Ese día el grupo de
investigadores se aventuraban en
las tierras inhóspitas y desconocidas de las Montañas de la Desolación.
El equipo, liderado por el renombrado Dr. Benjamin Carter,
estaba compuesto por el montañista David Morgan, y cinco obreros. Juntos,
habían decidido desentrañar los secretos ocultos de aquel lugar enigmático.
Tras semanas de expedición, el equipo llegó a un rincón remoto,
un claro solitario donde la luz del sol apenas penetraba entre las densas copas
de los árboles. Fue allí donde cavaron por horas hasta descubrir una caja
misteriosa, enterrada profundamente, estaba cubierta de musgo y parecía haber
sido olvidada por centurias.
La curiosidad se apoderó del Dr. Carter que con sumo cuidado,
desenterró la caja. Cuando la abrió, el hedor nauseabundo de la muerte llenó el
aire. Dentro yacía un cuerpo apenas descompuesto, pero, para sorpresa y horror
de todos, parecía tener un brillo tenue de vida en sus ojos vidriosos.
El equipo retrocedió,
incrédulo ante el espectáculo macabro que tenían frente a ellos. El cuerpo
inerte pareció moverse y emitió un gemido gutural. Sin previo aviso, los
animales del lugar, perturbados por alguna oscura presencia, comenzaron a
actuar de manera extraña. Aves aleteaban frenéticamente en el cielo, mientras
que pequeños mamíferos corrían enloquecidos mientras tomaban formas
terroríficas.
De la oscuridad emergió un majestuoso ciervo, imponente y
elegante. Pero a medida que el brillo de sus ojos se extinguía, su cuerpo se
transformó ante la mirada aterrorizada de los investigadores, en un monstruo
grotesco, una aberración retorcida de la naturaleza. Su pelaje era negro como
la noche, sus ojos se encendieron con una malicia anormal y sus cuernos se
alargaron como afiladas lanzas.
La criatura se abalanzó sobre el equipo con ferocidad
desenfrenada. Rápidamente, la violencia y la muerte se adueñaron del claro. El
monstruoso ciervo embistió y destrozó a casi todos los investigadores, mientras
la desesperación y el terror se apoderaban de aquel lugar olvidado.
En medio del caos, David Morgan logró esconderse entre la
maleza, con su corazón latiendo con fuerza y sus ojos llenos de lágrimas, presenció
horrorizado cómo sus compañeros luchaban sin éxito, cayendo uno tras otro. Sus
gritos de agonía resonaban en el aire opresivo.
David se aferró a la esperanza, negándose a aceptar su destino.
La masacre parecía llegar a su fin. David como superviviente
temblando y cubierto de heridas, se arrastró por el suelo, intentando alejarse
del claro donde la muerte había dejado su siniestro rastro. Cada movimiento era
un tormento, pero su determinación y el instinto de supervivencia le impulsaron
a seguir adelante.
En medio de la oscuridad y el silencio que envolvía el lugar,
escuchó un susurro inquietante. Levantó la mirada y vio al muerto, que ahora se
erguía sobre sus pies, emanando una presencia sobrenatural. El cadáver, con su
carne desgarrada y la mirada perdida, avanzaba hacia él con pasos lentos pero
inexorables.
Su corazón palpitaba con
frenesí mientras retrocedía, pero sabía que no podría escapar de la criatura.
En ese momento, un grito desgarrador resonó en la oscuridad. Un
escalofrío recorrió el cuerpo de David cuando vio la cabeza decapitada de uno
de sus compañeros rodar por el suelo, arrancada de cuajo por el resucitado cadáver maldito que continuaba su búsqueda
insaciable de carne y sangre.
El resucitado zombi con su mirada oscura como el abismo de la
nada, parecía reir junto a los animales convertidos en bestias tras él,
disfrutando su triunfo y liberación con el fin de seguir con sus instintos, propagando su maldición.
Relato de
terror: La caja
Escrito por
Estrella
No hay comentarios:
Publicar un comentario