lunes, 2 de noviembre de 2015

LA VEJEZ VIENE DE "GOLPES"


Seudónimo: Mike Noonan.
Autor: Carlos Ultraman.


 —Bueno, amigo Aguirre, aquí tengo los resultados de sus análisis. —saludó el médico entrando al consultorio con una cartilla en la mano. Pasó por detrás de la silla en la que se encontraba sentado un joven vestido con un elegante traje y fue a ubicarse en su propio sillón, al otro lado del escritorio de roble.
 —¿Y bien, doctor Valdés? ¿Qué me dice? —el muchacho se adelantó hasta el borde mismo del asiento, con la mirada inundada de ansiedad.
 El médico sacudió el informe. Una amplia sonrisa le asomaba bajo el frondoso bigote y sus ojos simiescos chispeaban.
—Bien, señor Aguirre, lo felicito… ¡no tiene nada!
—¿Qué dice? —Aguirre lucía más asustado que aliviado.
 —Que no tiene nada. Está usted sano como un roble. Más fuerte que un toro.
 —¡Ay, no! ¡Qué desgracia! ¡Estoy sano! —aulló, desconsolado, Aguirre.
  Sorprendido, el doctor se levantó para ubicarse junto a su paciente. Enseguida la puerta se abrió dando paso a Florinda, la asistente de Valdés.
 —Pero, doctor, ¿otra vez le ha contado uno de sus chistes malos a un paciente? —amonestó severamente al ver cómo lloraba el muchacho.
 —¿Cuál chiste? Este hombre llora porque está sano —replicó Valdés..
 —¿Qué dice? —Florinda se acercó a Aguirre  quien, en medio de hipos y moqueadas asentía con firmeza — ¿De dónde saca usted tantos locos para atender, doctor?
 —No estoy loco, señorita. Y no es culpa del doctor. Es… es mi maldición.
 —¿Su maldición? –médico y enfermera hicieron la pregunta a coro. Por toda respuesta, Aguirre se levantó del  asiento, tomó la cartilla de análisis del escritorio y abriéndola en la primera página se la extendió al médico —Vea. Lea. ¿Qué dice allí?
 —Señorita Florinda, otra vez ha copiado usted mal una fecha de nacimiento —reprendió con severidad Valdés, enseñándole a su secretaria lo que acababa de leer.
 —¿Qué? ¡No! –Aguirre le arrancó la cartilla de la mano —No hay error, la fecha está bien;  es el año en que nací
 —Pero, entonces, usted tiene… — Florinda alzó los ojos al techo como si allí hubiese una calculadora que le ayudase a sacar cuentas
 —¡Quinientos ocho años! — la mandíbula del doctor pareció a punto de tocar el piso.
 —Quinientos ocho años, siete meses, tres semanas y un día exactamente —confirmó Aguirre con pesar. —Y no puedo envejecer. Y seguiré así por siempre.
 —Pero es fabuloso —el médico se hallaba desorientado —¡Y con semejante salud!
 —¿No lo entiende, doctor? ¡Quiero envejecer! ¡Quiero ser un anciano! Si sigo siendo joven, tendré que trabajar eternamente. Nunca podré jubilarme. —Aguirre se acercó a la puerta y tomó el picaporte, dispuesto a marcharse — Debo resignarme. No hay solución para mi mal. Brujos, druidas, curanderos, magos, chamanes, médicos… ya probé de todo. ¿Quién podrá ayudarme?
 —¡¡¡¡Yoooo!!!! —´la voz vino desde el otro lado de la puerta, la cual se abrió violentamente golpeando a Aguirre en la nariz y enviándolo al suelo..
 —¡¡¡¡El Chapulín Colorado!!!! —gritaron, jubilosos, médico y asistente.
 —No contaban con mis astuc… ¡Epa! ¿Qué te pasa? —se asombró el héroe al ver al caído.
 —Mi nariz. Me duele. Creo que está quebrada. —Aguirre se puso de pie con dificultad. Su altura parecía duplicar la del Chapulín.
 —¿Y me llamaste a mí? Lo que necesitas es un médico.
