(imagen de la película «La zona muerta», basada en la novela homónima) |
Seudónimo: Concetta Reynolds.
Autora: Evelia Garibay.
La
calle desierta y oscura desembocaba directamente en la solitaria casa sobre la
colina.
Tom
caminaba hacia allí mirando la punta de sus zapatos y levantando la vista para
enfrentarse a la casa de vez en cuando. Una parte de él sabía que esa no era su
casa, visualmente si lo era, pero en la realidad la casa no se alzaba solitaria
en una colina, en la realidad la casa se encontraba en una calle plana, rodeada
de otras casas iguales; pero esto era un sueño, y en los sueños todo era
posible.
Solo
que esto no era un sueño común, era una pesadilla y por más que Tom intentaba
despertar no lo conseguía, sabía que tenía que ser testigo de todo de nuevo.
Sus
pasos lo llevaron hasta la entrada de la casa e inmediatamente sintió el humo
que escapaba por debajo de la puerta, el pomo de la puerta estaba demasiado
caliente para intentar abrir, así que de una patada se abrió paso al interior
de la vivienda. No había llamas pero el humo impedía toda visibilidad, a
tientas y por el hecho de conocer la casa a la perfección se abrió paso hasta
la habitación principal. Ahí el fuego bailaba en todas las superficies excepto
en la cama. En la cama estaba él, Johnny, el amor de su vida, no intentaba
levantarse, solo estaba ahí mirando hacia Tom mientras las llamas se acercaban
cada vez más.
Tom
intentó romper la parálisis que se apoderaba de su cuerpo cuando por fin lo
consiguió y traspaso el umbral se encontró volando, cayendo hacia el vacío y
despertó bañado en sudor y llorando.
La
pesadilla se repetía desde hacia tres días, tres largos días sin Johnny, tres
largos días desde que un estúpido accidente se había robado la vida de su amor
sin mencionar todas sus pertenencias, eso no le preocupaba, tenían un buen
seguro gracias a la insistencia de Johnny, pero ni todo el dinero del mundo
podía regresarlo a la vida.
Tom
se enjugó las lagrimas, en unas cuantas horas podría solucionar el problema de
la pesadilla, sabía que la tenía porque cuando el llegó a casa ya todo había
acabado y ni siquiera pudo hacer el intento de salvarlo. Murió por inhalación
de humo y después las llamas se cebaron con su cuerpo pero para Tom eso no era
consuelo, el amor de su vida ya no estaba y había muerto solo, no se suicidaba
porque no era un cobarde pero si pudiera elegir, preferiría haber muerto con
Johnny que seguir con vida.
Tomar
la decisión de ir a “Encapsúlalos” no le había tomado mucho tiempo.
Inmediatamente después de que se descubriera la forma de viajar en el tiempo,
el gobierno había tomado la decisión de prohibirlos, los riesgos eran demasiado
grandes; pero una empresa encontró la forma de saltarse esas prohibiciones, no
ofrecían viajes en el tiempo, ofrecían miradas hacia atrás. Los clientes podían
elegir un paquete económico y conseguir una grabación de cierto momento del
pasado, o podían escoger un paquete completo en el que mediante el pago de una
gran suma de dinero podían conseguir su propia habitación en el pasado, al
abrir la puerta de esa habitación se podía ser testigo del momento que se
quisiera ver, siempre y cuando se diera la localización y el momento exacto de
lo que se quería “encapsular”.
Tom
tenía muy claro cual era el momento que quería “encapsular” quería ser testigo
de los últimos momentos de Johnny, asegurarse que no había sufrido, y aunque el
costo era prohibitivo para muchos, gracias al seguro se lo podía permitir.
Estando solo ya no necesitaba mucho.
El
gran edificio de acero y cristal en el que se encontraba la empresa era
imponente, la agente asignada para atender a Tom, Wendy, era la perfecta
encarnación de la eficacia, hermosas facciones, sonrisa perfecta y explicaciones
claras.
—Bienvenido
a Encapsúlalos señor McCourt, lamento su pérdida, su habitación esta lista.
Acompáñeme por favor.
Tom
la siguió al elevador y mientras subían al piso 19 le fue dando las últimas
indicaciones.
—La
habitación que tiene asignada es la 1919, esta es su llave. —Le entregó una
tarjeta plástica con el número grabado. —Cuando la abra podrá ver lo que
sucedió en la habitación principal de la casa ubicada en Beacon Street número
81, el día 13 de agosto del 2035 de las 9:15 a las 9:25 de la noche. Una vez
transcurrido ese tiempo y si quiere volver a ver su cápsula, lo único que tiene
que hacer es cerrar y volver a abrir la puerta.
La
puerta del elevador se abrió en le piso 19. Su acompañante no dio muestras de
ir a bajar, simplemente le señaló el pasillo.
—Bienvenido,
espero que encuentre todo lo que esta buscando. En treinta minutos subo a
buscarlo.
Tom
bajo del elevador y mientras este se cerraba detrás de él solo pudo susurrar.
—Gracias.
