lunes, 19 de noviembre de 2018

Al acecho

Por Francisco Medina Troya.

                                                           Al acecho

 ESCENA 1. EXT¬ UN PARQUE CON MUCHA VEGETACIÓN ¬ ATARDECER
**EL ASESINO está escondido tras un árbol de grandes dimensiones. Lleva una máscara blanca con una sonrisa burlona. En sus manos un cuchillo de enormes dimensiones brilla en el ocaso que impregna de sombras escurridizas el parque. Está expectante esperando a una víctima indefensa. Desde su posición,  ve como se acerca una MUCHACHA haciendo running…De un salto se interpone entre la muchacha y su camino. El arma aún brilla con más fulgor. La joven da un salto hacia atrás gritando y queda paralizada por un horror indecible. En sus ojos de enormes pupilas se refleja la máscara como una terrible pesadilla.
*ASESINO
¡Prepárate para morir pequeña zorra! Vas a sentir el filo de mi hoja por cada centímetro de tu piel.
*MUCHACHA
¡No, no, por favor, que esta mañana he ido a la peluquería!
*ASESINO
Pues cambia de local guapita, casi es de noche y veo todas las raíces de tu pelo.
*MUCHACHA
Uff… No me llegó para el tinte (se pone colorada)
*ASESINO
No te preocupes, el rojo de tu sangre le va a dar un toque sutil a tu cabello (riéndose) ¡Prepárate para morir!
*La muchacha corre presa de un horror espantoso hacia una casa abandonada no muy lejos del parque. El asesino la persigue como un poseso pero en ese instante tropieza en un agujero del suelo y al caer se corta dos dedos de la mano izquierda. La sangre sale a borbotones. Gritando se pone de pie y se mira la mano. Los dedos le cuelgan por un hilillo gelatinoso. De un tirón acaba de arrancarse los dedos y los introduce en una pequeña mochila que lleva a su espalda.
*ASESINO
¡Me cago en la madre que me parió! Bueno, ahora no tengo tiempo que perder, luego me acerco a urgencias. Tengo ganas de matar (riéndose a carcajadas). ¡Espérame putita!

** ESCENA 2. INT¬ PLANTA BAJA DE UNA CASA EN RUINAS¬ NOCHE
**La muchacha se refugia en el interior de la casa y se oculta dentro de un pequeño armario. La vivienda no posee puertas y las ventanas están con los cristales rotos. Aunque quedan pedazos adheridos  a los marcos. La suciedad es abundante y innumerables objetos están desperdigados por la estancia. Hay un colchón raído y con restos de heces, sobre él, dos inmensas ratas se acicalan ajenas a los dos humanos.
*MUCHACHA
Creo que tardará en encontrarme. Aunque espero que acabe pronto, va a comenzar “La Matanza de Texas” en breve en el Canal Dark (mirando su móvil con una funda rosa y corazones) No me la quiero perder por nada del mundo. Es mi película favorita.
*ASESINO
¡Dónde te metes! ¡Ven ratita, ratita, mira el rico queso que tengo para ti ( blandiendo el cuchillo de lado a lado) ¡Joder que peste hace aquí! ¡Esto de ser asesino en serie no está pagado hombre! A ver si no me olvido de presentar una queja ante el comité anual de Asesinos, Fantasmas y demás Aberraciones.
*El asesino enmascarado va recorriendo la casa habitación por habitación. Escucha un crujido y por un momento gira la cabeza hacia la izquierda y en ese instante su pie derecho pisa una escoba en el suelo mugriento. El pie con el palo hace efecto palanca y le da de lleno en la boca. El golpe es brutal y una mezcolanza de sangre, dientes y saliva sale disparada al aire infecto de la vivienda.
*MUCHACHA
Ufff eso tiene que doler (murmura desde su escondite desde donde ha visto la acción perfectamente) jijijiji… se va ahorrar un dinerillo en pasta de dientes.
*ASESINO
“Me caagofff enfg la futa, jooderrgl. ¡Fonde te metergl futita!” (Escupiendo trozos de dientes) “Te voy a destrozargll” (Se escucha otro crujido y la mirada del asesino se dirige al armario) “¡Ahí estasff zzzorra!”
*La muchacha sale apresurada de su escondrijo, el hombre la acorrala lanzando al aire cuchilladas. Ella se acerca a una de las ventanas y el asesino se proyecta gritando. Justo cuando va a alcanzarla, se aparta y él se estampa contra la ventana rota. El impacto es tan fuerte que un cristal que aún estaba encajado en el marco, se desprende y cae sobre el brazo que empuña el cuchillo. El cristal, tan afilado como una hoja de afeitar, secciona la extremidad por debajo del codo. Un caño de brillante sangre surge de inmediato del muñón. El hueso está limpiamente cortado, sin ningún resto de astillas. El hombre se retuerce dando tumbos como un pollo sin cabeza. El brazo amputado parece un surtidor, manchando las paredes, el suelo, la cara de la chica, que se queda con un aspecto desagradable.
*ASESINO
¡Joder, joder, joder! ¡No tenía que haberme cargado a aquel tuerto! ¡Mal fario me ha echado el hijo de puta!
*El homicida recoge el trozo de brazo del suelo pringoso espantando a una de las ratas que ya lo mordisqueaba. Ve un fragmento de periódico, lo envuelve e introduce el pedazo de brazo en la mochila junto a los dedos. Como no puede sujetar bien el cuchillo a la mano mutilada saca un rollo de cinta americana de uno de los bolsillos de la mochila y ayudándose de la boca une el arma a la mano sanguinolenta.
La muchacha mientras tanto se está limpiando la sangre de la cara y se pinta los labios con una barra de carmín rosa. Utiliza el móvil de espejo. Cuando acaba pone sus brazos en jarra.
*MUCHACHA
¿Vas a tardar mucho? Empiezo a aburrirme (bostezando) ¿Tan difícil es?
*ASESINO
¡Mira niñata te voy a dar una somanta de palos que se te va quedar la cara como un mantecado en Agosto!
*MUCHACHA
¡Ja… como seas tan efectivo como hasta ahora, lo llevas claro hijo!
*El asesino se reincorpora  y vuelve a perseguir a la joven que sale gritando de una de las habitaciones. Entra en la cocina, está casi desmantelada por completo. Los armarios altillos están con las puertas abiertas y por el suelo yace toda la cubertería. Platos, vasos, bandejas rotas, cacerolas abolladas. Las tuberías del gas han sido tratadas de arrancar de la pared, algunas de ellas están dobladas y otras parecen lanzas puntiagudas. La muchacha esquiva la hoja afilada que pasa silbando cerca de su cuerpo. El psicópata gruñe como un animal rabioso. En el instante que tiene a la muchacha acorralada y va a darle una puñalada mortal tres enormes y repugnantes ratas salen de uno de los armarios inferiores, se meten entre sus piernas y se tambalea hacia adelante. La chica se aparta y el asesino se ensarta en una de las cañerías del gas. El tubo le traspasa el estómago con un sonido gutural y la sangre fluye como una regadera. Se queda allí clavado agarrando el tubo con la mano mutilada de la cual se le ha caído el cuchillo. La chica, al principio impactada por lo sucedido, le mira desde lejos. Después se acerca y se queda observando como la sangre empieza a formar un gran charco. Las ratas han vuelto de nuevo y lamen el plasma con sus asquerosos hocicos. El asesino intenta zafarse de aquel trozo de hierro lacerante, pero solo consigue que su cuerpo salga más mal herido.


