domingo, 14 de febrero de 2021

Fausto 21

 

ACTO 1

(Se abre el telón. Se ve una habitación. A la derecha del escenario hay un decorado que simula una cocina. Delante de él hay una isla con varios taburetes a su alrededor. En el centro del escenario hay un decorado que a la derecha simula un pasillo que lleva a las habitaciones y a la izquierda hay un gran ventanal con un skyline de Nueva York. Delante de él hay un sillón y un sofá de tres plazas. A la izquierda del escenario hay una estantería llena de objetos frikis entre los que destacan cuatro bustos de Batman, Aquaman, Flash y Linterna Verde, todos ellos con unas mascarillas higiénicas puestas en sus bocas. Y junto a la estantería hay una puerta cerrada que lleva a bastidores. Sentados en el sillón y en el sofá se ve a cuatro jóvenes de unos veintipocos años: Bruce, Barry, Arthur y Hal. Sobre la mesa auxiliar que hay delante del sofá hay varios objetos: una cachimba, un par de ceniceros con porros descansando en ellos, varias botellas de alcohol y cuatro vasos medio llenos. Están todos bastante colocados.)

Barry: ¡Maldita sea! Otra vez me ha descubierto el cabrón de Arthur.

Arthur: No te quejes. Es la tercera vez que te toca ser impostor desde que hemos empezado. (Da una calada a la cachimba.) A mí todavía no me ha tocado ni una sola vez.

Bruce: Y eso que llevamos jugadas veinte partidas seguidas. (Se ríe.)

Hal: Chicos, paso del Among Us, ¿echamos un Fortnite?

Arthur: Paso. La última vez hicisteis team contra mí y me disteis por culo jodiéndome la partida.

Barry:  No seas llorón, solo fue una broma.

Arthur: Lo que digáis, pero os recuerdo que me debéis un mando de la Switch. Por vuestra culpa lo lancé por la ventana. Ya sabéis como me pongo cuando me cabreo.

Hal: (Dando un trago a su vaso.) Eso te pasa por gilipollas. No tenemos la culpa de que no sepas controlarte.

Arthur: Ahora sí que la lleváis clara. Va a jugar al Fortnite vuestra puta madre.

Bruce: Vale ya, capullos. (Da una calada a su porro y lanza un anillo de humo al aire.) No jodáis la marrana. Tengo la solución a nuestro problema. Me han hablado de una nueva aplicación mamadísima.

Barry: Ya tiene que ser buena. La última vez que te hicimos caso perdimos un mes de nuestra vida con la mierda del Fall Guys.

Bruce: No, esta es mejor. Sabéis lo que es la ouija, ¿no?

Arthur: Ya te vale, tío. Ahora querrás que volvamos a los tiempos analógicos de la inquisición. Mis dedos, mientras no consiga una novia, solo tocan ya pantallas digitales.

Hal: Antes se derretirán los polos por el efecto invernadero que tú tocarás a una tía. (Se ríe con ganas.)

Bruce: No seáis idiotas, he dicho aplicación. Quienes la han probado aseguran que es brutal. Le dan un 4,9 de valoración. Dicen que te permite contactar con el más allá mediante algoritmos matemáticos.

Barry: Lo que me faltaba por oír, hablar con los muertos vía email. Para cagarse.

Bruce: Se llama Extreme Ouija, ¿la probamos?

Hal: Yo no sé si estoy lo suficientemente colocado como para creer en esas mierdas.

Bruce: Solo hay una manera de comprobarlo.

Arthur: Está bien. Probémosla.

(Bruce coge su móvil, lo pone encima de la mesa y trastea con él unos segundos.)

Bruce: Ya está instalada. (Pulsa la pantalla.)

Barry: ¿A quién invocamos?

Hal: Yo lo tengo claro, deberíamos convocar a quién nos inspiró para meternos en la carrera de Física: al maestro Stephen Hawking.

Bruce: Joder tío, que buena idea. Seguro que ya no necesita el modulador de voz y podremos entenderle mucho mejor.

Arthur: Cabrón, como te pasas.

Bruce: Como si vosotros no hubierais pensado lo mismo al oír su nombre.

Barry: Tengo una idea mejor, ¿qué tal Bob Marley? Si acude le podemos preguntar por el nombre de sus camellos. Seguro que tendrán la mejor hierba del universo.

