viernes, 28 de diciembre de 2012

NOCHE DE PAZ

Noche de Paz

Noche de paz,
noche de amor!
Ha nacido el niño Dios
en un humilde portal de Belén
·         sueña un futuro de amor y de fe
viene a traernos la paz
viene a traernos la paz...
Desde el portal llega tu luz
y nos reúne en torno a ti
ante una mesa de limpio mantel
o en el pesebre María y José
en esta noche de paz
en esta noche de paz...

Por Rebeca Bañuelos.


Me encuentro viendo de lejos a mi madre, preparando las cosas para partir. Está callada, pero concentrada en lo que le ocupa, llenando bolsas con alimentos, botellas con agua y demás objetos que podamos necesitar en el camino.

Desde hace días que la veo así, como emocionada pero preocupada al mismo tiempo y es que dice mi mamá que todo parto puede llegar a complicarse, aunque al final siempre vale la pena, y es que cada vez que me cuenta de cuando yo nací se le llenan los ojitos de lágrimas y de emoción, pues dice que añoraba mi llegada y que aunque el dolor de las contracciones son muy fuertes, cuando me escuchó relinchar por primera vez, los dolores se le olvidaron y sintió alegría en el corazón al saber que yo nacía con bien, después de meses de espera.

El tiempo es poco, murmura mi madre mientras continúa empacando alfalfa, pasto, terrones de azúcar, manzanas rojas, zanahorias y demás comida para nosotros y los que nos acompañan por la larga travesía.

Es hora de partir, me grita mi mamá apurándome, mientras tomo unos juguetes para el camino, tomo sólo mis favoritos, que pienso entregar en ofrenda al pequeñito que iremos a ver, pienso que siendo él y yo pequeños, tal vez compartamos el mismo gusto por lo divertido.

Nos juntamos con los demás caballos de nuestro grupo que se encuentran discutiendo el camino a tomar y el tiempo que nos llevará llegar a nuestro destino: el nacimiento del niño Dios.

Caminamos juntos varios días, siguiendo una estrella brillante en el cielo, la cual dicen los que saben del grupo, que nos llevará directo al nacimiento.

El último día de camino mi madre ya estaba preocupada, pues aunque sabía que al final todo iría bien, le daba pendiente que el niño Dios tuviera todo lo que un bebé recién nacido necesita.

Cuando vamos llegando, me doy cuenta de que se ve una luz deslumbrante que nace de un portal, y caigo en la cuenta de que ahí es donde ha nacido el niño Dios, o Jesús, como dice mi madre que se llama el bebito, es un lugar humilde pero sereno y cuando nos acercamos entre la muchedumbre de humanos y animales, noto que se acomodan para formar una fila para verlo. Impaciente hago el esfuerzo por ver más adelante, mientras escucho a mi madre platicar con otros de distinta especie, diciendo los detalles del nacimiento, el tiempo del parto y la felicidad que tuvieron los padres al recibir y escuchar por primera vez a su hijo.

Es mi turno de acercarme a contemplarlo, me siento curioso y quiero tener tiempo suficiente para observarlo detenidamente y conservar en mi memoria detalles sobre su aspecto, olor y demás características que pueda reconocerle, porque sé que es un ser especial y superior a todos nosotros, y cuando finalmente me acerco a verlo, al final me doy cuenta de que en verdad es un ser distinto, un ser que irradia paz, amor y ternura.

Al verlo se nota la reacción de todos, dan ganas de arrullarlo y verlo toda la noche, pues su gesto es tan relajado y quieto, tiene un humor tan dulce que convierte la noche en una noche tranquila.

Yo, como buen potrillo, prefiero esperar a que crezca un poco, para que pueda subirse sobre mi lomo y pueda llevarlo tan lejos como él quiera, tan rápido como mis fuertes patas lo permitan, y compartir con él mi calor y tiempo, mi vida entera.

Deberé esperar, pacientemente, a que crezcamos los dos.

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