Mi estimado admirador secreto:
Nunca imaginé que a esta
altura de mi vida, cuando mis cabellos comienzan a pintar sus primeras canas,
recibiría una propuesta de amor. Pero, ¿existen quizá reglas para la pasión? Tu
carta me hizo olvidar mi edad si es que ésta cuenta al momento de abrir el
corazón y amar. Como dice cierto cantante por ahí “Señora no le quite años a su
vida, póngale vida a los años que es mejor”.
Conmovida la leí una y
otra vez intentando descubrir quién eres. He pretendido cada noche, en la
tibieza de mi lecho, sobre la suavidad de mi almohada, crear tu imagen a partir
de tus palabras. Nada he logrado así.
Salí a la calle a buscarte
en mi ruta cotidiana. Sospeche del verdulero… No!!! Don Juan? Imposible!!!
Recién acaba de enviudar, pobre…Cómo extraña a su mujer… El carnicero? Jamás lo
imaginaría… Éste sí que es un don Juan… adula a todas sus clientas… pero como
quien dice es “puro espuma”… se hace el galán cuando Rosita se descuida… pero
hay que verlo lo serio y correcto que anda cuando merodea su mujer por el
local… Del panadero? Ni hablar con su mujer y sus seis hijas para que
complicarse con una más… Del peluquero, menos… Parece que le tiene mucho cariño
a Diego su ayudante… No se si será cierta fama que tienen los peluqueros o las
habladurías de las chusmas del barrio… por las dudas, definitivamente
descartado. Y el diariero? No que va… conozco a su mujercita, que linda y cuan
felices se los ve juntos… parecen vivir en una eterna luna de miel…
Ya no se que pensar…
Que otros personajes
ciudadanos me quedan por revisar?
El jardinero?...Talvez…
Aunque…pensándolo bien…no!!! No puede ser… Don Raúl, el lustrabotas? Que amable
y con que simpatía me saluda cuando paso cada mañana para la panadería!!! Podría
ser…no? Pero, no, decididamente, no!!! Si el vive para sus nietos… No creo que
una nueva mujer esté en sus planes!!!
Y esto estaba en los míos?
Seguro serás quien menos
me imagine….
Volví a casa perdida en mi
andar y mis pensamientos. Solo tenía en mi mente descubrir a mi admirador
secreto.
Esa noche me fue difícil
conciliar el sueño. Di vueltas y vueltas en la cama. Cuando lo logré caí en un
sueño tan profundo que al despertar tuve la sensación de no haber dormido nada.
Como si recién me hubiese acostado. A pesar de la somnolencia, me incorporé en
mi cama y lentamente me levanté. De que servía seguir en la cama si una vez que
me despertaba aunque fuera temprano nunca podía volver a
dormir.
Además me había despertado
con hambre y un buen desayuno me esperaba. Mientras lo preparaba, salí a buscar
el diario. Y ahí lo recordé. Aquella mañana había encontrado la carta cerca del
diario. Cómo no lo había pensado antes…El repartidor de diarios... Sí, seguro.
Míralo nomás al viejito picarón…Tan calladito… Cómo se lo tenía guardado…
Ahora solo resta
responderte esta carta, mañana cuando vengas a cobrarme la cuenta de la semana
te ocultaré entre los billetes mi respuesta.
Y sí….porqué no permitirme
volver a sentir mariposas en la panza….
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