Por: Diego Hernández Negrete.
¿Homicidio premeditado en legítima defensa?
El título de
esta entrada de mi diario se debe a una pregunta que me planteé durante un
proceso penal en mi contra, nunca pensé que cuidar mi patrimonio podría
resultar un homicidio, sabía de antemano que existía la legítima defensa, por
supuesto también conocía el término exceso de legítima defensa, tal vez mi
cualidad de prevenir ante cualquier situación me han puesto hoy detrás de las
rejas.
Les contaré como
llegué hasta aquí, celda número trece sin ningún compañero, a pesar del sobre
poblamiento en el penal las autoridades decidieron que debo estar aislado,
pienso que se debe al peligro que corro al estar con homicidas de verdad.
Todo surgió
cuando compré en mercado libre un paralizador eléctrico de 6.7 millones de
voltios, necesitaba de algún artilugio que me protegiera ante los riesgos que
se corren hoy en día con tanto pandillero suelto. No tenía como comprobar su
eficacia, les soy sincero; llegué a desear que me asaltaran para probar mi
nuevo juguete; primer punto, empecé a prevenirme.
Cierto día
conversaba con mi hermano recién asaltado y otro colega, nos relataba cómo lo
habían asaltado y lo que pasó por su mente mientras transcurría el atraco.
Decía que vio
acercarse a su vehículo a un pandillero y lo primero que se imaginó es que lo
asaltaría, el joven se acercó junto con otros dos y le preguntaron por una
calle, mi hermano no conociendo aquella zona le dijo que no sabía, en cuestión
de segundos el pandillero metió medio cuerpo hacia el coche, tomó un celular
que estaba en medio del tablero y salió corriendo perdiéndose entre la multitud
en un tianguis, el resto de la historia no viene al caso; segundo punto,
maquinar un plan de defensa.
Sabía que a mi
alrededor existían múltiples factores de riesgo a los que me exponía desde que
pisaba la calle, lo único que hice fue planear mis reacciones y alertar mis
instintos evitando lo peor.
Un día recorría
sin rumbo fijo las calles menos transitadas y mal iluminadas de la ciudad,
necesitaba relajarme, no recuerdo muy bien por qué estaba tan tenso aquel día.
Me detuve en un parque y por el retrovisor divisé a un peatón que caminaba muy
despacio, tenía lentes oscuros y llevaba una caja de chicles en la mano. Lo
primero que pensé fue que era uno de esos vendedores ambulantes que se hacen pasar
por una terrible enfermedad para vender, cuando llegó a la ventanilla de mi
auto se quedó parado titubeando, imagino que estaba analizando sus
probabilidades de ser detenido y el riesgo de que hubiera testigos en el
parque. Se acercó tentando el carro e intentó con la otra mano picarme los
ojos, lo agarré del brazo y subí la ventanilla, solo me concentré en seguir
cuidadosamente mi plan, al tiempo que aplasté su brazo encendí el carro y pise
al fondo el acelerador, escuché sus alaridos y vi como se arrastraba por el
camino, abrí un poco la ventanilla y su cuerpo se fue hacia las llantas
traseras, el auto le pasó por encima. Mi exceso ocurrió cuando le pasé de nuevo
con la reversa, quería asegurarme de que no se levantara con algún arma y me
hiciera daño. Tercer punto: descartar la ceguera, la duda podría ponerse en mi
contra.
Minutos después
llegó una patrulla y me ordenó que saliera con las manos arriba, le grité que
me había intentado asaltar, no escucharon mi versión de los hechos y me
esposaron sin más. Las últimas palabras que oí del oficial fueron: es él.
No pertenezco a
este lugar, lleno de maleantes tatuados y pandillas re-idealizadas, por
ejemplo, miembros de pandillas contrarias aquí son aliados, la mayoría de ellos
están por robo y consumo de drogas.
Los que la
distribuyeron en el exterior la siguen vendiendo dentro del penal y ellos
conforman otro grupo.
Generalmente los
homicidas están en pequeños grupos aislados, no hablan mucho y difícilmente
cuentan su motivo de encierro, particularmente hay dos casos que no están
ligados a ningún grupo son los llamados asesinos seriales. Uno de ellos
conocido por su tatuaje de enredaderas en el brazo izquierdo jamás cruza una
palabra con otro interno, se limita a observar las actividades de los demás y de
vez en cuando está leyendo algún libro. Corren rumores de que mató y enterró a
cinco personas en un centro comunitario religioso, otros dicen que es inocente
y otra persona lo condujo a la fosa donde lo capturaron y culparon
injustamente. Su rostro expresa rencor y resentimiento, Abraham me contó que le
dieron cadena perpetua sin ningún tipo de beneficio.
Abraham no se
considera un asesino en cadena, dice que fue un arranque de furia y no pudo
controlarse, disparó a 17 personas de las cuales 9 murieron dentro de una
clínica del seguro social, llevaba más de 5 horas esperando a que lo
atendieran. Iba con el psicólogo a tomar una hora de Programación
Neuro-Lingúistica.
Abraham es mi
mejor amigo dentro de la cárcel y es un ex-militar con Trastorno de Estrés post-traumático,
el mismo atribuye su locura a las actividades que realizaba en el departamento
de inteligencia de la milicia, me dijo que él mismo ejecutó a 15 personas en
una casa de seguridad, dijo que estaba de infiltrado en un grupo del crimen
organizado que se hacía llamar los
benjamines. Su objetivo consistía en dar informes periódicos sobre la
ubicación de las armas, drogas etc.
Un día descubrió
que tenían secuestrados a 4 familiares de un deudor, por supuesto eran
inocentes y Abraham sabía que los iban a ejecutar, fue cuando actuó y mató con
granadas de fragmentación a todos los maleantes que había dentro. Su comandante
le dijo que dirían a los medios de comunicación que había sido un
enfrentamiento, la milicia no quería dar explicaciones de por qué había un
infiltrado con un grupo criminal.
Siempre
charlamos con mucho interés aunque no cree que sea inocente, todo el tiempo se
burla en mi cara y dice que con el tiempo flotará la verdad. A veces lo ignoro
y le sigo el juego, dentro de un lugar tan peligroso hace falta parecer el malo
para imponer un poco de respeto.
Últimamente voy
a terapia con un doctor, he tenido sueños muy extraños, para ser más exactos
pesadillas donde hay muertes. Cuarto punto: No creer en los sueños aunque
parezcan reales, les llaman sueños vívidos o lúcidos.
Mi abogado dice
que es un caso muy difícil, dice que uno de mis comodines para salir es la
narcolepsia, habló a solas con el doctor y está muy convencido de que me
sacará. No estoy muy seguro de su plan, escuché que los síntomas frecuentes de
la narcolepsia son ataques de sueño, alucinaciones, somnolencia extrema etc.
Escuchar todas
las víctimas de mis compañeros reos me están afectando, primero vi muerta a
Juanita, nos ayuda en casa con la limpieza, en sus manos tiene una envoltura de
mis bocadillos favoritos, cuando me ve se siente culpable y lleva sus manos
hacia atrás, de repente siento unas ganas inmensas de arremeter contra ella,
justo en ese instante despierto sudoroso. Seguro estuve hablando durante el
sueño, escuché la risa malvada de Abraham. Quinto punto: metete un pañuelo al
dormir.
Esta mañana fui
a la enfermería y me encontré al Doctor acompañado de otra persona, se presentó
como un hipnotista, me hizo firmar una carta donde estaba de acuerdo en
someterme a su tratamiento como parte de la investigación de mi caso. Hizo que
me acostará en el sillón de exploración, tomó mi cabeza y ordenó que me
durmiera, no tuve problemas al hacerlo ya que cada dos o tres horas me daban
unas ganas inmensas de dormir, debe ser por la insuficiente alimentación que
recibo, últimamente me he sentido muy cansado, siento una profunda
desesperanza.
