lunes, 5 de noviembre de 2012

Estar en casa no es lo mismo

Por Carlos A. Borrego.

Basado en CONTROL de Evelia Garibay.

                                                                                Mientras las agujas perforan mi piel no emitiré ni un ruido. 
                                                                                El control es lo que importa, mi control. 
                                                                                Y no darle la satisfacción al cabrón.




    Esa mañana fue extraña para Alucard, amaneció con un pensamiento debido a un sueño también raro, el sueño fue extrañamente sencillo, ver a su padre envuelto en una negrura oscura y fría, él solo le dijo: “hijo, puedes estar orgulloso de tu viejo porque, mientras las agujas perforaban mi piel no emití ni un ruido; pude controlar el dolor”, despertó de golpe, una sensación de impotencia y miedo se encontraba en su pecho, no hacía más de 12 hrs recibió una carta del viejo, en la cual decía que todos en casa se encontraban bien.

    Ese mismo día, el tren de las 12 contaba con su presencia, iba camino al pueblo, debía ver a su padre y arreglar todo; el tiempo era justo para llegar antes del anochecer, pero varios kilómetros antes del pueblo el tren freno de golpe, de inmediato Alucard se asomo a ver qué había pasado, el motivo fue que un grupo de 20 durmientes de las vías, fueron retirados, el tren no podía seguir… pero lo más asombroso, ¿cómo quitaron los durmientes y dejaron las vías intactas? Alguien no quería que el tren llegará a su destino, o quizás algún pasajero; nadie tomo en cuenta eso. Alucard decidió caminar hasta el pueblo, mientras andaba un camino oculto entre arbustos y árboles, fue alcanzado por la noche, en su soledad la imaginación fue su compañera, entre ellas y la oscuridad le jugaron algunas bromas. El miedo lo invadió, por lo anterior y la incertidumbre de no reconocer los alrededores, los ruidos del bosque le fueron extraños, al frente, a los lados… detrás. Lo mejor para él fue, regresarse junto a los otros pasajeros del tren.

    Así lo hizo y a lo lejos en el tren todo seguía igual, no se movía aun y los durmientes se distinguían al lado de las vías, ya cerca, no existía persona alguna, estaban todas las maletas, paraguas y abrigos, pero solo eso. No soportó más y corrió al pueblo sin importar los ruidos o cosas parecidas, al llegar a la avenida principal estaba particularmente abandonada con extraños artefactos metálicos puntiagudos en las orillas. Lentamente ingreso al pueblo el único ruido que lo acompañaba era el de sus dientes chocando entre ellos, ya de cerca y al agacharse los artefactos eran… agujas, tijeras y equipo quirúrgico, una voz a su espalda le dijo “Hijo todo estará bien, ellos nos hacen sentir mejor”.

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