Muchos
me conocen, pero nadie sabe quién soy en realidad.
Sé
que debería marcharme, que al seguir aquí solo estoy poniendo en riesgo a las
personas que me rodean, aún así la tentación es muy grande, la comodidad y el
hecho de que disfruto enseñar y, de alguna manera, formar la mente de los
jóvenes es lo que me ha anclado aquí por más de quince años. Las personas
comienzan a sospechar, sobre todo mis compañeros de trabajo, los chicos vienen,
van y nunca regresan, por ese frente no hay problema, pero para los demás
maestros es difícil ver sus cambios en el espejo y que yo soy una constante sin
cambio.
Disfruto
todo de esta vida, incluso mi nombre, que escogí con prisa y sin pensarlo
realmente, Bill Canary, había estado viviendo en las islas Canarias y fue lo
que se me ocurrió en el momento, sin saber que es un excelente nombre para
romper el hielo con mis pupilos.
Agosto
2022
El
maestro entró en el aula de tercer grado de secundaria, los alumnos siguieron
en lo suyo sin poner mucha atención, hasta que el profesor comenzó a escribir
en la pizarra empezaron a guardar silencio y a ocupar sus lugares, eso fue
hasta que vieron lo que el profesor había escrito.
Profesor
Bill Canary
Asignatura:
Historia
Los
cuchicheos y las risas poco disimuladas llenaron el aula
El
docente dio la espalda a la pizarra y enfrentó a los alumnos con una media
sonrisa que no llegaba a sus ojos pardos, en ellos solo se distinguía
preocupación
Levantó
el brazo con el dedo índice apuntando al techo y habló con voz grave.
—Un
minuto, chicos, solo un minuto para reír por mi nombre. Y no, no voy a decir «me
pareció ver un lindo gatito» esperen… ya lo dije. —Les guiñó un ojo y se acercó
a sacar un libro de su maletín mientras todo el salón estallaba en carcajadas.
Ese
fue uno de los días buenos.
*
Yo
era un hombre egoísta y frívolo que creía tener la superioridad moral que
otorga el dinero, ese día estaba ahí para ser testigo de la muerte del falso
profeta, cuando cayó frente a mí, doblado bajo el peso de su carga, giró su rostro
destrozado y pidió agua, llenó de repulsión respondí.
—No
tengo agua ni nada que darte. Él me miro recorriendo el largo de mi brazo en
donde tenía una pequeña ánfora.
—En
verdad te digo que el egoísmo se paga caro, llegará el día en que no recordarás
quien eras ni a que amo servías, recorrerás este mundo muchas veces sin
encontrar descanso hasta que nos volvamos a encontrar, dentro de ti y con tus
acciones demostraras si eres capaza de encontrar la redención. Ahora vete,
empieza tu peregrinar y la expiación de tus pecados.
Un
soldado se acercó y lo ayudó a continuar su camino. Toda mi seguridad se fue
junto con Él hacia la cima de la colina en dónde lo aguardaba la cruz, y sin
más, di la media vuelta y comencé a caminar, alejándome de todo lo que conocía
y de mi familia, así fue como me convertí en leyenda, en un mito urbano, en un
cuento para asustar a chicos y grandes, me convertí en el Judío Errante.
Octubre
2022
Los
alumnos de tercer grado estaban irreconocibles, todos disfrazados de distintos monstruos
y con la energía nerviosa que llena a los niños cuando se disponen a celebrar
el Halloween.
—¿Ya
vieron a Lupita? No pudo haber escogido un mejor disfraz —dijo la chica más
popular del salón. Continúo alzando la voz para que la oyeran todos sus
compañeros, incluyendo Lupita —¡Te queda bien el naranja, y con esa panza eres
una perfecta calabaza!
Las
carcajadas no se hicieron esperar, mientras la pobre Lupita intentaba sumirse
dentro de la botarga de calabaza que su madre la había obligado a usar.
Calientes lagrimas de ira le resbalaban por el rostro mientras apretaba los
puños para no decir nada.
El
profesor Canary alcanzó a escuchar lo que decía la niña mimada, sabía que tenía
que intervenir y hablar con Lupita, decidió hacerlo al terminar la clase.
—Buenas
tardes chicos, les pido su atención unos pocos minutos más y después nos iremos
a celebrar.
La
clase transcurrió sin mayores incidentes, al finalizar la lección el profesor
vio salir a Lupita casi corriendo del salón, la dejo ir pensando que sus
acciones no tendrían consecuencias, pero estaba muy equivocado, decidió ignorar
a su instinto y después recordaría este momento como el momento en que todo se
torció.
*
Ahora sé que Él tenía razón, el día de hoy
no puedo recordar mi nombre, ni quién era. A lo largos de los años he hecho
cosas buenas, pero también he hecho mal sin proponérmelo.
Los
primeros años caminé sin parar, nunca me quedaba más de cuatro o cinco días en
un solo lugar, trabajaba intentando ayudar a los demás y a mí mismo, de lo que
ganaba consumía lo justo para mantener mi cuerpo, lo demás lo donaba para los
necesitados, y así pasaron los años, pero no para mí, yo seguía siendo un
hombre de treinta y cinco años, delgado y fuerte, con las manos con callos que
demostraban el trabajo manual que realizaba.
Los
caminos recorridos me llevaron a Pompeya, en donde un alfarero me tomó bajo su
protección y me volvió su aprendiz.
Por
primera vez mi cuerpo no sentía la imperiosa necesidad de seguir caminando, así
que me relajé, tomando sin preguntar lo que se me daba.
Me
enamoré, ¡claro que me enamoré! soy un hombre a pesar de esta maldición.
Esos
fueron mis días más felices y de mayor sufrimiento.
Era
la hija de mi maestro, era hermosa e inteligente y vio algo en mí que la hizo
escogerme y quedarse conmigo hasta el final.
No
tuvimos hijos, yo no puedo tener hijos, a pesar de que mi cuerpo es funcional
en todos los sentidos y que debo alimentarlo y cuidarlo, no puedo reproducirme,
conforme pasaban los años y los niños no llegaban me di cuenta de que algo
estaba mal. Quise dejarla, convencerla de que hiciera su vida con alguien más,
pero ella, la mujer más dulce y amorosa del universo no quiso ni siquiera
hablarlo. Con ella aprendí mi lección: mi castigo era errar por el mundo
completamente solo.
Pasaron
los años, yo trabajaba y pasaba mis días con ella, quien cambiaba mientras yo
permanecía igual, ella lo acepto sin hacer preguntas hasta que llegó el día en
que mi cuerpo comenzó a exigir que tomáramos el camino de nuevo, que reanudara
mi pelegrinar, pero mi cerebro se negó a aceptarlo, no quería abandonar la
comodidad de una vida estable, no quería abandonarla en sus últimos años.
Un
día la urgencia de dejarlo todo era abrumadora, de nuevo lo reprimí y de pronto
un fuerte estallido inundó la mañana y el cielo se oscureció. El volcán, el
Vesubio decidió que ya no me quería en su ladera.
Corrí
hacia ella, agradeciendo en silencio que llegáramos juntos a nuestro fin, la
abracé y la nube piroclástica nos envolvió, llegó la nada y después la tortura.
Morí
y después mi cuerpo empezó a recomponerse, no iba a librarme tan fácil de mi
maldición y menos cuando la había ignorado por tanto tiempo, fueron veintitrés
años los que estuve en Pompeya, ahora estoy seguro de que si hubiera dejado la
ciudad en cuanto sentí esa urgencia en la boca del estomago, el volcán jamás
hubiera hecho erupción.
Pero
el hubiera no existe y las lecciones se tienen que aprender por las buenas o
por las malas, quisiera decir que esa fue la única mala, pero no es así, lo que
sí es que fue la peor.
Diciembre
2022
La
última hora del semestre siempre era la peor, sobre todo la del turno
vespertino, los muchachos y las chicas estaban ansiosos por llegar a sus casas
y comenzar las vacaciones, el profesor Canary apenas podía mantenerlos atentos.
Afuera
las nubes de tormenta oscurecían el ambiente, dejando la campiña que rodeaba la
escuela sumida en penumbras.
