martes, 15 de diciembre de 2020

El ciclo del árbol (Joy Tonn)

 

Me he topado con un árbol. Enorme, de esos que no te alcanza la vista para mirar hasta la punta. Me perdí entre sus ramajes abundantes y sus millones de hojas, que bailan al son de una brisa delicada. Cuando me acerco hasta su tronco noto lo importantes que son sus raíces, que sobresalen de la tierra en algunos puntos para esconderse apenadas cada tanto. Hace un calor infernal, pero el árbol me protege, con su sombra que me cubre en un abrazo que no siento. Me estremece la idea que un día el árbol morirá. O puede que lo haga yo primero. Dicen que viven muchos años, ¿no? ¿Por qué debería irme yo antes? No lo sé. Tampoco sé por qué estoy pensando en su muerte. Mejor me dedico a admirarlo un poco más antes de volver a casa.

 

Me he topado con un árbol que ha perdido todas sus hojas, cubriendo el suelo alrededor, desvaneciéndose sobre sí hasta desaparecer por fin. No lo recordaba así, pero me parece inefable el modo en el que sus ramas apuntan a todas partes, como agujas desnudas que buscan atacar un enemigo indescifrable. ¿Seré yo? ¿Me harás daño algún día, árbol de mi vida? Dudo que me responda, así que me quedo un rato más esperando escuchar su voz sin muchas expectativas.

 

Hoy me he ido lejos y cuando vuelva deseo encontrarte de nuevo. Sé que no te moverás de ahí, pero aún así te pido a gritos que me esperes, con la esperanza de que puedas escucharme. La vida se ha hecho dura últimamente y mis días parecen más pesados. Qué digo, no solo los míos sino los de todos. Cada minuto que pasa pienso en cómo la estarás llevando tú. Me pregunto si seguirás creciendo con tu ritmo sereno que apenas se percibe.

 

Ha sido una locura, pero hoy he vuelto a casa. No sé cuánto tiempo ha pasado desde la última vez. Yo era mucho más pequeño y tú pareces igual de inmenso. Me alegra verte entero, con tus hojas danzantes. Espero que este gélido aire no te haga daño. No sé hasta cuando pueda soportarlo, puede que tu seas más fuerte que yo.

 

El cielo se ha teñido de rojo y parece solo empeorar. Papá y mamá se han ido para siempre, así como muchas más personas, pero tú sigues allí en pie, como si nada pudiese tirarte. Ellos volverán tarde o temprano y acabarán con todo de nuevo. Volverán con sus grandes armas y sus cuerpos estremeciéndose de aquí para allá. Espero seguir aquí, me tengo que ir.

 

Me cuesta respirar. En lo que vi la herida lo primero que pensé fue en venir a verte. Pero te han hecho daño a ti también y apenas te reconozco. Se me desvanece el corazón y mis fuerzas son casi nulas. Quiero abrazarte, como la primera vez que te encontré. Muchas de tus ramas se han caído y parte de tu tronco está hueco, pero logro hacerme un espacio para pasar entre tus restos y desperdigarme sobre ti, mientras poco a poco me despido de esta vida entre tus brazos de madera y tu noble corazón.

 

Hoy me he topado con un niño. Me ha visto desde abajo con ojos brillantes. Con su mano como visera ha alzado la mirada para verme detalladamente, como si se tratara de una obra maestra. Casi siento que te conozco, pero no estoy seguro de quién eres, ni de quién soy. Y aunque algún día el dolor será tan grande de nuevo como para soportarlo, sé que volverás a mí.

Y lo volveremos a intentar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario