Por Vanesa Ian.
Cansado, pero feliz de haber tocado tres horas la guitarra ante un público de lo más cálido, me dispuse a llegar a mi casa y pasar directo al dormitorio, en donde me esperaba mi tan querida cama, la cena la pasaría de largo; así de enorme era mi cansancio.
Apenas apoyé la
cabeza en la almohada me dormí, sentía como las tensiones se iban de mi cuerpo instantáneamente.
No sé cuánto tiempo habrá pasado desde que mis ojos
se cerraron, pero creo que no mucho, y ahí estaba yo, despierto otra vez.
Pero algo extraño
estaba pasando, algo por demás de raro ¡Estaba flotando! Giré sobre mí mismo y
vi mi cuerpo en esa posición tan conocida por mí, la cabeza entre dos almohadas
y de costado. Sí, era yo, no cabía ninguna duda…
¿Pero qué estaba
pasando? Esto tendría que ser un sueño, pero de alguna manera no lo sentía así,
y si lo era, era el sueño más vívido jamás tenido. De repente me vino a la
cabeza un fragmento de una vieja película… - ¿No quieres un globo? Todos flotan. - Dijo el payaso.
Lo cierto era que
sí, estaba flotando. Un hilo de color plateado salía de mi frente y me conectaba
con mi otro yo dormido. Claro, me dije, es el famoso cordón de plata ¡Dios!
¿Esto es un viaje astral o me estaré muriendo? Sentí miedo, pánico… Esto no
podía estar pasando. El mundo se llenó de colores, cada objeto del dormitorio
emitía su propia luz. Era todo tan bello pero a la vez tan tenebroso que decidí
salir.
Afuera era lo
mismo, cada luz, cada auto, cada casa, todo tenía su contorno brillante. Una
figura luminosa cruzaba la calle y otra, tan oscura como la noche, estaba
frente a mí. Traté de alejarme rápidamente, pero esto de flotar, no era lo mío.
Pero ¿A dónde ir? ¿A quién recurrir? ¿Qué hacer? Doblé la esquina y la
impresión fue tan grande, que mi mente tardó en asimilar lo que veía. Un ser
titánico, de dimensiones enormes abarcaba toda la calle. Me quedé ahí, sin
moverme, literalmente, estaba petrificado.
Se acercó hasta
mí, me miró, sus grandes pero habilidosas manos tomaron mi cordón de plata y lo
cortaron. Entonces dijo:
- Será un placer tenerte acá.
Desperté bañado en sudor,
buscando mi cordón de plata. No lo encontré… Pero acaso ¿Alguna vez lo había
tenido?
Me ha encantado! Muy bueno! Fácil de leer, sin errores, y muy buena la historia.
ResponderEliminarFelicidades al autor!
Angélica Leal Rodríguez.