Nana de Santa Ana
Cuando la “Señá Santana”
Cantaba la nana a su nietecillo
Como le sonreiría
Mientras se dormía el dulce chiquillo
Y cantarían con ella
La luna, la estrella y los pajarillos.
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
¡Ay nana nanita!
¡Ay nanita nana!
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Sobre el pecho de la abuela
Hecho de canela el niño ha “dormío”
Mientras su nana le canta
También a la santa el sueño ha “rendío”
Y un ruiseñor al mirarla
Por no despertarla se vuelve a su “nío”
Un ángel que vuela y rompe a cantar
Para que la abuela no pierda el compás.
Y así nacería por aquellos días, la nanita nana
Así todavía se canta en Triana.
Canta la abuelita Señora Santa Ana
Y con voz muy queda guitarra y campana
Corre por Sevilla la nanita, nana.
Nana, nana ¡ay la nana!
Nana, nana de la Señora Santa Ana.
Por Samuel Mendoza.
El día
que el niño nació se suponía que todos debían estar contentos, sin embargo, a
pesar de estar sano, a pesar de ser bello, a pesar de tener los mismos ojos
verdes que el resto de la familia, hay un pequeño inconveniente, el niño es
moreno y nadie se explica porque.
El
camino de regreso a casa es más largo y completamente distinto a como se
imaginaban seria, nadie habla, la madre apenas parece tener fuerza para
sostener al bebe que apenas accede a ver un par de veces, ambas precedidas de
un trago de saliva amarga que es necesario para hacer un poco menos incomodo el
nudo en la garganta que tiene desde que conoció a su hijo.
Todo
esto no lo vi, solo me lo imagine después de que los vi llegar sin saludar tan
amables como acostumbran, yo siempre digo buenas tardes aunque sea de mañana o
de noche, será por costumbre, será por tonto o tal vez sea porque siempre ando
algo borracho, o a medios chiles como decimos por estos lares.
No me
molesta que no me hayan saludado, soy una persona muy tranquila que casi nunca
se molesta por casi nada, sin embargo, me pone triste que la luz que había en
ese hogar se este yendo poco a poco tan solo porque les llego una personita más
oscura que los demás. La señora ya no canta como cuando estaba embarazada, al
señor se le van las tardes y las noches tratando de aceptarlo y sentirse menos
miserable por los reproches de la señora y cada vez los intentos por querer a
su hijo son menos. Las discusiones suben de tono y yo tengo tanto miedo que
cualquier día la familia acabe en desgracia o simplemente se acabe.
Todo
esto no me lo imagino, lo sé porque vivo ahí juntito, en el cuartito de
huéspedes que hicieron a bien en rentarme cuando llegue a Zapopan con una mano
adelante y otra atrás, la señora todavía no estaba esperando y necesitaba
urgentemente alguien que le ayudara con el jardín y no le importo que esa fuera
la unica de mis dos virtudes entre todos los defectos que he ido adquiriendo
con el pasar de los años, de los que entre todos destaca la maldita bebida.
Siempre
quise reunir valor para darle las gracias como se debía y el día que me siento
más sobrio o menos borracho que nunca, la espero en la acera de enfrente de la
casa con mi guitarra simulando que es un día más, la veo venir hacia donde
estoy, trago saliva al mismo momento que me doy cuenta de las maletas que
carga, los lentes oscuros y me pasa de largo. No creo que se haya ido de
vacaciones, con lo bruto que soy jamás me imagine que poco faltaba para que ese
día llegara. Corro a la casa pero no me atrevo a tocar, solo alcanzo a ver por
la ventana de la recamara principal el rostro del señor cubierto de lágrimas y
sosteniendo sin ver a su hijo que por el contrario no deja de verlo y hacer
pucheritos sin que los ojitos se le alcancen a llenar de agua.
Desde
ese día las cosas empeoraron, el señor se tomo vacaciones una semana antes de
las posadas para poder cuidar de su hijo, que con dos añitos apenas caminaba y
no decía una sola palabra. El señor pensaba que estaba enfermo y se la vivía
con los doctores pero yo siempre pensé que nada mas le hacía falta amor. Porque
si bien no carecía de nada, yo nunca veía que saliera a jugar con él en
tremendo jardín que tanto trabajo me costaba mantener, no solo por lo grande y
abundante, sino porque después de que se fue la señora algo paso en la casa que
ya era bien difícil abrir las flores o enverdecer el pasto, el limonero daba
limones secos y las naranjas del naranjo eran jugosas, pero amargas.
El
martes me levante sorprendido por el cantar de los pájaros y los golpes al
portón, me levante como todos los días con algo de resaca, la cabeza pesada, el
estomago revuelto y la boca seca. Me puse la camisa, fui a abrir la puerta y me
destanteo que los pájaros estaban en los arboles de la casa, hace mucho que no
los veía ahí. Abrí la puerta y una viejita morena con dos maletas me sonrió y
me dijo con un acento chistoso: me ayudas mi amor? Sin decir una palabra agarre
sus maletas y le mostré el camino. No sabía quién era ella, pero no me atreví a
preguntar, estaba como encantado, pero no era el único, en el jardín había más
pájaros y cantaban más fuerte, no sé si me lo imagine pero alcance a ver rosas
blancas y rosas en los rosales donde solo había rosas rojas, cuando la deje en
la puerta principal me pregunto sonriéndome otra vez: estuvo buena la guarapeta
de anoche?, le sonreí apenado y camine hacia mi cuarto notando que mi resaca se
había ido, voltee hacia la casa y vi que la viejecita abrazaba al señor como si
fuera su madre. Esa noche me llamaron a la casa para confirmármelo y pedirme le
ayudara a la señora en todo lo que se necesitara.