Hal: Mira que eres imbécil. Apuesto lo que quieras a que ya están todos tan muertos como él. (Los cuatro se ríen y dan una calada a sus porros al unísono.) ¡Va por ti, Bob! (Gritan todos a la vez.)

Bruce: Ya sé a quién invocar.

Barry: Sorpréndenos.

Bruce: ¿Quién puede darnos toneladas de droga de la mejor calidad y rodearnos de tías dispuestas a hacernos todo lo que se nos ocurra y más?

Hal: ¿Quién?

Bruce: El gran jefe: Lucifer.

Barry: ¿Tú eres tonto o qué te pasa? ¿Tú crees que Lucifer acudirá a la llamada de cuatro pringaos como nosotros? Seguro que tiene mejores cosas que hacer.

Bruce: Yo solo digo que, si lo vamos a hacer, hagámoslo a lo grande. ¿Quién está conmigo?

Hal: Yo me apunto.

Arthur: Yo también.

Barry: Estáis zumbados. Pero que no se diga que soy un cagueta. Adelante.

Bruce: Poned los dedos sobre la pantalla. (Lo hacen.) Lucifer, manifiéstate.

(No pasa nada)

Hal: ¿No hará falta un ambiente un poco más tétrico?

Bruce: Tienes razón. (Da una palmada y se apagan las luces del escenario y una luz cenital cae sobre ellos.) Lucifer, ¿estás con nosotros?

(No pasa nada.)

Bruce: Lucifer, te exigimos que acudas a nuestra llamada. (Las manos no se mueven. No pasa nada. De pronto, suena el timbre de la casa. Los cuatro dan un respingo y se echan para atrás cayendo sobre los respaldos de sus respectivos asientos. Arthur ha agarrado, durante el susto, la mano de Bruce. Bruce, cuando se da cuenta, se suelta de él con mucho asco. Da una palmada y se vuelve a encender la luz.)

Bruce: ¿Qué coño haces? (Pregunta cabreado a Arthur.)

Arthur: Nada, ¿quién será? (Nervioso, evita a Bruce mirando a Hal.)

Hal: Y yo que coño sé. Ve a abrir.

Arthur: Ve tú, no te jode.

Bruce: Ya voy yo, cagones de mierda. (Coge su porro, le da una calada y se levanta. Anda hacia la puerta. Al llegar a ella mira por la mirilla.)

Arthur: ¿Quién es?

Bruce: Un repartidor de pizza. ¿Habéis pedido alguna? (Todos niegan con la cabeza.)

Arthur: No abras.

Bruce: ¿Por qué no?

Arthur: ¿Y si es el diablo?

Bruce: Seguro que el diablo va por la vida vestido con un uniforme rojo chillón repartiendo pizzas a domicilio. No seas capullo. (Abre la puerta. En ella se ve a un tipo alto y atractivo vestido, por completo, de rojo con unas llamas dibujadas en las mangas y en las perneras que sonríe a Bruce. En sus manos lleva una caja de pizza azul.)

Lucifer: Buenas noches, aquí me tenéis cumpliendo con el compromiso de que si en menos de treinta segundos no acudo a vuestra llamada es que no hago bien mi trabajo y os podéis comer esta deliciosa pizza gratis. (Levanta los brazos y abre la caja. Al hacerlo dirige la tapa de la caja al público para que se pueda ver el logo de la pizzería: “Heaven´s Gate”. Luego gira el envase y enseña la pizza a Bruce de manera que el público también la puede ver. Es una pizza de pepperoni y champiñones con una pinta increíble.)

Bruce: Te equivocaste de puerta, tío. Nosotros no hemos pedido nada.

Lucifer: Sí que lo habéis hecho. Vosotros llamáis y yo vengo si no, ¿para qué diablos estoy aquí?

Bruce: ¿Para hacer tu puto trabajo?

Lucifer: No seas maleducado. (Le cambia la cara a Lucifer. Está cabreado.) Nunca sabes a quien puedes tener delante.

Bruce: Mira tío, estamos muy ocupados así que ya te puedes ir largando.