—Siguió el pasillo hasta la puerta 19 mientras le daba vueltas a la tarjeta
entre los dedos ¿Iba a hacerlo? ¿Realmente quería ser testigo de los últimos
minutos de vida de Johnny? Decidió que sí, el pago ya estaba hecho y la habitación
ya estaba ahí, lo único que tenía que hacer era abrir la puerta.
Antes
de introducir la tarjeta en la ranura tocó la puerta, estaba fría al tacto a
pesar de que sabía que del otro lado iba a haber llamas, llamas consumiendo
todo lo que alguna vez había tenido. Se armó de valor y abrió la puerta.
Se
quedó ahí viendo todo poco a poco evitando la cama, Johnny insistía que tenían
que cambiar el papel tapiz y él siempre lo desestimaba diciendo que había cosas
más importantes y ahora que lo veía desde ahí se daba cuenta que Johnny había
tenido razón, el papel tapiz era horrible, sin hablar de la mesa de noche y del
espanto de lámpara que en ese momento comenzaba a arder.
Se
dio valor y miró hacia la cama, Johnny estaba dormido, no se daba cuenta de las
llamas ni del humo que había empezado a rodearlo. Tom lloraba en silencio
mientras era testigo del camino que seguían las llamas y de cómo la colcha
comenzaba a arder, Johnny comenzó a toser y se incorporó en la cama, pero era
demasiado tarde, ya no había oxigeno para alimentar a sus pulmones, se derrumbó
en la cama y las llamas siguieron su camino voraz hasta envolverlo todo. Tom
cerró la puerta de un portazo, sentía que se ahogaba pero era llanto lo que no
lo dejaba respirar, no humo no podía ni quería imaginar por lo que Johnny había
pasado.
Cuando
consiguió serenarse un poco abrió de nuevo la puerta, quería que cada segundo
de esos diez minutos se grabaran en su memoria para siempre.
—Johnny.
—Susurró, le habían comentado que podía mirar pero no interactuar pero para su
sorpresa Johnny estaba incorporado en la cama y miraba directamente hacia la
puerta, hacia donde él estaba.
—Tom.
—Los labios de Johnny formaron su nombre, él no lo escucho pero estaba seguro
de que lo estaba viendo.
Johnny
comenzó a toser y se derrumbó en la cama, las llamas lo consumieron todo y Tom
cerró la puerta.
¿Lo
había imaginado? ¿era posible? Quizá si, era tanto su anhelo por su amor
perdido que era muy probable que estuviera perdiendo la cabeza.
Por
tercera vez abrió la puerta, Johnny no estaba dormido, estaba incorporado en la
cama, con mirada enloquecida veía como las llamas lo rodeaban sin que pudiera
hacer nada, su mirada encontró a Tom del otro lado de la puerta.
—¿Qué
pasa? ¡no puedo moverme! —Tom leyó estas palabras en los labios de Johnny
aunque no podía escucharlo, las lágrimas caían por sus mejillas, no podía
soportar estar ahí sin hacer nada, una parte de su mente le urgía para que
cruzara el umbral e intentara salvar a Johnny mientras que otra le recordaba
que eso ya había pasado, que era solo un recuerdo visto desde lejos. Como para
corroborarlo sacó un recorte de periódico que llevaba en el bolsillo del
pantalón, era la nota del incendio y la necrológica de Johnny.
Escuchó
la campanilla del elevador cuando las puertas se abrieron en ese piso y el
sonido de los tacones de Wendy mientras se acercaba por el pasillo, pero eso no
importaba, lo único que importaba era la mirada suplicante y aterrada de
Johnny, soltó lo que traía en las manos y cruzó el umbral, todas las advertencias
de que no lo hiciera no importaron, lo único que importaba era estar junto a su
amor.
La
puerta se cerró a su espalda, las llamas se pegaron a su pantalón pero las
ignoró, su misión era llegar junto a Johnny, junto a su tierno amor. Johnny
abrió los brazos para recibirlo, se besaron y las llamas consumieron todo.
Love me tender,
love me sweet,
never let me go.
You have made my life complete,
and I love you so.
Love me tender,
love me true,
all my dreams fulfilled.
For my darlin´ I love you,
and I always will.
Ámame tiernamente,
Ámame
dulcemente,
Nunca me
dejes ir
Has
completado mi vida
Y te amo
tanto
Ámame
tiernamente,
Ámame
fielmente
Cumple todos
mis sueños
Porque
querido mío te amo,
Y siempre lo
haré
Elvis
Presley
Wendy
parpadeó rápidamente mientras se sujetaba de la pared, se había mareado y no
estaba segura de que hacia en la planta 19 de la empresa, no era la primera vez
que de repente se encontraba en uno de los pisos altos de la empresa sin saber
porqué, ahí en el suelo, junto a una de las puertas había un recorte de
periódico, se inclinó, lo recogió y leyó.
Pareja
muere en terrible incendio doméstico.
Se
guardó el recorte mientras pensaba que por lo menos habían muerto juntos, no
todas las personas tenían esa suerte: morir junto a su amor.
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