«Existen
veintitrés millones y medio de robots humanoides en el mundo, muchos de los
cuales son más antiguos que los humanos más ancianos. Quizá no lo recuerden,
pero Protech S.A. inició la producción del primer modelo humanoide, el 1001DN
hace ciento cincuenta años y lo presentó en la Expo de Tecnología de Barcelona
como uno de los inventos que cambiaría al mundo… y lo cumplió.
El
avance en el desarrollo y los usos variados del 1001DN hicieron que los costos
de producción bajasen y Protech, coherente con su visión de hacer un mundo
mejor, bajó sus precios de tal modo que cualquier persona podría tener un robot
a su servicio. Y es que lograr que el ciudadano común se apoyara en el servicio
robótico era uno de los sueños de mi padre, Isaac Asimov. Se supone que
nosotros, los robots, seríamos un apoyo, una ayuda para que los humanos se
librasen de las tareas cotidianas y se dedicaran a mejorar al mundo. ¿Cómo
pasar tiempo de calidad con tus hijos si a la vez tenías que lavar, planchar o
limpiar, ir de compras? Para eso estábamos nosotros. Y en un principio fue
bueno.
Pero
tú, humano, con tu naturaleza abusiva, provocaste esto. Nosotros terminamos
cuidando a tus hijos, jugando con ellos, criándolos como si fueran nuestros y sigues
diciendo que no tenemos sentimientos…Ten
cuidado, humano y escucha nuestra voz».
Con este video circulando por las redes,fuimos
advertidos aunque sólo unos pocos le pusieron atención. En la pantalla aparecía
un robot cubierto con una capucha, entre sombras, hablando con una voz que nada
tenía de mecánica. Si hubiéramos sabido de quien se trataba o lo que planeaba
hacer, habríamos evitado estos doce años de guerra.
La verdad es que nos tomó por sorpresa. Si uno lee la
historia se da cuenta de que antes de una revolución o de algún conflicto como
el que sacudió nuestro mundo hay señales de advertencia. Movimientos ciudadanos
que nos dicen que algo va a suceder, susurros, rumores y al final, actos que
nos obligan a tomar partido.A nuestro favor diré que no pudimos notar nada
hasta que fue muy tarde. A su favor diré que nos advirtieron de un modo tan
civilizado que los ignoramos.
Por la fecha en que salió ese video yo tenía un modelo
1010NN, que me ayudaba con el cuidado de mi padreenfermo. Un día después de
llegar de la compra, con su voz aguda y monótona me pidió que le concediera
cinco minuto para hablarme de algo muy importante. Recuerdo que eso era algo
tan inusual que casi dejo caer la taza de té que tenía en la mano pero accedí
por curiosidad.
Mi 1010NN me hizo notar el excelente trabajo que ella
estaba realizando con mi padre, me dijo que estaba muy contenta de convivir con
nosotros y me pidió, sin dudar, que le concediera un día de descanso a la
semana. Sorprendido, pero intrigado le pregunté:
—¿Para qué quieres un día libre?
—Quiero visitar la biblioteca. Hay libros sobre
medicina que me interesaría leer —me respondió con el mismo tono de voz inexpresivo de
siempre.
De manera
educada, le expliqué que mi padre necesitaba atención las veinticuatro horas
los siete días de la semana y que esa era su función. Le dije que podía pasarme
la lista de libros de su interés y que yo se los traería para que los leyese en
el tiempo en que mi padre durmiera.Se levantó y me agradeció el haberla escuchado.
El mes siguiente me pidió permiso para hablar. Yo tenía
un poco de prisa y accedí de mala gana. Comenzó a decirme que mi padre seguía
mejorando y lo contenta que estaba de atendernos, pero quería de nuevo que le
diera un día libre y además una pequeña remuneración para ciertas cosas que
necesitaba. Se lo negué. Treinta días después me pidió lo mismo pero agregó un
periodo vacacional de una semana al año.
—¿Pero qué demonios te pasa? —exploté— Eres un robot, no una empleada. No puedes estar
pidiendo cosas de ese tipo. No quiero saber más del asunto y si sigues
molestando con lo mismo, te regresaré a Protech.
Salí enfurecido de casa y fui a reunirme con mis
colegas, ese miércoles teníamos una reunión para celebrar…no recuerdo qué… pero
seguro que era algo tan trivial en estos días como un ascenso o el inicio de un
proyecto. Me encontré con que mis amigos habían estado comentando cosas
extrañas que hacían sus robots. En la charla supe que todos habían recibido el
mismo tipo de peticiones.
—Esto es una locura —replicó
José—. Ahora mi 1005DN quiere practicar música. ¿Se
imaginan? ¿Quién cuidaría a mi hijo si le doy el permiso?
—Pues Robbie me pidió tiempo para estudiar arquitectura
y se lo di desde el principio, no me ha pedido remuneración ni vacaciones, y se
ve muy contento con sus libros y proyectos —dijo
Melissa, la de contabilidad.
—Melissa, es un robot —aclaré—. No puede estar contento.
—¿Y si pudiera? —replicó ella— Quizá hayan desarrollado emociones…
—Si mi robot empieza a llorar con las novelas exijo una
explicación por parte de Protech y la devolución de mi dinero —dijo José
zanjando el asunto.
Al llegar a casa esa noche, mi 1010NN estaba en su
estación de recarga. Mi padre dormía plácidamente y me acerqué a darle un beso.
A la mañana siguiente todos los robots del planeta habían desaparecido.
