—Mamá, acabo de ver un árbol pasar por la ventana.
—Son las siete de la mañana, es muy temprano para que
los árboles salgan a volar.
—Es en serio mamá, ven a ver.
El niño abrió la ventana, y ahí estaba, un gran árbol
de hojas doradas flotando en medio del cielo, no parecía moverse mucho ni muy
rápido, era como una pequeña isla elevándose en el cielo matutino. Después de
la sorpresa inicial, la madre miró hacia otro lado y se dio cuenta de que ese
no era el único árbol alejándose de la superficie terrestre, se alejó de la
ventana y encendió el televisor.
El presentador de las noticias se veía nervioso y no
muy seguro de lo que estaba diciendo.
—Los reportes siguen llegando de todas partes del
mundo, los árboles están flotando y alejándose de la tierra, nadie puede
confirmar hacia dónde van, solo algo es seguro, siguen subiendo y...
—nerviosamente tocó su oído derecho —me informan que tenemos un experto, el
ingeniero forestal Pedro Salcedo, especialista en Dendrología que es la ciencia
que se ocupa del estudio de los árboles.
Junto al presentador se sentó un hombre con aspecto de
leñador, camisa de cuadros incluida.
—Buenos días —dijo mirando a la cámara.
—¿Qué nos puede decir sobre el fenómeno que estamos
presenciando esta mañana— preguntó el presentador.
—Exactamente sobre lo que está pasando en este momento
no puedo decir mucho ya que no he tenido tiempo de estudiar a fondo el
fenómeno, lo que si puedo decirles es que los árboles son seres vivos, seres
vivos cuyas vidas son mucho más largas que la de cualquier otra criatura que
viva en la tierra, siempre hemos supuesto que no tienen consciencia y que no se
dan cuenta de lo que sucede a su alrededor pero... ¿qué tal si lo hacen? ¿Qué
tal si los árboles se han dado cuenta del comportamiento de los seres humanos a
través de los años y de la forma en que nos acercamos irremediablemente a
echarlo todo a perder? Con el poco tiempo que he tenido para reflexionar sobre
esto a la única conclusión que puedo llegar es que quizá los árboles decidieron
que producir oxígeno para los humanos ya no merece la pena.
Consigna: Un otoño peculiar
Pedro Salcedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario