Basado en el siguiente titular:
Por Robe Ferrer.
MUERE COSIDO A PUÑALADAS POR
“UNA GORRA” DURANTE UN CONCIERTO
El guitarrista del grupo Tu Otra Bonita murió en el acto
y otro de los componentes todavía se debate entre la vida y la muerte en el
hospital. La Policía
no descarta ninguna hipótesis.
Los
hechos ocurrieron el pasado sábado a las dos de la madrugada en la sala Galileo
Galilei de la capital. El grupo Tu Otra Bonita finalizaba la gira-presentación
de su último disco “Solitario Hombre Escoba” ante más de doscientas personas,
cuando una persona sin identificar saltó al escenario. Ante la sorpresa de
artistas y público, le clavó a Fico Cámara una baqueta de batería en un ojo después
de asestar cerca de treinta puñaladas al guitarra Félix Vigara. Los hechos
ocurrieron en apenas treinta segundos, por que ninguno de los presentes pudo
reaccionar a tiempo.
Según
testigos, el concierto estaba en su momento más álgido, el cantante había
anunciado que iba a finalizar la actuación tocando “Se quemó”, la canción más
conocida del grupo y tras los primeros acordes del tema el agresor apareció en el escenario, sin que nadie
pueda especificar cómo, y cometió el brutal crimen.
Tan
misteriosamente cómo había subido, el autor de la agresión se escabulló del
escenario por la parte trasera en dirección a los pasillos de los camerinos,
para abandonar el local por la salida de emergencia.
Pocos
minutos después, y tras numerosas llamadas a emergencias, los facultativos
sanitarios se personaron en el lugar. Una ambulancia medicalizada trasladó al
herido al Hospital Clínico en estado grave tras estabilizarlo en el lugar de
los hechos. Allí fue operado de urgencia para retirarle la baqueta que tenía
clavada en el ojo derecho. Su estado continúa siendo crítico y se encuentra en la UCI. del citado hospital.
Nada
pudieron hacer, sin embargo, por la vida del guitarrista; que se encontraba en
parada cardiorrespiratoria cuando los sanitarios llegaron al lugar. Tras
treinta minutos de masaje cardíaco, los médicos certificaron la defunción del
músico cuyo cuerpo quedó custodiado por la Policía hasta la llegada del Juez de Guardia.
Los
funcionarios de la Unidad
de Delitos contra las Personas (UDP) llegaron poco después y procedieron a
identificar e interrogar a todos los presentes; tanto público como componentes
del grupo y personal de la sala en la que se organizaba el concierto.
Una gorra y unas huellas
Los
asistentes afirman que no recuerdan nada de lo sucedido momentos antes de la
agresión.
Según
ha podido saber este medio, a través de los entrevistados, ha sido que nadie puede
aportar ningún detalle del agresor salvo que portaba una gorra plateada de los New York Yankees. Ninguno de los
asistentes ha podido aportar más datos.
En
palabras de A.L. manager del grupo “Fico y Félix fueron atacados por una gorra
plateada. No sé de dónde salió ni por dónde se fue; solo sé que esa persona ha
atacado a dos miembros del grupo y amigos personales. Espero que la Policía dé pronto con el
asesino y se haga justicia”.
“Solo
recuerdo una gorra plateada. El resto está borroso, como una sombra. Salió de
la nada y cosió a puñaladas al guitarrista, después, atacó al de la batería. No
lo vi subir al escenario ni tampoco lo vi bajar; solo vi cómo mataba a ese
chico”. Manifestó uno de los miembros del público.
“Nadie
del personal de la puerta recuerda haber visto entrar a la persona que llevaba
la gorra”. Comenta el encargado del local. “La Policía ha interrogado a
todos los trabajadores y asistentes al concierto, así como a los artistas y he
oído que todos dicen lo mismo, que lo que les llamó la atención del asesino fue
la gorra plateada. No sabían cómo iba vestido, si era hombre o mujer, ni si era
viejo o joven; pero todos sabían que llevaba esa gorra”.
El
bajista del grupo, Pablo García, dijo que no vio subir al atacante al escenario
y que tampoco lo había visto entre el público. “Fue como si se materializara
encima del escenario bajo esa gorra plateada. Yo estaba entre Fico y Félix y no
había manera de llegar a ellos sin pasar por mi lado, pero no hubo nadie que lo
hiciera. No puedo explicarlo. Es como si los hubiera atacado un puto fantasma”.
A
pesar de que nadie vio al agresor subir o bajar del escenario, este dejó varias
huellas de sangre en su huída. La dirección de las huellas es hacia los
camerinos y la salida de emergencia.
El
local tiene conectada la apertura de la salida de emergencia a un sistema de
aviso acústico, pero el personal de la sala manifiesta que el sistema no se
activó. En el exterior del recinto las huellas dejadas por el asesino
desaparecen.
La
rápida llegada de la Policía
evitó que cundiera el pánico y que los presentes abandonaran el local. La poca
gente que se marchó de la sala, pudo ser localizada casi de inmediato e
interrogada en el lugar.
Los
miembros de la UDP
identificaron a todos los presentes y los citaron para declarar en las
dependencias policiales al día siguiente.
Último concierto
Tu
Otra Bonita daba en Madrid el que iba a ser su último concierto de presentación
del disco “Solitario Hombre Escoba” cuando ocurrió el ataque sobre dos de sus
miembros.
Formado
en 2009, el grupo había recorrido cuarenta ciudades de la geografía española
presentando su primer álbum de estudio y anoche en Madrid cerraba la gira.
Pablo
y Héctor comentaban, hace apenas dos días en un programa de radio, que tenían
muchos proyectos de futuro y que trabajaban en nuevos temas.
