Por Gabriel Herbas.
“Buscar, buscar al dragón y matarlo, después, buscar la
llave en su estomago”.
Este era el pensamiento que inundaba
la cabeza de Yurk, el vikingo, caminaba por un campo inmenso, sin árboles, su
siempre fiel escudero y hermano menor Yark caminaba junto a él. Yark había
perdido su fiel espada de la Iluminación en los Bosques Neblinosos, en una
batalla contra los Noarms. Uno de los Noarms más pequeños había aprisionado las
piernas del vikingo con sus fuertes patas y lo había hecho caer al suelo rocoso
inundado de espesa neblina, al caer, Yark soltó la espada y otro monstruo
aprovechó para patearla hacia el precipicio. Ahora, la poderosa espada de la
iluminación yacía a kilómetros y kilómetros bajo ellos, no había forma de
recuperarla, a menos por supuesto que pudieran domar un dragón, lo que era
bastante difícil pues debían cortarle la cola, lo suficiente como para que
sintiera el dolor y se docilizara, pero no tanto como para que se desangrara.
— ¿Te sientes bien Yark?
Yark caminaba cabizbajo, solo miraba
sus botas de piel de dragón rojo.
— Sólo me siento mal por haber
perdido la espada Yurk — se acarició la larga barba pero no levantó la vista.
— No te preocupes por eso — dijo su
hermano — si esta en los planes de la providencia encontrarla de nuevo, así
será, de lo contrario no nos hará falta — se acarició la amarillenta barba —
nos hemos acostumbrado a cosas peores ¿no crees?
— Sí… — dijo Yark pensativo —
¿recuerdas cuando perdimos a Kalyuk?
— Ahh… — exclamó Yurk — Kalyuk fue el
mejor caballo alado que jamás tuve, a veces sueño con él, sobrevolando toda la
ciudad de Nayet, custodiándola… después despierto — su mirada estaba perdida en
los recuerdos — y por supuesto no está…
Qalü me contó una vez que los sueños nos los da la providencia a veces para
prevenirnos de algo — Yark asentía — a veces un sueño nos muestra algo que
anhelamos pero que ya no está… creo que tiene razón.
— Qalü está loco — dijo Yark
sonriendo — una vez hizo unas pócimas de inmunidad que casi matan a media
docena de compañeros de la práctica de tiro de arco y flecha…
— Quizá sólo se equivocó… ya está
bastante viejo.
— Me aterra ver su ojo blanco cuando
hablo con él — continuó Yark — le da un toque de demente…
Yurk rio, siguieron caminando en
silencio.
***
Jordan estaba sentado en el sofá de tres puestos en medio de la sala, su
corpulencia ocupaba casi dos tercios del mueble. Siempre había sido lo que su
madre llamaba “un niño grande”, “un niño elefante” decían sus compañeros de
colegio, sonreía cuando lo llamaban así, pero en el fondo lloraba, les hablaba
a todos sus compañeros sin excepción pero en el fondo los odiaba, sobre todo a
ese imbécil del Jonathan Vélez, lo odiaba aún más cuando tenían las prácticas
obligatorias de Fútbol y el maldito se quitaba la camiseta y corría por ahí con
sus abdominales perfectos, atrayendo las miradas de las chicas de todo el
colegio. Solo habían 10 varones en su salón de clase y el maestro de educación
física los hacía jugar unos contra otros, cuando el profesor veía a Jordan le
decía:
— Jordan, si te da un paro cardiaco en
medio del partido, que no me culpen a mí, yo no apruebo que tú juegues futbol.
Jordan lo miraba con rabia y le respondía
lo mismo cada vez:
— No se preocupe maestro, voy a ser el
arquero — Siempre era el arquero y siempre le hacían los goles tirando el balón
al nivel del suelo.
Pero los estúpidos compañeros de colegio no
importaban en este momento, y tendrían menos importancia en cuatro meses,
cuando terminaran el año escolar y se graduaran. Al fin descansaría de todos
esos idiotas, quizá los viera de vez en cuando en la universidad, pero solo sería
un saludo y adiós, hasta luego, tengo previos, quiz o lo que fuera que hicieran
en las universidades. Solo extrañaría a una persona de su vida escolar, Jessica
Contreras. Ella era lo más rico que él había visto jamás, y aunque veía mucha
pornografía, no había visto nunca nada como Jessica, tenía el cabello largo y
negro azabache que contrastaba con su piel blanca y sus ojos azul claro, un
trasero hermoso y firme y unos enormes senos operados como regalo que su
decimosexto cumpleaños. Jordan había escuchado muchos rumores sobre Jessica,
unos absurdos y otros ridículos, una vez escuchó que se iba a graduar pero sólo
porque había follado con el rector, o porque lo hacía seguido o algo así, los
rumores inventados siempre cambian. También escucho que Jessica iba por las
noches al colegio y se follaba al vigilante, a Jordan le pareció
particularmente estúpido este último, ya que el vigilante era un viejo de 70
años o más y aunque Jessica estuviera dispuesta a hacer algo con él, seguro el
viejo era impotente.
Respecto a Jessica los rumores siempre eran
sexuales, quizá porque ese era el sentimiento que despertaba en los hombres,
dos meses atrás habían ido a piscina por cuenta del colegio, Jordan estaba
reacio a ir, hasta que escuchó el rumor (esta vez de una fuente confiable) de
que Jessica llevaría una tanga brasileña. Se embarco con sus compañeros de
clase y tres profesores a una tarde de piscina en un club privado. El rumor
resultó ser cierto y los hombres disfrutaron de una Jessica Contreras
semidesnuda nadando en la piscina y tomando el sol boca arriba y boca abajo.
Jordan estudió durante unos minutos su bonito trasero y sus grandes senos
plásticos y después se dirigió a uno de los baños, una vez allí, se masturbó.
Apostaba lo que fuera a que no fue el único
en hacerlo aquella tarde.
Sentado en el gran sillón, en la comodidad
de su sala, este recuerdo lo azotó, algo empezó a crecer dentro de sus bóxers
sueltos (que era lo único que llevaba puesto) y empezó a pedir que lo liberaran.
— Con gusto lo haría amigo — dijo Jordan
sin despegar los ojos de la pantalla — si esto no fuera un GAMEGURD* 3D.
Llevaba 6 horas “probando” el GameGurd, un increíble
videojuego que aún no salía a la venta, su padre se lo había traído de Japón,
se lo compró a un tipo que lo había robado de las instalaciones de Gameland,
una mega fábrica de videojuegos japonesa. Según el ladrón, sólo existían 3 de
estas consolas en el mundo, también le obsequió “Dragon key”, uno de los 4
videojuegos diseñados exclusivamente para esta consola.
Jordan miró la protuberancia que ahora
sobresalía de sus bóxers y dijo:
— Déjame encontrar el dragón y te
atiendo ¿ok?
Jordan siguió embelesado con el juego, las
gráficas eran increíbles, el realismo era latente en cada pixel.
***
— ¿Aún te quedan bombas camaleón? —
preguntó Yark tras unos minutos de caminata en silencio.
Le debían la vida a las bombas camaleón,
estas no habían sido fabricadas por Qalü sino por un aprendiz de mago a las
afueras de Nayet, el viejo mago estaba capturado con los demás, en la fortaleza
dorada de Proklo. Habían utilizado las bombas camaleón para “desaparecer” breves
segundos de la vista de los Noarms y así escapar por un atajo de los bosques
neblinosos.
Yurk y su hermano tenían una ventaja
sobre los Noarms, tenían brazos y armas, aunque por otro lado los monstruosos
engendros sin brazos les superaban en número y sus piernas con garras en los
dedos eran muy fuertes. Los Noarms eran seres exclusivos de los bosques
neblinosos, su piel era débil y si permanecían a la luz del sol mucho tiempo se
les empezaba a caer a pedazos, también, eran casi ciegos a la luz del sol.
— Déjame revisar — dijo Yurk, abrió
la bolsa de cuero que llevaba a las espaldas (la bolsa estaba confeccionada con
piel del dragón mas extraño jamás conocido, el dragón celeste oficial de Nayet,
la capacidad especial de este dragón era que no escupía fuego por la boca sino
un aire congelante, Yurk le había cortado parte de la cola y el rey Krenety le
había obsequiado el trozo. Ahora ambos, dragón celeste y rey, estaban secuestrados
en la fortaleza dorada — Tenemos tres bombas camaleón — dijo Yurk —, debemos
utilizarlas con sabiduría, sabiduría y cuidado.
Llevaban un buen tiempo caminando y ahora
una colina se alzaba ante ellos, era de un verde prado, al igual que todo el
camino desde los bosques neblinosos.
— Dame agua Yurk, me siento muy cansado — Yark
dio media vuelta y se sentó en el prado, apoyo su espalda en el ángulo que
formaba la colina —. ¡Por los dioses Yurk! — Yurk se había detenido y bebía
agua de la cantimplora de plata que centelleaba con los rayos del sol, la cual
era otro obsequio del rey krenety — ¿Qué es eso?
— ¿Qué es qué? — pregunto Yurk
siguiendo la mirada de su hermano.
— ¡Dame agua ser envidioso! — dijo Yark,
se levantó y arrebató la cantimplora de las manos de Yurk.
— ¿Qué es qué Yark? — preguntó de
nuevo Yurk.
Yark bebió con ganas y entre
resoplidos ruidosos, estaba asustado.
— Esa oscuridad… ¿Qué es?
— ¿Oscuridad?, la oscuridad llegará
en unas horas pero aún no, yo veo el
horizonte perfectamente bien Yark, el paisaje es hermoso desde aquí.
De hecho lo era, una amplia meseta
verde se deslizaba hasta los grises tonos de los bosques neblinosos, mas allá,
el monte Nayet, a las faldas de éste, el reino de Nayet y aún más allá, donde
los dragones temen volar, las misteriosas y temidas Montañas Azules, un trío de
montañas de similar tamaño en ese momento, aunque a veces sus tamaños y
texturas parecían cambiar, parecían combarse y engañar el ojo humano.
Sí, el paisaje era hermoso, pero sólo
a los ojos del hermano mayor. Yark, el más joven, miraba hacia la distancia con
terror, tenía los ojos muy abiertos y la boca abierta a medias.
— ¿Qué hay mas allá de los bosques
neblinosos? — pregunto Yark.
— ¿Qué clase de preguntas son esas Yark?,
tu sabes perfectamente lo que hay… el monte Nayet y mas allá las Montañas Azules…
— Te lo pregunto por qué no puedo ver
nada mas allá de los bosques neblinosos Yurk… sé lo que hay mas allá… pero no
logro verlo — recalco la última
palabra — oh por los dioses, estoy hechizado, tengo un hechizo de ceguera, ¡veré
las cosas a medias…!
— Por supuesto que no Yark, estas
bien, quizá solo es un problema temporal, ¿Qué ves entonces? — preguntó el
hermano mayor tratando de disimular su preocupación, el malvado Proklo era un
ser poderoso y le preocupaba lo que fuera capaz de hacer.
—Es… es como si en medio de los
bosques neblinosos… —dijo Yark pensativo —hubiesen puesto un gran telón, una
cortina color negro que me evitara ver mas allá.
Yurk pensó un momento y luego exclamó:
— Vámonos Yark, estamos perdiendo de vista
nuestra misión, aún nos faltan tres llaves para poder abrir la fortaleza dorada
de Proklo, y una vez ahí dentro, no sabemos qué peligros nos esperan… no
perdamos tiempo y energía en algo así.
Yark meditó un momento la opinión de
su hermano y decidió que tenía razón, Yurk siempre encontraba la razón en los
momentos más críticos.
— Muy bien, andando.
Subieron la colina, paso a paso, sin prisa,
en calma pero con constancia. Al llegar a la cima pudieron divisar una nueva
sorpresa.
***
— ¡Ahí esta! — Gritó Jordan — ¡ahí
está el maldito! — rio un momento y al serenarse dirigió la mirada a su entrepierna,
lo que se había despertado hacía un momento dormía de nuevo. Con esta excusa, Jordan
prosiguió el juego, había encontrado el dragón, ahora empezaba lo bueno, sería
un reto para él y para el juego, para él, lograr matar al dragón; para el
juego, sorprenderlo de nuevo con sus gráficas y efectos en 3D.
***
Ambos vieron la cueva, era poco más
que una roca hueca, grande y majestuosa. El dragón en su interior debía medir
al menos unos 60 metros de punta a punta, sólo la cola debía medir unos 5 metros,
si lograban cortar al menos una cuarta parte de esa extremidad, podrían
atontarlo lo suficiente como para abrirle el estomago y buscar la llave.
Sigilosos, bajaron la colina, no
querían hacer más ruido que el estrictamente necesario.
— Fíjate en eso — dijo Yurk, estaban
a unos 20 metros de la boca de la cueva —, sobre la entrada.
— Dos cabezas… — dijo Yark, un
grabado en bajo relieve mostraba como sería la bestia contra la que deberían
enfrentarse, así había sido en las ultimas 4 cuevas, todos los grabados habían
acertado. Esta vez sería un dragón de dos cabezas — dos cabezas es doble
problema Yurk, debemos tener un plan, sólo tenemos una espada, dos escudos,
unas cuantas bombas ruidosas…
— También hay una bomba de ceguera —
le interrumpió Yurk — y tres bombas camaleón.
— ¡Son dos cabezas! — Casi gritó Yark
— necesitaremos al menos dos bombas
de ceguera…
— GRRRRRUAAARRRR…
— el eco de la caverna hizo que el rugido se oyera aún mas terrorífico, dándole
cierta similitud a un trueno provocado por un dios colérico.
— Shhhh — dijo Yurk susurrando —
también tenemos un… — lo que iba a decir era “un cuerno de unicornio”, el cual
reproducía un sonido imperceptible para el oído humano que en cambio martillaba
los oídos dragonianos. Eso era lo que Yurk quería decir antes de que una
inmensa nariz se asomara por la caverna y lanzara un resoplido que casi los
hizo vomitar por el nauseabundo hedor que emitió. Segundos después una cabeza alargada,
escamosa y dura se asomó y un momento después otra cabeza de igual tamaño y
características le hizo compañía.
Todo pasó muy rápido, los hermanos
vikingos apenas si pudieron ponerse en guardia, Yurk desenvainó su espada, la
espada de fuego, forjada en conjunto por los herreros y hechiceros mas
experimentados de Nayet, su característica, una hoja increíblemente afilada que
estaba constantemente caliente al tacto. Yurk había entrenado con ella desde hacía
mucho tiempo, cortaba gruesos y nudosos arboles como si de tallos de rosas silvestres
se tratara.
Primero las cabezas, después los
cuellos, el gran dragón salía despacio, al parecer no había visto a los
vikingos, éstos a su vez daban pasos hacia atrás manteniendo la distancia entre
ellos y el dragón. En cuanto estuvo fuera, el gran dragón de dos cabezas estiró
sus cuellos y lanzó al cielo dos bocanadas de fuego, primero por una boca y
después por la otra.
— Prepárate Yark, vamos a hacer esto
rápido, debemos aprovechar su ensoñamiento.
Yark asentía, cuando se percató de que
Yurk le había lanzado algo.
— ¿Qué…? — Sólo pudo decir, cuando su
hermano le lanzo la espada de fuego — ¡aay! — por error, tocó el canto de la
fina hoja de acero y se quemó a pesar de los guantes de cuero.
— Tú, a la cola, de inmediato — dijo Yurk
mientras buscaba algo en su bolsa de cuero — yo voy al estómago — sacó la
ultima bomba de ceguera y la sostuvo en su mano, después se inclinó sacando una
daga del compartimiento secreto de su bota izquierda.
— Espero la señal — dijo Yark, sabía
que su hermano utilizaría primero el cuerno del unicornio para atontar al dragón.
Yurk sacó el cuerno y lo dirigió a su
boca, las gargantas del dragón seguían lanzando llamaradas de fuego naranja,
pero al escuchar el agudísimo sonido producido por el cuerno, empezó a gemir,
molesto.
