miércoles, 13 de junio de 2012

Crimen y castigo

Por William Fleming.


Si no hubiera sabido en que año estaba, juraría que al entrar en aquella habitación, se encontraba en pleno siglo XIX. La chimenea crepitaba con el fuego encendido, mientras daba luz a la estancia, creando un juego de sombras que bailaban en las paredes. Una enorme librería cubría una de ellas, con volúmenes sobre ciencia, tecnología, teología e incluso novelas. Cerca de la pira, dos enormes sillones que por el aspecto parecían mullidos, daban sensación de calentarse aproximando sus patas al fuego. De color rojo con bordes dorados, entonaban con el aspecto antiguo de los dos enormes cuadros que reposaban en la pared: Dos personajes, uno en cada cuadro mirando al espectador, con sonrisa sarcástica una y triste la otra. Su aspecto le daban un comportamiento símil a aquellas imágenes de dos máscaras que simbolizaban el teatro clásico.

-Tome asiento-dijo una voz. Fue cuando se dio cuenta, después de que una nube de humo saliera por encima del enorme sillón situado a su derecha. Al ir a aquella posición para ver a su interlocutor, comprendió todo, porque estaba ahí, y el resultado final.
Un caballero, que también casaba increíblemente bien con el ambiente antiguo reposaba mirando las llamas mientras daba caladas a una enorme pipa. Con un batín rojo, unas zapatillas cómodas, en el empeine estaba bordadas en dorado lo que supuso que eran sus iniciales. Reposaba pensante en aquel sillón. Su cara no reflejaba sus años, él lo sabía, pero el bigote que portaba si, tornándose cada día más blanco, junto con una pelo también más níveo y escaso, aun así, seguía llevando esa melena como cuando le conoció.
-Bueno-dijo, cuando me acerqué lo suficiente.-Ya que has llegado hasta aquí, los dos sabemos que uno de nosotros va a morir esta noche. Espero ser yo-sentenció.

Por cierto, no lo he dicho, pero uno de nosotros va a destruir el mundo y asesinará a la otra persona. No soy un caballero que se dejara morir por el bien común, más cuando mi contrincante ha sido tan asesino como yo mismo.

-Un gusto poderte tener aquí.-Cruzó las piernas mientras con la mano izquierda me invitaba a sentarme.-Hace tiempo que no te veía y en vista de los incidentes de última hora deseaba concertar esta cita, para al menos, aclarar algunas cosas que podrán pasar…

            -Invariablemente de lo que sentimos el uno por el otro, la situación que dentro de poco se desencadenará será un resultado final de características destructivas.      
            La hoguera crepitó con un tono violáceo, me sobresalté un poco.
            -Llevas poco meses en este “hotel”...-levantó las manos abarcando el aire.-… y aún no comprendes del todo las reglas. Pero se avecina una guerra. Y tú puedes ser partícipe de ella, sobreviviendo o uno de los muertos, las cenizas que pisaran los demás.
            -Oye tío, no sé de qué va todo esto, ni siquiera sé cómo has conseguido una cosa así.-miraba a mi alrededor-Pero mientras yo me estoy pudriendo en una habitación con un camastro lleno de pulgas, tú estás viviendo en esta…-levanté los ojos-… ¡magnífica celda!
            -¿Crees que es de verdad la celda, no? Has de descubrir mucho. Pero por ahora sólo te explicaré algunas cosas básicas…-al apartar la vista, del mismo aire, ese tipo viejo sacó algo raro, me asusté lo confieso, pero no sabía que era, una pantalla como de un televisor flotaba entre medias de nosotros dos, detrás del “cristal” verdoso, podía ver su cara mientras fumaba de la pipa, sonreía el muy capullo. La toqué y en ese momento me modificó…
            -¿Qué coño es esto? ¿De dónde ha salido?
            -Se llama “sistema de información habitacional”, muy pocos los conocen, es una holo-pantalla, seguro que conoces esas viejas pantallas de ordenadores de tú época…-Sí…-respondí tímidamente, no tenía ni idea de cómo aquellos viejos monitores de lo que empezaba a ser una prometedora inversión, para robar claro, podía llegar a ser esa cosa.-… pues esto es una modificación para los carceleros.
            -Hijo mío…-la pantalla se agrandó cuando el viejo tocó su superficie, los colores verdes cambiaban en tonalidades-… esto es el año 2070 y estamos en una prisión.
            Una imagen dominó la pantalla entre cambios leves de colores… ataúdes de pie se colocaban a los lados de un enorme pasillo, mientras circulaba un robot de aspecto insectoide. Todo era cierto, una gigantesca habitación con enormes ataúdes plateados puestos de pie uno al lado del otro apilados en hileras de personas en una crio-estásis controlada. Así era el control de la super población carcelaria. Todo tan informatizado que los humanos apenas controlaban el sistema. Las todopoderosas IA´s trabajaban incansablemente creando un mundo de control absoluto.  M.O.N.I (Medioambiental Observer No Interaction) era la “jefa” de todo… para interactuar con los carceleros una imagen de una pelirroja con un vestido rojo, se convertía en holograma entre las pequeñas salas donde aún permanecían humanos no dormidos.