“Después
de lo ocurrido esta noche no podremos seguir adelante” manifestó Alberto.
El
inspector Maldonado cerró el diario y lo lanzó sobre la mesa de su despacho con
un enfado visible.
—¡Me
cago en su puta madre! —exclamó. La puerta de su despacho se abrió despacio.
Raramente la tenía cerrada, pero sus hombres sabían que cuando estaba cerrada,
su jefe no quería ser molestado.
—Jefe,
siento molestarle, pero era para decirle que los miembros del grupo y el
personal de la sala ya han acabado de declarar —informó el oficial Vega.
—Muy
bien. ¿Queda alguien más por declarar?
—No.
Ya está todo el mundo. Estos días hemos interrogado a los asistentes al
concierto y hoy al personal del local y los músicos.
—¿Hemos
obtenido algo nuevo?
—Nada.
Todo el mundo dice lo mismo que los atacó una gorra plateada de los Yankees. No tenemos más datos.
—No
es posible que nadie haya visto nada más que una puta gorra, joder.
—Lo
sé. Es como si nos enfrentásemos a un fantasma —argumentó Vega sin dar crédito
a lo que él mismo decía—. Es de locos.
—¿Qué
han dicho los músicos? ¿Habían recibido amenazas o habían intentado agredirles
en alguna ocasión?
—Nada.
Ahora mismo Lucas está hablando con el cantante, que lo conoce de antes.
—Muy
bien. Si tenemos alguna novedad venid a comunicármelo de inmediato.
—Sí,
jefe, no lo dude. ¿Alguna cosa más?
—Sí,
que dejes de llamarme de usted. Llevas aquí más de cuatro años y sigues
tratándome de usted.
Vega
salió de nuevo a la zona de trabajo de la unidad. Su compañero Lucas estaba
colocando todas las declaraciones que acababan de tomar. Héctor, el cantante de
Tu Otra Bonita, esperaba a que el policía acabara con el papeleo.
—Oye,
¿qué tal está Fico? —preguntó Lucas.
—Muy
jodido. No sabemos si saldrá de esta; y si sale perderá el ojo —respondió el
cantante—. ¿Qué os han dicho los testigos?
—Lo
mismo que todos. Nadie vio nada salvo una gorra plateada.
—Eso
no es posible.
—Ya
lo sé. Y vosotros, ¿no tenéis enemigos? ¿Alguien al que le hayáis levantado una novia, algún grupo al que
hayáis vencido en concursos, fans cabreados?
—Nada.
Por lo menos que yo sepa —respondió Héctor—. Ha habido chicas que han querido
liarse con nosotros, pero cuando las hemos rechazado no ha habido problemas.
Habrá novios celosos, aunque no creo que para llegar a estos extremos. Ninguno
del grupo ha tenido líos con fans.
Maldonado
salió de su despacho en el mismo momento en que entraban en las dependencias
Isaac y Martín, los otros dos policías del grupo.
—¿Qué
tenemos? —les preguntó nada más verlos.
—Más
de lo mismo —respondió Isaac.
—¿Habéis
ido a la tienda de caza?
—Sí,
pero no hemos conseguido nada. El dependiente sí que recordaba el cuchillo, y
haberlo vendido el viernes por la tarde, pero no recuerda nada más. Bueno sí,
una gorra plateada. Ninguna descripción.
—¿Cámaras?
—Sí.
Aquí traemos la grabación. Íbamos a verla ahora mismo.
Los
cuatro policías, el inspector y el cantante del grupo se sentaron frente al
ordenador para ver el vídeo de seguridad. Todos se quedaron boquiabiertos
cuando en la imagen apareció la silueta de una persona con una gorra plateada
de los New York Yankees. Aquello era
lo único a lo que prestaron atención. No eran capaces de centrarse en la cara
del comprador, en su ropa, en su estatura, ni siquiera en su sexo.
Acabado
el video, Maldonado se dirigió a sus hombres confuso.
—¿Qué
es lo que habéis visto?
—Una
gorra plateada de los New York Yankees
—fueron respondiendo uno tras otro los policías. El cantante de Tu Otra Bonita,
que aún seguía allí, afirmó lo mismo que los miembros de la UDP.
—¿Nadie
ha podido sacar ni un solo rasgo del dueño de la gorra? —quiso saber el jefe.
—Nada.
Pero podemos volver a ver el video. —Vega pulsó de nuevo el botón de
reproducción del programa multimedia, pero en lugar de la grabación apareció un
mensaje de error: “El archivo que intenta
visualizar está dañado o tiene un formato desconocido”—. ¿Pero qué…?
Todos
los presentes se quedaron estupefactos. Menos de un minuto antes habían visto
aquel video. Vega pulsó una y otra vez sobre el archivo, pero siempre salía el
mismo mensaje de error.
—¡Joder!
—masculló el inspector—. Todos a la calle a buscar a esa puta gorra y al que
vaya debajo.
Los
cuatro policías abandonaron las dependencias de la UDP y comenzaron la búsqueda
del asesino de la gorra.
Dos
días después, Lucas y Vega entraron en el despacho con una persona esposada.
Maldonado salió de su despacho al ver que el detenido llevaba puesta una gorra
plateada de los New York Yankees. Los
dos policías hicieron que se sentara en una silla para tomarle declaración y le
dijeron a su jefe dónde habían detenido al sospechoso del ataque.
—Estaba
en una estación de autobuses y llevaba allí desde la noche de la agresión
—informó Vega—. Según nos han dicho los vigilantes, llegó allí, se sentó en un
banco y no se ha movido desde entonces. Al principio no les extrañó porque hay
muchos mendigos que entran a la estación para no pasar frío.
—Muy
bien —felicitó el inspector. Después se dirigió al detenido—. Y tú, ¿cómo te
llam…?
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