miércoles, 18 de abril de 2012

Un costo elevado


Por Camila Carbel.


     El día 12 de mayo comprendí que había tomado la peor decisión de mí corta vida. Y acepté que ya no había vuelta atrás.


     Hacía un año y medio que estaba en pareja con Mauricio. Durante mucho tiempo fuimos amigos, pero luego ese cariño fue cambiando por algo más fuerte y el día 13 de junio empezamos a salir como novios. Todo fue muy bien, nos amábamos, salíamos juntos, él se llevaba bien con mis amigos, y yo con los suyos. Conocía a mi familia, la cual lo adoraba. Yo también había sido aceptada y querida rápidamente en su hogar. Hasta fui de viaje por una semana entera con su familia y, claro, con él. Todo era normal, por ahí teníamos nuestros desacuerdos y peleas, pero no durábamos enojados ni dos días que ya todo mejoraba y volvíamos a ser la parejita feliz, como decían mis amigas.
     Hasta que un día, ya un poco cansada de la rutina, decidí plantearle la idea de salir con otras personas. No cortar la relación, solo probar. En realidad le dije que probáramos nuestro amor. Si cada uno conocía una persona, y nos gustaba, salíamos con ella. Pero si nos extrañábamos con locura, eso demostraría que nuestro amor era verdadero. Al principio Mauricio no pareció entusiasmado con la idea, pero mediante ese planteo de poner a prueba nuestro amor, lo convencí.
     Mientras conocíamos diferentes personas, los primeros días, nos mandábamos mensajes de texto, hablábamos por teléfono, y a veces hasta nos juntábamos. Él me contó que conoció una chica llamada Laura en el boliche, y yo estaba en pleno coqueteo con Miguel, un chico de la universidad. Pero no hablábamos mucho de las otras personas, porque era medio incómodo, más incómodo de lo que me imaginaba, me ponía celosa cuando Mauri, hablaba de Laura, pero ya no podía decir nada, había sido mi idea. De todas formas Mauricio me amaba a mí, esto era solo como una experiencia pasajera.
     Me gustaba poder volver a ver a los hombres con otros ojos, me arreglaba mucho más, salía al boliche y bailaba con todos, les dejaba mi número de celular, todo iba bastante bien, hasta mis amigas me decían que me veían muy bien, que mi idea fue fantástica y hasta quizás un día ellas también la utilizaran con su pareja.
     Tenía más tiempo para estar con mis amigas, salía casi todos los días al shopping con Victoria, mi mejor amiga. En uno de esos días, nos cruzamos dos chicos muy lindos, pero no los hablamos, nos fuimos a sentar en la plaza que estaba a solo una cuadra del centro comercial. Como esperábamos, ellos vinieron detrás de nuestro y se sentaron muy cerca, hasta que uno de ellos habló y nos invito un helado. Por supuesto, con Victoria aceptamos su invitación. Uno de ellos se llamaba Gustavo y el otro Claudio. Gustavo charló más con Victoria y yo con Claudio. Eran chicos muy simpáticos, por lo que quedamos en juntarnos nuevamente. Nos intercambiamos números telefónicos y volví a casa.
     Por un largo tiempo salíamos con Vicky y los nuevos amigos. La pasaba muy bien, me gustaba Claudio, pero pensaba muy seguido en Mauri, y no sabía si eso era bueno o malo. Lo cierto era que nos habíamos distanciado mucho y pasaban días en los que ni siquiera hablábamos por teléfono.
     Salimos un par de veces más, pero Claudio me dejo de gustar tanto. Por lo que preferí dejar de verlo, y buscar en otra parte.
     A pesar de mis esfuerzos por conocer gente, sobre todo chicos nuevos, pasaban los días y no conocía ni me interesaba nadie. Seguía pensando en Mauricio, por lo que decidí llamarlo.
     —Hola.
     —Hola.
     — ¿Se encuentra Mauricio?
     —No, ha salido hace unos momentos, y me dijo que hasta la noche no regresaría. ¿Desea que le diga algo?
     —Solo dígale que llamó Micaela, Gracias. Chau.
     No podía dejar de pensar qué estaría haciendo Mauri y con quién. Mi jugada me había salido mal. Lo quería llamar para charlar un rato y saber que todo iba bien para dejar de recordarlo, pero ahora era peor.
     Pasaron tres días, y Mauricio no daba señales de vida. Eso no era algo bueno, él antes llamaba todos los días, hasta cuando empezamos a ver a otras personas. Quizás se esta probando, quiere ver cuanto tiempo pasa sin saber de mí, pero seguro que por correo electrónico le pregunta a mis amigas por mí a cada rato. No hay otra manera, el me ama, yo soy todo para él. Eso lo sabía a la perfección, y me estaba dando cuenta que no quería pasar más tiempo sin él. Era momento de sentarnos a charlar. Aunque, primero tendría que encontrarlo.
     Llamé a su casa a la tarde, pero su hermanito me dijo que había salido al shopping. Por lo tanto llame a Victoria y le propuse salir también al shopping, aunque no le aclaré que era específicamente para ver si encontraba a Mauricio. Como siempre. Vicky me dijo que sí y nos juntamos media hora más tarde en su casa. Caminamos hacia el shopping mientras me contaba su salida de fin de semana.