Lucifer: Creo que no lo has entendido, la pizza es para vosotros ya que es de mala educación venir de visita y no traer nada de regalo. (Al terminar la frase, empuja a Bruce con la caja, golpeándole en el estómago. Mientras Bruce trastabilla hacia atrás, Lucifer cierra la puerta a sus espaldas con un portazo.)

(Hal y Arthur acuden a sujetar a su colega mientras el diablo se ríe con ganas y lanza la caja a Barry. Este la coge con bastante dificultad y la deja sobre la mesa.)

Barry: ¿De qué coño te ríes? ¿Te crees muy duro? Ahora te vas a largar si no quieres que te demos una paliza.

Lucifer: ¿Quién me la tiene que dar? ¿Vosotros cuatro? No me hagáis reír. No es solo que vais fumaos hasta las trancas, es que no tenéis ni media hostia. Ni siquiera tendría que ser quien soy para daros una paliza de las que hacen historia. (Se acerca a ellos un par de pasos y los cuatro retroceden.)

Hal: Vamos tíos, acabemos con él y comámonos la pizza. Los porros me han dado hambre. (Se lanzan los cuatro contra él, pero tras un par de buenas fintas Lucifer zancadillea a Barry y a Hal. A Bruce y a Arthur, Lucifer les da una patada en los huevos. Los cuatro acaban tirados en el suelo.)

Lucifer: Chicos, chicos, si no podéis, para que os metéis. Ahora no me queda más remedio que mataros a todos. Es lo que tiene cabrearme.

Bruce: ¿Quién coño eres? (Sigue en el suelo tirado junto a la mesa. Arthur también está en el suelo junto a él. Hal y Barry ya se han levantado.)

Lucifer: Me llaman por muchos nombres: Diablo, Lucifer, Belcebú, etc. Pero para vosotros soy vuestra peor pesadilla. Y mira que cuando me habéis llamado he pensado que podíais hacerme sonreír. Al revisar vuestros informes he visto potencial en ellos. Sé que antes ya eráis unos pajilleros, pero he visto que, desde que tenéis a la vecina nueva, os habéis convertido en unos pajilleros premium soñando con unas tetas que, al paso que vais, tardaréis mucho pero que mucho tiempo en catar. También tengo registrado que os gastáis la pasta que vuestros padres os dan para la universidad en perder al póker online día sí y día también. Y para redondear el pack estáis más tiempo colocados que sobrios ya que os fumáis y bebéis todo lo que cae en vuestras manos. En fin, que sois unas joyitas. Pero llego aquí, con toda mi mala intención, con la idea de hacer un trato justo con vosotros y me intentáis joder. Y eso sí, por mucho que mi trabajo me guste y lo haga gratis, no aguanto que unos gilipollas como vosotros me falten al respeto. Así que, os pregunto, ¿quién va a ser el primero en cascarla?

Hal: Mira tío, no sé qué te has metido, pero sí sé que estás como una puta cabra, así que llévate todo lo que quieras, pero déjanos en paz con nuestras movidas.

Lucifer: Vaya, parece que no me creéis, así que tendré que demostrároslo. (Se pone frente a ellos, apunta la mano derecha hacia Bruce y la izquierda hacia Arthur y hace como si utilizara una especie de poder mental. Bruce y Arthur se van levantando mientras en su cara se aprecia que lo están haciendo contra su voluntad, que no tienen ningún control. Al final quedan los cuatro de pie delante de Lucifer. Una vez así, chasquea sus dedos y todos caen al suelo como si fueran fardos. Lucifer da un paso atrás).

Lucifer: Ahora levantaos, capullos. (Todos se levantan.) ¿Cómo os encontráis?

Barry: ¿Qué coño nos has hecho? (En su voz ya no se nota que esté colocado.)

Lucifer: Os he quitado el cuelgue que llevabais. Me gusta que mis víctimas estén plenamente conscientes para que se deleiten con mi arte para torturar y asesinar.

Hal: ¡Tío, perdónanos! Yo te creo, ¿y vosotros? (Todos asienten nerviosos.) ¿Qué quieres? ¿Nuestras almas? Llévatelas. (Empiezan todos a asentir y a gimotear.)

Barry: Sí tío, haremos lo que tú digas.

Arthur: Te lo prometemos. (Llora un poco.)

Bruce: Somos tuyos.

Lucifer: ¡Dejad de gimotear! ¡Me ponéis enfermo! No merecéis vivir. Claro que me pertenecéis y voy a disfrutarlo. Creo que empezaré contigo, Arthur. (Apoya un dedo en la frente de Arthur.)

Arthur: (Nada más sentir el contacto empieza a gritar.) ¡Para! ¡Mi cerebro está ardiendo! (Se agacha y se agarra a la pierna de Lucifer con los dos brazos.) ¡Perdóname!

Lucifer: Perro, ¿qué quieres? ¿follar conmigo? (Le da una patada y se lo quita de encima.) No me cabrees más de lo que ya estoy o te mantendré vivo mientras derrito tus entrañas.

Hal: ¡Tío, dinos que podemos hacer para que nos perdones la vida! (Dice mientras ayuda a Arthur a levantarse.)

Lucifer: (Se lleva la mano al mentón y sonríe.) Está bien, hay algo que tal vez podáis hacer por mí.

Barry: Sea lo que sea, cuenta con nosotros.

Lucifer: Veréis, el año pasado se me ocurrió utilizar a los científicos, a los políticos y a los periodistas para joder al mundo, y he de decir que han hecho un gran trabajo. No hay duda de que todos los cabrones que han llevado al mundo al borde del apocalipsis, con esto del coronavirus, me han dado buenos ratos al mismo tiempo que han llenado mi despensa de almas gourmet, pero ya me estoy aburriendo de ellos. Queráis o no, todos esos fantoches son unos sosainas, y ahora lo que me apetece es un poquito de desfase. He pensado que, cuando dentro de poco acabe con la pandemia de la COVID-19, provocaré una época de desinhibición sexual y libertinaje en la cual quiero pasármelo en grande y para que sea legendaria, vosotros, que ibais para aburridos científicos o ingenieros y habéis acabado siendo unos deshechos humanos, me ayudaréis con eso.

Bruce: Joder, nos has calado bien, ¿qué necesitas que hagamos?

Lucifer: Solo hay una manera de que os libréis de una muerte lenta y muy dolorosa. Dejadme hacer y enseguida os cuento en que consiste mi plan. (Levanta las manos y comienza a salir un humo verde de los ceniceros, de la cachimba y de todos los rincones del escenario. El humo oculta a los actores en cuestión de segundos. Baja el telón.)

 

 

 

 

 

ACTO 2.

(Se levanta el telón y ya no hay humo. Se ve a los protagonistas en el mismo lugar en el que estaban, pero ahora, tres de los cuatro jóvenes están vestidos como estrellas del reguetón. Van con chándales chillones, cargados de joyas y unas gorras con viseras enormes coronan sus cabezas. Hal y Barry además llevan puestas unas gafas de sol con cristales tintados de colores. Bruce es el único que sigue vestido igual que antes. Lucifer ya no lleva el traje de repartidor. Ahora va con camisa blanca y traje negro. Un pañuelo blanco asoma por el bolsillo del traje. Está mirando a los cuatro con una sonrisa de oreja a oreja. Encima de la caja de la pizza que está sobre la mesa ha aparecido una pistola.)

Hal: ¿De qué coño vamos disfrazados?

Lucifer: De lo que vais a ser a partir de ahora. Vais a difundir mi palabra y obra por todo el mundo como estrellas del reguetón.

Barry: Tío, tú sí que estás colocado. Ya te aseguro yo que no tenemos ni idea de cantar.

Lucifer: No os preocupéis, con mis poderes podría hacer que tuvierais una voz diabólica, pero es que para cantar reguetón con un buen productor que sepa manejar el Auto-Tune sobra. Hasta un cuervo podría dar el pego.

Barry: Eso te lo compro. Pero, por si no te has dado cuenta, somos unos stoners y tenemos el mismo flow que una lombriz de tierra.

Lucifer: De eso sí que me encargo yo. (Chasquea los dedos y empieza a sonar a todo volumen en el teatro “Muévelo” de Nicky Jam & Daddy Yankee. Los tres comienzan a moverse como auténticos cantantes de reguetón mientras hacen playback de ese tema.)

Barry: Joder tío, jamás nos habíamos movido así. (Siguen moviéndose sin poder parar.)

Lucifer: Yo solo ofrezco lo mejor al mundo. (Chasquea los dedos, para la música y dejan de moverse y de hacer playback.)

