Era de mañana cuando lo vi. Era
pequeño, su pelaje tenía una pequeña manchita cerca de la cola. Sus ojos parecían
buscar algo. Creo que estaba triste. Por lo que me acerqué. Extendí mi mano
para tomarlo pero la voz de papá me alerto.
—¡Lissie, ven! Llegaremos
tarde.
Hice caso a la voz de papá, y
fui a tomarle de la mano, pero no sin antes echar una ojeada hacia atrás. Lo
observe estirarse, enroscarse, incluso me pareció escuchar su suave maullido
antes de doblar la
esquina. Fruncí mis cejas en señal de preocupación cuando ya
no lo pude ver.
Al día siguiente me levante
decidida, pero mamá no debía descubrirme.
—¡Toma!—le dije mirándolo.
Salió despacito de su caja de
cartón, meneando la cola. Sin
que se dieran cuenta lo había metido al patio. Sus ojos me observaron
desconfiados antes de acercarse para tomar lo que le había traído. Estiré mi
mano, y no pude evitar reírme de felicidad. Era suave, y una emoción de alivio
se alojó dentro de mí.
—Lissie ¿Qué haces ahí?
—escuche que decía mi madre por lo que caí sentada al suelo tratando de
levantarme y ocultarlo.
—¡Mamá!—le dije levantándome
del suelo y tomándolo en mis manos mientras este se agitaba.
—¿Qué haces con ese gato?—me
dijo mamá, su rostro serió.
—Estaba triste mamá, lo
encontré, no tiene a nadie.—Le dije resignada, me habían pillado.
—¿y? —me pregunto aún seria,
mis ojos ahora me picaban porque deseaba llorar, debería haber sido más
cuidadosa me dije, no quería que el pequeño acabara en la calle otra vez.
—¡Lo quiero mamá! Es muy
pequeño, como yo.—le dije protestando. No quería que tuviera hambre de
nuevo.—¡Míralo, no es lindo!—le dije levantando al pequeño frente a mí.
Los ojos de mamá se suavizaron
de pronto.
—Lissie…
—¡Por favor! Míralo, es pequeño,
lo cuidaré, lo quiero…—proteste, aferrándome al gatito, y encerrándolo en un
abrazo.
—Está bien, Lissie, pero
veremos lo que dice tu padre.
—El me dirá que sí. Es
demasiado lindo para decirle que no.
Escuche la risa de mamá y un
suspiro.
—Ya veremos Lissie, ya veremos.
Manchita durmió conmigo esa noche.
Papá dice que debo cuidarla mucho, y lo haré. No dejaré que se quede solo de
nuevo.
–
FIN –
Basado en: «10 Haikus para 1 Haiga», de Esteban Dilo.
No le encontré estructura, o si acaso el autor se quedó en la introducción... no creo que sea un microcuento, desde mi punto de vista. Además, tiene tres o cuatro errores ortográficos, y varios problemas con la puntuación.
ResponderEliminarPero es tierno <3
Angélica Leal Rodríguez.