sábado, 29 de septiembre de 2012

Durmiendo en el auto


Por Gean Rossi.



Ya iban cuatro horas de viaje, y aún no habíamos llegado. Nunca he sido lo que se llamaría una persona paciente, odio esperar,  especialmente en el auto. Eran como las diez de la noche, estaba muy pendiente de la hora, siempre  lo estaba.  Me encontraba un poco mareado, siempre me mareo en el auto.  Suspiro, mi padre echa una mirada al retrovisor, y me sonríe, yo, al darme cuenta, le devolví la sonrisa. ¡Qué ganas de orinar tenía! Pero tenía que esperar a la próxima parada a quince minutos de donde nos encontrábamos.
            La estación de servicio se encontraba bastante vacía, me bajé del auto titubeando un poco, fui a paso rápido al urinario, un dolor en mi vejiga, sentía como si alguien me estuviera empujando desde dentro. Los urinarios estaban bastante sucios, me acerqué a uno y me di cuenta de que… No podía orinar, las ganas de orinar desaparecieron, qué extraño, hice todo mi esfuerzo mental por aunque sea que saliera una gota, pero nada. Me devolví al auto, con la cara pálida, pensando ¿Cuándo volveré a un baño?, ¿Quince minutos?, ¿Un hora?, ¿Tres horas? No lo sé, pero las ganas de orinar habían desaparecido misteriosamente. Al tocar el asiento del auto… ¿Qué es eso?,  ¿Otra vez las ganas de orinar?, no, esto no puede estar pasando, ¿Qué les diré a mis padres?, ¿Que me tengo que bajar otra vez porque no pude orinar? No, qué pena, tendré que aguantarme.
     ¿Listo? —  Preguntó mi madre.
     Sí todo bien.
Ya tenía que mentalizarme que a menos que me hiciera encima, no podía liberarme. ¿Liberarme de qué? Por un momento las ganas de orinar desaparecieron.  Qué sueño tengo…  Cerré los ojos y caí dormido instantáneamente, bueno, así me pareció. Con los ojos entre abiertos, eché una mirada a un lado, al asiento en el que estaba mi hermano ¿Pero quién es él? Al que estaba mirando no era mi hermano, el pánico vino a mi, giré la cabeza hacia donde estaba mi mamá, sí… Estaba porque ¿Quién es él?, ¿Dónde está mi mamá? Lo que veía era a un hombre gordo en el asiento. Mi respiración se aceleró, me faltaba el aire, eché una mirada al asiento de mi papá, justo enfrente de mí, pero qué… ¿Quién es ese hombre? ¿Donde está mi familia? Ya sentía que no podía más y estaba seguro de que no iba a poder aguantar mucho, el aire se me iba, quería moverme, gritar, no podía hacer nada. Volteé hacia mi derecha, donde debería estar mi hermano, con todas las esperanzas de que ahí estuviera él, pero no, una silueta negra, una cara desconocida me miró y se echó a reír, volví a caer dormido.
Seguía con los ojos cerrados, pero estaba despierto, todo fue un sueño, tranquilo, nada fue real. Abrí los ojos, rezando porque lo que viera fuera mi familia. Eché una mirada al retrovisor, vi aquella sonrisa, la misma que de mi padre, pero ¿Era la sonrisa de mi padre? No, aquella no era la sonrisa de mi papá ya no podía respirar, el aire era muy escaso. El asiento estaba caliente y húmedo, así que así fue como desaparecieron las ganas de orinar. Volteé hacia el asiento de mi hermano y seguía el mismo hombre desconocido. ¿Quién es esta gente? ¿A dónde me llevan? Me agité, tratando de moverme y salir de ahí, pero estaba amarrado con unas sogas. Esto no está bien, nada bien.
¿Todo había sido un sueño? No, nada de eso era ni fue ni será un sueño, era la realidad, nunca estuve con mi familia, ese no era el vehículo de mis padres y nada estaba bien. ¿Qué sería de la vida de mi familia?  Me agité un poco más, con la esperanza de poder lograr algo, pero mis esfuerzos no dieron fruto.
El hombre gordo en el asiento de mi madre ¿Era el asiento de mi madre?  Volteó por el ruido que hice con los forcejeos, me sonrió con la peor sonrisa que he visto en mi vida y dijo:
     Tranquilo, todo estará bien. — Una pausa. — Sí claro, bien.
Todos en el auto empezaron a reír, y de algo estaba seguro, nada estaba bien.

2 comentarios:

  1. El cambio de perspectiva del protagonista, entre lo que es y no es, lo que sueña y no sueña, que se da a mitad de relato, logra un golpe de efecto genial en el lector.
    Un final abierto ideal, manejando el suspenso por el devenir de la mejor manera.
    Muy bueno, Gean, me gustó mucho.
    ¡Saludos!

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    1. ¡Muchas gracias por leer mi relato! Me alegro que te haya gustado.
      ¡Saludos!

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