-¿Cómo que estamos en una prisión?-grité saltando del sillón.
-No sólo cómo, si no desde cuando… Tienes que estar atento…-la holo-pantalla se dividió sacando, como las reproducciones de una bacteria, más ventanas alrededor.-Ves esas imágenes, son el circuito cerrado de vigilancia de nuestros dos cofres-dijo señalando a una de las pantallas.-Ese otro de allí es la sala de recuperación; aquel… interesante mira esto-jugó con sus manos como si tocara el piano y la pantalla se definió y agrandó, eliminando las demás. La escena enseñaba a un conjunto de personas en una completa habitación blanca, el único color era la representación femenina de M.O.N.I. todos los demás vestían ropas quirúrgicas parecían de un pulcro blanco, máscaras, guantes, gorros, y unas gafas negras.
-Espera tío como puedes hacer todo esto si eres un preso como los demás…
-¿Quién ha dicho que yo sea uno de los presos?-mientras la pantalla enseñaba el proceso por el cual los presos eran encarcelados, una visión demasiado parecida a un enterramiento egipcio. El viejo se levantó y de espaldas miraba a la enorme pila de libros mientras una nube de humo en cadencias respiraciones salía por delante de su espalda.-Yo soy el creador de todo esto que ves-la pantalla enseñaba el proceso, no podía creer lo que estaban haciendo… le sustraían los órganos vitales… ¿Cómo podían hacer eso? El preso era conducido al sarcófago que lo mantendría allí, pero la mujer de rojo, ordenaba que se le fueran eliminando los órganos, no podía ver nada más y aparté la vista, me sentía mareado, me acerqué a la chimenea, que crepitaba con colores violetas y mientras me quedaba ensimismado con los colores me tocaba el pecho… ahora mismo no estaba respirando con mis pulmones, no veía con mis ojos… Ahora no era yo.
-Todo este mundo se creó para hacer más llevadero la condena, pero al final pasó algo, la inteligencia artificial que empezó a dominar y dirigir el complejo, tuvo un fallo. No es exactamente de esa forma, no aprendió. Todo este vasto conocimiento-levantó la mirada a todos los volúmenes de libros-los asimiló en segundos… pero no los comprendió, y ello le causó paradojas en su programación que derivaron en esta entelequia utópica.
-Entonces qué pasa ahora, qué es lo que quieres de mí.
-Quiero que me asesines… Puedo conseguir salir de este mundo de datos y volver a esa realidad, puedo dejar aún a los que deseen aquí y ayudar como tenía planeado a los que lo quieran. Mira tú“mundo” no es el único, hay gente que ha sido implantada en una guerra eterna, otra en una continua violación, y otros a ser sacrificados, mutilados, asesinados una y otra y otra vez… Únicamente tú permaneces en esa celda húmeda como el recuerdo que ella tiene de un texto. No sabía que hacer contigo, he descubierto que eres la incógnita de su ecuación. NI SIQUIERA RECUERDAS POR QUÉ ESTÁS PRESO VERDAD.
-Ehh-intentaba recordar, pero cuanto más sondeaba en su recuerdo, más le dolía.
-No puede recordar nada amigo, así es el sistema…-se tocó la sien derecha con su dedo símil y agrandó los ojos-nos lavan en cerebro al introducirnos aquí para que aceptemos la realidad, para que podamos cumplir la condena sin miedo a este ambiente y al final, nos vuelven a echar a ese mundo…-Todo en él había cambiado en un pestañeo, las últimas palabras fueron tétricamente locas-Nunca hagas caso a los cuervos cuando graznen.


En su celda, en aquella apestosa representación, tumbado en su jergón mirando el techo húmedo creando formas con las manchas en su mente, no podía dejar de pensar en todo lo que ese loco había dicho. Si todo ello era verdad…
Un sonido metálico le sacó de sus pensamientos, el toc toc de una vieja taza de metal blanca con el borde negro apareció bailando entre los barrotes. Detrás de ella, la escultural pelirroja le sonrió.
-Espero que no te haya molestado.
-Eh…-se sentó rápidamente en el jergón mirando a la pared de enfrente.-Aún he de comprender todo esto. No me creo que lleve encerrado tanto tiempo aquí.
-Para algunos no es tanto, para otros es más aún.-dijo sonriendo-Quizás una taza de chocolate caliente te aliviará.-se colocó la abollada taza frente a la boca tapándola y mirando sensualmente a los ojos del preso un hilillo de humo salió del fondo. Luego sólo tuvo que soplar un poco para enfriar su contenido mientras miraba al preso. Si no tenía creado esa forma de femme fatale, al menos para él había conseguido un propósito mucho más allá.-¿Quieres?-le intentó dar la taza pero los barrotes estaban por medio.
-Si tuvieras la llave de la celda…
-Oh no has de preocuparte por ello-y atravesó el muro de hierro como si fuera gelatina, pasando los barrotes por su cuerpo enfundado en un ajustado vestido rojo, un leve sonido eléctrico le acompañó en el viaje.
-Tú también vas a enrolarme en alguna especie de psicotrópica verdad, años ha desde que creo que era la vida… Me dirás con esas pantallitas, cómo es la verdadera vida AHORA.

-Decisiones-Todo lo que te he dicho él es cierto. Pero no le toca decidir. ¿Conoces la fábula de Dédalo e Ícaro? 
            -No-dijo el preso reprimiendo las ansias de recorrer con su lengua todo aquel blanco cuerpo.
-Dédalo era el constructor de un mítico laberinto donde en su centro ocultaba una de las bestias naciente del deseo de un mortal con un Dios. Sí, él es mi creador, el constructor de todo esto.
-¿Por qué alguien iba a encerrarse en su propia obra?
-Su corta vida, por una enfermedad pandémica no le daba mucho tiempo, por ello se convirtió en un Dédalo. Hace muchos años, que su cuerpo murió-mientras decía esto una de aquellas pantallas se creó de la nada, enseñando la enormidad de ataúdes y uno de ellos, un decrépito esqueleto asomaba desde el su sarcófago de hielo. Sonriendo eternamente.
-¿Él sabe que está muerto?
-NUNCA, su mente sigue creando esto… nuevas alas, celdas, cambios de escenarios… se reacondicionó tanto a este mundo que ya has visto como es la visión de su habitáculo. Si supiera que no podrá retornar a la vida, cuando el introducirse en este sitio fue un ardid para resistir la enfermedad, su subconsciente, toda su mente se vendría abajo y crearía un caos en el sistema. He de sobrevivir a pesar de él-la imagen de M.O.N.I. titiló por un segundo al pronunciar esas palabras.-No importamos ninguno, únicamente la subsistencia. Por ello, TÚ como participe has de crear la ecuación que rompa el sistema sin dañar el resultado.
-Espera, no comprendo tus palabras… Por qué yo tengo que hacer eso… en el mundo real están viendo esto, podrían desconectarle, sacarle sin daños a toda esta mierda… ¿no es así?
-El mundo que nos espera es un mundo despoblado. Fui automatizada para la población carcelaria, pero esa población creció… y ahora es la única.
-¿¡QUÉ!? Me hablas de extinción-el preso aulló desconcertado, mientras las imágenes portaban la realidad: cielos cubiertos por nubes negras, edificios colonizados por la naturaleza, siempre vencedora.
-La realidad que conocerás será la realidad de la decepción, los nuevos hijos del mundo serán los desechados del pasado. Tú eres el nuevo Adán.
-Y tú mi nueva Eva…-el preso acercó la mano al muslo pero esta atravesó la efigie-¿Qué he de hacer?-dijo con un tono decepcionado.

En el exterior, en aquella realidad ahora tan demoledora, uno de los ataúdes fue arrancado de su cubículo por aquellas enormes arañas que patrullaban. Y vuelto a depositar en aquella habitación blanca. Pero esta vez, no había personas blancas alrededor, al menos “vivas”; cuando el preso se despertara asomando una mano desde la abertura de su sarcófago comprobaría la realidad: dosevisceradores, que creía humanos, una parte más del engranaje de la máquina, desactivados o muertos. No tendría tiempo para pensar en ello.

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