Al día de hoy nadie sabe a ciencia cierta cual fue el origen de
ese ser alado y monstruoso del triple de grande que un cóndor, con plumas negro
azuladas y reflejos color vino tinto, poseedor de un inmenso pico dentado y
poderosas garras afiladas que utiliza para levantar por los aires a cualquier
incauto que desafíe la regla de salir luego de la caída del sol.
Algunas historias hablan de que la tierra un día se abrió y
emergió desde el mismísimo infierno, otras por el contrario dicen que bajó en
picada, atravesando las nubes desde el cielo, enviado como castigo por un dios
harto de la irreverencia humana.
Hay muchas teorías que se oyen por ahí, pero yo prefiero quedarme
con la que me contó mi padre cuando era yo muy joven.
Según su versión todo fue una desgraciada casualidad. Un grupo de
obreros estaba trabajando muy cerca del bosque realizando unas excavaciones
cuando se toparon con una enorme caja metálica rectangular de unos tres metros
de largo por más de un metro de ancho. Algunos especulaban que podía contener
algún tipo de tesoro, objetos de valor ocultos por alguna banda de asaltantes.
Quizás estuviera repleto de dinero, joyas, oro… cada uno de ellos agregaba algo
más a la lista de opciones de lo que podían encontrar en el interior de ese
baúl pero ninguno esperó ver lo que apareció delante de sus ojos cuando
quitaron la tapa. Era un cadáver. El cuerpo de un hombre enorme vestido con
traje y sombrero. Sus ojos estaban abiertos, parecía que los miraba. Aterrados,
los hombres, salieron del pozo dispuestos a huir de allí.
De entre los árboles surgieron unos seres de cuatro patas y
puntiagudas cornamentas, como alces espeluznantes, que los rodearon. Uno de
ellos atravesó a su primera víctima con sus cuernos, los hombres hicieron todo
lo posible por defenderlo pero fue en vano. De repente una bestia que nadie vio
de donde vino atacó al capataz, le cortó el paso y sin darle tiempo a
reaccionar le incrustó una de sus zarpas en el pecho y le arrancó el corazón. El
hombre cayó al piso ya sin vida. En ese momento uno de los obreros aprovechó
para herir al animal con su motosierra. El animal se desplomó sobre el cuerpo
del capataz y ahí mismo fue apuñalado repetidas veces hasta que ya no mostró
signos de vida.
El más joven de los trabajadores había quedado petrificado viendo
la escena sin notar que por detrás se le acercaba aquel cadáver que habían
descubierto. Solo necesitó una mano para arrancarle la cabeza del cuerpo.
Ninguno podía creer lo que estaban viendo. Uno a uno fueron muriendo, atravesados,
desmembrados, devorados por las bestias. La sangre de las víctimas empapaba la
tierra. Una espeluznante sonrisa se dibujó en el en el rostro del muerto
resucitado.
Allí mismo su cuerpo comenzó a cambiar. Sus brazos fueron
reemplazados por enormes alas y sus piernas por poderosas patas con afiladas
garras. En su cara apareció un pico repleto de dientes y toda su anatomía se
cubrió de plumas. Hoy cada noche sobrevuela las calles capturando a quienes la
puesta del sol los halla dejado a su merced y lleva sus cuerpos al bosque para
alimentar a su séquito de bestias infernales.
Texto basado
en imágenes
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