En este preciso momento recuerdo a mi
padre, él en todo momento me decía que sería alguien importante, que sería
alguien que haría la diferencia en el mundo; y estoy seguro que esta decisión,
la decisión que tome en este momento me llevara a esa diferencia.
Me llamo Donovan y recuerdo que hace nueve años, cuando comenzaba a leer
de una manera más veloz y con mayor comprensión; llego a mis manos la
historieta de un personaje que antes de ese momento solo había escuchado su
nombre gracias a lejanas voces o gritos de niños vecinos de mi hogar que
jugaban en las calles y lo utilizaban mientras jugaban, juegos que terminaban
en el justo momento en que de mi boca salían las palabras -¿puedo jugar con
ustedes?- además de que el juego terminaba, todos los niños se iban a sus
casas; desde mi posición la calle parecía abandonada casi como si nunca un solo
niño hubiera puesto un pie sobre ella. La historieta me la dio mi padre, mi
viejo, en uno de esos momentos en que me consolaba; exactamente después de que
entrara llorando a casa directo a mi habitación, no maldecía, no estaba molesto
con esos niños, como todo niño de siete años solo me preguntaba “¿por qué no
juegan conmigo?”. En ese momento mi padre y yo hablamos de verdad:
-Donovan, hijo ¿qué te pasa?
-Nada papá, es solo que de nuevo no
jugaron conmigo.
-No te preocupes, son solo niños y lo
que pasa es que no te conocen.
-Pero papá ¿cómo me conocerán, si no me
dan la oportunidad?
En ese momento me miro, de la forma en que un padre te da a entender que
la culpa no es tuya, pero la solución está en tus manos. La historieta que me
regalo mi padre era el número dieciséis de Aquaman, era sinceramente una
historia malísima, nada importante en la cronología, sin embargo contaba al
final de la historieta con un par de páginas dedicadas a la historia del
personaje a lo largo de sus cincuenta años de creación; resulta que siempre se
ha hablado de él como el personaje de las historietas mas subestimado y suponía
el escritor de la nota que se debía a que no era muy conocido por los
seguidores.
A partir de ese día comencé a coleccionar algunas historietas cada que
me era posible, no fueron muchos los que llegue a tener en mi poder, pero era
suficiente para darme cuenta junto con los programas y películas, de que la
ciencia ficción y los super poderes son cosas que existen solo en la
imaginación de las personas.
Pasaron tres años desde ese día, yo ya
contaba con una edad de diez años. Mi padre seguía siendo el guía en mi actuar,
me mantenía tranquilo y con la esperanza de que la gente es buena, y yo debía
ser bueno también; la paciencia y la templanza deberían ser muy tomadas en
cuenta por mí, según decía mi padre.
Pero a partir de un 27 de junio de ese año, tuve un secreto que solo era
y es conocido por mí, resultaba muy extraño en verdad y ponía en duda todo lo
que yo sabía de la vida (que en una de diez años, no se puede saber mucho), mi
madre cayó enferma gracias a una enfermedad que no le dio tregua en ningún
momento, todo paso demasiado rápido y yo me entere cuando era muy tarde para
que, en la mente de un pequeño puedas hacer algo. Ya no me dejaron verla en sus
últimas horas, yo quería estar con ella, salí del hospital y era muy temprano
de mañana; el aire era frio y el soplo provenía del este, mientras caminaba me
daba en la espalda y un escalofrió recorría mi cuerpo, me sentí solo, triste,
frustrado, un sentimiento de vacio se apoderaba de mi mente; las lagrimas
comenzaban a brotar de manera mas continua y de pronto la ciudad de Cuernavaca
me pareció pequeña, no quería estar aquí, quería irme lejos, esta era la
maldita ciudad que me había arrebatado a la primera mujer que ame y que me amo.