Arthur: Aun así, ¿tú nos has visto? Paso de hacer el ridículo. Antes prefiero morir.

Lucifer: Eso tiene solución. (Coge el arma y le apunta a la cabeza.)

Arthur: (Levanta las manos.) Tranquilo tío, solo era una broma, ¿cuándo empezamos?

Lucifer: Enseguida. (Baja el arma.) Antes hay que zanjar un asuntillo pendiente.

Bruce: ¿Cuál?

Lucifer: Todo pacto conmigo necesita un juramento de sangre. Y para salvaros a los tres hace falta uno muy potente.

Bruce: ¿Qué quieres? (Da un paso atrás.)

Lucifer: Fácil. Vosotros tres juráis que os convertiréis en mis apóstoles y que, con las letras de vuestras canciones, con buenos videos porno-musicales y disfrutando de una vida de excesos y farra sin límites atraeréis a mi causa al mayor número de almas posible. Y yo a cambio no os mato para que podáis gozar de todo eso el resto del tiempo que os quede en este mundo. Eso sí, teniendo claro también que cuando muráis yo me quedaré con vuestra alma, ¿os hace?

Hal: Algo me dice que no tenemos otra opción.

Lucifer: Tú lo has dicho. Es eso o morir en los próximos dos minutos. Vosotros decidís.

Arthur: ¿Y cómo cerramos el trato?

Lucifer: Sencillo. Lo único que tenéis que hacer es matar a vuestro colega Bruce de tres tiros bien dados, uno por cabeza. Como veis él no ha dado la talla para convertirse en una estrella de la música latina.

Bruce: (Nervioso. Se aleja de ellos un par de pasos.) ¿Antes no bastaba con un simple pinchazo en el dedo?

Lucifer: Ya te lo he dicho, nene, las tarifas han subido. ¿Quién se anima a disparar primero? (Ofrece el arma a los tres.)

Arthur: Yo, con mucho gusto. (Coge el arma y apunta a Bruce.)

Bruce: Cabrón, siempre supe que me tenías manía.

Arthur: (Avanza un paso.) Eres tú o yo. (Apunta al pecho de Bruce.)

Bruce: ¡Espera! (Se dirige a Lucifer.) Sé que aquí hay algo más. Dime que quieres de mí y te lo daré.

Arthur: No te esfuerces. Él ya ha elegido y tú no estás en la lista. (Pone el dedo en el gatillo.)

Lucifer: No tan rápido, mi querubín del infierno. (Chasquea los dedos y empieza a sonar en el teatro, a menor volumen que antes, el tema “Bonita” de J. Balvin, Jowell y Randy. Los tres comienzan a moverse como auténticos cantantes de reguetón mientras hacen playback de ese tema. Le quita la pistola a Arthur.) Hablemos. (Se lleva a Bruce a un rincón del escenario.) No te preocupes, no nos pueden oír.

Bruce: Ahora sí que tengo claro que tienes algo pensado para mí.

Lucifer: Sí, todo este teatrillo era una prueba para ver como reaccionabas y he de decir que no me has defraudado. Si hubieras lloriqueado como una nenaza ahora estarías en el suelo bañado en un charco de sangre. (Señala al suelo.) Pero has hecho lo que esperaba de ti y ahora solo falta que lo certifiques.

Bruce: ¿Cómo?

Lucifer: Todo cantante de reguetón necesita un productor sin escrúpulos en la sombra y eso es lo que quiero que seas tú para ellos. Con los conocimientos que te voy a dar, debes llevar a estos tres panolis a la cima y por el camino debes asegurarte de que jamás les falte de nada. Deben cumplir todos sus sueños y fantasías por muy retorcidas que sean. Debes hacerles pecar y así ellos arrastrarán al pecado a todo aquel que se acerque o se fije en ellos. Y no dudes de que serán muchos. Quiero un ejército de acólitos que eleven mi poder hasta alcanzar niveles estratosféricos. Y una vez tus tres colegas me lo hayan dado todo morirán jóvenes dejando un bello cadáver detrás y será entonces cuando saborearé su dulce y sabrosa alma en un infernal orgasmo de placer.

Bruce: ¿Y luego qué pasará conmigo?

