jueves, 26 de enero de 2012

Cuando sea grande

Por Nayeli Orellana.

1
—Ahora sí me las vas a pagar, piojoso.
—Alcánzame si puedes, pinche fresa —dije y comencé a correr.
Fue así como empezaron a perseguirme Marco y su séquito de borregos. Aunque, normalmente me molestan por mero placer, en esta ocasión les di una razón para hacerlo. Digamos que les arrojé una bola de papel empapada de saliva directo a sus frentes, pero si me lo preguntan se lo merecen. Los descubrí fastidiando a los alumnos de recién ingreso y eso es algo que en definitiva no voy a tolerar. Mi código de honor dicta que debo proteger a los débiles, al menos hasta que sean lo suficientemente fuertes como para defenderse por sí mismos.
Así que tracé un plan; primero los provocaría (todo un éxito), después los conduciría hasta mi base secreta, la cual se encontraba al otro extremo del colegio. La persecución comenzaba en el patio y terminaba en el jardín trasero, lugar donde se llevaría a cabo la batalla. Mientras corría por los pasillos, fui preparando mi equipo especial y, cuando finalmente divisé la formación de árboles que se iban a convertir en el escenario de la mejor lucha en la historia del colegio, me detuve. Los esperé observando la pared frente a mí.
—Jajaja. Solo una rata se acorrala ella misma, ya no tienes escapatoria —exclamó Marco con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro.
—Tienes razón, pero ustedes tampoco —Di media vuelta para quedar frente a ellos— ¡Bienvenidos a mi ring personal! Espero que estén preparados para enfrentarse contra El Hijo del Blue Demon Jr.
Nos encontrábamos en medio del cuadrilátero formado por dos hileras de árboles y la esquina de la pared de la escuela, en el centro no había más que una superficie de tierra, por lo que este espacio simulaba a la perfección (y con algo de imaginación) a un ring de lucha libre. Razón por la cual me vine preparado para la ocasión, vestía la característica máscara azul de Blue Demon.
—¡No creas que vas a poder contra todos nosotros, piojoso!
—¡Por favor! Si el Santo pudo contra todas las momias de Guanajuato, estoy seguro que me las arreglaré contra cuatro niñitos —los desafié y la contienda dio inicio. Casi podía escuchar al comentarista narrarlo todo.
En este lado (porque no están en la esquina) el terror de la escuela “Marco y su séquito”, y en éste otro el vengador de los inocentes “El Hijo de Blue Demon Jr.”, recuerden que únicamente para este magno evento no habrá reglas. ¡Ready, fight! El cuarteto de malosos hace el primer movimiento, se dividen en dos grupos y atacan desde los costados de nuestro vengador; pero él no se deja intimidar, hace una finta con el pie y levanta una nube de polvo. Esto elimina la visibilidad de sus enemigos y aprovecha para atacar el flanco derecho compuesto por Rufián y Bravucón. Aprovechando la velocidad que llevaba Rufián, lo toma del brazo y se deja caer, ¡qué bonito arm drag acabamos de presenciar, señores! Gira y toma a Bravucón por la cintura, aprovecha el pequeño tamaño de éste para levantarlo por encima de su cabeza y arrojarlo contra el suelo. ¡Qué fuerza!
Pero la neblina que lo cubría ha desaparecido y ahora Malandrín está corriendo directamente hacia él. El Hijo de Blue Demon Jr. rápidamente salta frente a él y eleva sus piernas, pasándolas sobre los hombros de Malandrín, las enlaza con su cabeza y cuello, luego, en una milésima de segundo desplaza su peso para realizar un giro hacia atrás y lanzar a Malandrín por los cielos. Éste da media voltereta en el aire y cae de espaldas. ¡Eh! ¡No puede ser, acabamos de contemplar una huracanrana hecha por un niño de diez años! ¡Sorprendente! Pero, esperen, hace falta el líder del cuarteto del mal, Marco.
¡Uuuh! No lo puedo creer, Marco intenta huir del ring, ¡está escapando, el muy cobarde! Pero el Hijo de Blue Demon Jr. no lo dejará impune y lo persigue, usando un tronco como apoyo, salta, golpeando a Marco en la espalda con su codo. ¡Eso fue todo para Marco y su séquito! ¡Qué gran lucha acabamos de presenciar, damas y caballeros!
Sí, algo así narraría el comentarista. Observé el despliegue de mis habilidades, Marco y sus amigos yacían en el suelo quejándose. Supongo que no lo hice tan mal, si quiero llegar a ser un gran luchador cómo mínimo debo ser capaz de hacer esto.
—Si me llego a enterar de que vuelven a hacerles algo a los de primero, se las verán conmigo —dije esto con el tono más amenazador que tenía y me fui.
Después de todo, las peleas (clandestinas o no) están prohibidas en la escuela. Me quité la máscara y me dirigí al salón. El receso había terminado.