Muy
tempranito al día siguiente me volvieron a despertar los pájaros, esta vez no
había resaca, el aguardiente se me acabo y con tanta cosa que paso la noche
anterior no fui por mas al expendio, aunque haciendo cuentas, hace años que no
pasaba un día sin tomar. Junto con el cantar de los pájaros escuche una voz
hermosa de mujer cantando canciones de cuna; como por impulso tome la guitarra
y empecé a seguirle el tono y a cantar en mi cama. Al cabo de tres canciones
salí para ver el jardín y cuál fue mi sorpresa ver que no había más rosas rojas
en los rosales, solo blancas, rosas y amarillas. En los arboles había
ruiseñores, yo ni sabía que había por estas tierras, me apresure a cortar una naranja
y desesperado la mordí, estaba dulce. Vi por la misma ventana donde había visto
al señor llorar aquella vez que la abuela se mecía en una silla con su
nietecito en brazos, me acerque sin hacer ruido para ver y oír cómo le cantaba
y el niño reía y ella lo bajaba para que gateara y lo levantaba para que el
niño caminara, pero ella nunca lo soltaba.
Volteo
y me vio, cuando quise retirarme me hablo, fui obediente a la puerta
principal y salió cargando a su nieto en un brazo y en el otro un vaso con agua
de limón, me la dio y me dijo con su acento chistoso: mira nomas que limones
tan jugosos tienes en el jardín mi negro.
Se
quedo en el jardín mientras el niño gateaba persiguiendo pelotas y juguetes,
platicamos largo rato y ahí supe que la nana era de Triana, una comunidad
sevillana en donde había pasado su juventud cantando en las plazas públicas con
sus vestidos andaluces, corriendo de una plaza a otra. Cuando llego con su
madre andaluza y su padre argelino a Jalisco, se instalaron en Santa Ana Tepetitlan,
ahí se caso, tuvo tres hijos y enviudo a los 5 años de casada, vivió ahí poco
más de treinta años cuidando sola a sus tres hijos y después ayudando con los
hijos a dos de ellos. Con el señor no se hablaba ni se veía desde que este se
caso, la esposa del señor siempre se avergonzó de ella, hasta que el lunes
pasado le hablo su hijo llorando desesperado y al siguiente día estaba tocando
la puerta despertándome después de una borrachera.
Le
pregunte por qué me contaba todo eso y me dijo: Ay mi negro, todo ese alcohol
que te bebiste pronto te va a matar, pero no tengas miedo, vas a ser un ángel
que nos va a cuidar a mí, a mi hijo y a este negrito que por fin aprendió a
caminar.
El
miedo que me había dado pensar que voy a morir fue sustituido por el asombro en
cuanto vi al niño caminando emocionado hacia su nana.
Se
metieron a la casa sonriéndome, la nana me invito a cenar, era tiempo de
posadas y a la casa había vuelto la alegría, me dijo que me llevara mi guitarra.
Cuando
llego el señor de trabajar, lo esperaban su hijo y su nana para sorprenderlo
con la noticia que el niño ya caminaba, se puso tan contento que hasta a mi me
abrazo. Cenamos y me ofreció algo de beber, no me había dado cuenta que estaba
a punto de cumplir dos días sin tomar y no tenía nadita de ganas, le rechace la
oferta educado. Salimos al jardín y toque y cante como en mis mejores tiempos,
el señor me pidió canciones y yo las toque todas, la nana reía el niño caminaba
de con su nana a con su papa hasta que cayó rendido. Me pidió la nana que la
acompañara con la guitarra para cantarle una canción al niño que tenia sueño,
empezó la nana a cantar: “Duerme
negrito, que tu mama está en el campo negrito, te va a traer codornices para
ti, te va a traer mucha cosa para ti….” Estaba
tan concentrado en seguir el ritmo y no equivocarme y casi hipnotizado por la
hermosa voz de la nana que no me di cuenta que algo nos deslumbraba, voltee y
era la luna y el cielo estaba tan estrellado como nunca lo había visto y los
ruiseñores vinieron al jardín en la noche, deje de tocar al ver que el niño
dormía profundamente y le pregunte si era ella la que hacia todo eso y me dijo:
no mi negro, no soy yo, eres tú que te estás despidiendo, vete a dormir y
cuídanos mucho mi negro, me beso la frente y la obedecí.
Hoy es
día 25, el señor su hijo y la nana salieron al jardín, a jugar con los regalos
del niño, el señor lo persiguió y se revolcaron juntos, la nana los ve desde la
resolana sonriendo y no puede evitar que una lagrima recorra su mejilla, mira
al cielo para sonreírme también a mí. Es hora de la siesta del niño, se acercan
padre e hijo con la abuela que los besa cariñosa y le dice a su hijo que vaya a
lavarse mientras ella duerme al niño. Cuando empieza a cantar duerme negrito me
apresuro a tocar, vuelve a voltear al cielo para sonreírme, le gana el sueño
también a ella, se acercan los ruiseñores emocionados pero los detengo
ordenándoles que vuelvan a su nido, también se ha dormido la Nana de Santa Ana.
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