Por Carmen Gutiérrez.
El Tarot tenía razón. Después de tanto tiempo, EL DIABLO posó su mirada en ella y le señaló. Que el marido se largara sólo fue cuestión de suerte. El camino se abría placenteramente ante sí y pensaba seguirlo.
Con la copa en la mano sonrió. El hombre a su lado devolvió, confundido, la sonrisa. Mirándolo con desfachatez se sintió bella y feliz.
Lista para ofrecerle todos los placeres carnales, bebió su vino, se levantó y salió del bar.
Listo para recibir el infierno de su vientre, él la siguió.
El diablo desde su cárcel de papel fue feliz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario