jueves, 16 de agosto de 2012

La no querida

Por Alejandra López.

El cadáver de la mujer fue traslado hacia la morgue por un móvil de la policía científica. Al lugar también habían llegado una ambulancia y dos patrullas policiales que cercaron el lugar donde se encontraba el cuerpo que había caído desde el 4º piso del edificio donde vivía.
A simple vista los policías dedujeron que se trataba de un suicidio o de una muerte accidental. El procedimiento exigía una investigación y luego recién podrían concluir el caso.
La causa fue asignada al despacho del inspector Saldívar quien ya en la oficina le dijo a su ayudante:
—Es una occisa femenina de cincuenta y ocho años. Vivía sola, era soltera y trabajaba en un par de escuelas como docente en el área de matemática. El familiar más allegado es un sobrino de veintinueve años a quien se considera como único heredero.
Tuve la oportunidad de hablar con él porque yo mismo le comuniqué la noticia y me dijo que hace más de un mes que no la ve pero sí habló con ella la semana pasada para saber el resultado de unos estudios médicos que su tía se hizo. Por lo que me contó, la mujer tenía cáncer. Así que por ese lado muy probablemente estemos ante un suicidio.
—¿Y un accidente?
—Mirá Gonzalez, eso queda prácticamente descartado. Era una mujer de 1,60 mts.y la baranda del balcón queda por encima de su cadera.
—No estarás pensando en un asesinato ¿o sí?
—Yo no pienso nada. Te dije que en esta profesión no debemos descartar ninguna posibilidad.
—Hay un elemento que llama poderosamente mi atención querido Gonzalez y éste es que muy cerca del cuerpo de la mujer fue encontrada una lapicera roja. Sobre la mesa del comedor había hojas, unos…exámenes de un grupo de alumnos que estaban siendo corregidos por la mujer. Les entregué la lapicera a los peritos para que se verifique si la tinta coincide con la de las hojas y era de ella. De ser así, nos tenemos que plantear por qué una mujer que se va a suicidar se llevó la lapicera para arrojarse por el balcón.
Mañana me entrevistaré con las directoras de las escuelas en las que trabajaba y vos te encargarás de hablar con los vecinos del edificio donde vivía.


—¿Qué novedades hay del caso de la docente? —preguntó Saldívar a su ayudante.
—Hablé con varios vecinos y la mayoría o no la conocía o la conocía muy poco. Los que la conocían poco dijeron que era una mujer reservada, de pocas palabras. Solo “buenos días” o “buenas tardes” cuando se cruzaban en la entrada o en el ascensor. Pero en el piso en el cual vivía la mujer, tres vecinos coincidieron en decir que era “una vieja cascarrabias” o “una vieja de mierda”.Aparentemente la mujer se llevaba mal y vivía quejándose con el encargado por “ruidos molestos” como una radio o porque los sonidos de los arreglos en las otras viviendas le molestaban. También protestaba por las mascotas. Es un edificio donde está permitido tener animales. El vecino de al lado me dijo que el del departamento F la acusa a ella de haber envenenado a su gato. También me contó que escuchó una discusión entre ellos y oyó claramente que el del F le decía a la maestra que la muerte de su gato no iba a  quedar en la nada y que él se vengaría de ella. Ahora bien, cuando fui al F, el hombre me dijo que recién se enteraba del fallecimiento de la docente porque ese día él estaba en San Nicolás por cuestiones de trabajo.
—Interesante. Yo por mi parte hablé con las directoras y las dos coincidieron en decir que la occisa era un persona difícil y muy cuestionada. Estuvieron a punto de hacer un sumario por malos tratos a sus alumnos en ambas escuelas pero no lo hicieron por esta cuestión de su problema de salud. Sabían que ya estaban ante un final inminente por el cáncer o una próxima jubilación por incapacidad. Dicen que era cuestión de esperar pocos meses.
Era una mujer muy perversa dando su materia. El 90% de su alumnado reprobaba los exámenes y los denigraba psicológicamente de manera verbal. Los trataba de “burros”, “vagos” o “inútiles”. El hecho más relevante fue cuando un alumno de quince años le planteó que su examen estaba mal corregido, ella le gritó y llegó a zamarrearlo. Esto sucedió la semana pasada.
Por otra parte estuve haciendo averiguaciones y el sobrino de la maestra fue despedido hace quince días de su trabajo, además tiene una hipoteca sobre su propiedad que no podrá pagar si no consigue el dinero. Su tía además de ser la dueña del departamento que habitaba, posee una casa en la costa.
—A propósito, recién llegó el informe sobre la tinta de la lapicera y coincide con la de las hojas que estaba corrigiendo antes de morir.
—Bien, ¿qué te dijo el encargado del edificio?
—Nada importante. El edificio tiene varios departamentos que son alquilados como oficinas y por eso fluyen rostros conocidos y desconocidos. Ese día no recuerda que la maestra haya recibido visitas.
—Pedí un informe sobre el vecino que la amenazó, tenemos que corroborar su coartada. También hay que verificar si en la familia del alumno hay algún tipo de antecedentes. Yo me encargaré de hablar con su médico.
El día siguiente amaneció nublado y lloviznando. El caso de la maestra lo tenía preocupado a Saldívar, parecían estar en medio de una maraña donde todo era posible.
El médico le dijo que su paciente presentaba un tumor maligno con metástasis en el hígado. Se negaba a recibir tratamiento quimioterápico y solo estaba tomando calmantes muy fuertes. La maestra era muy obcecada y había decidido continuar trabajando hasta el final, no aceptó licencia médica. El galeno tampoco había notado rastros de depresión que lo hicieran pensar en una potencial paciente suicida.
Cuando el inspector Saldívar entró en la oficina, su ayudante lo esperaba sentado frente a unos papeles. Luego del saludo Saldívar le dijo a Gonzalez.
—La hipótesis del suicidio de la maestra queda prácticamente descartada. Su médico no detectó conductas suicidas en la víctima, aunque lo seguiremos pensando. Podría haberse tratado de una pulsión súbita que la indujo a arrojarse por el balcón.
—Yo tengo algunas novedades. Rastreamos la coartada del vecino. Efectivamente fue a San Nicolás por cuestiones de trabajo, pero ese día se lo tomó libre porque la junta a la cual debía asistir se pospuso para el día siguiente.
—Interesante, ¿ya se sabe algo de los movimientos de él durante ese día?
—Sí. Nuestros colegas de San Nicolás le siguieron el rastro y el encargado del hotel donde se hospedaba declaró que a la hora en la que falleció la víctima el señor del F abandonó el hotel diciéndole que iría a una exposición en el centro. Regresó al hotel dos horas más tarde y ordenó la cena en su habitación. Así que el señor del F queda descartado, dos horas no le alcanzan para venir a Buenos Aires, matarla y volver a San Nicolás.
—No tenemos que apresurarnos, podría tratarse de un crimen por encargo.
—Hace un rato llegaron las escuchas telefónicas de la SIDE* y es importante que oigas la que proviene del celular del alumno. Según el rastreo, el adolescente conversa con un amigo.
Gonzalez pulsó el botón del reproductor donde se escuchaban las voces de los jóvenes:
—Che, boludo. Ayer faltaste, se murió la vieja, la de matemática.
Risas del otro lado y la voz de su amigo:
—Te la cargaste vos. Sos de palabra, ¿eh?
—Era una hija de puta. Se lo merece, guacho ¿quién carajo se creía que era?
—¿Sabe alguien?
—¿Qué?
—Y… que te cargaste a la vieja, qué va a ser.
—No, no. Dicen que se suicidó
—Dale, andá boludo…
—En serio, posta boludo.
—Sí, sí. Te creo y todo.
—Está bien boludo. Calláte y no digas nada porque sino te mando al frente a vos con el asunto del Turco.
—¡Sos un hijo de puta! Está bien, ¿cómo fue?
—¿Vas hoy a la placita a buscar merca?
—Sí, más vale.
—Después te cuento boludo.
Gozalez apagó el reproductor y le dijo a Saldívar:
—Los policías que interrogaron a los vecinos del joven dijeron que es un buen chico pero e n su casa es muy agresivo. Frecuentemente se escuchan discusiones con la madre por el tema de la droga. Dicen que hace menos de un mes escucharon los gritos de los dos y la mujer fue a parar a un hospital. Parece que el hijo le cortó el brazo cuando la amenazaba con un cuchillo y tuvieron que darle puntos. La madre lo negó rotundamente, dijo que se le resbaló el cuchillo mientras cocinaba pero nadie le cree, quiere tapar al hijo. Después de haber oido esta escucha yo creo que el pibe está hasta las manos.
—Bien, bien. Tenemos que dar intervención al juez de menores y solicitar una orden de allanamiento. De todas maneras, el muchacho podría haber alardeado ante su amigo ¿Se sabe algo de la declaración del sobrino de la mujer?
—Declaró hoy y dijo que la semana próxima saldará la hipoteca. Está dispuesto a presentar su coartada solo si se lo pone como testigo de identidad reservada. Es un poderos empresario casado y con hijos que mantiene una relación paralela con él. Dice que este hombre le pasa una suma de dinero todos los meses y le dará lo necesario para cancelara la hipoteca. Ya se hicieron los arreglos para que el testigo declare el próximo lunes.

En las primeras horas de la mañana  los policías llegaron a la humilde vivienda de un barrio en los suburbios donde las calles eran de tierra. Parecía que la gente todavía estaba durmiendo. Solo se escuchaba el ladrido de los numerosos perros del barrio ante la  llegada de los patrulleros.
La vivienda del adolescente permanecía silenciosa. El inspector Gonzalez se acercó a la desvencijada puerta de madera y la golpeó reiteradas veces. Nadie se asomó. Hizo un gesto a dos agentes que se adelantaron para derribar la puerta, uno de ellos giró el picaporte y éste cedió, la vivienda no estaba cerrada con llave.
La casa parecía estar vacía. Los policías atisbaron el lugar y cuando entraron en el único dormitorio vieron el cuerpo exánime de una mujer de mediana edad tirado sobre la cama. Sobre ella, un cinto marrón.
El inspector Saldívar no necesitó tomar el pulso de la mujer para saber que estaba muerta, los rasgos del rigor mortis ya eran notables. Se acercó y pudo ver que en el cuello de la mujer había marcas de estrangulamiento. Luego, el inspector Saldívar dirigió su mirada hacia la mesa de luz donde había un portarretratos con la foto de la mujer que ahora yacía en la cama y un adolescente de unos quince años.



*SIDE: Secretaría de inteligencia del estado. En Argentina, organismo equivalente a la CIA.

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