     Cuando llegamos nos dirigimos rápidamente hacia el local de ropa preferida de Mauricio, y como por arte de magia, allí estaba. Primero pensé que estaba con una chica, pero no, esa chica solo atendía el local, aunque quizás él estaba coqueteando con ella, y eso no me agradó, por lo que entré al local, lo saludé e inventé una excusa para justificar mi presencia, mientras Victoria me miraba desconcertada.  
     —Te llamé hace un par de días. ¿Te contó tu mamá?
     —Eh… Sí, me contó, pero anduve algo ocupado. Disculpa no haber llamado. Y en realidad ahora también ando apurado. Nos vemos chicas.
     No me dejó decirle ni chau y se largó; por poco corría. No podía entender lo que sucedía, o era mi imaginación o el amor de mi joven vida me estaba evitando. Y eso me causaba daño. Y todavía le tenía que explicar todo esto a Victoria, y no tenia ganas de hacerlo, pero era mi amiga.
     — ¿Que pasa Micaela?
     —Es que tenía que decir algo. Sino, ¿Como le explicaba que estábamos en ese local para hombres?
      — ¿Quieres decir que vinimos hasta acá solo para verlo?
      —Sí, disculpa que no te lo haya dicho. Es que quiero que hablemos. Esto de conocer gente nueva ya no es divertido y quiero volver a ser su novia. Pero cuando lo llamo, nunca está.
     —Me lo hubieras dicho, soy tu amiga. Mejor vayámonos.
     Sin decir nada, empecé a caminar a su lado, le dije adiós con la mano al llegar a su casa. Y seguí camino a la mía. Al llegar comprendí que en el camino de regreso no habíamos conversado de nada. Las dos estábamos muy calladas, y eso era muy extraño. ¿Se habría enojado conmigo? Era lo último que me faltaba, mi novio, o lo que sea que fuera Mauri en estos momentos, me evita, y mi amiga se enoja conmigo.
     A pesar del encuentro apresurado con Mauricio, luego de la cena lo llamé. Por suerte esta vez sí estaba en su casa, y quedamos en vernos dentro de dos días en el Parque Florida.
     Esperé ansiosa la llegada del viernes, día pactado para el reencuentro. Ya sabía que iba a decirle. Y tenía el presentimiento que todo estaría bien, y este tiempo que pasamos alejados solo quedaría como una anécdota de adolescentes.
     Por fin llego el día. Me levanté muy temprano, estaba realmente ansiosa y nerviosa al mismo tiempo. Almorcé con mi familia, me bañé y pasé largo rato decidiendo qué ropa usaría, y qué peinado me haría. Debía estar hermosa.
     Media hora antes de la acordada salí rumbo al parque. Mauricio era puntual, pero yo aún más. Por lo que llegué diez minutos antes. Me senté en un banquito blanco, debajo de un gran árbol. Y esperé, pero solo cinco minutos, hasta que lo vi venir. Estaba radiante, era increíble, nunca lo había visto más bello que ese día. Que sin duda seria «Nuestro Día». Avanzó hacia mí, se sentó a mi lado y comencé a hablar. Le conté todo. Que lo había extrañado, que estaba totalmente convencida de querer pasar el resto de mi vida a su lado, que lo amaba, que mi idea había sido estúpida, pero que me demostró cuanto lo apreciaba. Estaba por besarlo, porque todo ese momento parecía sacado de un cuento de hadas, pero él me detuvo, y comenzó a decir su parte.
     —Mirá yo también creo que tu idea fue estúpida. Pero valió la pena. Aprendí mucho de mi mismo y de nuestra relación. Creo que tú no me valoraste lo suficiente. Y además conocí a una persona muy especial, y me estoy enamorando de ella.
     Solo escuché hasta esa parte. Sentía que el mundo se me venía encima, estaba totalmente perdida. Cómo me podía decir semejante cosa, y de esa forma. No podía ser cierto.
     El siguió hablando y yo solo pude preguntar quién era esa estúpida persona, que seguramente nunca lo amaría como yo.
     Comenzó a decir que yo no era quién para llamarla estúpida, que él se había enamorado, y que solo quería que quedáramos como un par de conocidos que un alguna vez se quiso, pero solo eso. Y que todo había sido culpa mía, ya que yo lo había alejado de mi lado.
     Pero la peor parte fue cuando me contó que su actual «chica» era Victoria, mi mejor amiga. Me dio un sermón sobre cómo no juzgar a la gente, que solo pasó, que lo que él sentía era amor, y demás cosas, pero yo ya no lo escuchaba estaba llena de odio, dolor y desconsuelo.
     Me levanté, le dije que era un cualquiera y me fui llorando.
     No podía llegar a mi casa en ese estado, por lo que me fui a lo de una prima, ya que no tenía más mejor amiga.
     Al día siguiente, por lo visto Mauricio le contó a Victoria y esta llamó a mi casa, yo le dije que de verdad no quería hablar con ella. Me contestó que lo lamentaba, pero que yo no podía estar enojada, ya que yo misma había sido la que propuso la idea de conocer gente para probar nuestro amor, que por lo visto no era la gran cosa, al menos no para él. Agregó que se amaban de verdad, y que ojalá algún día yo lo entendiera.
     Ahora lo entiendo. Cuando los veo juntos, cuando los oigo hablar. Pero yo aún lo amo, y más de lo que yo misma me hubiera imaginado. Y aquí sigo cargando con el peso de mi decisión.


     Sigo sola. No sé si lo superé o no, pero que ya lo entiendo, sí. Pero no lo olvido. Y es lo que más duele, por un tonto juego.


Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario