sábado, 16 de julio de 2022

La vida efímera de Bill Canary

Muchos me conocen, pero nadie sabe quién soy en realidad.

Sé que debería marcharme, que al seguir aquí solo estoy poniendo en riesgo a las personas que me rodean, aún así la tentación es muy grande, la comodidad y el hecho de que disfruto enseñar y, de alguna manera, formar la mente de los jóvenes es lo que me ha anclado aquí por más de quince años. Las personas comienzan a sospechar, sobre todo mis compañeros de trabajo, los chicos vienen, van y nunca regresan, por ese frente no hay problema, pero para los demás maestros es difícil ver sus cambios en el espejo y que yo soy una constante sin cambio.

Disfruto todo de esta vida, incluso mi nombre, que escogí con prisa y sin pensarlo realmente, Bill Canary, había estado viviendo en las islas Canarias y fue lo que se me ocurrió en el momento, sin saber que es un excelente nombre para romper el hielo con mis pupilos.

Agosto 2022

El maestro entró en el aula de tercer grado de secundaria, los alumnos siguieron en lo suyo sin poner mucha atención, hasta que el profesor comenzó a escribir en la pizarra empezaron a guardar silencio y a ocupar sus lugares, eso fue hasta que vieron lo que el profesor había escrito.

Profesor Bill Canary

Asignatura: Historia

Los cuchicheos y las risas poco disimuladas llenaron el aula

El docente dio la espalda a la pizarra y enfrentó a los alumnos con una media sonrisa que no llegaba a sus ojos pardos, en ellos solo se distinguía preocupación

Levantó el brazo con el dedo índice apuntando al techo y habló con voz grave.

—Un minuto, chicos, solo un minuto para reír por mi nombre. Y no, no voy a decir «me pareció ver un lindo gatito» esperen… ya lo dije. —Les guiñó un ojo y se acercó a sacar un libro de su maletín mientras todo el salón estallaba en carcajadas.

Ese fue uno de los días buenos.

*

Yo era un hombre egoísta y frívolo que creía tener la superioridad moral que otorga el dinero, ese día estaba ahí para ser testigo de la muerte del falso profeta, cuando cayó frente a mí, doblado bajo el peso de su carga, giró su rostro destrozado y pidió agua, llenó de repulsión respondí.

—No tengo agua ni nada que darte. Él me miro recorriendo el largo de mi brazo en donde tenía una pequeña ánfora.

—En verdad te digo que el egoísmo se paga caro, llegará el día en que no recordarás quien eras ni a que amo servías, recorrerás este mundo muchas veces sin encontrar descanso hasta que nos volvamos a encontrar, dentro de ti y con tus acciones demostraras si eres capaza de encontrar la redención. Ahora vete, empieza tu peregrinar y la expiación de tus pecados.

Un soldado se acercó y lo ayudó a continuar su camino. Toda mi seguridad se fue junto con Él hacia la cima de la colina en dónde lo aguardaba la cruz, y sin más, di la media vuelta y comencé a caminar, alejándome de todo lo que conocía y de mi familia, así fue como me convertí en leyenda, en un mito urbano, en un cuento para asustar a chicos y grandes, me convertí en el Judío Errante.

 

Octubre 2022

Los alumnos de tercer grado estaban irreconocibles, todos disfrazados de distintos monstruos y con la energía nerviosa que llena a los niños cuando se disponen a celebrar el Halloween.

—¿Ya vieron a Lupita? No pudo haber escogido un mejor disfraz —dijo la chica más popular del salón. Continúo alzando la voz para que la oyeran todos sus compañeros, incluyendo Lupita —¡Te queda bien el naranja, y con esa panza eres una perfecta calabaza!

Las carcajadas no se hicieron esperar, mientras la pobre Lupita intentaba sumirse dentro de la botarga de calabaza que su madre la había obligado a usar. Calientes lagrimas de ira le resbalaban por el rostro mientras apretaba los puños para no decir nada.

El profesor Canary alcanzó a escuchar lo que decía la niña mimada, sabía que tenía que intervenir y hablar con Lupita, decidió hacerlo al terminar la clase.

—Buenas tardes chicos, les pido su atención unos pocos minutos más y después nos iremos a celebrar.

La clase transcurrió sin mayores incidentes, al finalizar la lección el profesor vio salir a Lupita casi corriendo del salón, la dejo ir pensando que sus acciones no tendrían consecuencias, pero estaba muy equivocado, decidió ignorar a su instinto y después recordaría este momento como el momento en que todo se torció.

*

 Ahora sé que Él tenía razón, el día de hoy no puedo recordar mi nombre, ni quién era. A lo largos de los años he hecho cosas buenas, pero también he hecho mal sin proponérmelo.

Los primeros años caminé sin parar, nunca me quedaba más de cuatro o cinco días en un solo lugar, trabajaba intentando ayudar a los demás y a mí mismo, de lo que ganaba consumía lo justo para mantener mi cuerpo, lo demás lo donaba para los necesitados, y así pasaron los años, pero no para mí, yo seguía siendo un hombre de treinta y cinco años, delgado y fuerte, con las manos con callos que demostraban el trabajo manual que realizaba.

Los caminos recorridos me llevaron a Pompeya, en donde un alfarero me tomó bajo su protección y me volvió su aprendiz.

Por primera vez mi cuerpo no sentía la imperiosa necesidad de seguir caminando, así que me relajé, tomando sin preguntar lo que se me daba.

Me enamoré, ¡claro que me enamoré! soy un hombre a pesar de esta maldición.

Esos fueron mis días más felices y de mayor sufrimiento.

Era la hija de mi maestro, era hermosa e inteligente y vio algo en mí que la hizo escogerme y quedarse conmigo hasta el final.

No tuvimos hijos, yo no puedo tener hijos, a pesar de que mi cuerpo es funcional en todos los sentidos y que debo alimentarlo y cuidarlo, no puedo reproducirme, conforme pasaban los años y los niños no llegaban me di cuenta de que algo estaba mal. Quise dejarla, convencerla de que hiciera su vida con alguien más, pero ella, la mujer más dulce y amorosa del universo no quiso ni siquiera hablarlo. Con ella aprendí mi lección: mi castigo era errar por el mundo completamente solo.

Pasaron los años, yo trabajaba y pasaba mis días con ella, quien cambiaba mientras yo permanecía igual, ella lo acepto sin hacer preguntas hasta que llegó el día en que mi cuerpo comenzó a exigir que tomáramos el camino de nuevo, que reanudara mi pelegrinar, pero mi cerebro se negó a aceptarlo, no quería abandonar la comodidad de una vida estable, no quería abandonarla en sus últimos años.

Un día la urgencia de dejarlo todo era abrumadora, de nuevo lo reprimí y de pronto un fuerte estallido inundó la mañana y el cielo se oscureció. El volcán, el Vesubio decidió que ya no me quería en su ladera.

Corrí hacia ella, agradeciendo en silencio que llegáramos juntos a nuestro fin, la abracé y la nube piroclástica nos envolvió, llegó la nada y después la tortura.

Morí y después mi cuerpo empezó a recomponerse, no iba a librarme tan fácil de mi maldición y menos cuando la había ignorado por tanto tiempo, fueron veintitrés años los que estuve en Pompeya, ahora estoy seguro de que si hubiera dejado la ciudad en cuanto sentí esa urgencia en la boca del estomago, el volcán jamás hubiera hecho erupción.

Pero el hubiera no existe y las lecciones se tienen que aprender por las buenas o por las malas, quisiera decir que esa fue la única mala, pero no es así, lo que sí es que fue la peor.

Diciembre 2022

La última hora del semestre siempre era la peor, sobre todo la del turno vespertino, los muchachos y las chicas estaban ansiosos por llegar a sus casas y comenzar las vacaciones, el profesor Canary apenas podía mantenerlos atentos.

Afuera las nubes de tormenta oscurecían el ambiente, dejando la campiña que rodeaba la escuela sumida en penumbras.

—Silencio chicos —pidió el profesor —vamos a terminar de leer este capítulo para poder irnos a casa.