—Silencio
chicos —pidió el profesor —vamos a terminar de leer este capítulo para poder
irnos a casa.
La
angustia que sentía desde hacia meses amenazaba con salirse de control, había
intentado terminar el ciclo escolar, pero a estas alturas sabía que no iba a
ser posible, ahora tenía que afrontar las consecuencias, solo estaba esperando
la calamidad que había atraído sobre estas personas para intentar hacerla menos
grabe.
Al
fondo del salón Lupita tenía la mirada fija en el libro, pero no leía, solo
murmuraba para sí misma.
—Los
odio, los odio —con la mano derecha abría y cerraba el cierre de su sudadera, desde
Halloween todo había ido de mal en peor, las chicas del salón siempre estaban
molestándola y sus calificaciones se habían desplomado.
Los
torpes intentos del profesor por ayudarla solo habían empeorado las cosas,
seguían molestándola, pero «a escondidas» en el baño, en el patio, en el camino
de vuelta a casa. El odio que sentía no solo era hacia las niñas que las
molestaban sino también hacia el profesor Canary, ya había decidido que quería
terminar con todo, pero no solo se iría ella, se llevaría a algunas de esas
presumidas por delante.
Lupita
sacó la pistola de la mochila, desde hace más de una semana la traía ahí
esperando el momento adecuado, y sabía que si no lo hacia en ese instante la
oportunidad se le escaparía de las manos.
Todo
pasó en un instante, pero para Canary fue en cámara lenta. Levantó la mirada y
Lupita estaba de pie al fondo del salón con un arma entre las manos apuntando
hacia adelante, hacia él.
—¡Espera!
—alcanzó a gritar, mientras se levantaba de su silla. La detonación del arma
fue ensordecedora dentro del aula cerrada. El proyectil le dio en el brazo
izquierdo, ignoró el dolor y caminó entre los pupitres hacia la chica con el
arma, todo alrededor era un caos.
—Todos
afuera, ¡ahora! —los alumnos más cercanos a la puerta comenzaron a salir
gritando.
—¡No!
—chilló Lupita mientras intentaba apuntar el arma hacia sus torturadoras, que
en su intentó por escapar habían caído al suelo.
—¡Lupita,
mírame! —dijo el profesor intentando atraer su atención. —No tienes que hacer
esto, ya todos entendimos el punto.
—¡La
puta gorda esta loca! —gritó una de las chicas tirada en el suelo, Lupita
volvió el arma hacia ella y abrió fuego, no quedó mucho de la cara de esa niña.
Los aullidos de las demás no la dejaban pensar, solo quería que se callaran,
antes de que pudiera volver a accionar el gatillo, el profesor la tomó de la
mano y dirigió el arma hacia si mismo, la detonación se amortiguo por la
cercanía de sus cuerpos.
Canary
le arrebato el arma y con un movimiento fluido la puso bajo el mentón de la
chica y disparó, parecería un suicidio, su cuerpo se desplomó después del de
ella y ahí quedaron mientras los sobrevivientes salían corriendo del aula.
—Solo
tres muertos —fue el último pensamiento consciente que tuvo Canary antes de
morir —pudo haber sido peor.
*
Despertar
en la morgue no es una experiencia agradable, y menos si hay gente trabajando
alrededor, en ese caso tengo que «seguir muerto» hasta quedar solo y poder
escapar.
Estoy
cansado y viejo, mi cuerpo se puede ver joven y en forma, pero mi mente es otra
cosa, he vivido incontables vidas, vidas que ya no puedo recordar.
Consigna: Deberás escribir un relato basándote en la sinopsis del siguiente libro:
Pánico Pop
de Curtis Garland
Género: terror
Las risas de los muchachos y las chicas acogieron el evidente buen humor de Bill Canary. Éste hizo un gesto con su brazo, como si todo aquello le divirtiera. Pero lo cierto es que la mirada de sus pardos ojos profundos era grave y preocupada.
Súbitamente, allá en la noche, en la campiña oscura y lluviosa, estalló un tremendo y agudo alarido. Un horrible, largo y escalofriante grito de mujer.
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