Yark corrió hacia la cola del dragón.
Por su parte, Yurk, daga en mano, lanzo un grito de guerra dirigiéndose hacia
el abdomen del escamoso ser. Las triangulares cabezas del dragón se balanceaban
de un lado a otro aun aturdidas por el molesto ruido.
Yurk llegó al abdomen y clavó el
cuchillo en él, Yark llegó a la cola que se meneaba movimientos frenéticos, lanzó un espadazo y
falló. El dragón lanzó un zarpazo a su estómago, golpeando a Yurk y haciéndolo
volar cinco metros sobre el verde prado, cayó boca arriba y una de las cabezas
del dragón se inclinó hacia él, Yurk preparó la bomba de ceguera y cuando la
nariz del monstruo casi lo había tocado la lanzó hacia sus amarillentos ojos.
La otra cabeza buscaba el calor que
podía sentir, el calor que emitía la espada de fuego, se preparaba para lanzar
una bocanada de fuego contra el hermano menor cuando la otra cabeza recibió la
bomba de ceguera. Al recibir la bomba, la cabeza del dragón y todo su cuerpo se
inclinaron hacia arriba, empujando también a su gemela. Emitió un rugido
ensordecedor dirigido al cielo sin nubes que sonaba como una lluvia de rocas
gigantes.
— ¡Ahora! —gritó Yurk desde el suelo,
Yark asintió y embistió la espada contra la cola del dragón con todas sus
fuerzas. Como si de la cola de un lagarto se tratase y con la velocidad de un
parpadeo, los últimos cuatro metros de la cola del dragón se despegaron del
cuerpo, una sangre púrpura y hedionda brotó de ambas partes.
El grito del dragón se ahogó al
sentir el filo de la mítica espada y se tambaleó un poco mientras su rugido de
odio se transformaba en un gemido de dolor puro.
Yark corrió hacia su hermano, un poco
de sangre resbalaba por la hoja de la espada.
— ¡Tú turno! — le dijo al dársela.
Era la tradición que el hermano mayor cortara la panza de los dragones.
Yurk se levantó – hizo una mueca de
dolor al hacerlo – y con un nuevo grito de guerra se dirigió al estomago del
enfurecido dragón.
A pesar de las gruesas escamas del
animal, su abdomen se abrió de un tajo. Un momento después, el gigante de dos
cabezas se desplomó, sus días de lanzar llamaradas habían terminado.
Dentro, los vikingos encontraron una
grata sorpresa.
***
Jordan oprimió del botón de “Pause” y muy a su pesar soltó el control
remoto sin cables del GAMEGURD. Amaba
la sensación de tener un control de videojuego en las manos, otras personas se
sujetaban a ellos con furia, con la desconfianza provocada por la inexperiencia,
él no, él lo tomaba suavemente, acariciaba el control remoto en medio del
juego, si algo salía mal, no lo culpaba, no era su culpa, si algo salía mal sólo
debía practicar mas, jugar más, obtener más experiencia. El mando inalámbrico
del GAMEGURD hacía las cosas más
fáciles, estaba diseñado de una manera casi perfecta, de forma que se hacia uno
con sus manos.
El GAMEGURD era de lejos, la mejor consola de videojuegos que había
tenido en sus manos, y había tenido muchas, su afición había empezado a los 5
años cuando por casualidad un primo había ido a quedarse a su casa, había
llevado un Play Station de primera generación y se la pasó jugando FIFA
98` todo el fin de semana, para el domingo en la tarde el pequeño Jordan ya sabía
las funciones de cada uno de los 12 botones y también se desempeñaba bien con
las palancas Análogas.
Había llegado a un punto crítico del
juego, debía recuperar energías. Dejó el control en el lado del mueble que no era ocupado por
su corpulencia y se levantó, al hacerlo percibió un olor extraño y hediondo que
provenía del mueble, era el olor provocado por su propio cuerpo al permanecer
tanto tiempo sentado en el mismo sitio. No le extrañó, ya lo había percibido
antes, tampoco le molestaba mucho, era algo cotidiano.
El reloj de pared de la sala, marcaba las
11:37 am, en una hora o menos, sus padres llegarían a almorzar y se suponía que
él debía tener lista la comida. Cruzó la sala y se adentro en el diminuto baño
que había en un extremo junto a las escaleras.
“¿Quien
pone un baño en una sala?”, se preguntó a sí mismo “¿qué clase de loco arquitecto hace algo como eso?”.
Al entrar en el baño — y dejar la
puerta abierta por supuesto, estaba solo ¿Qué necesidad habría de cerrarla? —
Jordan se percató de que si engordaba un poco más, no pasaría por el espacio
entre la pared del baño y el lavamanos en la entrada, pero igual no le
importaba, había dos baños más de tamaño normal en el segundo piso, solo había
entrado en este porque no quería subir escaleras. Se bajó los bóxers y se
acomodó como pudo en el inodoro, le molestaba no verse el pene así que lanzó
una mano hacia él para sentirlo, al percatarse de que estaba en su mano, de que
no había desaparecido entre los pliegues de grasa, se dispuso a relajar sus
intestinos. Cuando hubo terminado, sintió hambre y tuvo una idea para el
almuerzo.