La angustia que sentía desde hacia meses amenazaba con salirse de control, había intentado terminar el ciclo escolar, pero a estas alturas sabía que no iba a ser posible, ahora tenía que afrontar las consecuencias, solo estaba esperando la calamidad que había atraído sobre estas personas para intentar hacerla menos grabe.

Al fondo del salón Lupita tenía la mirada fija en el libro, pero no leía, solo murmuraba para sí misma.

—Los odio, los odio —con la mano derecha abría y cerraba el cierre de su sudadera, desde Halloween todo había ido de mal en peor, las chicas del salón siempre estaban molestándola y sus calificaciones se habían desplomado.

Los torpes intentos del profesor por ayudarla solo habían empeorado las cosas, seguían molestándola, pero «a escondidas» en el baño, en el patio, en el camino de vuelta a casa. El odio que sentía no solo era hacia las niñas que las molestaban sino también hacia el profesor Canary, ya había decidido que quería terminar con todo, pero no solo se iría ella, se llevaría a algunas de esas presumidas por delante.

Lupita sacó la pistola de la mochila, desde hace más de una semana la traía ahí esperando el momento adecuado, y sabía que si no lo hacia en ese instante la oportunidad se le escaparía de las manos.

Todo pasó en un instante, pero para Canary fue en cámara lenta. Levantó la mirada y Lupita estaba de pie al fondo del salón con un arma entre las manos apuntando hacia adelante, hacia él.

—¡Espera! —alcanzó a gritar, mientras se levantaba de su silla. La detonación del arma fue ensordecedora dentro del aula cerrada. El proyectil le dio en el brazo izquierdo, ignoró el dolor y caminó entre los pupitres hacia la chica con el arma, todo alrededor era un caos.

—Todos afuera, ¡ahora! —los alumnos más cercanos a la puerta comenzaron a salir gritando.

—¡No! —chilló Lupita mientras intentaba apuntar el arma hacia sus torturadoras, que en su intentó por escapar habían caído al suelo.

—¡Lupita, mírame! —dijo el profesor intentando atraer su atención. —No tienes que hacer esto, ya todos entendimos el punto.

—¡La puta gorda esta loca! —gritó una de las chicas tirada en el suelo, Lupita volvió el arma hacia ella y abrió fuego, no quedó mucho de la cara de esa niña. Los aullidos de las demás no la dejaban pensar, solo quería que se callaran, antes de que pudiera volver a accionar el gatillo, el profesor la tomó de la mano y dirigió el arma hacia si mismo, la detonación se amortiguo por la cercanía de sus cuerpos.

Canary le arrebato el arma y con un movimiento fluido la puso bajo el mentón de la chica y disparó, parecería un suicidio, su cuerpo se desplomó después del de ella y ahí quedaron mientras los sobrevivientes salían corriendo del aula.

—Solo tres muertos —fue el último pensamiento consciente que tuvo Canary antes de morir —pudo haber sido peor.

*

Despertar en la morgue no es una experiencia agradable, y menos si hay gente trabajando alrededor, en ese caso tengo que «seguir muerto» hasta quedar solo y poder escapar.

Estoy cansado y viejo, mi cuerpo se puede ver joven y en forma, pero mi mente es otra cosa, he vivido incontables vidas, vidas que ya no puedo recordar.

Me entristece no haber podido ayudar a Lupita y que esa otra niña haya muerto, espero que sus compañeros aprendan alguna lección, pero esa ya no es mi responsabilidad, para ellos yo también estoy muerto, Bill Canary está muerto, como un héroe en la cabeza de algunos, pero muerto de todos modos. ¡Ay como quisiera estar muerto de verdad!
Por Eli de la Parra

Consigna: Deberás escribir un relato basándote en la sinopsis del siguiente libro:

Pánico Pop

de Curtis Garland

Género: terror

Las risas de los muchachos y las chicas acogieron el evidente buen humor de Bill Canary. Éste hizo un gesto con su brazo, como si todo aquello le divirtiera. Pero lo cierto es que la mirada de sus pardos ojos profundos era grave y preocupada.
Súbitamente, allá en la noche, en la campiña oscura y lluviosa, estalló un tremendo y agudo alarido. Un horrible, largo y escalofriante grito de mujer.

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