*MUCHACHA
¡Vaya para esta noche tenemos brocheta de asesino al jugo gástrico! ¡Mi plato favorito! (Se relame los labios) Aunque yo la pido siempre un poco más hecha.
*ASESINO
¡Serás hija de perra! ¡Sácame de aquí, joder, y verás, chulita de playa!
*MUCHACHA
Jajajajajaja… Me meo “toa”… ¿Pero tú te has visto desgraciado?
*ASESINO
¡Qué me saques de aquí, hostia!
*MUCHACHA
¿Sabes que te digo? Que esto ya me aburre y se me va la noche chico. Lo que no se puede es estar más de una hora para pegar cuatro tajos mal dados. ¡Qué hay que ser más profesional, hombre! ¡Qué no se puede dejar salir a la calle a gentuza como tú! Mira, me largo, ¿vale? A ver si nos documentamos con un buen puñado de películas slasher para la próxima. Hasta luego, chato. (Lanzándole un beso) Por tu culpa voy a tener que ir otra vez a la pelu…
*La muchacha sale por la puerta trasera de la cocina canturreando una canción de Alaska. (Mi novio es un zombi) La luna está ya en su cenit y una fría brisa mueve sus cabellos. Una noche perfecta para ver una buena película de terror con un buen plato de palomitas de mantequilla. A lo lejos la casa abandonada parece un extraño monstruo agazapado.

Ancient killers

Por Ernesto V. Salcedo.

Ancient killers
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. SALA DE JUEGOS - NOCHE.
En una mesa hay dos ancianos, Mr. PENGUIN (75) y Mr. HORSEHEAD (83) jugando a las cartas. Hay otros cinco ancianos sentados en viejos sillones viendo una película.
Mr. HORSEHEAD
Me estoy meando.
* Se levanta y se aleja despacio hacia la puerta de salida.
Mr. PENGUIN
Viejo chocho, ahora, como siempre, se perderá y tendré que ir a buscarlo.
* Se levanta y sigue a su amigo MASCULLANDO en voz baja. Al salir cruza una mirada de desprecio con la enfermera Mrs. FLETCHER (50) que vigila la puerta.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLOS - NOCHE.
Mr. Horsehead camina dando tumbos a lo largo de varios pasillos. Llega a una puerta metálica cerrada. A la izquierda hay un escáner. Apoya la mano en la pantalla. Un rayo verde analiza el contacto. Aparece el mensaje: “GENERAL HORSEHEAD-AUTORIZADO”. Se abre la puerta. El anciano la cruza. Mr. Penguin entra tras él.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. QUIRÓFANO – NOCHE.
En la habitación hay dos camillas. Entre ellas hay una pequeña mesa repleta de material quirúrgico. Hay bisturís, fórceps, disectores y tijeras. En una de las camillas hay algo tapado con una sábana blanca conectado a un monitor que muestra sus latidos. En la pared derecha hay un archivador blanco. Mr. Penguin agarra fuerte del brazo a Mr. Horsehead.
Mr. PENGUIN
¿Dónde estamos? ¿Cómo hemos podido entrar? ¿Quién coño eres?
Mr. HORSEHEAD
(totalmente ido)
Tengo sueño. Me voy a dar una cabezadita.
* Mr. Horsehead da la espalda a su amigo y camina hacía la camilla ocupada. Levanta la sábana. Hay una anciana que duerme desnuda. El viejo se acurruca junto a ella y comienza a tocarle los pechos. El monitor comienza a AULLAR. Mr. Penguin se acerca a ellos.
Mr. PENGUIN
¿Qué haces con MARTHA (81)? Sé que te mola, pero te estás pasando.
Mr. HORSEHEAD
Déjame, creo que le gusta.
* La anciana abre los ojos. Están en blanco. Mr. Horsehead se levanta (asustado) y agarra la mano a Mr. Penguin. El pecho de la anciana palpita como si algo quisiera escapar de su interior. El tórax EXPLOTA y sale volando de él un marcapasos que se incrusta en el abdomen de Mr. Horsehead. Mr. Penguin trata de arrancarlo mientras Mr. Horsehead CHILLA como un cerdo. Del marcapasos sale una broca que taladra las entrañas de Mr. Horsehead. El marcapasos se hunde en ellas arrastrando las manos de Mr. Penguin. La sangre mana a oleadas. Mr. Penguin lo suelta y se aleja un par de pasos. Mira (horrorizado) sus manos empapadas en sangre. El marcapasos ESTALLA esparciendo pedazos de Mr. Horsehead por toda la habitación. Varios trozos impactan en Mr. Penguin.
Mr. PENGUIN
¡Joder!
* Mr. Penguin se limpia la cara con un pañuelo y, esquivando los restos que hay esparcidos por el suelo, abre el archivador. Busca en él y coge el fichero con el nombre de Martha. Lo lee. Cierra (enfadado) el dossier y mira a su alrededor. Agarra una consola y un TASER que están a su izquierda. Se agacha y coge la cabeza de Mr. Horsehead por los pelos y la coloca frente a su cara. La sangre gotea del cuello cercenado. La cabeza de Mr. Horsehead tiene una expresión de sorpresa en la cara.
Mr. PENGUIN
(extrae un ojo de su cuenca con los dedos y lo clava en un bolígrafo)  
Viejo amigo, hoy va a correr la sangre en el balneario.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. SALA DE JUEGOS - NOCHE.
Mr. Penguin entra en el salón.
Mrs. FLETCHER
¿Por qué habéis tardado tanto? ¿No os la encontrabais? ¿Estabais jugando con vuestras cositas?
* Mr. Penguin lanza un derechazo a la enfermera que cae al suelo. Mr. Penguin activa la consola con el ojo de Mr. Horsehead. Toquetea la pantalla. Los cinco ancianos que están viendo la televisión se levantan al unísono con los ojos en blanco. Se arrancan las dentaduras postizas con las manos. En su lugar, rasgando sus viejas encías, aparecen unos dientes afilados metálicos. Sus bocas rezuman sangre. Comienzan a CASTAÑETEARLOS mientras avanzan hacía Mrs. Fletcher. Uno de ellos va en andador. Mr. Penguin se va.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO FRENTE PUERTA SALA DE JUEGOS - NOCHE.
Mr. Penguin ROMPE el cristal de la manguera de incendios. La coge. Se dirige con ella a la puerta. Mientras la cierra, aparece la cabeza de Mrs. Fletcher que queda atorada entre las compuertas. Mr. Penguin rodea el cuello de la enfermera y los dos tiradores metálicos con la manguera. Mrs. Fletcher está atrapada.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. SALA DE JUEGOS - NOCHE.
Los cinco ancianos avanzan arrastrando los pies hacía Mrs. Fletcher que patalea histérica. El anciano del andador está más retrasado. Los cuatro primeros alcanzan a la enfermera. Rasgan el vestido blanco y comienzan a devorar su carne. Muerden su cuello, sus pechos, su culo y, el último, sus piernas. La sangre fluye en cascada. Saborean los trozos que cuelgan de sus dientes. Llega el quinto abuelo. Quita los zapatos a Mrs. Fletcher de un manotazo. Huele los pies, arruga la nariz y vomita un monumental chorro amarillo con tropezones. El anciano se tapa la nariz con una mano y empieza a morder los dedos de los pies. Mastica los dedos con la boca abierta. Los huesos y uñas CRUJEN entre sus dientes. Los ancianos disfrutan del banquete revolcándose en vómito, sangre y vísceras.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO FRENTE PUERTA SALA DE JUEGOS - NOCHE.
Mrs. Fletcher BERREA. Su cabeza se agita a lo loco. La sangre tiñe el quicio de la puerta y se desliza por debajo de la misma. Se oye un DESGARRO y la cabeza cae al suelo.
Mr. PENGUIN
(poniendo un pie sobre la cabeza como si fuera un balón)
Y ahora querida, es el turno del doctor.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO PRINCIPAL – NOCHE.
Hay un pasillo gris, con varias puertas a ambos lados, con un camino azul central manchado en el centro con un reguero de sangre. Mr. Penguin está a cinco metros de la puerta del fondo con la cabeza de la enfermera a sus pies. Mr. Penguin da una patada a la cabeza que IMPACTA con la puerta. Queda un manchurrón de sangre y sesos en ella. La puerta se abre y sale el Dr. BRAINDEAD (45) que viste con bata blanca y gafas de pasta.
Dr. BRAINDEAD
¿Qué ocurre aquí?
Mr. PENGUIN
Ha llegado el momento de ajustar cuentas, capullo.
Dr. BRAINDEAD
Creo que no.
* El doctor pulsa un botón de su reloj. No ocurre nada. Lo pulsa (nervioso) de nuevo.
Mr. PENGUIN
¿Qué pasa? ¿No funciona su juguetito? Se ha metido con quien no debía. Estaré decrépito y senil, pero sigo siendo el jodido mejor hacker de la historia.
* El Dr. Braindead ataca a Mr. Penguin, pero el anciano saca el TASER y dispara al doctor que se desmaya entre convulsiones.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO PRINCIPAL - NOCHE.
El Dr. Braindead está de pie, atado de pies y manos. A su espalda está Mr. Penguin. Delante de ellos, a unos metros, hay dos ancianos sentados en sendas sillas de ruedas automáticas encarados hacía ellos. Tienen los ojos en blanco.
Mr. PENGUIN
Interesante lectura sus archivos secretos. Me gusta la parte en la que hablan del programa experimental del gobierno para crear soldados totalmente prescindibles. Gran idea dejar que un científico loco coja a unos desprevenidos ancianos al borde de la muerte y los convierta, con su pervertida imaginación, en veteranas kamikazes como Martha, en hambrientos caníbales como mis aburridos colegas de salón o desarrolle incluso una sección motorizada.
Dr. BRAINDEAD
 (suena una SIRENA en todo el complejo)
No sabe lo que hace, jamás saldrá vivo de aquí.
Mr. PENGUIN
(activando la pantalla con el ojo de Mr. Horsehead)
Puede, pero lo que sí que tengo claro es que tú lo tienes muy, muy crudo.
* Mr. Penguin se aparta. Los ancianos comienzan a rodar hacía el Dr. Braindead. Este se gira e intenta huir dando pequeños saltos. Un anciano lo derriba. El doctor cae de bruces contra el suelo golpeándose la cara. Escupe varios dientes. Ambos ancianos derrapan enfilándose de nuevo en dirección al doctor. Pulsan un botón. Salen varias cuchillas en las llantas. Se lanzan a por el doctor que se arrastra como un gusano. Levanta el cuerpo para ver dónde están. Un anciano le raja el estómago. Los intestinos se desparraman por el suelo. El doctor sigue huyendo. Su intestino va quedando tras él como una ristra de longanizas. Los ancianos hacen eses pisándolo. De pronto frenan sobre las vísceras y el doctor, al avanzar, sufre un bloqueo y se derrumba. Da con la cara en el suelo otra vez. Los ancianos liberan el intestino. El doctor sigue reptando. Con un sincronizado combo, los ancianos le rajan ambos lados del cuello, cercenándole la yugular. El doctor se desploma. Mr. Penguin se acerca al doctor.
Dr. BRAINDEAD
(habla mientras la sangre sale a borbotones por su cuello)
Iluso, cree que ha vencido. Escuche, escuche el sonido de su derrota.
* Se oyen ROTORES de helicópteros acercándose. El doctor muere bañado en sangre. Mr. Penguin se acerca a la ventana.
** EXT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. JARDIN - NOCHE.
Aterrizan, junto al antiguo cartel amarillo de bienvenida al balneario Cristal Lake, tres helicópteros negros con un símbolo formado por círculos blancos entrelazados pintado en los laterales. Se abren sus puertas. Salen treinta soldados armados hasta los dientes.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO PRINCIPAL - NOCHE.
La consola de mando está en las manos de Mr. Penguin. Se ven, en pantalla, cien nombres. De ellos, dos están en rojo, siete en verde y el resto en azul. Mr. Penguin acerca el ojo de Mr. Horsehead al escáner. Un piloto se pone en amarillo. Mr. Penguin selecciona noventa nombres azules que pasan a verde. Queda uno sin activar. Pone MR. PENGUIN en él. Lo pulsa. Se oyen GRITOS y EXPLOSIONES de fondo.
** INT. BALNEARIO CRISTAL LAKE. PASILLO PRINCIPAL - NOCHE.
Mr. Penguin está de espaldas junto al cuerpo del doctor. Con su mano izquierda arranca la piel y la carne de su brazo derecho, lanzando los restos sobre la cara del doctor. Deja a la vista un brazo robótico. A continuación, hace la misma operación con el brazo izquierdo. La sangre se desliza por las piezas metálicas que forman sus nuevos brazos y gotea en la boca abierta del cadáver del doctor. Los brazos se transforman en dos cañones de fusil. Mr. Penguin gira la cabeza. Sonríe. Tiene los ojos en blanco.