Veinte minutos más tarde alguien afuera
pulsó el timbre, Jordan estaba en la mesa comedor de la sala revisando algunas
cosas en su portátil, buscaba información sobre el GAMEGURD, pero no encontró absolutamente nada, se sentía
decepcionado y al mismo tiempo excitado, tenía en su poder algo único, de unas
características increíbles, estaba pensando en hacer una reseña del GAMEGURD y del juego Dragon Key en su
antiguo blog cuando llegó el tipo de la pizza.
Tomó el dinero, que tenía listo junto
a él y se dirigió lentamente hacia la puerta, recibió las pizzas sin mediar
palabra con el repartidor y se sentó de nuevo frente a la pantalla del
portátil.
El juego seguía en pausa y así
permanecería hasta que sus padres llegaran, almorzaran y se fueran de nuevo. Le
faltaba muy poco para llegar a la parte decisiva del juego y debía hacerlo sin
interrupciones.
Apagó la computadora portátil y se sentó
de nuevo en el sofá, con el control remoto del televisor pasó de la opción “video”
a la opción “TV”, sintonizó uno de sus programas favoritos, MAN VS FOOD.
Normalmente sentía envidia por Adam, el conductor del programa, tantas comidas,
tantos sabores, tantos lugares, pero ahora, con una pizza mediana en su regazo
(la pizza grande seria para el almuerzo) se sentía como él, tanto que al
terminarla dijo:
— Hoy, en la casa de Jordan Estévez…
¡el hombre ganó!
Sus padres llegaron, almorzaron,
hicieron uno que otro comentario sobre la comida y se fueron tal como hacían de
lunes a sábado, los domingos era el único día que tenían para pasar tiempo
juntos, pero de igual manera, hacia mucho que no lo hacían. Los domingos Jordan
los dedicaba a jugar videojuegos, estar en Facebook y mucho mas tarde en la
noche hacer parte de sus deberes escolares. Su padre era un periodista que
gozaba de cierta fama local, él dedicaba el domingo a leer el periódico y
escribir algunas reseñas, también veía los partidos de futbol televisados de la
liga nacional. Su madre dedicaba el domingo a ciertos quehaceres hogareños y
también gozaba de las mieles que le ofrecía el Facebook, según ella, por medio
de la red social se había reencontrado con sus amigos de la infancia, un día se
fue de la lengua y le contó a Jordan que se había encontrado a un ex novio.
Cada miembro de su familia había
tomado caminos diferentes, cada vez eran menos frecuentes las charlas entre los
tres.
— Adiós Jordan — dijo su madre al
irse — pórtate bien — miró el reloj que marcaba las 2:01 pm, se le hacía tarde.
— Sí mamá… siempre lo hago.
— No te pegues mucho a ese aparato,
haz tus deberes — toda su vida, esa fue la forma en que le dio órdenes a Jordan,
casi le pedía el favor de que hiciera las cosas que debía hacer por obligación.
— No mamá — dijo Jordan dirigiéndose
al gran sillón frente al televisor de 48 pulgadas — sí, mamá… — dijo al cabo de
un momento. En cuanto su mama cerró la puerta que daba a la calle, Jordan pulsó
de nuevo el botón de “pausa” para reanudar el juego.
***
Eran dos las llaves que encontraron en el
estomago del dragón de dos cabezas, eso significaba que solo faltaba una para
completar las 7 llaves necesarias para abrir la fortaleza dorada de Proklo. Una
vez allí, no sabían contra que se enfrentarían.
Proklo fue el anterior rey de Nayet,
cuando se descubrió que los asesinatos perpetrados a 5 jornaleros habían sido
planeados por él, ó por sus ordenes, todo el pueblo se rebeló pidiendo su
retiro y la entrega inmediata del trono. Se contaba que Proklo se había
exiliado, andando como una enfermedad viajera por diferentes reinos, cada uno más
corrupto que el anterior, había aprendido diferentes artimañas de engaño y
persuasión de personas y se había puesto a la cabeza de todos los exiliados del
Reino Arcaico. Ahora, gobernaba a sus anchas y a su manera la fortaleza dorada,
la cual era casi un mundo aparte, un mundo desconocido y temido que según
decían había sido construida con ayuda de los TAGINODS, los Anti-dioses enemigos de todo lo bueno y todo lo
moralmente aceptado.
También unidos a Proklo, estaban los
alquimistas más audaces y sin escrúpulos de todo el Reino Arcaico, eran ellos
quienes se atrevían crear pócimas anti-naturales nunca antes vistas y mucho
menos probadas, las cuales tenían como único objetivo la corrupción de la
sociedad conocida. Fue gracias a estos
forajidos magos y a sus clandestinos conjuros que “La Sombra” (como lo llamaban
algunos) Proklo, logró perpetrar el secuestro de gran parte de la población de Nayet,
entre ellos el rey Krenety, la reina Maguna, el dragón celeste y todo el ejército
del reino, llevándolos y encarcelándolos en la fortaleza dorada. Podrían pasar
décadas sin que el malvado Proklo tuviese la necesidad de abrir los gigantescos
portones del palacio, la única forma de entrar por tanto, era conseguir las 7
llaves introducidas por Proklo a sus 6 dragones, protectores de su reino.
Estaban más cerca, casi podían ver
los reflejos dorados de la fortaleza en sus ojos, casi podían escuchar los
rugidos del dragón celeste. Sólo una llave más y podrían penetrar la gran
fortaleza, su único punto a favor, como bien lo había dicho Yurk, sería el
factor sorpresa.
Un aire de esperanza se apoderó de
ellos cuando encontraron las dos llaves.
— Es una señal de la inteligencia
superior —dijo Yark —, una señal de la Providencia. — su entusiasmo iba en
aumento, sólo faltaba un dragón, después, descansarían, y después la fortaleza dorada,
pasara lo que pasara serian héroes, su hazaña sería recordada por siglos.
Tomaron las dos grandes llaves,
estaban cubiertas de una viscosidad púrpura maloliente, debían limpiarlas y
después asegurarlas con las demás en el cinturón de Yurk.
rodearon la gran roca ahuecada que
sirvió de cueva al dragón de dos cabezas y detrás de ella encontraron un
delgado río que corría de derecha a izquierda, el agua cristalina del río
dibujaba una división hasta donde llegaba la vista, parecía una línea hecha por
los Dioses Creadores para partir en dos el mundo conocido. Lavaron las llaves
en el río y después las aseguraron junto a las otras cuatro que colgaban del
cinturón de cuero de Yurk. Estas llaves al igual que las otras eran de oro, y
en su parte superior tenían labrada la forma de un dragón, cada labrado era
diferente en cada llave.
— Oye Yurk — dijo el menor, se acariciaba
la barba en un gesto de inseguridad — en vista de la gran responsabilidad que
nos espera, y de lo cerca que estamos de llegar a la fortaleza ¿Por qué no nos
refrescamos un rato en este río?... así recargamos energías y estaremos en un
mejor punto para la lucha con el ultimo dragón.
Yurk sonrió.
— Bien pensado Yark.
Con calma se deshicieron de su
indumentaria, dejando todo a la orilla del rio, sobre una roca para mantenerlo
vigilado, se metieron al agua, estaba fría y cristalina, lavaron sus cuerpos y
cabellos y se relajaron un momento olvidando al último dragón.
***
Jordan vio que algo andaba mal, aunque
oprimía con fuerza los botones del control, los personajes vikingos del
videojuego no le “obedecían”, se estaban dando un baño en un delgado río que dividía
la tierra.
— ¡Fuera! — Gritó Jordan — ¡fuera de
ahí maricones!, ¡todavía falta un dragón y una llave!
Por suerte el control remoto era
inalámbrico, pues a diferencia de hace un momento, Jordan empezó a moverlo de
arriba abajo y de un lado a otro con furia, este no era el momento de tomar un
baño ¡por dios!, ni siquiera él había tomado un baño desde ayer viernes cuando
había ido al colegio… y eso fue a las 6 de la mañana.
— ¡Ya basta cabrones! — gritó de nuevo.
La señora Amparo Bermúdez quien vivía
tres casas más abajo, pasaba frente a la casa de Jordan con su perro Rocky, un
fresh puddle color gris que era su consentido desde que había muerto su esposo.
Al escuchar los gritos provenientes de la casa Amparo pensó: “este chico, además de obeso parece tener
problemas sicológicos diferenciando lo que es real y lo que es un juego”.
La mayoría de vecinos conocían la afición (adicción) de Jordan por los
videojuegos, también sabían de la poca autoridad que sus padres ejercían sobre él.
“A
este chico le hizo falta autoridad le faltaron limites”, pensó amparo y
después dijo a su consentido:
— Vamos Rocky, vamos al parque.
Dentro de la casa, Jordan seguía
tratando de evitar el momento de recreación de los vikingos.
— ¡Fuera!, ¡fuera maric…! — dejó la
frase a medias, entrecerró los ojos sintiéndose tonto por no haberlo pensado
antes y se levantó del sillón con la misma habilidad de un perezoso que camina
por un árbol. ¡Las baterías!, de seguro las malditas baterías del control se
habían agotado. — disfruten del baño señoritas — dijo al levantarse —,
disfrútenlo, yo ya vuelvo — se dirigió a su habitación en el segundo piso para
buscar nuevas baterías, siempre tenía un par de repuesto para emergencias como
esta.
***
Cuando se sintieron
frescos y lo suficientemente listos para seguir adelante, tomaron su ropa y las
llaves y las llevaron al otro lado del río. Salieron del río, se vistieron y se
prepararon para seguir.
— Por los dioses… — dijo Yurk —… ¿qué
es eso? — miraba al cielo, detrás del camino que acababan de recorrer.
— ¿Qué es qué? — preguntó esta vez Yark
siguiendo la mirada de su hermano, pero sin lograr divisar nada anormal, solo
el cielo, unas cuantas nubes, una que otra ave y mas allá nada, la cortina
negra seguía puesta pero se había movido, ahora no podía ver los bosques
neblinosos, parecía que la cortina de oscuridad hubiera avanzado con ellos.
Yark quedó mudó por la impresión.
— Eso… — dijo Yurk, levantando su
brazo ahora para señalar con un dedo — es… como un gran espejo… flotando en el
aire… pero no se mueve.
Lo que había flotando en el cielo,
era una placa de un metro y medio de ancha y mas de medio metro de alta, un
rectángulo que quedaba (al menos para Yurk, quien era el único que la veía)
completamente fuera de sitio en el hermoso paisaje que podía divisar.
— No puedo ver nada Yurk — dijo su
hermano menor, sonaba asustado de nuevo — ¿Dónde está?
— ¡Ahí! — Dijo Yurk moviendo el brazo
— se ve claramente, parece un espejo…
— Yurk… ¿tú ves los bosques
neblinosos?, ¿puedes verlos?
Yurk desvió su mirada al horizonte.
— Por su puesto — dijo — están ahí,
¿Dónde deberían estar si no ahí?
— Pues yo no los puedo ver — dijo Yark
claramente preocupado.
— ¿QUE?, ¿no los puedes ver?
— No, sigo viendo sólo oscuridad,
hace un momento podía verlos, pero ahora no… es como si esa “cortina negra”
avanzara de la misma forma que lo hacemos nosotros.
— Muy bien — dijo Yurk dirigiendo de
nuevo la mirada al rectángulo que flotaba en el cielo — tú ves la extraña
cortina de oscuridad y yo no, así mismo, yo veo el extraño objeto que flota en
el cielo pero tu no. — Reflexionó un momento — creo que estamos a mano. Tú me
crees y yo te creo.
***
— ¿Que miran? — Dijo Jordan indignado —
¡avancen, avancen! — había cambiado las baterías pero parecía que los vikingos
seguían actuando como se les daba la gana, ahora se veía claramente que miraban
en dirección a Jordan, como si supieran que él estaba ahí. Era un poco terrorífico.
Cuando los vikingos siguieron avanzando y Jordan se sintió un poco mejor, sólo
le preocupaba un poco que se le habían agotado las bombas de ceguera, no le
quedaba ni una.
***
— Debe ser una trampa — dijo Yurk mientras
seguían su camino en la búsqueda del ultimo dragón — esto debe ser obra de Proklo,
no hay duda, ¿Qué opinas tu Yark?
— ¿Sabes que creo? — Dijo pensativo—
creo que por medio de ese objeto que tú ves flotando Proklo puede vigilarnos — Yurk
levantó una ceja al escuchar esto, no se le había ocurrido esa posibilidad — sí
— continuo el hermano menor— quizá como la lente de un catalejo flotante… pero…
más especializado. ¿Qué opinas?
— Creo que suena razonable, pero… si
es así… que la providencia se compadezca de nosotros, ya que estarán pisando nuestras
botas todo el tiempo y sabrán cuando lleguemos a la fortaleza dorada… no
tendremos el factor sorpresa.
Yark asintió. Siguieron caminando en
busca de la cueva del último dragón, de vez en cuando miraban por encima del
hombro. Yark veía como avanzaba la cortina de oscuridad y Yurk veía como
avanzaba el extraño rectángulo resplandeciente.
Al cabo de un momento pudieron
divisar la cueva del último dragón, era más pequeña que la anterior y en el
grabado superior no avistaron nada anormal, se veía en él un dragón delgado, más
delgado que los anteriores y con unas alas enormes, casi tan grandes como su
cuerpo, “este dragón será mas ágil”,
pensó Yurk.
— Muy bien Yark, tengo un plan —dijo
en un susurro—, toma la espada de fuego y ve a un lado de la entrada de la
cueva, hazlo sigilosamente — seguía susurrando. Yark escuchaba y asentía,
confiaba en su hermano a ojo cerrado — en cuanto salga el dragón, le vuelas la
cola ¿entendido?
— Entendido Yurk —. Tomó la espada y
se encaminó a un lado de la cueva, caminando en las puntas de sus botas grises.
Cuando estuvo frente a la cueva a una
distancia razonable, Yurk tomó el cuerno del unicornio de su cinturón y lo
llevó a su boca, miró a Yark y asintió, cuando Yark asintió, lo que significaba
que estaba listo, hizo sonar el cuerno. Por un momento no pasó nada, no
escucharon ningún ruido proveniente del interior de la cueva. Yurk sopló de
nuevo el cuerno del unicornio, mas prolongadamente esta vez y de la cueva salió
un rugido de disgusto.
— GRRRRUAAAAARRRR…
El dragón salió deprisa, tomando por
sorpresa a los hermanos. Yurk corrió hacia atrás y lanzó delante de sí mismo
una bomba camaleón, desapareciendo a los ojos del dragón. Cuando la casi
totalidad de su cola había visto la luz, Yark lanzo el espadazo, cortando de
forma perfecta un trozo de cola que salió volando y haciendo que el dragón
lanzara otro rugido, de sorpresa y de furia al mismo tiempo.
***
— ¡Sííí! — gritó Jordan, lo había logrado,
y sólo llevaba 7 horas jugando. Su padre había llegado de Japón con el juego 4 días
antes pero solo se lo dio a Jordan el sábado, pues no debía ir al colegio.
— Esto es por tu cumpleaños hijo — le
había dicho su padre ese mismo día, muy temprano antes de ir al trabajo — se
que faltan dos semanas todavía, pero también se cuánto te gustan los juegos de
video.
— Gracias papá… — le había dicho Jordan
no muy sorprendido, “¿GAMEGURD”, que
carajo es eso?”, pensó Jordan al ver la caja — ¿de qué empresa es papá?,
¿Sony?, ¿Microsoft? — y después abriendo mucho los ojos: — ¿Apple?
— No lo sé Jordan, el tipo que me lo
vendió dijo que no encontraría nada como esto en el mercado… ¡pruébalo! Y en la
noche me dices que tal estuvo
— OK… — “y una vez más…” pensó Jordan, “estafaron
a papá”.
Al final resultó que no lo habían
estafado, el juego enganchaba y la película de la introducción era genial, casi
se podía sentir el calor de las llamaradas de los dragones.
***
Yark corrió hacia su hermano.
— ¡Yurk!, ¡la espada! — Gritó—
¡ábrele el estomago!
Yurk tomó la espada, la miró
pensativo y después la guardó en su vaina especial que no se calentaba.
— ¿Qué haces? —le grito Yark.
— Ya lo veras.
El dragón seguía un poco atontado,
estaba perdiendo sangre por el corte de la cola, Yurk se acercó hasta él y
montó sobre su lomo con la soltura que sólo muchos años de práctica pueden dar.
Sacó una gruesa cuerda que llevaba atada al cinturón y la amarró al cuello del dragón
a modo de embocadura, apretó con fuerza y el dragón apenas opuso resistencia,
el corte de la cola siempre los docilizaba, al menos de momento.
— ¡Hek! — gritó Yark mientras golpeaba el torso del dragón con sus
piernas — ¡arriba!, ¡arriba!, Hek, Hek
Yark lo miró sorprendido.
— ¿Qué haces? — Le gritó — ¡es muy
peligroso!
— ¡Voy a destruir la lente del
catalejo!— gritó Yurk forcejeando con el dragón, quien ahora empezaba a
obedecer y movía sus alas — ¡debemos mantener la ventaja! — las alas fuertes y
membranosas se movían con mayor rapidez, el vuelo era inminente. Yark se alejó,
con un golpe de una de esas alas el que podía volar era él.
***
— ¿Qué haces? — Gritó de nuevo Jordan, este
juego empezaba a parecerle muy extraño — ábrele el estomago, saca la maldita
llave y vámonos — una vez más, los vikingos no obedecieron.
***
Yurk se hizo uno con el dragón, volaba por
sobre la roca ahuecada, ahora el reto consistía en volar lo suficientemente
cerca del espejo, para cortarlo con la espada de fuego. Después de 3 vueltas
por sobre la cueva, el dragón se dejó llevar hacia la extraña placa iluminada.
Yark los miraba maravillado desde el suelo, siempre era emocionante ver como
cabalgaban un dragón.
Jordan tiró el joystick a un lado del
mueble, estaba muy molesto, molesto y asombrado, “quizá solo sucede porque es el último dragón” se dijo a sí mismo, “quizá es un video que se activa al matar al
último dragón”. Se acercó a la pantalla del LG de 48 pulgadas para ver más
de cerca.
— Veo algo —gritó Yurk y después corrigió:
— no, no es algo, es alguien— el dragón se alejó, la próxima vuelta lo haría
detenerse y atacaría.
— ¡Destrúyelo! — Gritó Yark
emocionado, el sol le molestaba en los ojos y no podía ver bien — destrúyelo!
Jordan acercó la cara a la pantalla,
le parecía que los malditos gritaban algo.
— Increíble — dijo con la cara a 20 centímetros
de la pantalla.
— Quieto —grito Yurk — hok, hok — el dragón
se detuvo, aleteaba en el mismo lugar, frente al extraño espejo rectangular y
la cara grande y fofa que reflejaba. Desenvainó la espada de fuego y la clavó
en la extraña placa, no falló.
— Muere secuaz de Proklo!— gritó.
La punta de la espada salió desde
dentro del televisor y quedo a 5 centímetros de su nariz, sintió el calor que
emanaba de ella y fue esto lo que lo hizo reaccionar, su cabeza gritaba todo
tipo de maldiciones y groserías pero Jordan sólo tuvo la cordura de soltar un
ahogado “aaagghhh”.
— ¡Muere!— gritó de nuevo Yurk
atacando la pantalla del televisor de Jordan desde adentro.
Jordan corrió a la toma corriente y
desconectó el televisor y el GAMEGURD
y después soltó otro “aaagghhh” al ver que el televisor y el juego seguían
encendidos. Desde atrás del televisor y con una valentía que luego lo
sorprendió, empujó la gran pantalla hacia adelante, al caer, la pantalla se quebró,
haciendo volar trozos por todo el suelo de la sala. Jordan agarró el GAMEGURD y lo lanzó contra la pared, la
luz que indicaba “ON” se apagó al estrellarse.
Jordan corrió como nunca lo había
hecho, corrió escaleras arriba lo más rápido que su gordura le permitió y en su
habitación buscó unos pantalones cortos y una camiseta, bajó de nuevo las escaleras
y antes de llegar a la sala le pareció escuchar un sonido metálico, como el de
la punta de una espada estrellándose contra un piso de mármol, sin mirar hacia
el televisor tendido en el suelo abrió la puerta de la calle y salió al porche,
una vez allí se puso los pantalones cortos y corrió hacia la calle, se puso la
camiseta en el camino mientras se lastimaba sus pies descalzos con las micro
piedritas de la carretera.
Cuando llegó al parque, Amparo Bermúdez
seguía allí con Rocky, ella miró a Jordan y lo vio pálido, parecía que acabara
de llegar de Transilvania, pensó en preguntarle si estaba bien, pero recordó
los gritos que había escuchado al pasar frente a la casa del chico y decidió no
hacerlo, siempre es mejor no meterse en asuntos ajenos.
Cuando llevaba media hora sentado en
una banca del parque tratando de esconder sus pies descalzos bajo la misma,
Jordan se percató de que no había sacado llaves y sintió un escalofrió al
pensar siquiera en esa palabra. Tendría que esperar hasta que sus padres
llegaran para poder entrar en la casa, aunque, con lo que acababa de suceder,
quizá no fuera mala idea no volver jamás allí.