Por Gean Rossi.
—Algo me dice que
por aquí no es —comentó Fred al volante de la Maquina del Misterio.
—Sabía que no
debíamos confiarle el mapa a Daphne —dijo Vilma con tono de superioridad.
—¡Cuida tus palabras! La culpa no es mía, es del mapa que vino malo
—Se detuvo un segundo y miró concentradamente el mapa, luego lo giró—…Ups, creo
que lo estaba sosteniendo al revés jejé.
—Esto no puede
estar pasándo… —añadió Vilma.
La van verde con azul se hallaba rodando
sobre una carretera de tierra de una sola vía, rodeada completamente por un
oscuro bosque de enormes pinos. La luna llena iluminaba levemente el cielo
nuboso que se alzaba sobre ellos.
Mientras Daphne,
Fred y Vilma desarrollaban su intensa discusión, en la parte de atrás de la van
totalmente indiferentes frente a la situación, Shaggy se hallaba concentrado
fumándose un porro y Scooby comiendo unas papas fritas rancias del suelo.
De pronto empezó a llover, no una
lloviznita, aquello era un torrencial de agua.
—Ahora sí que estamos en problemas —comentó
Fred.
—Oigan. ¿Qué es eso de allá? —dijo Daphne
señalando hacia lo que a poco se lograba divisar como una especia de edificio,
iluminado por las luces de la van.
—Parece un hotel abandonado. Vamos para
allá Fred.
La van se detuvo frente al edificio.
—Agarren sus armas y un par de linternas,
no sabemos lo que nos podremos encontrar aquí.
Los cinco se acercaron a la puerta
principal. Dentro parecía estar oscuro, tocaron la puerta pero no escucharon
nada, así que decidieron abrir. La puerta estaba abierta.
—Yo como que mejor me quedo afuera con
Scooby—dijo Shaggy, pero todos hicieron caso omiso al comentario.
Entraron sigilosamente y la puerta se cerró
detrás de ellos, la oscuridad del interior los engulló al instante. Encendieron
las linternas y todo el salón se iluminó, se sorprendieron al darse cuenta que
lo que iluminó el lugar no fueron las linternas sino las lámparas que colgaban
sobre un techo de unos diez metros de altura.
Una especie de recepción de hotel se extendía
frente a ellos, al fondo había un mostrador que cargaba un cartel que decía
HOTEL MIRAMAR. A ambos lados del mostrador se hallaban dos ascensores
abiertos como esperando a alguien.
El grupo de cinco se acercó al mostrador,
Fred tocó la campanilla y tras un largo minuto de silencio un hombre pequeño de
cabello negro y ropa ajustada salió de detrás de la puerta que estaba tras el
mostrador.
—¡Bienvenidos al Hotel Miramar! Mi nombre
es Jensen soy el recepcionista del hotel, ¿los puedo ayudar en algo? —El
pequeño hombre parecía muy agitado al hablar.
—Nos dirigíamos hacia Carolina del Norte a
resolver un caso, pero a tal persona —Vilma dirigió una mirada de culpabilidad
a Daphne—, se le ocurrió agarrar el mapa al revés.
—¡No fue culpa mía!, siempre llevé el mapa
bien, o al menos eso me pareció, no tengo ni idea de cómo llegamos acá —intentó
aclarar Daphne.
—¡Oh! Ya veo que vienen de un largo viaje,
lo mejor es que descansen un poco. Le otorgaré habitaciones a cada uno.
—Tranquilo no tenemos problema en quedarnos
todos juntos en la misma habitación —dijo Fred.
—Aquí las habitaciones son individuales
—respondió Jensen.
—¡Scooby se queda conmigo no sé nada!
—exclamó Shaggy.
—Bueno, bueno, el perro se queda contigo,
no hay problema. —el hombre parecía obstinado.
Subieron el ascensor hasta el piso uno.
—En este se bajan ustedes dos —dijo Jensen
entregándole a Fred una llave en un llavero en el que figuraba E1. Y otra llave
a Daphne que señalaba G1. Los dos caminaron por el largo pasillo en busca de
sus habitaciones.
Ahora se detuvieron en el piso dos.
—Aquí te toca a ti chiquilla —Jensen hizo
una especie de maniobra con la llave entre sus manos y la lanzó suavemente,
estas aterrizaron entre los melones de Vilma como una canastilla.
—Muy gracioso… —comentó ella y se encaminó
hacia el pasillo del piso dos.
