miércoles, 2 de mayo de 2012

Rutina


Por Camila Carbel.


  Pensé que al fin esta noche lo lograría. Todo iba viento en popa, el me sostenía con ambas manos por las caderas, para ayudarme con los movimientos, ya que mis piernas estaban agotadas, pero aun así ambos deseamos seguir. Por placer, eso seguro, pero yo sobre todo por curiosidad. En mi mente solo había una palabra orgasmo, ¿Qué era eso? ¿Cómo se sentía? ¿Me daría cuenta cuando lo experimentara? Pero sobre todo no dejaba de pensar: ¿Esta noche tendré un orgasmo?. Mi mente se centraba en todos estos asuntos, mientras mi cuerpo seguía su movimiento descendente, ascendente, en la parte baja de mi novio, bien dotado por cierto.
  Cuando empecé a sentir un sonido, primero lejano, luego mas cercano. No podía saber de que se trababa, lo único que sabia era que quería que se detuviera. Aunque de todas formas ya nos había desconcentrado. y él me miraba fastidiado como si fuera culpa mía.
  Y ahí fue cuando desperté, toda sudada, y  el teléfono sonando. Ese era el ruido que sentía en el sueño.
  Me levante de la cama para atender, pero cuando iba a tomar el auricular, dejo de sonar. Lo mire con un odio, y me volví a acostar, mientras puteaba al teléfono y al inoportuno que había llamado, y no solo que me había despertado del sueño, si no que me había hecho tomar frió al pedo, ya que en el apuro de atender no me dio tiempo de ponerme una campera.
  Estaba pensando en el sueño, el cual había sido muy, demasiado real. Y hasta tenia los mismos pensamientos que tengo cada vez que cogemos con mi novio y yo no se si tengo o no un puto orgasmo. Estaba en toda esa meditación, cuando vuelve a sonar el teléfono.
  Me levanto dispuesta a gritar al que estuviera al otro lado de la línea, y averiguar que carajo quería a esta hora de la mañana. Levanto el tubo, pero solo logro articular un: hola.
-Hola hija, ¿como estas?
-Bien mamá- digo tratando de parecer lo mas natural posible para que no se note que recién me despertaba.
-¿Estabas durmiendo todavía?
Y como no puedo mentir, al menos no sin haberlo planeado previamente, dije:
-Si. ¿Qué pasa?
Luego de putearme por dormir tanto y acostarme tarde la noche anterior, me dijo que cocine tarta de jamón y queso. Pero que tenia q ir a comprar el fiambre en el almacén del otro barrio, el dinero estaba sobre la mesa. Luego de eso corto.
  Y muy alegre, (irónicamente, creo que nadie puede levantarse contento a las 11 de la mañana para ir a comprar jamón y queso) me vestí, me cepille los dientes, me aplaste un poco los pelos, y salí al frió infernal, (mi imagen de infierno es un lugar congelado, donde todas las almas tiritan hasta la eternidad) que hacia en las calles. Y comencé con la caminata hasta el almacén, compre el maldito fiambre, volví a casa, prácticamente congelada, y lógicamente con un humor bastante malo, en realidad diría pésimo.
   Iba a ponerme a cocinar en ese mismo momento, pero me pareció mejor idea sentarme a ver tele un rato. Quería despejar la mente, no quería seguir pensando en ese sueño, si bien no era nada del otro mundo, pero me daba vergüenza. Sin embargo no logre mi objetivo, el sueño se reproducía en mi mente una vez y otra vez y otra vez.
  Apague la televisión y me fui hasta la cocina lista para hacer la tarta. Saque todas las cosas que iba a necesitar, y una vez todo ordenado, listo para comenzar, me colgué. Es decir, no tenía ganas de hacer nada, me quede pensando. No se si es normal que una piense tanto en tan poco tiempo, y sobre diversos temas, casi al mismo tiempo, y sobre todo cuando no se encuentran relacionado unos con otros.
  Lo primero que pensé fue como habían aumentados los precios, me salio casi 20 pesos comprar el fiambre, cuando antes salía menos de 10. Luego pensé en la rutina de todos los días, siempre eran todos lo mismo: me levantaba, estos últimos 4 meses sin ganas de hacer nada, miraba televisión, cocinaba, cuando volvía mamá comíamos en silencio, excepto por el televisor. Luego, me iba a mi pieza y me quedaba encerrada allí, me quedaba horas frente a la computadora sin saber que hacer, hasta que venia Marcos mi novio, luego cenábamos y me volvía a encerrar en mi habitación, pero esta vez con Marcos adentro. Y hablábamos, teníamos sexo, a veces veíamos películas. Y eso era todo. Todos los días de las vacaciones. Y si no solo se le sumaba ir a las clases y estudiar debes en cuando, nada más.
  ¿Y  mis amigos? Oh, prácticamente no tengo amigos, la gente siempre le falla a uno, los pocos amigos que tuve lo hicieron, y ya no confió en nadie. Claro tengo compañeros de la facultad, algunas noches salgo con ellos, pero no son amigos, casi nunca los veo fuera de temas relacionados con el estudio, y la verdad, es que tampoco me interesa. Hay una chica con la que me llevo mejor, se llama Jimena, pero solo eso, nos llevamos bien.
  ¿Y mi familia? Mi mamá, nunca esta y nunca se puede hablar de nada, así que prácticamente vivo sola.
  ¿Y mi vida? Este pensamiento siempre esta presente, y nunca conseguía encontrar la respuesta para esta pregunta. Mi vida, solo era eso, rutina. O dicho de otro modo, una mierda, una verdadera mierda. Siempre se lo quise decir a alguien, pero jamás lo hice. Siempre quise decir muchas cosas, que se que nunca las diré, yo solo me limito a callarme. Supongo y espero que la gente pueda ver el odio en mis ojos cuando lo hago. Eso espero.
 No soy fanática de un programa, no soy fanática de una banda de música, no soy fanática de un autor, no soy fanática de un deporte, nada. Vivo por que el aire es gratis eso es todo. No tengo ninguna pasión.
  ¿Y Marcos? Bueno, es mi novio desde hace casi un año. Lo quiero, pero a él le miento que lo amo. No se lo que es amar, pero a él le gusta que se lo diga. También pienso en Marcos, creo que a veces me es infiel, pero nunca lo confirme, seguro alguna vez habrá estado con otra cuando se va de fiesta con los amigos, ¿y que? Todo el mundo se miente y miente a otros, es normal. Y cuando nuestra relación termine, vendrá otro y será todo igual.
  El concepto de la rutina, eso es mi vida, rutina. Y luego de repetirme esto una y otra vez, pienso si la vida de todas las personas es igual. Seguro que si, pero siempre me queda una duda. Y seguido de este pensamiento, reflexiono sobre mi futuro, y me pregunto si me recibiré de profesora de matemáticas, si lograre tener un trabajo el cual cubra todas mis necesidades, si viviré con alguien o seguiré viviendo sola, si tendré hijos y si es asi, cuantos. Todo eso aun no se puede responder, pero no se si me interesa saber la respuesta. Quizás no despierte para saber que tendré que cocinar mañana. Y eso, eso si estaría bueno.
  Y como todo es rutina. Ese siempre es mi ultimo pensamiento, ojala me muera mañana, o hoy mismo. No se porque una sonrisa nace en mis labios siempre que pienso eso.
  En fin, debí hacer la tarta, pero cuando llego mamá y aun no estaba lista por lo que se molesto un poco, pero no le di importancia, y le subí el volumen a la radio, se molesto más, y me dijo que me comportara, que ya nos quedaba poco tiempo viviendo juntas. Luego de unos momentos me di cuenta de lo que había dicho, primero me asuste un poco, porque pensé que se iba a morir, pero luego use el poco seso que me quedaba y me di cuenta que seguramente lo decía, porque me echaría de casa si yo no me iba en un par de años. No le di importancia, y saque la tarta del horno, se me había quemado. De todas formas la comimos.
  Luego siguió la rutina, lo único para resaltar de ese día es que no tuve el maldito orgasmo cuando tuvimos sexo con Marcos.
  La típica rutina continuo a los largo de toda una semana, tampoco es gran cosa, solo son 7 días. Y lo único que note, es que había días que mamá llegaba mas tarde que de costumbre, pero nunca le pregunte porque, ella tampoco lo dijo.
   Paso otra semana más, y el Miércoles, antes de cenar me preguntó si Marcos no vendría, le dije que no. Marcos se había ido a jugar al fútbol con sus amigos, pero no lo comente, que le importaba a mi madre lo que hiciera mi novio. A veces ni a mi me importaba. Quizás ya era hora de cambiar de pareja. No tenia a nadie en la lista de espera, pero claro, siempre podía salir alguna noche con Jimena o con alguien del grupo de estudio de la facultad y conocer a alguien.
  En ese momento mi mamá dijo una frase que me saco de mis pensamientos de encontrar novio nuevo. Me informó que tenía cáncer. El cual era incurable ya que estaba en su cerebro, por lo que era imposible una operación de extracción. Ambas lloramos abrazadas, creo que sobre todo llorábamos porque sentíamos miedo.
  Sin embargo esta noticia no afecto la rutina. Mamá siguió trabajando. Y yo estudiando y saliendo con Marcos.
  Dos meses después una compañera de trabajo de mi madre llamo a casa. Pero estaba vez logré atender antes que se cortara, no había tenido ningún sueño esa noche. Al menos no uno que recordara.
  -Guadalupe- dijo con un hilo de voz, apenas audible- Tu madre sufrió una descompensación, esta internada en la clínica Santo Tomas. Está bastante mal. Debes venir a firmar los papeles, yo no puedo, porque debe ser un familiar. Si no tienes para un taxi, yo te presto, y lo pagas cuando llegues aquí.
 Lo único que conseguí  decir fue bueno. Ambas quedamos en silencio durante casi un minuto. Hasta que logre preguntar:
-¿Cómo se encuentra ella?
-Bueno los médicos dicen que su estado es reservado, pero seguro se mejorara.
-¿De verdad cree eso?- pregunte, ya que había notado un cambio en su voz.
-Para serte sincera Guadalupe, no lo sé. Pero roguemos a Dios que así sea.
  Luego colgué, mi cabeza no paraba de pensar. Lo único que sabía con seguridad es que estaba triste, y que no sabía que haría.
  Estaba por llamar el taxi, pero no lo hice. Decidí tomar otra decisión.
  Fui al baño, saque dos blíster de calmantes. Me fui hasta la cocina, y saque una a una las pastillas, había un total de 24 píldoras. Las tome de a dos, ya que eran muy pequeñas. Las primeras 6 las tome con agua, luego recordé que había quedado una botella de vodka de mi anterior cumpleaños. La busque al fondo del armario de mi ropa, y tome las 18 pastillas restantes con esta bebida que parecía alcohol etílico. Luego solo espere, tirada en la cama.
  Espere la muerte, más tranquila de lo que había imaginado, desde el primer día que pensé en el suicidio.  Sin saber que a la misma hora que se paraba mi corazón, también lo hacía el de mi madre. 

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