en el que sus vidas acabarían; pero mientras tanto quedaban cientos de  lugares a dónde ir, y muchos misterios más por resolver.

Mi reto era el de escribir un relato basado en la imagen aquí anexada. Respetando, al mismo tiempo, las verdaderas personalidades de los personajes principales.

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