Por Matt Sepúlveda.
Basado en «A la deriva» de Horacio Quiroga.
No hacía otra cosa más que caminar de un lado al otro del rancho aquella mujer mientras los nervios recorrían todo su cuerpo pensando en lo que se estaba llevando a cabo, ¿habrá funcionado? ¿Morirá ahí mismo? ¿O será que tomo otro camino?, nunca había atentado contra la vida de una persona y mucho menos contra la de su marido.
Fue idea del compadre Alves la de dejar la yararacusú justo a medio del camino que a diario recorría el pobre hombre para ir a buscar leña, esperando que de regreso Paulino encontrara su destino fatal entre las hierbas.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Si no muere no podremos vivir juntos Dorotea- dijo Alves mientras le mostraba la víbora a su comadre
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Debemos darle una oportunidad de salvarse- respondió angustiada y alejándose mientras lo miraba a los ojos
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Si llega con vida a mi rancho le daré antídoto, si no, disfrutamos de nuestra felicidad- -me parece justo- y así se cerró el pacto.
Envuelta en nervios seguía la mujer caminando por el rancho, el aire se podía sentir seco, caliente, y ella sabía exactamente la razón por la cual no podía parar de sudar estaba por recostarse cuando logro escuchar un grito proveniente de la entrada diciendo -“¡Dorotea!, ¡Dame caña!”, alcanzo a distinguir la voz de su marido y corrió por la damajuana pero antes de tomarla se arrepintió pensando que podría ayudar a detener el veneno, quería a su esposo, pero amaba a su compadre Alves, por lo que tomo un vaso con agua y se lo llevo.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¡Te pedí caña, no agua!- rugió de nuevo. ¡Dame caña!
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¡Pero es caña, Paulino! —protestó la mujer espantada pensando que la habían descubierto tratando de disimular los nervios
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->¡No, me diste agua! ¡Quiero caña, te digo!
La mujer corrió otra vez, volviendo con la damajuana para ver como el hombre tragaba uno tras otro, dos vasos, sin sentir remordimiento espero que la caña no ayudara en nada y mirando el pie de su esposo espero sin hacer movimiento deseando que pronto acabara su sufrimiento.
Hacía ya un año que en desesperación llego al rancho de su compadre, Dorotea lo encontró desnudo en su cama después de una noche de beber cachaza y caer inconscientemente, lo primero que resalto a llamarle la atención fue el tamaño del miembro de su compadre, en todos sus años solo había visto a un hombre desnudo y este era Paulino, su esposo, por lo que al ver algo prominentemente más grande y llamativo que lo que estaba acostumbrada, sus sentidos y su curiosidad fueron aumentando el calor en su cuerpo.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Bueno esto se pone feo- murmuro su esposo borrando el recuerdo de aquel día que apareció en la mente de Dorotea al tratar de recordar porque estaba haciéndole eso a su esposo en ese momento
Paulino se levanto como pudo mientras vomitaba, Dorotea solo miraba, no sabía si ayudarlo o dejarlo morir por las buenas, él avanzo hasta perderse camino al rio y Dorotea lo dejo ir esperando que el tiempo hiciera lo suyo.
El compadre Alves caminaba por el sendero junto al rio cuando se encontró con una oportunidad para dejar de cubrir lo que venían haciendo su comadre y el, varias veces cruzo por su mente el salir huyendo de ahí junto con ella con la esperanza de que paulino, su compadre, no los llegara a encontrar y por fin tuvo la oportunidad que esperaba al encontrarse con una yararacusú.
Hizo como pudo para atrapar a la víbora sin ser mordido aún cuando sabia que en su rancho tenia antídoto a ese veneno pues años atrás esa había sido la causa de la muerte de su esposa pues el antídoto llegó demasiado tarde, espero a la hora en que su compadre salía por la leña como todos los lunes y fue al rancho de sus compadres para plantearle a Dorotea su idea, al momento de llegar su comadre salía desnuda de su habitación a sabiendas que Alves estaba por llegar.
Alves no pudo evitar recordar ese día en que su aventura comenzó, se había quedado dormido desnudo después de haber bebido cachaza toda la noche, y recién despertaba, vio como su comadre yacía justo en su puerta mirándolo con los ojos abiertos.
