Esa mañana de jueves venía siendo bastante
anormal. No séqué fue lo primero que me hizo dar cuenta, pero creo que fue el radio - despertador, programado a
las 6:00 en mi FM favorita.
—
¡Buenos días gente hermosa! —amaba la voz de ese
locutor —hoy tendremos otro dia soleado, con una temperatura de 25° C, así que
pueden ir guardando el saquito de ayer, porque no lo van a necesitar.
—
¡Buenísimo Pato! —Exclame (siempre tuve esa
costumbre: hablo con la radio, con la televisión, con los personajes de mis
libros. Creo que el hecho de que no me escuchen es bastante liberador).
Y ahí, todos los
días, debía sonar una canción. La primera del triple de éxitos de las 6:05. En
vez de eso, Patricio siguió hablando.
—
Y les cuento que hoy las calles
del acceso oeste a Capital Federal están cortadas por la fuerte tormenta de
ayer…
Deje de escuchar
y fui a desayunar. No laburaba en Capital, vivía en Mendoza, y francamente, me importaba
un bledo los porteños y sus inundaciones. Al fin y al cabo, en Mendoza también
había llovido, hasta cayo granizo.
Prendí la
televisión.
—
Y por la tormenta de ayer,
repetimos, están cortados absolutamente todos los servicios de transporte en
Capital y Gran Buenos Aires. —ahora la del noticiero me venía a hablar de
Capital y de los pobres diablos que no podrían viajar.
—
No me importa Nati, vivo en
Mendoza y puedo ir al trabajo caminando.
—
Y pasamos a los títulos.
Apague el
noticiero. Sabía que se venían las consabidas imágenes, calidad celular,
de esos pobres diablos inundados.
Cuando llegue a
la oficina había una gran excitación. Todos hablaban entre sí, mientras tomaban
el 2do o 3er café del dia.
—
Y hoy cuando venía en el auto,
te juro que no pude enganchar una puta canción.
—
Me paso lo mismo. ¿escuchaste
la radio? No paso el triple de las 6:05, es más, creo que ni siquiera había
canciones en las publicidades.
—
Sí, es todo muy raro.
—
¿Habrá muerto algún compositor
famoso y estarán todos de luto?
—
No seas pelotuda Pau, eso es
imposible.
—
Yo tampoco pude escuchar ninguna
canción hoy —dije—. Es como si todos se hubieran puesto de acuerdo en no pasar
música.
—
¡Otra más! ¿Por qué harían eso?
Viviana, que
siempre fue la máspráctica, pego un grito.
—
¡che, miren esto!
—
Tu IPod. Nos los mostraste varias veces.
—
En serio Juan. Mira la lista de
reproducción.
Miramos todos.
En vez de encontrar música digna del IPod de Viví, había un cartelito “no hay
canciones en la lista de reproducción”
—
Se pusieron todas de acuerdo
para hacerme una joda ¿no? —Juan sonrió. —voy a buscar un CD al auto y
terminamos con esto.
Volvió con un CD
de Green Day. Lo puso en el DVD que teníamos para las conferencias, y para
escuchar música. El DVD dio error.
—
Esto es raro — dijo Juan.
Y así
venimos desde hace cinco días.
Intentando siquiera hacer ritmo con las ollas para simular una batería. O
silbar una canción, cualquiera. Aun no logramos nada. Y, según estuve
investigando por Internet (YouTube no reproduce videos musicales, y las
canciones que bajamos del Ares no se escuchan) es a nivel mundial.
Y nadie sabe aún
que hacer.
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