Recuerdo que no me importaba a donde, yo solo quería irme lejos muy lejos;
llegue a una vereda que se veía muy larga y sola, me detuve al momento de
llegar a su orilla, en el horizonte no se observaba donde terminaba y me
pareció suficiente, comencé a trotar y después a correr, cerré los ojos y
seguía corriendo, mientras gritaba y lloraba sentía el aire de mi rostro, el
silbido del aire en mis oídos era aterrador porque no existía ni un solo sonido
más que se agregara a él; pasaron unos segundos y abrí los ojos, lo que vi me
estremeció y entonces el miedo invadió mi corazón, no veía nada claramente,
solo líneas de colores pasaban a mi lado; me detuve, todo tomo forma de nuevo y
pude ver donde me encontraba, pero eso solo aumento el miedo que sentía, ya no
me encontraba a la sombra de los arboles que definían la vereda, a mis espaldas
ni siquiera estaba el camino que según yo, acababa de recorrer. Me encontraba
en un bosque, el cual me entere varios días después que se encontraba a las
afueras de la ciudad; comencé a caminar de regreso por donde llegue, camine y
camine solo por unos minutos hasta que logre salir del bosque, enseguida
atravesé en lo que sentí fueron treinta minutos una llanura llena de un césped corto
con un tono verde como solo se veía en sueños, humedecido con el rocío de la
mañana; y hasta ese momento comenzó la vereda en la que inicie a correr.
No sabía cómo había pasado, pero recorrí varios kilómetros en tan solo
un par de segundos cuando corrí. Estaba aun asustado, no entendía nada de lo
que pasaba y eso me volvía loco al momento de imaginar el por qué de lo que paso.
Regrese caminando, ensimismado en mis pensamientos sin prestar atención a lo
que acontecía a mí alrededor, regrese a la realidad en el momento que me vi
frente al hospital donde mi madre yacía sin vida ni palabras de cariño para mi…
volví a llorar.
Han pasado cuatro años desde la muerte de mi madre, aun recuerdo el día
en que vi su ultimo respiro, está latente en mi mente, nadie hizo nada por ella
solo la dejaron morir. Además ese mismo día, estaba el misterio de la vereda,
cómo pude recorrer toda esa distancia en tan poco tiempo; no encontré
explicación alguna, intente en muchas ocasiones y durante mucho tiempo correr
lo más rápido posible sin resultados parecidos. Mi psicólogo dice que el shock
por la muerte de mi madre hizo que mi mente me jugara una mala pasada y solo
perdí la noción del tiempo y supongo que eso pasó.
Mi padre ha hecho un buen trabajo, vivimos de buena forma, una casa
aceptable y una vida tranquila, y el sigue diciéndome que hare una gran
diferencia en el mundo y en muchas vidas; el trato de los compañeros de escuela
mejoro, lamentablemente fue por la razón equivocada, tenían un sentimiento de
lastima hacia mi persona. La ciudad es peligrosa, como todas en el país, a
pesar de ser de las ciudades mas hermosas, muchas áreas verdes, mucha
vegetación, es una ciudad limpia; pero los asaltos, secuestros y muertes comienzan a ser mas comunes, nadie
tiene soluciones.
Cuando a finales de octubre caminaba por la calle de camino a un juego
de futbol, vivi una de las peores experiencias de mi vida. Era de mañana, y las
calles estaban bastante tranquilas, éramos pocas las personas que en ese
momento caminábamos por las calles de Cuernavaca, comenzaba a bajar por una
pendiente cuando a mis espaldas se escucharon unos gritos, voltee solo de reojo
y era una pareja que discutía, no le di mayor importancia y continúe mi camino
unos segundos más; hasta que los gritos sonaban diferentes, retire mis
audífonos de mis oídos y comencé a entender los gritos, la mujer decía –
¡Ayuda! Mi hijo, mi hijo– y en el justo momento en que giro mi cabeza hacia
atrás, una carriola pasa rápidamente a mi lado al mismo tiempo que bajaba de la
banqueta hacia la calle, los padres venían corriendo pero bastante lejos. Sabía
que la carriola no contaba con la estabilidad suficiente para mantenerse en pie
a altas velocidades, comencé a correr también tras la carriola del pequeño pero
no lo alcanzaba, de inmediato vino a mi memoria la manera en que corrí aquella
vez y desee con todas mis fuerzas volver a correr igual, cerré mis ojos
mientras corría y cuando los volví a abrir, de nuevo estaban a mis lados las
líneas de colores y nada era claro, esta vez no me dio miedo y me detuve de
manera rápida; en cuanto mi vista se restableció busque al bebe y no lo vi,
escuche un rechinido de llantas a mis espaldas y al voltear, observe el momento
exacto en que una camioneta impactaba la carriola con el niño dentro; me
encontraba a cinco cuadras de distancia
del accidente, sus padres iban llegando a su lado, pero su mirada estaba en mí,
me veían de una manera tan extraña que me sentí mal, me observaban como si
fuera algún ser extraño… un fenómeno; la camioneta no se detuvo a pesar del
impacto con las llantas le paso por encima, chocando con otros autos. Mi mente
comenzó a correr, inicio en mi un sentimiento de culpa, pensé “pude haberlo
detenido, corrí más rápido de lo necesario”; ya no pude quedarme, no soporte su
mirada ni mi pensamiento, me fui a casa. Un poco más tarde las noticias dijeron
que después de matar al bebe al pasarle por encima, mato tres personas más en
los choques, dos eran niños. Entre en mi cuarto y dormí mucho tiempo.
El año que siguió fue intenso, el recuerdo de la sangre volando al aire
en mi mente se veía en cámara lenta porque así lo vi en el momento que sucedió,
el recuerdo de las noticias diciendo que la persona anda libre porque las
autoridades no hicieron su trabajo, a nadie le importo. Por mi parte deje de
visitar a mi terapeuta, no era necesario, no había ninguna ilusión acerca de
los acontecimientos, estaba seguro que eran reales. A partir de ese entonces,
entendí que yo era diferente, especial, entendí que mi padre tenía razón en
decir que podía hacer la diferencia, tenía un don en mi, un don que era
necesario entenderlo para utilizarlo como era debido, utilizarlo quizás como
decían en las historietas que leía hace años. Era de mi entender que era muy
veloz, pero en los acontecimientos anteriores había una coincidencia, no podía
ver bien mientras corría, quizás mis ojos no estaban adaptados a esa velocidad,
mi cerebro tenía que adaptarse también, al momento de correr, tanto piernas,
cerebro, ojos y brazos, lo que me faltaba eran ojos y cerebro; era en esos en
los que tenía que enfocarme. Pensar por adelantado era difícil, debí hacer
entrenamientos para ejercitar mi cerebro, leer artículos sobre la psicología de
Gestalt y tratar de entender mi mente; al mismo tiempo que hacia esto, también
practicaba correr y mejorar mis tiempos en cierta distancia. Después de algunos
meses de todas las mañanas practicar algunas horas, comencé a obtener
resultados, mis tiempos mejoraron y comencé con distancias más largas, todo en
línea recta y en terrenos amplios. Pero casi a la par de mejorar los tiempos,
mi vista se sentía normal a pesar de aumentar la velocidad.
Fue hasta dos días antes de cumplir mis quince años, que todo pudo
controlarse y paso al mismo tiempo. Mi padre y yo íbamos de camino a su
trabajo, como era un día festivo solo era necesaria una guardia y el iría solo
a ver como estaba la empresa, así que pude acompañarlo. Llegamos sin ningún
contratiempo, después de estacionarnos mi padre bajo del automóvil y camino
hacia atrás a abrir la cajuela, en ese momento escuche un rechinido de llantas
y voltee hacia atrás; mi padre estaba girando hacia su izquierda para voltear
hacia donde se escucho el sonido, pero a medio giro mi padre ya tenia un
automóvil a 80 km/h a escasos 4 metros de él, el choque era inminente; me
invadió un terror enorme y sentí la adrenalina corriendo por mis venas, veía
los autos y a mi padre bajo un resplandor extraño, en ese momento solo pensé en
correr, me gire hacia al frente al mismo tiempo que mi mano derecha alcanzaba
la manija de la puerta y la giraba para abrirla completamente, baje del
automóvil, cerré la puerta y corrí hacia atrás de nuestro auto, mientras corría
voltee a ver a mi padre esperando ver lo peor sin embargo, mi padre aun no
terminaba de girar para ver hacia el ruido y el auto apenas si se había movido
un par de centímetros, continúe corriendo hasta mi padre para tomarlo por la
cintura, lo jale hacia la banqueta y nos tiramos sobre el césped de la
jardinera que ahí se encontraba, al momento de caer al suelo se escucho el
estruendo de la colisión de metal contra metal; voltee a ver y pude ver el
momento exacto del choque y como el conductor se movía en cámara lenta hacia
adelante y le chicoteaba el cuello hacia atrás, la bolsa de aire se abrió y se
fue acercando al rostro del conductor poco a poco ante mi mirada; cuando
reacciono, volteo a ver a mi padre que estaba tirado en el suelo junto a mí y
me tenía una mirada en la cual parecía que sus ojos saldrían de su órbita, se
notaba en ella que no podía siquiera imaginar, mucho menos entender lo que
había sucedido, yo solo le sonreí y el asintió con una sonrisa.
Se realizaron los trámites correspondientes, el conductor venia ebrio y
se quedo dormido, cabe mencionar que era el hijo de un comandante de policía,
pero dijeron las autoridades que como no paso nada de cuidado, no había delito
que perseguir y el asunto no paso a mayores, simplemente lo dejaron ir
tranquilamente a su casa; sin embargo, al regresar a casa la plática fue lo que
estaba fuera de proporciones regulares, mi padre me miraba con incredulidad
pero no atinaba a generar pregunta alguna, así que hable yo y le dije que yo
era poseedor de un super poder, que su hijo tenia super velocidad y que era
espectacular, yo sentía en mi una enorme felicidad de por fin contarlo; al
terminar de decirle como me sentía, él me sonrió, me abrazo y me dijo –hijo
estoy feliz por ti, sabía que eras muy especial y que harás diferencia- ese día
a pesar del accidente, me sentía muy bien.
Y un año después de ese día aquí estoy ¡en medio de esto! Mi padre yace
en mis brazos sin vida, estoy llorando y gritándole para que me responda, para
que deje de jugar el macabro juego de asustarme y, abrir los ojos para mirarme
y sonreír, pero no responde… no abre los ojos; mi casa se encuentra rodeada de
policías que piensan que yo lo mate. Me gritan de propia voz, usan los
altavoces y me llaman por teléfono para decirme que me entregue, que recibieron
una llamada anónima diciendo que escucharon disparos en la casa; les dije que
no se que paso, que yo no mate a mi padre pero no me creen, quiero que
entiendan que yo me desperté y mi padre estaba tirado en la sala con lo que
parecen tres disparos de arma en el pecho, se encuentra rodeado de un rojo
carmín moviéndose poco a poco por el suelo y el ambiente está impregnado de un
ligero olor a hierro. Los agentes me hacen saber que entraran a la fuerza en
cualquier momento, se que puedo escapar de ellos pero ¿por qué nadie ayudo a mi
padre? ¿por qué nadie evito esto? ¿por qué nadie ayuda?
Entran a la casa, mientras los veo moverse a una decima de la velocidad
normal suelto a mi padre, me levanto y paso entre todos los policías, el gas
lacrimógeno pasa a mi lado apenas comenzando a emanar. Mientras corro fuera de
casa, tomo mi decisión, nadie ayudo a mi madre, nadie detuvo al hombre que mato
a 4 personas en un choque, nadie atrapo al hombre que casi a tropella a mi padre
y nadie hizo nada para evitar que muriera hoy mi padre; entonces ¿por qué yo
debo de ayudar a alguien con este don que tengo? Buscare al asesino de mi
padre, lo encontrare y acabare con él, sufrirá de una manera que ni siquiera
imagina que conoce, recordara en cada segundo de su agonía el rostro de mi
padre. Si ninguna persona es buena ¿Por qué yo, si tengo que serlo?
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