2
Una vez finalizadas las clases siempre iba a mi base secreta a practicar algunos movimientos de lucha libre o simplemente a perder el tiempo por ahí. Todo con tal de llegar tarde a casa para evitar pasar más tiempo del necesario con mi padrastro. Recuerdan que les comenté que estaba becado, pues eso no es más que una tapadera.
Mi padrastro trabaja como velador del colegio, fue contratado después de que robaran algunas computadoras y televisores de las aulas. Por lo que actualmente estamos viviendo en lo que antes solía ser una bodega. No está nada mal si lo comparamos a nuestro antiguo hogar.
Al principio asistía a una escuela pública pero tras algunos incidentes que dejaban en duda el prestigio del colegio, decidieron otorgarme una beca del 100% a modo de beneficencia. Pensé que nadie se tragaría esa historia, pero después de que se difundiera por los medios, el colegio se volvió incluso más popular de lo que ya era. De verdad, no entiendo a los adultos.
En fin, como mi padrastro entraba a trabajar a las ocho, solo tenía que esperar unas cuantas horas y después podría ir a casa. Además como se encontraba dentro de los mismos terrenos del colegio no tenía que preocuparme. Sin mencionar que el plantel estaba prácticamente abandonado a las seis de la tarde, así que era bastante emocionante deambular por la escuela.
—Creo que ya va siendo hora de regresar a casa.
Cuando me acerqué a la casa pude distinguir dos personas sentadas frente a ella. ¡No! Aceleré el paso y mis sospechas fueron confirmadas. Se trataba de mi padrastro y su compadre.
—¡Hey, tú, escuincle! ¡Vienes de rancho o qué! ¡Saluda!
—Buenas noches Don José —dije en voz baja.
—¡Vieja! ¡El morro ya llegó! —gritó mi padrastro hacia la casa, luego, me miró— ¡Qué haces ahí parado! ¡Anda, metete ya!
Antes de entrar, le di  un último vistazo a mi padrastro, tenía una botella en la mano.

3
—¡Aaaaah! ¡Perdóname, perdóname!
Un alarido me despertó en medio de la noche. Me levanté rápido de mi cama y me dirigí hacia la sala.
—¡No era mi intención! ¡Perdóname!
—¡Pinche vieja! ¡Querías dejarme en ridículo o qué!
En medio del comedor se encontraba mi padrastro, sujetaba del cabello a mamá y la sacudía por todos lados. Ya sabía que esto pasaría. Normalmente mi padrastro no es tan mala persona; pero, cuando bebe se vuelve muy violento. Nos golpea a mí y a mi madre. Por eso lo odio.
—¡Claro que no, para nada!
—¡Cállate puta! —bramó mi padrastro y empujó a mamá contra la mesa.
Deseaba protegerla, así como protegí a los niños de primero esta mañana. Por eso quiero ser como Blue Demon o como el Santo.
Intenté hacer las llaves y movimientos que había estado practicando durante todo este tiempo. No obstante, ninguna de ellas funcionó, sencillamente él era más grande y más fuerte que yo. Era como tratar de derribar un árbol con una mano.
—¡Déjala en paz idiota!
—¡¿A quién estas llamando idiota, estúpido escuincle?!
Acto seguido comenzó a golpearme a mí, pero no me importaba, prefería mil veces eso a que le hiciera daño a mamá. Ella rápidamente habló a la policía. Después de unos minutos arribaron y se llevaron a mi padrastro, mientras me atendían los médicos le dije:
—Mamá, porque no nos vamos a otro lado, a un lugar donde no nos pueda encontrar ese hombre.
—No es tan fácil, hijo. ¿Qué vamos a comer? ¿Quién nos va a mantener?
—Si se trata de eso yo te puedo mantener, mamá. Voy a dejar la escuela y trabajaré.
—Señora, si tiene problemas con su esposo puede ir a esta fundación  —intervino el médico y le entregó una tarjetita a mamá—, ahí la pueden ayudar con todo lo que sea necesario.
—Muchas gracias, lo pensaré.
Esa noche soñé con nuestra antigua casa. Éramos pobres y apenas teníamos dinero para comer, pero éramos felices, solo mi mamá y yo.

4
Cuando desperté, mi padrastro estaba ahí, en la sala, como si nada. Se suponía que estaría en la cárcel hasta que alguien lo sacara... Mamá, la observé asustado.
—Se disculpó, me dijo que me amaba y que no lo volvería a hacer, así que no levante la denuncie contra él —afirmó mamá con la expresión más tranquila del mundo.
—Lo lamento, morro. Pero te prometo que es la última vez que sucede.
Corrí, no pude hacer otra cosa más que correr hasta mi base secreta.
¡¿Por qué?! ¡¿Es qué no lo entiendo?! Claramente beberá otra vez, nos golpeará otra vez, nos seguirá lastimando. Entonces, ¿por qué? ¿Por qué le crees cuando obviamente está mintiendo?
Lo odio, la odio…pero más odio mi propia debilidad. Mi código de honor dicta que debo proteger a los débiles, al menos hasta que sean lo suficientemente fuertes como para defenderse por sí mismos. Sin embargo, quien me protegerá hasta entonces.

FIN
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Drama. Plantea conflictos emocionales entre los personajes principales, apelando a la sensibilidad del espectador. 

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