Hola:
El pasado miércoles recibí tu carta en el buzón, y desde entonces, he
estado intentando darla una respuesta, tratando de plasmar en papel la montaña
rusa de sentimientos por la que estoy atravesando ahora y…no me está resultando
nada fácil.
En primer lugar, quiero que sepas que he leído muchas veces tu carta y que
cuánto más la leo más bonita me parece. No te imaginas qué nudo se me puso en
la garganta cuando leí el último párrafo, ni las ganas que tuve de telefonearte
cuando leí la última frase; pero ambos sabemos las circunstancias que me rodean
y que no puedo actuar a lo loco.
Somos amigos desde hace años y es cierto que entre nosotros siempre ha
existido… algo; ¿te acuerdas de
aquella noche en casa de Sam? Todos estaban en el salón mientras que nosotros
estábamos en la cocina cortando la tarta de cumpleaños. Se fue la luz debido a
la fuerte tormenta y tú y yo nos quedamos a oscuras.
Me atrajiste hacia ti
acariciándome la base de la espalda, me pusiste un pegote de nata en la
comisura de los labios y te acercaste para lamerlo y entonces...entonces entró
Sam con una linterna, berreando porque todos tenían hambre y estábamos tardando
mucho en llevar el postre.
Pasé el resto de la velada lo más alejada de ti que pude, echándote miradas
de reojo y esquivando las tuyas, avergonzada.
No puede pegar ojo en toda la noche.
La imagen de nuestros cuerpos rozándose en la oscuridad y de tus labios
acercándose a los míos no dejaba de repetirse en mi cabeza; ¿qué nos había pasado?,
¿cómo nos iba a afectar lo ocurrido como amigos? Sin embargo, ni tú ni yo
hicimos por sacar el tema en los días siguientes, lo que simplificó mucho las
cosas y poco a poco el incidente a oscuras pasó a ser un recuerdo; aunque
pensase en él a todas horas.
El segundo acontecimiento sucedió a mediados del verano pasado: toda la
pandilla se había cogido vacaciones e íbamos a viajar a la casa de la playa que
tenía el bueno de Sam. Se había dispuesto que viajaríamos los ocho en dos
coches, tocándome a mí viajar en el tuyo.
Cuando íbamos por mitad de trayecto, quisiste parar en un área de servicio
a estirar un poco las piernas y a tomar aire fresco, pues el ardiente sol de
agosto iba dando todo el tiempo en tu lado del coche y te había causado un
pequeño mareo.
Dejando a Sam y a Blanca en el asiento trasero, el uno inmerso en su
Blackberry y la otra escuchando música de su cantante favorito; fuimos tú y yo
a dar un paseo por el campo y a observar cómo el sol poniente iba tornando el cielo
de color malva y naranja mientras se escondía tras las lejanas montañas.
Dijiste que los rayos del sol enfatizaban el tono pelirrojo de mi cabello y,
como siempre, me chinchaste llamándome por el mote que tú tan inteligentemente te habías inventado en
una noche de farra: “pelo panocha”.
Decidí ignorarte una vez más, como siempre que te metes conmigo, y me puse
a hacer fotos del bonito paisaje con la cámara del móvil. Me suplicaste riendo
que por favor te hiciese caso y me juraste que no volverías a llamarme eso
nunca más. Me miraste fijamente y tus labios se volvieron a acercar a los míos.
—Esta vez no hay nata —susurraste en mi oído.
Quería que lo hicieras. Deseaba más que nada que me
besases, pero no sé por qué en ese instante me pareció una mala idea, aparté la
cara y emprendí el camino de vuelta al coche mientras pude percibir como
suspirabas detrás de mí.
Las vacaciones en la playa trascurrieron con normalidad: no sucedió nada
más ni volvimos a coincidir a solas o a hablar al respecto. A la vuelta del
viaje, tu empresa te destinó a Copenhague durante cuatro meses y yo empecé a
salir con Javi.
Javi. Es tu mejor amigo, ¿recuerdas?, y además es el chico con el que se
supone que me voy a casar dentro de ocho meses. Bueno, mejor dicho me iba, porque
la boda se ha cancelado y él y yo hemos roto.
Tuvimos una discusión muy fuerte hace tres días a raíz de tu carta. Me
preguntó qué tenía pensado hacer y si te quería. Le dije que la respuesta era
obvia: te quería; te quería desde siempre.
Javi es la mejor persona del mundo y me parte el corazón haberle hecho daño
y haberme convencido durante todo este tiempo que le quería a él en vez de a
ti, que a ti te podía olvidar y que solo a su lado podría ser feliz. Una gran
mentira.
Te amo, y siento enormemente haber tardado tanto en reconocerlo. Siento
haberte dado tantas largas, haber dudado, y haber jugado con los sentimientos
de Javi; pero lo cierto es que tú eres para mí y yo soy para ti.
No podía contestar tu carta con un simple “la he recibido, gracias” como sugerías, tenía que contarte todo y
hacerlo bien.
Javi ha regresado a casa de su padre mientras me ha dado unos días para
sacar todas mis pertenencias de su apartamento. El mío lo vendí cuando me fui a
vivir con él, y como sabes mis padres viven lejos, por lo que no tengo de
momento a donde ir…pero sé que a partir de ahora mi hogar eres tú.
Te amo
Me encanto la ultima parte!!!! Que lindooo!!! Cami
ResponderEliminar