Tenía ya tiempo que el compadre Paulino y el no se hablaban y solo una vez había visto a su comadre por lo que verla de pie a unos cuantos pasos lo tomo de mas por sorpresa, de principio no supo si cubrirse o pedir una explicación, pero cuando la miro fijamente sintiendo el mismo calor que sentía ella, de principio solo pensó en la discusión con su compadre y quiso un tipo de venganza, tenía mucho tiempo solo y la comadre no se veía mal, pensó en hacerlo por la fuerza y sus pensamientos solo hicieron que su miembro comenzara a ponerse erecto, la curiosidad de su comadre y sus ansias de venganza no pudieron con ellos y sin reproche alguno y sin que alguno de los dos dijera una palabra ya estaban envueltos bajo las sabanas.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Nunca me dijiste que hacías en mi casa ese día Dorotea- pregunto Alves al momento de regresar de aquel recuerdo, pero su comadre ya había dado un grito al verlo con la víbora en las manos
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Que es esa cosa, quieres matarme de un susto o será que ya te quieres deshacer de mi- dijo Dorotea horrorizada
Él le planteo su idea y llegaron a un acuerdo, se dio media vuelta y camino en dirección al camino que a diario recorría su compadre, sin remordimiento alguno, el viento lo golpeo en la cara fríamente como advirtiendo que lo que estaba por hacer sobrepasaba el límite de la desfachatez, de lo descarado, y aun así camino erguido y con la frente en alto, hacía ya tiempo que no pensaba en su compadre, Dorotea era lo único que llenaba de pensamientos su mente y en sus planes no estaba su compadre, y en los de ella tampoco estaba su marido.
El sol comenzaba a salir cuando Paulino golpeo a Dorotea por la espalda, había bebido toda la noche y al momento que ella se dio la vuelta para dejarlo solo con su embriaguez se sintió ofendido y soltó el golpe, en ese momento todo se le vino abajo, más abajo aun de lo que él se imaginaba, vio el rostro de horror de su esposa que nunca se había considerado una mujer sumisa y a pesar de todo, el amor que sentía por ella lo hizo detenerse y caer en cuenta que había hecho mal, pidió disculpas pero Dorotea no lo quiso escuchar y salió del rancho.
No supo nada de ella hasta el anochecer su mirada era diferente y lo miraba poco a los ojos, volvió a pedir perdón esperando que el suceso quedara en el olvido y ella cedió, o al menos fue lo que le dijo, paso días tratando de compensarlo, incluso dejo la bebida y trabajaba más duro para que su mujer se sintiera orgullosa lo cual de alguna forma noto que no servía de mucho.
Paulino no era como muchos hombres de su región, desde el primer momento se entrego a su mujer y el amor que sintió por ella desde el comienzo era ya muy grande, no temía a la muerte pero morir no estaba definitivamente en sus planes, tenía una mente muy madura y respetaba los espacios de su mujer, por lo que tenerla distanciada le hacía sentir un poco más vulnerable.
Ese día como cada lunes salió por la leña, su esposa apenas lo miro aún cuando la noche anterior habían tenido relaciones, algo que no pasaba ya desde hacía mucho tiempo, no supo ni que sentir, pero sabía que había algo de ansiedad en el, recolecto lo mas que pudo y justo antes de llegar sintió en su pie algo blanduzco, y enseguida sintió la mordedura en el pie.
Dorotea se dirigió al rancho de su compadre una vez que vio a su esposo desaparecer camino al rio, Paulino no sabía que su compadre tenia antídoto y mucho menos que su comadre había fallecido pues la riña entre ellos no les permitió comunicarlo, pero Dorotea tenía la esperanza de que por la mente de su esposo pasara el que tal vez su compadre pudiera ser de ayuda, no sabía ni porque lo sentía, sabía perfectamente que quería estar con Alves, por quien, más que deseo, sentía un gran amor que no había experimentado antes, a pesar de que Paulino había sido un buen esposo, pero el remordimiento de ser cómplice en la muerte de su esposo la aterraba un poco.
Antes de llegar escucho como su esposo le gritaba a su compadre por ayuda, pronto sintió un gran nudo en la boca del estomago, al momento de pactar que si llegaba con vida a con Alves se le administraría el antídoto no pensó realmente que llegara a suceder, y a su mente vinieron los nervios a atacarla nuevamente, ¿Qué tal que los descubría?, ¿en verdad Alves lo ayudaría?, ¿sería bueno llegar en ese momento? No supo si correr a impedir que lo ayudara o si detenerse para que su esposo no lograra verla en el rancho de su compadre, lo pensó por un momento hasta que llego a la conclusión de que a pesar del pacto Alves no haría por ayudarlo así que corrió lo que faltaba de camino.
A penas llego vio a su compadre de pie mirando hacia el rio, Dorotea dirigió la mirada hacia donde miraba fijamente su compadre y pudo ver como la canoa de su esposo pasaba lentamente sin dar señales más que de su brazo colgando por un lado de la canoa.
Desapareció en el camino y no sintieron remordimiento alguno, ellos solo dejaron al reptil en libertad, y lo que ocurrió después, a lo que la gente llegara a saber, fue solo cosa del destino.
<!--[if !supportLists]-->- <!--[endif]-->Al fin solos.
Y se unieron en un beso.
FIN
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