 —Yo soy el doctor Valdés —el médico se adelantó extendiendo su mano al Chapulín
 —Y yo soy Florinda, su asistente — se presentó la muchacha con la cara arrebolada al ver de cerca al héroe rojo.
 —Ah, pues entonces, ya está todo listo. Ahí tienes al médico que necesitabas. El Chapulín Colorado ha cumplido con una nueva misión y ahora se retir… — Aguirre tomó las colitas del traje del paladín escarlata para retenerlo.
 —No, no, Chapulín. Yo necesito otra clase de ayuda. Yo necesito hacerme decrépito.
 El Chapulín lo miró con desconfianza.
 —¿Hacerte de qué?
 —Decrépito —insistió Aguirre
 —Es más simple hacerse de otro cuadro. Digamos de…
 —¡Pero no, Chapulín! Decrépito. Viejo. Anciano  —intervino el doctor Valdés —El gran problema del señor Aguirre es que no puede envejecer. Está enfermo de juventud
 —Pobre. Si al menos fuese joven y buen mozo y no feo y largo como un ferrocarril parado —Aguirre, ofendido se acercó amenazante y el Chapulín levantó su famoso Chipote Chillón. Luego, de pronto, pareció darse cuenta de la situación —Ah, ya entiendo. Estás atrapado en la juventud. Igual que Doris Day.
 —No, no, Chapulín. No es Doris Day. Es Dorian Gray —corrigió Florinda
—Ah, sí, claro… lo sospeché desde un principio. Bueno, entonces el problema es que debe haber un cuadro tuyo que esta embrujado. Cuando lo encuentres y lo quemes…
 —Ya probé eso, Chapulín. Queme fotos, cuadros, daguerrotipos… Y nada sirvió. Tengo quinientos  ocho años, soy viejo, pero parezco joven. Yo quiero sentirme viejo y parecer viejo. Así podré darle de comer a las palomas en la plaza, me cederán  el asiento en el colectivo, y podré pasar el día quejándome de los jóvenes y de todo.
 —Para eso no hace falta hacerse viejo, hombre. Te haces un perfil de Facebook y listo.
 —No, no es lo mismo Chapulín. Quiero mi jubilación. Pero me ven así, saludable y lozano y no me la dan. Me mandan a trabajar.
 —Ah, pues esto se arregla fácil. —el Chapulín encaró a la asistente del doctor — Florinda, ¿me traerías talco, por favor?
 —Si mi amor… eh, digo, claro Chapulín. —turbada, fue hasta un gabinete y volvió. El Chapulín tomó el envase, desenroscó  la tapa y volcó todo el contenido en la cabeza del sorprendido Aguirre.
 —Pero, pero… — mientras el joven tosía envuelto en  una nube, el Chapulín tomó su Chipote y le dio un furioso golpe en el estómago. Aguirre, dolorido,  se dobló a la mitad. Enseguida, el héroe saltó detrás y le asestó otro “chipotazo”,  a la altura de los riñones. El paciente, todavía encorvado, se tomó la última zona golpeada con una mano. En la otra, le apareció un bastón que el propio Chapulín acababa de recoger de un paragüero cercano.
 —¡Listo! Ya eres un anciano canoso, maltrecho, achacoso y adolorido. Todas las mañanas tendrás que repetir la dosis. Así que ya sabes, me avisas y yo vengo a dártela
 —Pero, pero… Es muy doloroso —Aguirre apenas podía articular palabra.
 —Así es ser anciano. Como decía mi tío el boticario: “Ser joven duele a veces, pero ser viejo, duele a diario”
 —Eres lo máximo Chapulín —corearon el doctor y su asistente. Mientras tanto Aguirre, con paso titubeante marchó rumbo a la plaza mascullando maldiciones contra todos.



- FIN -

Consigna: Género: Comedia. Basado en la novela «El retrato de Dorian Gray», con «El Chapulín Colorado» como protagonista.

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