Cuando desperté,
detrás del hombro derecho del hipnotista vi al doctor boquiabierto, pareciera
que él fuera el hipnotizado, preguntó cómo me sentía, estaba renovado, me hizo
descansar lo suficiente aunque otra vez había tenido un sueño terrible. Esta
vez era mi vecino, lo seguía hasta su patio trasero y le clavaba un machete en
la espalda.
Aparentemente
estaba furioso porque el vecino estaba espiando a mi hermana, las miradas de
ambos me perturbó, el hipnotista dijo que los delirios celotípicos eran comunes
en la esquizofrenia. Me quedé mudo. Sexto punto: No dejes que tu mente te
engañé, las pesadillas no pueden ser parte de tu memoria declarativa.
Por la tarde
seguía conmocionado, me visitó mi novia. Tenía los ojos hinchados de tanto
llorar, sus ojos estaban vacíos, sus labios, párpados y cejas estaban caídas,
en sus manos tenía un libro que me trajo un recuerdo, siempre le reprochaba su
amistad con Damián. Le decía que no era normal que la visitara a su trabajo ni
mucho menos que le regalara libros, puso su mano a través del vidrio y empezó a
sollozar. Dejó el libro y se marchó. Séptimo punto: Nunca dejes que se vaya si
no están las cosas bien.
Un señor güero y
de bigote poblado me entrevistó, me colocó una pequeña pinza en el dedo medio,
después me puso una especie de faja a la altura de los pectorales, ambos
estaban conectados a un aparato que manejaba desde una portátil.
Durante todas
las preguntas la gráfica que mostraba el ordenador se mantenía estable,
preguntó por Juanita, mi vecino, Damián y el ciego. Al final su cara reflejaba
desesperación. Finalmente me preguntó si me había drogado al menos 6 horas
antes o si estaba desvelado, salió sin despedirse y vi como movía la cabeza
hacia los lados cuando se le acercó el director del penal. Octavo punto: Finge
estar tranquilo.
Escuché una
fuerte discusión entre el Doctor y el director del penal, hablaban sobre mí. No
había pruebas suficientes pero ¿De qué? Intento tranquilizarme y dormir, mañana
será mi juicio.
Durante mi sueño
estoy en el parque, veo por el retrovisor a un presunto ciego, en sus manos
tiene una caja de chicles, un cosquilleo invade mi estómago, mi plan contra
rateros debe ser puesto en práctica, cualquier mínima provocación hará que se
eleve mi adrenalina, solo debo esperar a que se acerque lo suficiente. Noveno
punto: acábalo.
Declaro esta
entrada de diario como mi única confesión, les explico a detalle mi condición
para que entiendan mi situación y me liberen lo más pronto posible, que estén
conscientes de que soy inocente, soy un escritor que ansía su escritorio para
trabajar.
Escuché al abogado decir que podrían declararme
inimputable, me alegra oír eso y quiere decir que pronto estaré fuera, también
lo escuché mencionar algo sobre un hospital psiquiátrico aunque me causó
gracia, seguro hablaba de otro de sus casos, por supuesto yo no estoy loco.
Compraré una nueva portátil para relatar detalladamente mi estancia en esta
tenebrosa celda donde escucho voces. Décimo punto: Aceptar mi naturaleza.
Fin
Interesantísimo relato que nos captura al narrar vicisitudes que nos revuelcan entre las variantes mentales del personaje. Finalmente sí estaba loco, pero dibuja magistralmente los retorcimientos de los sistemas de justicia y salud mental.
ResponderEliminarA veces están más locos los de afuera.
Siento que de haber estado más trabajado el tema nos hubiése dejado suspendidos en dudar de su culpabilidad.Digo ésto con respeto a la soberanía del autor y como opinión me hubiése gustado el final anticlimático.