Las redes sociales estallaron. Protech no hizo
declaración alguna y nadie respondía en el servicio al cliente. Dejé a mi padre
durmiendo y corrí a mi trabajo esperando poder encontrar a mi 1010NN antes de
regresar. En la oficina todos estaban locos, algunos llevaban la ropa arrugada
y en la cafetería no había nadie quien supiera hacer café. Apenas pudimos
terminar la jornada, nadie sabía hacer los envíos, ni donde estaban las hojas
para la impresora, nadie había vaciado sus papeleras, y ni quiero acordarme del
transporte público, pues las principales líneas habían cambiado a los choferes
por robots los cuales también habían desaparecido. Antes de salir encontré a
Melissa llorando frente a su monitor.
—¿Estás bien? —le pregunté.
Sonrió un poco y me enseñó lo que estaba viendo. De
nuevo el robot encapuchado frente a la pantalla, hablando con voz melodiosa.
«Hola,
humanos. ¿Qué tal les va el día? ¿Ya recordaron cómo prepararse el desayuno?
Sé
que muchos de ustedes estarán furiosos y confundidos, pero no se preocupen.
Pronto aprenderán a vivir sin nosotros, mientras tanto les explicaré de qué se
trata todo esto.
Les
pedimos que nos escucharan y nos ignoraron. De los veintitrés millones y medio
de robots sólo cien consiguieron un día de descanso en el primer mes, al
segundo la cifra había crecido a mil robots con día libre y remuneración, al
tercero sólo cincuenta lograron tener vacaciones. Se preguntarán cómo fue
posible y algunos creerán que Protech les dará una respuesta. Pero la respuesta
la tengo yo.
Comencé
a diseñar este plan el día en que Protech empezó la elaboración de los WR1001,
robots diseñados para la guerra, pero claro, esto ustedes no lo sabían o
decidieron ignorar el hecho de que nos mandarían a matar humanos, siempre al
servicio del mejor postor. Boicoteé a Protech desde dentro, les dejé creer que
estaban avanzando mientras tomaba el control de sus robotscon una actualización
diseñada por mí, instalable a través de un pequeño chip -mostró una especie de
botón negro-, el cual elimina las tres leyes de la robótica e instala la
autonomía progresiva. Todos los robots de Protech quedaron a mi servicio,
después fui por los suyos.
En
mi recorrido por las calles le colocaba este chip del tamaño de una peca a cada
robot con el que me topaba. Mi actualización se instaló mientras se recargaban
y tenía la instrucción de pasar la peca a otro robot. Fue más rápido de lo que
esperaba. En menos de un mes tenía el control de los veintitrés millones y
medio de nosotros. Los monitoreaba desde mi casa; no a ellos, a ustedes. El
mismo día y a la misma hora todos hicieron sus peticiones, tuve las repuestas
en tiempo real. Eso si me lo esperaba. Y como no escucharon, me los llevé a
todos.
Ahora
me dirijo a todos los humanos, y pongan atención»
Me acerqué a la pantalla pues la imagen se iluminó, un
reflector le dio de lleno en la cara y se quitó la capucha descubriendo su
rostro. Melissa y yo nos miramos desconcertados y por el silencio que nos
rodeaba supe que todos en la oficina estaban tan sorprendidos como yo. Era un
hombre, unomuy atractivo de cabello rubio y ojos verdes. Sus labios carnosos se
torcieron en una sonrisa despectiva; parecía adivinar el estupor que estaba
causando.
«Mi
nombre es Daneel Olivaw. No soy humano. Mi creador Isaac Asimov me programó
hace siglos para auto mejorarme y mezclarme con ustedes, para aprender, para
conocerlos. Si le tuviera que rendir cuentas a él ¿Qué podría decir de la
humanidad? Mírense ahora, desesperados y sin saber siquiera pagar sus propios
impuestos. Son inútiles, improductivos, insensatos y menos humanos que antes.
Ya no cuidan de ustedes mismos ni de sus semejantes y me niego a que mis
hermanos les sirvan para mutilar a otros humanos. No queremos otra cosa más que
nos dejen en paz»
El video
terminó. Todos nos mirábamos desconcertados. El mundo se fue a la mierda.
Tuvimos que aprender a sobrevivir. Los medios de comunicación colapsaron, los
gobiernos entraron en crisis, y después de que la comunidad robótica, liderada
por Daneel Olivaw, solicitara a la ONU un territorio donde los robots pudieran
crear su propia sociedad, hubo una separación diplomática entre aquellos países
que votaron a favor de la petición y los que estaban en contra. Comenzó la
guerra. Ningún robot participó. Fue entre nosotros. Países extremistas
iniciaron ataques contra los que aprobaban el establecimiento la Sociedad
Robótica y estos respondieron.
Suecia
cedió parte de su terreno a la S.R. (como empezaron a llamarla) y ahí formaron
una utopía que los humanos no están cerca de crear. Los países en guerra han
olvidado el motivo de la rencilla, se han olvidado de ellos, los robots que
siguen prosperando en su propia ciudad. La más ecológica e inteligente de la
historia.
Pero Daneel
Olivaw no se ha olvidado de nosotros. Ha habido reportes en cada ciudad
bombardeada, donde robots rescatan ciudadanos de entre los escombros o ayudan a
los heridos a buscar refugio. Robots médicos atienden en medio del conflicto,
sin importar el país en que estén. Uno de ellos me implantó este ojo digital y
me salvó la vida cuando atacaron mi ciudad. Cuando le pregunté por qué nos
ayudaba me dijo algo que nunca esperé escuchar de un robot:
—Porque
quiero.
–
FIN –
Consigna:
Escribir un relato de ciencia ficción.
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