Las puertas del ascensor se cerraron con un
fuerte golpe y se volvieron a abrir, ahora en el piso tres.
—A ustedes les tengo algo especial, sé lo
mucho que les gusta la comida así que les asigné las habitaciones que se
encuentran junto al comedor, en donde pueden pasar a comer algo antes de ir domir.
—¡Hombre! Pero tú sí que sabes cómo
complacernos —dijo Shaggy emocionado.
Shaggy y Scooby se dirigieron hacia el
comedor. La puerta del ascensor se cerró de golpe tras de sí.
—Aquí me toca a mí —señaló Daphne frente a
una puerta de madera de la que colgaba en alguna clase de oro sintético la
palabra G1.
—Y a mí aquí… —dijo Fred. Su habitación
quedaba justo en frente de la de Daphne. Hubo unos segundos de silencio y
tensión, hasta que la chica añadió:
—Presiento que hay algo extraño aquí…
—Sería bueno que inspeccionáramos nuestras
habitaciones bien antes de intentar dormir.
Apenas abrir la puerta una corriente de
aire chocó contra la cara de cada uno. Alzaron sus armas y se adentraron en sus
respectivas habitaciones.
Daphne cargaba con la linterna en una mano
y con su revolver en la otra, no se le pasó por la cabeza encender la luz. Era
una habitación pequeña, una cama individual, una TV guindada en la pared, y
justo debajo de ésta se hallaba una puerta, supuso que era el baño. Nada en la
habitación le llamaba la atención ni le parecía extraño, excepto por aquella
pequeña puerta que emanaba alguna especie de energía sobre ella; La llamaba, la
atraía: Tenía que abrir la puerta.
Con pasos lentos se acercó y giró la manija
de golpe. Había sangre, mucha sangre regada por todos lados, sobre ésta nadaban
enormes cuchillos de carnicero. Daphne soltó la linterna que cayó al suelo y se
apagó. La oscuridad inundó la habitación que se vio encendida unos segundos por
la luz de un relámpago, instante que le bastó a la chica para leer en el espejo
“ALEJENSE DE AQUÍ”.
En ese mismo instante Fred acababa de abrir
la puerta del baño de su habitación —que se encontraba iluminada ya que a él se
le ocurrió accionar la luz—. Lo que vio dentro tuvo el mismo efecto que en
Daphne, se quedó paralizado y atónito. La piel de gallina recorría su cuerpo;
pensó que se iba a desmayar pero no se lo permitió. En el baño había un montón
de piezas de carro, vidrios rotos, y sobretodo mucha sangre. Alzó la cabeza un
segundo y leyó en la pared “SIMPLEMENTE, VÁYANSE”.
Cerró la puerta de golpe y se giró, divisó
un montón de papeles por toda la habitación que no estaban antes, en todos se
podía ver en letras grandes “LARGO”. Vio que alguien salía por la puerta
de la habitación, o más bien algo.
—¡Vuelve aquí!
En el pasillo se encontró con Daphne
sobresaltada, de su habitación también había salido alguien. Los dos cuerpos
(disfrazados, supusieron ellos) cubiertos de hojas de pino corrieron hacia los
ascensores y cerraron las puertas rápidamente. Ambos estaban tan impactados que
no se les ocurrió correr y perseguirlos al momento. Ella le quería contar lo
que acababa de ver y viceversa. Pero, ¿Qué fue lo que vieron? No podían
recordar bien, estaban mareados.
—¿Pero qué tenemos aquí?, ¡Esto no es otra
cosa que un misterio por resolver! —Fred se irguió y trató de organizar las
ideas en su cabeza— ¡Vamos tras esos tipos!
Vilma salió dando arcadas de su habitación,
ella también abrió la puerta del baño y no vio más que una soga guindada como esperando
a que ella pusiera su cuello dentro. En el pasillo las paredes estaban rayadas
con pintura en spray, todas decían lo mismo “SAL DE AQUÍ”. Junto al
ascensor se hallaba un monstruo cubierto de hojas de pino escribiendo más
mensajes en la pared.
—¡OYE! —le gritó Vilma mientras se acercaba
con su arma levantada.
El monstruo se sorprendió y quedó
paralizado mirándola. De pronto el ascensor se abrió y de él salieron dos
monstruos más con los mismos pelajes de hojas de pino.
Ahora eran tres. La primera reacción de
Vilma fue correr. No podía ir hacia al ascensor porque estaba bloqueado, si se
metía en su habitación quedaría atrapada. El desespero se empezaba a apoderar
de ella, no iba a ser bueno que disparara; entre el ajetreo divisó al otro lado
del pasillo la puerta del tobogán de la basura. Llegó hasta allá, no tenía ni
idea de si la estaban siguiendo o no, pero no había vuelta atrás y se lanzó.
Mientras todo esto ocurría, en el tercer
piso del Hotel Miramar, nuestros compañeros Shaggy y Scooby se acababan de
llevar una sorpresa en el comedor.
—¡Nos engañaron!, ¡Aquí no hay comida!
—exclamó Shaggy molesto.
Las canastas metálicas donde suponían había
comida, estaban vacías.
Scooby ladró con desesperación hacia la última canasta que quedaba por
revisar, esta les atraía. Shaggy levantó la tapa y encontró comida, pero esta
se hallaba en un estado deplorable, estaba verde y olía terrible.
—¡Pero si esto es una burla! —gritó
enfadado, y vio que había algo pegado en la tapa de la canasta. Era un papel
que decía “AQUÍ NO HAY NADA PARA COMER, MEJOR CORRAN”—. Qué extraño.
—dijo sosteniendo el papel en su mano. Escuchó unos pasos cerca. Se escondieron
bajo el mantel de la mesa, lo levantó un poco para poder ver: Lo que parecían
tres cuerpos forrados en hojas de pino cruzaron el pasillo frente a ellos y se
detuvieron justo frente al comedor, miraron a todos lados y siguieron de largo
hacia la salida de emergencia.
—¡Sabía que este no era un buen lugar!
—comentó Shaggy al perro, ambos temblaban de miedo—, será mejor que busquemos a
los muchachos.
Pero no fue necesario irlos a buscar, unos
segundos después aparecieron Fred y Daphne en el comedor.
—¡Muchachos!, ¿Dónde está Vilma? —preguntó
Daphne—. Pasamos por su habitación y no la vimos.
—Pues, lo único que vimos nosotros fueron
¡unos monstruos! —dijo Shaggy seguía temblando—, todos cubiertos con hojas, se
fueron hacia la salida de emergencia.
—¡Hay que buscar a Vilma! —exclamó Daphne.
—Parece que tenemos
un misterio por resolver. —añadió Fred.
Vilma cayó en un contenedor de basura que
se hallaba casi lleno, lo que amortiguó su caída. Estaba en lo que parecía el
cuarto de basura, iluminado levemente por una tenue luz azul, se escuchaba una
voz.
La
chica se asomó por sobre el contenedor tratando de no ser vista, y lo que vio
le revolvió el estómago: las paredes del lugar estaban rodeadas de fotos suyas en
diferentes lugares y perspectivas, también logró divisar diferentes objetos que
pudo reconocer de misterios anteriores, y lo más loco de todo fueron unos
muñecos con sus ropas y caras. Se restregó los ojos a ver si estaba imaginando
todo, pero no, eran ellos en todas esas cosas, Fred, Daphne, Vilma, Shaggy y
Scooby. Una llama azul se alzaba en medio de todo, había un montón de rayas y
escritos en el suelo bajo la llama, tras esta se encontraba la silueta de un
hombre que no pudo reconocer, alzaba una vasija de oro.
—Oh
gran dios del tiempo y del espacio, del cielo y de la tierra, esta será la
noche en la que el círculo se cierre, la noche en la que seré parte de ellos
—Vilma se sorprendió al darse cuenta que era la voz de Jensen—, espero que los
tontos estos hayan hecho su trabajo. Sangre es lo que quieres, pues su sangre
es lo que te daré.
Jensen
puso la vasija en el suelo, luego sacó un largo cuchillo de cocina y lo lamió
en el filo ocasionando un corte en la lengua. Una pequeña gota de sangre cayó
dentro de la vasija, se quedó un segundo mirándola y luego salió por una puerta
detrás de él.
—Creo
que alguien se esta portando mal aquí —dijo Vilma al aire, preparó su arma y
siguió los pasos de Jensen.
Vilma
salió del contenedor, pasó asqueada y aterrada junto a la llama azul que
continuaba encendida y seguido de esto cruzó la puerta por la que unos segundos
antes Jensen había pasado. Esta conducía a un apartamento pequeño, pensó que
ahí era donde vivía el recepcionista. Vio encima de la mesita de noche un papel
que le llamó la atención, en la parte de arriba decía “Ritual del tiempo” esto
seguido de varias cosas por hacer, todas tachadas excepto la última, que
figuraba como “Matar al/los principales involucrados y tomar su sangre frente a
la llama azul”. Esto es una locura pensó Vilma y siguió por otra puerta
que daba hacia la recepción, donde la locura empezó.
Jensen empuñaba el
largo cuchillo en una mano y con la otra presionaba compulsivamente el botón
para llamar el ascensor.
Vilma se acercó sigilosamente hasta posicionarse detrás de él.
—¡Arriba las manos, suelte el cuchillo!—exclamó apuntando al
recepcionista—. Parece que tiene un par de preguntas que responder, Señor
Jensen.
El hombre se giró
lentamente y quedó mirando detenidamente a Vilma. Detrás de él, se abrió el
ascensor con Fred, Daphne, Shaggy y Scooby dentro, estos dos primeros al ver la
escena frente a ellos alzaron sus pistolas apuntando hacia Jensen; Shaggy y
Scooby se limitaron a mirar.
—Vilma, ¿Qué sucede
aquí? —preguntó Daphne.
—Ahora les explico,
hay que inmovilizarlo primero—dijo Vilma.
Saggy
y Scooby se dirigieron afuera del hotel, a la Máquina del Misterio a buscar
soga. Menos de cinco minutos después, Jensen se hallaba amarrado y desarmado en
una silla de la recepción.
—A
ver, a ver, Señor Jensen —inició Vilma—, ¿Por dónde empezar?, ¿Qué es este lugar?
—Algo
muy especial —dijo riendo—. Tanto para ustedes como para mí.
—Eso
no nos ayuda mucho —comentó Fred—, ¿Y qué sabe sobre los monstruos de hojas de
pino? Porque estoy seguro que tienen que ver con usted.
—¡No
se nada!, ¡ELLOS SON UNOS TRAIDORES!, ¡USTEDES DEBERÍAN ESTAR MUERTOS AHORA
MISMO! —gritó el recepcionista.
La
recepción se comunicaba con una de las salidas de emergencia. Por esa
aparecieron los tres monstruos de hojas de pino.
—Hablando
del Rey de Roma —comentó Shaggy— ¡Scooby, a ellos!
El
perro se abalanzó con furia sobre los monstruos de hojas junto a Shaggy y Fred que
los inmovilizaron en sillas.
Ahora
era momento de resolver el misterio.
—Muy
bien Vilma, todo tuyo el caso. —dijo Fred.
Vilma
se detuvo un rato a pensar. Miró hacia la puerta de emergencia y luego se
volvió.
—¡Pero
qué sencillo!, la pregunta es ¿Quiénes pueden ser estos monstruos si en el
hotel no vimos a más nadie que a Jensen? ¡Pues solo con preguntárselo uno mismo
se sabe!, si nos fijamos en la puerta de emergencia que esta allí —La señaló al
otro lado de la recepción—, nos damos cuenta que la puerta solo abre desde
fuera, no desde dentro y la única manera de abrirla es con llave, y ¿Quién más
puede tener las llaves, no solo de ahí, sino de las habitaciones? Pues… Nada
más y nada menos que, ¡Los empleados del hotel! —exclamó Vilma quitándole las
mascaras uno a uno a los monstruos.
Eran
dos mujeres y un hombre, los tres aparentaban por lo menos cincuenta años.
—¡LOS
ATRAPARON COMO A UNOS RATONES EN UNA JAULA! ¡IMBÉCILES! —gritó desesperadamente
Jensen.
—Nunca
estuvimos de acuerdo con el plan de Jensen, quería que los matáramos a ustedes
¡Él es un psicópata! —dijo el hombre.
—Siempre
le seguimos la corriente a él, pero nuestro verdadero plan era hacer que se alejaran
de aquí, por eso tantas notas y señales de que se fueran—comentó una de las
mujeres.
—¿Alejarnos?,
¿Alejarnos de qué? —preguntó Daphne.
—¡De
él! Y de su obsesión —intervino Vilma— Señor Jensen ¿Cómo explica lo que vi en
el cuarto de basura?
—Toda
mi vida he estado obsesionado con ustedes, los he seguido durante todas sus
aventuras, siempre detrás de ustedes procurando que no me viesen, pero yo
quería más. Investigando por internet descubro el llamado “Ritual del tiempo”,
lo realicé, tenía todo lo necesario para hacerlo. Conozco cosas que ustedes no
saben, cosas de su futuro, ¡Las vi con mis propios ojos! —Jensen se detuvo un
segundo y continuó— ¡Pero yo quería más!, aún no me sentía saciado así que
quise intensificar el ritual, lo único que necesitaba era su sangre.
—¡Qué
locura! —exclamó Fred— ¿Y qué iba a conseguir con eso?
—Iba
a cambiar el pasado, su grupo de cinco iba a ser de seis, porque yo iba a
incluirme en él. Este hotel lo manejaba mi padre, tras su muerte lo heredé, nunca
lo había pensado usar, pero para mi ritual era perfecto. Estos tres son mis
primos, les conté el plan, conocían mi enorme obsesión por ustedes así que accedieron
a participar, pero ahora veo que me traicionaron…
—¡Este
lugar es muy malo para ustedes! —dijo la otra mujer—, ¿Cómo creen que llegaron
aquí?, ¿Por accidente?, ¿Por una mala lectura del mapa?, ¡Pues no!
—¡Sabía
que íbamos bien! —comentó Daphne, pero nadie le hizo caso alguno.
—Gracias
al ritual se creó una grieta en el tiempo enlazada a su futuro, a algo muy
importante de su futuro.
—¿Y
qué puede ser tan importante como para que quieran que nos vayamos? —preguntó
Vilma— ¿Qué es eso que no quieren que veamos?
—¡ESTÁ
EN LA PARTE DE ATRÁS DEL HOTEL, VAYAN CON CONFIANZA, YA TODO ME VALE VERGA!
—gritó Jensen.
—¡No!,
¡No vayan! —gritó el hombre del traje, pero ya era muy tarde, los cinco se
encaminaron hacia allá con sus linternas y armas alzadas.
Detrás
del hotel se extendía el amplio bosque que habían visto todo el trayecto,
oscuro aterrador. Había algo allí que los atraía y los hacía sentir mareados, era
como cuando alguien se daba un chispazo con algo y la corriente recorría todo
su cuerpo, así se sentían en aquel momento. La sensación se hacía más y más
fuerte conforme avanzaban hasta aquel punto donde vieron aquello: Cinco grandes
lápidas grises una junto a la otra.
QEPD FRED JONES
QEPD DAPHNE BLAKE
QEPD VILMA DINKLEY
QEPD SHAGGY ROGERS
Y en la última, QEPD SCOOBY DOO
En ninguna figuraba fecha alguna.
Todos empezaron a llorar, la sensación de mareo y electricidad era aun
mayor ahora.
—¿Pero qué clase de broma es esta?
—preguntó Daphne con la cara llena de lágrimas.
No hacía falta que respondieran porque todos sabían perfectamente qué
era eso, todo encajaba, pero Vilma dio el veredicto final.
—El ritual del tiempo, la obsesión de Jensen, lo volvieron loco pero
lo que él no sabía era que este lugar constituía un papel importante en nuestro
futuro, este lugar es donde nosotros morimos. Tal vez no hoy, tal vez tampoco
mañana, pero quien sabe, seguro aquí caeremos dentro de unos meses, un año,
diez años, incluso cincuenta años. No sabemos lo que el futuro nos deparará,
pero es aquí… Esto es lo que estaban evitando que viéramos los primos de
Jensen.
—En ninguna dice fecha de defunción… —comentó Fred.
—Eso porque el ritual sigue abierto. El tiempo puede ser rescrito
muchachos, hay que cerrarlo y la única manera que se me ocurre es…
¡BLAM!... ¡BLAM!...
¡BLAM!... ¡BLAM!... Cuatro disparos, uno en cada cabeza y el ritual quedó cerrado. Tal vez
fue una decisión exagerada, pero en aquel momento ninguno tenía pensamientos
concretos.
Los cinco regresaron a la máquina del misterio, tenían un largo camino
de pensamientos borrosos hasta que llegasen a Carolina del Norte.
—Oye Vilma, pero… Hay algo que aún no entiendo —dijo Daphne— ¿Qué fue
lo que cada uno de nosotros vimos en los baños de las habitaciones? Shaggy
también comentó que vio algo extraño en el comedor.
—No tengo la menor idea…
Pero Vilma sí que sabía, pero no quería revelarles más nada del futuro
a sus compañeros, aquello que cada uno vio estaba relacionado a la manera en la
que iban a morir.
Sabían que el día en el que volviesen a cruzarse con aquel hotel, iba
a ser el día en el que sus vidas acabarían; pero mientras tanto quedaban cientos
de lugares a dónde ir, y muchos misterios
más por resolver.
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