viernes, 2 de junio de 2023

Un otoño peculiar

¿Soy coulrofóbico?

 

Cuando creía que ya estaba superado, volvió ese recuerdo, que ahora comprendo estaba enterrado profundo en mi mente.

 

Crecí con mi hermano y mis padres, éramos muy humildes, todos juntos en una pieza despintada y oscura, donde hacinados dormíamos cada noche alrededor de un cúmulo de trastos, un par de muebles y dos camas.

Arriba de una silla estaba él, ese payaso que parecía reír sarcástico con una mueca diabólica en su cara. Un muñeco de tela y cabeza de vidrio espeluznante.

 

Con mis 8 años tenía pánico de las noches, y cuando mamá no me veía tapaba con una toalla ese payaso para poder dormir.

Una noche desperté sobresaltado, al darme vuelta tenía ese horrible payaso al lado mío, casi sobre mí giró su cabeza y me sonrió, lo tiré rápido al piso y me acurruqué en la punta de la cama donde mi hermano dormía sin enterarse.  Mi madre encendió la luz y me vio asustado, le relaté lo que vi, pero al mismo tiempo me percaté de que el payaso estaba en la silla de siempre.

¿Mi madre lo había sentado? Pensaba que solo fue una pesadilla sin embargo lo había visto muy real.

 

Al cabo de un tiempo, un domingo, había llegado un circo a la ciudad, mi hermano y yo saltábamos de alegría ya que ese día nos llevarían a disfrutar el espectáculo. 

Estando dentro de la carpa colorida un espectáculo multicolor de artistas, magos, equilibristas  se presentaba ante mis ojos, hasta que las luces se apagaron y solo quedó un halo de luz sobre el escenario, de pronto llego él, el clown, la estrella del circo, a quien todos amaban y aplaudían, quedé petrificado ante su presencia, su cara pintada horrorizaba, me recordaba al payaso de la silla de casa.

 

El clown se movía haciendo piruetas y chistes que, mientras todos reían, a mi me daban ganas de llorar y salir corriendo, pero me sentía paralizado,  inerte en el asiento del circo que se había transformado en un oscuro espectáculo de horror, todo en gris con olores nauseabundos.

Rogaba que se fuera, que termine pronto la función.

Mis padres no me miraban, tampoco mi hermano, no podía avisarles que estaba inmóvil. En ese momento el maldito payaso saludó al público terminando el acto, levantó la cabeza y clavó su vista en mis ojos, una eternidad en un minuto invadió mi ser, lejos escuchaba los aplausos del público,  todos se  levantaban de sus asientos ¡yo no podía moverme!. Nadie me ayudaba, de pronto aquel horrible payaso estaba enfrente mío, mi corazón no podía más del miedo, mi hermano sentado a mi lado cayó sobre el asiento, todos gritaron, mi madre lloraba.

Al instante pude moverme y rápido me llevaron corriendo a una ambulancia junto a mi hermano y mis padres, íbamos camino al hospital.

Les conté a mis padres que el payaso del circo nos atacó,  que ese maldito lo lastimó , nadie me creía, decían que inventaba, explicaban que el actor había bajado del escenario cuando vio caer a mi hermano para ayudar, lo cual fue inútil pues  falleció en ese momento por un paro cardíaco.

 

Nunca pude entender que pasó, solo recuerdo ver al payaso que arrebató la vida de mi hermano en lugar de la mía aquella tarde hace cincuenta años atrás.

 

Tiempo después comprendí, que aquella noche que lo vi al lado mío en la cama  avisaba que esto pasaría, pero no entendía y nadie creía lo que vi.

 

Hoy día conservo en un baúl el maldito payaso de mi infancia en mi casa, porque a pesar de convencerme de haber enterrado el miedo, igual creo que vendrá a buscarme algún día no muy lejano, pues yo debía morir en lugar de mi hermano, aquella tarde de otoño.

 

Consigna: Un otoño peculiar

Pseudónimo: Estrella

 

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