EL MONSTRUO DENTRO DE MÍ

Por Salvador Bayona Bou.

EL MONSTRUO DENTRO DE MÍ

PERSONAJES
Dra. Marie-Thérèse Maxa, neuropsiquiatra.
Juez O. Metenier, magistrado, con un gran bigote imperial.
Monsieur Maurey, paciente.
Fifí, enfermera joven, con el rostro quemado.

ACTO I
ESCENA 1
Interior de clínica. Se trata de una sala alicatada con azulejos verdes. En el centro, bajo una lámpara de quirófano, una silla de inmovilización con correas en brazos y piernas. A la derecha, un par de mesas, una de ellas con herramientas quirúrgicas. A la izquierda, un biombo y una doble puerta de acceso.


M. MAUREY
(Entra M. Maurey en escena acompañado de la Dra. Maxa y Fifí)
Nadie tiene más interés que yo en llevar a cabo esta terapia. Lo dije durante el juicio, y lo repito ahora: no deseo otra cosa que verme libre de esta pulsión aberrante que me consume.

DRA. MAXA
Por supuesto, querido. Somos especialistas en casos como el suyo. Llevamos años colaborando con el juez Metenier y nunca hemos tenido un caso de reincidencia. Venga, siéntese aquí.

M. MAUREY
¡Cómo me alegra oírle decir eso! De verdad. Creo que el juez Metenier es un buen hombre. ¿No lo cree usted también? Él mismo fue quien propuso conmutar la pena por esta terapia… ¿Son necesarias las correas?

DRA. MAXA
Sí, son necesarias, pero no se preocupe. Es sólo para la primera fase de la terapia. ¿Ve? Están acolchadas para no hacerle daño. Es como una butaca de teatro. Fifí le fijará la correa de la cabeza. Mire que delicadeza tiene esta niña. ¿Lo ve? No tiene de qué preocuparse. Y por lo que respecta al juez, pronto podrá verle. Suele pasar por aquí para hacer seguimiento de la terapia. Él y yo nos entendemos muy bien. Digamos que los dos perseguimos los mismos fines, cada uno desde su ámbito profesional. Ahora discúlpeme un momento, Fifí le atenderá.
 (Sale de la escena)

M. MAUREY
¿También es necesario inmovilizar la cabeza?

FIFÍ
Eso parece. La doctora me insistió mucho en que la cabeza debe estar firmemente inmovilizada.

M.MAUREY
Entonces, adelante. ¡Qué alegría! Por fin me veré libre. En fin, querida Fifí ¿Sabes tú qué tasa de éxito tiene la terapia?

FIFÍ
No, mi buen señor. En realidad yo únicamente preparo a los pacientes. Luego suelo acabar la jornada y ya no vuelvo a verles. De modo que supongo que sí, que tiene mucho éxito. Aunque sólo hace un año que trabajo con la doctora.

M. MAUREY
¡Qué encanto de chiquilla! ¿Por qué agachas la cabeza?, ¿es por eso que tienes en la cara? No debes avergonzarte. ¿Qué te pasó?

FIFÍ
Fue hace 20 años. Yo era una niña, allá en Bretaña. Un hombre con pasamontañas… en fin, me hizo mucho daño y luego me aplastó la cabeza con una piedra y luego, pensando que me había matado, echó ácido sobre mi cara. ¿Sabe? Es difícil superar algo así. He tardado mucho, pero ya no hay rencor en mi corazón. He aprendido a vivir en paz conmigo misma. Ya no deseo el mal a nadie, ni tan siquiera a él, dondequiera que esté. ¡Ah! ¿Se encuentra bien? Ha palidecido de pronto y está repentinamente cubierto de sudor. ¿Quiere que llame a la doctora?

M. MAUREY
No. No es nada. Ya me recupero. No me mires. Siento mucho haberte asustado… Lo siento mucho.
(Entran la Dra. Maxa y el Juez Metenier)

DRA. MAXA
¿Qué has traído? ¿Una botella de chianti? Eres incorregible, Óscar. Sigues al pie de la letra el libro de Hannibal Lecter, pero tal vez deberías inventar tus propias recetas ¿no crees? Y tú Fifí, ¿has atendido bien a nuestro paciente? Tenéis muchas cosas en común, él también es de Bretaña, como tú. ¿Se lo ha contado ya, Monsieur Maurey?

M. MAUREY
No… no lo he hecho ¿Podemos empezar ya? Por favor. Juez, por favor, dígaselo usted. Hagámoslo ya. Necesito que me curen pronto. No puedo esperar ni un minuto más.

DRA. MAXA
(Tomando de encima de la mesa una sierra quirúrgica eléctrica)
Por mí no hay problema, lo tenemos todo preparado.

M.MAUREY
(Mirando, asustado, la sierra)
¿Eso para qué es? ¿Esto no era una terapia? ¿Algo como la hipnosis? No es necesario cirugía. ¿Verdad Juez? Yo no he dado autorización para la cirugía. Dígaselo Juez, dígaselo. Empecemos ya, pero sin cirugía.

JUEZ METENIER
No tenga prisa. Hay tiempo. Precisamente ahora hay tiempo. Estoy seguro de que no le ha contado a Fifí la razón por la que se encuentra aquí. No. No me diga que no es importante, porque lo es, y mucho. ¿Sabes, querida niña, por qué fue condenado Monsieur Maurey? Pues bien, yo te lo diré: este hombre era un violador y asesino de niñas. ¿Su firma? Cuando acababa les arrojaba ácido. ¿Te suena, Fifí?

FIFÍ
(Horrorizada)
No. No es posible. Después de tanto tiempo. ¿Fuiste tú? ¡No! ¿Qué es esto? La ira regresa. Toda la paz que tan duramente había construido durante estos años se ha derrumbado como un castillo de naipes. Tú, hijo de la gran puta… ¿Cómo pudiste?

M. MAUREY
Lo siento. Lo siento mucho. Estoy enfermo. He cambiado: quiero librarme de esto. ¡Ustedes dijeron que me librarían de esto! La terapia. Por favor, que empiece la terapia. ¡He cambiado!


FIFÍ
No. Esto no puede acabar así. Este cabrón debe pagar lo que me hizo ¡Mírenme, soy un monstruo por su culpa! No puede escaparse así. No ahora. ¡Debe sufrir por lo que me hizo!

JUEZ METENIER
No va a escaparse, no te preocupes. Y va a sufrir. Estamos aquí para hacer justicia. ¿Quieres participar? Te ofrecemos ahora la oportunidad de hacerlo.

FIFÍ
Sí. Por supuesto. Estoy dispuesta a todo.

M. MAUREY
¿Qué está diciendo, señor juez? Usted me prometió… ¿Qué van a hacerme?

DRA. MAXA
(Situándose detrás de él)
Lo que solemos hacer en casos como el suyo. Primero le abriremos el cráneo con cuidado de no dañar el cerebro. A continuación, una pequeña incisión en el abdomen nos permitirá extraerle un metro y medio de intestino delgado, con el que le someteremos a estrangulamientos regulares que provoquen una hipoxia gradual. Cuando el cerebro esté en su punto, nos lo comeremos. Es muy posible también que le saquemos los ojos. Su sabor combina excelentemente con un cerebro hipóxico, bien cargado de adrenalina.
 (Comienza a seccionar la parte superior del cráneo con la sierra. La sangre salpica ligeramente la bata de la doctora)

FIFÍ
¡Cómo grita, el degenerado!, ¡y cuánto tiempo he soñado con esto!

M. MAUREY
¡Piedad! ¡Tengan misericordia! ¡Estoy arrepentido!

JUEZ METENIER
¿Ahora pides piedad? ¿Quién iba a tener piedad de un monstruo como tú? Yo te lo diré: solo otro monstruo se compadecería de ti si te viera en esta situación. Ahora es el momento de la justicia. Fifí, acércame un bisturí, vamos a ver ese intestino.

FIFÍ
No vaya demasiado rápido. Tiene que sufrir. Mucho.

DRA. MAXA
Por supuesto, y tiene que verlo. La adrenalina le da un regusto ligeramente ahumado. Cuanto más dolor, más péptidos, que aportan el punto de sal necesario, ya lo verás, querida Fifí

JUEZ METENIER
(Abriendo en canal el vientre, y extrayendo el intestino delgado. M. Maurey vomita sobre su pecho)
¡Maldita sea! Y la hipoxia, no lo olvidemos. Hay que someterlo a breves periodos de hipoxia. Eso le da al cerebro un ligero toque agridulce y ayuda a una mejor digestión.

JUEZ METENIER (continúa)
 (Enrolla el intestino de M. Maurey en torno a su cuello)
Toma, querida Fifí, a mi señal, estira, pero con cuidado, no se rompa.


DRA. MAXA
¡Ya está! Ya se ha abierto. Estrangulad ahora. Eso es, eso. Ved cómo adquiere un tono ligeramente azulado. ¡Oh! Esto va a estar delicioso. Aflojad ahora. Que vuelva a fluir el oxígeno. Fifí, acerca aquella mesa.
 (Fifí arrastra desde la esquina una mesa con un mantel a cuadros rojos y blancos, y la coloca detrás de M. Maunier. La doctora deposita la tapa del cráneo sobre ella, junto con el vino y toma una cucharilla).

DRA. MAXA (continúa)
Estrangulad de nuevo ahora, por favor. Así, sí. Mmmm, está delicioso.
 (Toma una cucharada del cerebro y se la come)

M. MAUREY
¿Qué está haciendo? ¡No veo nada!

JUEZ METENIER
(Vacía una de las cuencas con una cucharilla y se come el ojo)
En ese caso, no va usted a necesitar los ojos ¿verdad? ¡Oh, este toque crujiente me vuelve loco! Ven aquí, Fifí, prueba tú. No. No te hagas la remolona. Recuerda que es justicia lo que estamos haciendo. Ahora tendrás tu venganza.
(Fifí, dubitativa al principio, toma furiosamente una cucharilla del cráneo de M. Maurey y se la introduce a él en la boca. Este comienza a balbucear dejado caer de su boca trozos de cerebro)

M. MAUREY
Mo… mons… truos… mons…
(muere)

DRA. MAXA
Muy divertido, querida, pero no lo hagas tan rápido. Acabas de estropear la parte del cerebro que controla el habla. Mira, El juez y yo le estrangulamos ahora y tú come de esta zona, querida, esto le mantendrá plenamente consciente.

JUEZ METENIER
(Mientras ambos estrangulan y Fifí come)
Querida doctora, su intuición resultó acertada. Creo que hemos encontrado en Fifí una discípula perfecta.

FIFÍ
(Vomita copiosamente sobre la cabeza de M. Maurey)
No… No puedo. Pensaba que sí, pero no soy capaz. Él tenía razón. ¿Quién es el monstruo? ¿No lo somos todos? Él, al menos, quería escapar de su condición, pero ustedes encuentran placer en el dolor ajeno. ¿Acaso no les convierte eso en monstruos?, ¿acaso no lo soy yo también ahora que me he dejado llevar por la ira y he participado en su macabro juego? No. No lo haré. No formaré parte de esto.

JUEZ METENIER
(Se acerca despacio, sonriendo y abriendo los brazos)
¡Pobre niña! Lo comprendo. No sufras más. Ya que no quieres, no lo harás. Ven aquí, a mis brazos.

JUEZ METENIER (continúa)
 (Fifí se acerca, llorando, y el juez Metenier la coge del cuello y comienza a estrangularla)
Mi buena doctora, me parece que hoy tendremos segundo plato.

(TELÓN)

Siempre más

Por Yol Anda.

Siempre más
ACTO I
ESCENA PRIMERA
(Una habitación de hotel. Las paredes, empapeladas con dibujos de flores extrañas, rezuman humedad. Un perchero con un bombín olvidado lleno de polvo, el busto de Palas Atenea presidiendo la entrada, un viejo escritorio frente a la ventana donde reposa sentado POE y una cama deshecha).
POE: Aquí estoy, al filo de la lúgubre media noche, embebido en este antiguo manuscrito. Cabeceando, medio dormido, solo… (Se oyen fuertes golpes a través de la puerta). ¿Qué ha sido eso? ¿Alguien llama a mi puerta? Oh, habrá sido un ruido y nada más. (Unos pasos se acercan a la puerta y se detienen de pronto). Ciertamente algo sucede afuera. Dejadme de una vez resolver el misterio de este gélido diciembre. Pero, ¿cómo? ¿Será el viento y nada más? No es el crujir de la seda de estas cortinas rojas. Es un visitante a la puerta de mi cuarto queriendo entrar. ¿Leonora? ¿Eres tú, Leonora?
ESCENA SEGUNDA
(La puerta se abre bruscamente y aparece LEONORA empujando a un VIEJO hacia el interior de la habitación. El hombre cae al suelo ante un estupefacto POE).
LEONORA: Ni se te ocurra gritar, engendro del demonio. Eres mío. ¡Por fin eres mío!
VIEJO: (Intentando zafarse de las cuerdas que le atan los brazos a la espalda mientras se incorpora). ¡Señorita! Por favor, discúlpeme.
LEONORA: ¡He dicho que calles, inmundo! Ah, lo sé. Mi juventud y lozanía te han engañado. Pensaste que podías con una moza de piel pálida y pies menudos, pero te equivocaste. (Tirándolo sobre la cama). Túmbate ahí.
VIEJO: ¡No! ¡No! ¡Piedad para este ciego! ¡Si ni siquiera la veo! ¡No la pude ofender!
(LEONORA agarra el busto de Palas Atenea con dificultad, pero consigue lanzarlo sobre la cabeza del VIEJO, que queda inconsciente sobre el catre. Abundante sangre se desliza por su frente comenzando a formar un charco. El busto cae hecho añicos sobre el suelo).
LEONORA: ¡Ja, ja, ja! Viejo inútil. Te vas a enterar de las consecuencias de importunarme. (Alzando la voz). ¿Querido? ¿Estás escuchando? ¡Ja, ja, ja! Tranquilo, todavía no he empezado. Únete a la diversión.
(POE se levanta del sillón arrastrando la pierna izquierda con solemnidad. Deja el bastón apoyado en la pared y se dirige hacia LEONORA. Esta, le sonríe con desvergüenza y contempla sus cicatrices con dulzura).
LEONORA: Pobrecito mío. Pobrecito Poe. Cada día más malogrado.
POE: Maldita seas, Leonora. ¡Sal de mi mente! ¡Fantasma cruel! Ya tuve suficiente llorando tu muerte, deseando tu vuelta. Sufriendo sobre tu tumba noche tras noche. ¿Por qué me haces esto?
LEONORA: Tú me quisiste de vuelta, querido. ¿Recuerdas? ¿Recuerdas tus súplicas pese a la negativa de aquel cuervo y su tajante «Nunca más»? Pues tus deseos se cumplieron. ¿No estás contento querido? ¡Vuelvo a estar a tu lado! (Ríe espasmódicamente).
POE: Pero no eres tú… Eres diabólica. Me obligas…, me obligas a hacer cosas…
LEONORA: (Interrumpiendo). Cosas que quieres hacer, amor mío. Que siempre has querido hacer.
POE: (Dirigiendo la mirada al VIEJO retorcido en la cama, algo en su interior se enciende. Su semblante cambia poco a poco y un brillo enfermizo aparece en sus ojos). Bendita LEONORA, cuánta razón tienes. ¿Qué haría sin ti? Siento lástima por este viejo inmundo y de sus ojos inertes, pero también quiero matarle, quitarle la vida entre angustiosos llantos. Que sufra como he sufrido yo toda mi vida. Sin consuelo posible, sin escapatoria. Quiero que le duela y recrearme. Recrearme como cuando uno es un niño y se entretiene poniendo el cebo en el anzuelo cuando marcha al río a pescar. Atravesando con deleite cada minúsculo cuerpecito de cada diminuto gusano mientras se retuerce. Eso quiero.
LEONORA: Y eso tendrás, querido. (Se abalanza sobre POE y se besan apasionadamente. Lo lanza hacia la cama aplastando al VIEJO, y se sienta sobre él subiéndose la falda. Copulan con fruición y violencia, entre gritos, mientras se arañan, se tiran de los pelos y se propinan bofetones. El VIEJO, aun tambaleándose bajo ellos, continúa inconsciente).
ACTO II
ESCENA PRIMERA
(Una lóbrega estancia en semioscuridad. Una antorcha dibuja sombras funestas por la cámara. Las paredes de ladrillo están salpicadas de sangre. Se abre con un sonoro chirrido la puerta oculta que da paso a esa habitación secreta).
POE: Aquí estamos, maldito viejo. Por fin obtendrás tu merecido. (Tirándolo con furia, la cabeza del VIEJO se golpea contra el suelo y se oye un chasquido de huesos).
VIEJO: (Echándose las manos a la cabeza). ¡Arrgggg!
POE: ¿Pensabas que te ibas a librar? ¿Que esa mirada muerta iba a ser tu salvoconducto? De eso nada. ¿Prefieres seguir vivo para sentir cómo cerceno tus piernas o quizás prefieres que extraiga antes tu vil corazón?
LEONORA: (Acercándose a ambos con un bolso de viaje). Dime, esposo, ¿eliges la sierra para esta ocasión o utilizamos nuestro predilecto destornillador? Diría que, para ser justos, esos ojos deberían estar fuera de sus órbitas, pues flaca labor hacen.
POE: (Aproximando el oído al pecho del VIEJO). Ahí está su corazón. ¿Lo oyes, Leonora? Latiendo con fuerza, como el del un joven potro a punto de ser sacrificado. Pum, pum, pum, pum… No lo puedo resistir. Es cada vez más fuerte. Insoportable. Innegociable.
LEONORA: (Acercando el destornillador a POE). Aquí tienes. Lo mejor es clavarlo en el lagrimal, ya lo sabes. Muy bien, así, con fuerza. (Clava de una fuerte punzada el artilugio y sale un chorro de sangre disparado hacia su rostro). Así…, perfecto, querido. Lame su sangre caliente, engúllela y saboréala. Ahora, muy bien, retuércelo y haz palanca para que salga intacto. (Entre aullidos de dolor del VIEJO). Un poco más, arranca los tejidos, rasga el nervio y los pequeños músculos. Ahí lo tienes, un poco más.
POE: (Jadeando). Oh, divino tesoro. Usaré ahora las manos si no te importuna, Leonor. Me gusta palpar su redondez, sentir sus resbaladizos jugos y tirar de él hasta hacerlo mío. (El VIEJO lanza un grito aterrador). Aquí está. ¡Ja, ja, ja! Embriagador. (Admira el ojo sobre la palma de su mano y la cierra con furia hasta aplastarlo). Ohhh, ahora, ahora sí. Disfruta, Leonora. Disfruta como yo.
LEONORA: Ese es mi esposo diabólico. Deja que me encargue yo del otro.
VIEJO: (Con el rostro lleno de sangre). ¡Por Dios! ¡Parad! ¡Parad! No lo soportaré, apiadaos de mi alma…
POE: ¡Calla! (Le tapa la boca con el ojo aplastado y lo empuja hacia adentro). ¡Mastica! ¡Así aprenderás!
VIEJO: ¡Piedad!
LEONORA: (Haciendo caso omiso). Trae el destornillador, querido. Bueno, no, deja que pruebe con esta ganzúa. Es más afilada y podré… (Clavándola en un extremo del otro ojo). Podré… (Presionando con fuerza). ¡Voilà! (El ojo sale disparado hacia una de las paredes y se queda pegado en ella). Tiempo récord.
(Ambos se carcajean diabólicamente durante varios segundos mientras el VIEJO, entre estertores, lanza un grito al techo de la cámara intentando que alguien acuda en su ayuda).
ESCENA SEGUNDA
(POE abandona la cámara accionando una palanca oculta, pero permanece escondido mirando a través de la puerta. LEONORA, frente al VIEJO, le abofetea para que no pierda la consciencia).
LEONORA: Oh, no. No he vuelto a la vida para que te rindas tan fácilmente. No he traspasado una y otra vez el umbral de la muerte para que seas tan frágil, viejo. Ven, alégrate. (Rasgándose el vestido y mostrando los pechos desnudos). ¿Has palpado una piel tan suave como esta? ¿Has probado una carne tan prieta y rosada? (Acercándole los pezones a la boca). Lame, viejo. Muerde. (El VIEJO obedece). Retuérceme de placer. (Se embadurna los pechos con la sangre que mana de las cuencas vacías). ¿Te gusta tanto como a mí? Oh, sí. Claro que sí. Deja que te haga disfrutar de lo que es una mujer, escoria. Jamás has visto nada igual. (LEONORA se deshace del vestido y de las enaguas y agarra el miembro viril del VIEJO por encima de la ropa). ¡Vaya! Todavía funciona. No sabes la alegría que me das. (Le arranca el pantalón raído y su miembro asoma brillante y enhiesto). Deja que te dé placer, viejo. Deja… (Comienza a acariciarlo cada vez con más fuerza, apretándolo levemente con la mano al principio para acabar machacándolo con furia embravecida). ¡Deja! ¡No te quejes! ¡Te gusta!
VIEJO: (Gritando de dolor). ¡Arrggg! Pare, pare, por favor. Señorita… ¡Arrggg!
LEONORA: Sabes que no voy a hacerlo. Sabes que continuaré hasta que la carne viva de tus entrañas rabie de dolor y sangre. Pararé cuando el escozor se convierta en insoportable y nunca hayas deseado tocar a una mujer. (El VIEJO, entre convulsiones, eyacula sobre LEONORA, que se relame y ríe. Al punto, coge un cuchillo afilado y cercena el miembro del VIEJO de un tajo provocando un río de sangre). ¿Querido? ¿Vuelves ya? Te lo dejo para lo que remates.
ESCENA TERCERA
(POE se sube los pantalones y accede al llamado de su esposa. Lleva en las manos una sierra mecánica. LEONORA se levanta del suelo y, desnuda, se apoya en una de las paredes encendiendo un cigarrillo. El VIEJO llora en un charco de sangre).
POE: Dicen que es el último modelo. No hace falta serrar hasta la extenuación cada miembro, querida. Mira, accionando esta manivela, el instrumento se maneja con mucha más facilidad. (Le muestra la herramienta).
LEONORA: (Sonriendo maliciosamente). Enséñame.
POE: (Acercándose al VIEJO y poniendo la sierra a la altura del hombro). Mira, mira qué velocidad. (Comienza a serrar el brazo izquierdo y una lluvia de sangre se esparce por toda la habitación). ¿Has oído? Inmejorable. Sublime. (Continúa cortando el brazo hasta finalizar). ¡Ja, ja, ja! ¡Estos tiempos modernos! Sigamos, sigamos… Dejemos todo impoluto, bien cortadito, bien guardadito. (Sierra el otro brazo con gusto y, para finalizar, se sienta a horcajadas sobre él). Bien, querido. Ahora queda lo más importante. Tu corazón. Ese corazón que ha estado latiendo todo el tiempo sin parar. Me ha vuelto loco, no puedo más. Pum, pum, pum, pum. Tengo que acabar con él. No lo puedo soportar. (Busca en el bolso de viaje de LEONORA y extrae unas tijeras de carnicería). Bien, llegó tu fin. (Las clava con fiereza en el pecho del VIEJO y comienza a hurgar hasta que la herida es lo suficientemente grande como para extraer el corazón). Por todos los demonios, Leonora, mira qué espectáculo. (Le muestra el corazón todavía bombeando).
LEONORA: Siempre te querré, POE.
ACTO III
ESCENA PRIMERA
(POE está levantando las tablas de madera del suelo en la habitación del hotel. Comienza a ocultar en el hueco el corazón del VIEJO, cuyo cuerpo, inerte y desmembrado, reposa a su vera. LEONORA lo contempla aburrida).
LEONORA: Pues ya todo terminó, esposo mío. Qué rápido pasa lo bueno. No me queda más alternativa que retornar al mundo de los muertos, de donde procedo. Pero antes… (Lo mira con deseo y extrae de su bolso unas tenazas herrumbrosas). ¿Tienes algo importante que hacer?
POE: Eres insaciable, amor mío. Deja que oculte el cuerpo y enseguida soy todo tuyo.
(De pronto, la ventana junto al escritorio se abre de par en par y aparece volando un cuervo negro. Se posa sobre los restos del busto de Palas Atenea esparcidos por el suelo y grita «¡Siempre más!». Acto seguido, vuela hacia el cuerpo del VIEJO y comienza a hurgar con el pico entre sus costillas tironeando de sus partes blandas).