Lucifer: Por ti no te preocupes. Si haces bien tu trabajo, cuando ellos mueran te convertirás en uno de mis lugartenientes y seguirás teniendo una vida lujosa dedicada a cumplir con otros trabajitos similares que te iré ordenando, ¿te apuntas? (Le ofrece el arma.)

Bruce: (Cogiéndola.) Y esto, ¿para qué?

Lucifer: ¿Otra vez lo tengo que explicar? (Levanta la mirada al techo y suspira. Vuelve a mirar a Bruce.) El sacrificio. Mata a uno de tus colegas. Así cerramos el trato con un juramento de sangre.

(Bruce levanta el arma, apunta a Arthur que sigue moviéndose y haciendo playback. Arthur mira a Bruce con cara de terror. Bruce dispara a Arthur en el pecho. Arthur cae al suelo y mientras sigue sin poder dejar de moverse y sigue haciendo playback, su camisa comienza a teñirse de rojo.)

Lucifer: Buen disparo, chaval. (Chasquea los dedos, la música se apaga y los tres dejan de moverse y de hacer playback. Hal y Barry corren junto a Arthur. Barry se quita la chaqueta del chándal e intenta taponar la herida.)

Hal: ¿Qué coño has hecho, tío? Hay que llamar a una ambulancia.

Lucifer: Tranquilos, no es para tanto. (Chasquea los dedos y Arthur se levanta como si no hubiera pasado nada.) Menos mal que no te ha disparado en la cabeza. Te hubiera podido salvar igual, pero a lo mejor hubieras quedado más tonto de lo que ya eres. (Se ríe con ganas.)

Arthur: ¡Ya no estoy herido! (Se toca convulsivamente con las dos manos por todo el cuerpo.) ¡Cabrón! (Se lanza furioso hacia Bruce. Lo coge del cuello y comienza a estrangularlo. Lucifer se acerca a ellos, agarra por la oreja a Arthur y lo aparta de Bruce un par de metros.)

Lucifer: ¡Basta ya! Si no quieres que me arrepienta de salvarte la vida no me toques los huevos. A este chaval no lo molestéis ya que a partir de ahora va a ser vuestro mánager. Le vais a deber todo lo que consigáis. Apartaos de nosotros. (Dice señalando hacia un lado del escenario. Hal y Barry se acercan a Arthur y se alejan los tres formando un corrillo y simulan hablar entre ellos. Lucifer se lleva a Bruce otra vez al rincón y se saca del bolsillo un fajo de billetes.) Toma, cómprate un buen traje y por Dios, no comas ni un solo trozo de pizza. Una vez se la coman se olvidarán de todo lo que ha pasado aquí y se convertirán en nuestros títeres para siempre. Para ellos será como si siempre hubieran sido cantantes de reguetón. Te dejo al mando.

(Lucifer se acerca a los otros tres y los coge por los hombros haciendo piña.)

Lucifer: A partir de hora haced todo lo que os diga Bruce y llegaréis lejos. (Dicho esto se aleja hacia la puerta. Desde allí los apunta con el dedo y se dirige a ellos amenazante.) Ahora comeos la pizza y ni se os ocurra dejar ni una sola miga. Si no hacéis lo que os digo, volveré y ya os aseguro yo que no seré tan amable. (Abre la puerta y sale del escenario.)

(Los tres se arremolinan junto a la mesa y Arthur coge la caja de la pizza, que ahora es de color rojo, y la abre de manera que el público pueda ver la carátula. En ella ahora se puede ver, entre llamas, el nuevo nombre de la pizzería “Hell´s Kitchen”.)

Hal: ¡Cabrón! (Grita.) ¡Lleva anchoas y piña! (Los tres cogen un trozo con cara de asco y le meten un buen bocado.)

Lucifer: (Se oye en todo el teatro su voz, muchísimo más grave que antes.) ¡Qué esperabais! ¡Soy el puto Lucifer! (Se oye de nuevo un chasquido de dedos, y esta vez suena “Con calma” de Daddy Yankee, y los tres se ponen a moverse y a hacer el playback de este tema mientras siguen comiendo la pizza. Bruce los mira y comienza a contar el dinero mientras sonríe. El telón empieza a bajar lentamente mientras se oye la risa de Lucifer a todo volumen en el teatro.)

FIN

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