Por Cherman Sanz "aka" Velvet Revolver.
Cerró con llave la puerta de su habitación y corrió hacia la mesa de luz, abrió el cajoncito y saco un revólver calibre veintidós que horas antes le había robado a su padre. Las lágrimas manaban de sus diáfanos ojitos recordando la traición. Lo había visto, toda la escuela lo había hecho. Se había paseado con otra niña de la mano y había acariciado sus rosados pómulos antes de acertarle un beso ¡Un beso! Él no sabía de sus devotos sentimientos, pero aún así era traición ¿Cómo no iba a notarlo? Si era él, el único chico con quien compartía horas y horas de charlas en el colegio. Era él, el único con quien se abrazaba y reía en simulados juegos, el completo centro de su atención. Y ahora, ahora de golpe todo se había derrumbado, todo se había secado, todo se estaba muriendo.
¡Qué dolor tan grande sentía su pecho de mujercita! ¡Nadie le dijo que el amor podía doler tanto! ¡Nadie le advirtió que de los sueños también pueden nacer pesadillas! Sus padres se encontraban abajo, discutiendo como de costumbre, pero poco le importaba ya, su cabeza se encontraba volando muy lejos de allí. Recordaba el momento en que su príncipe le había entregado una cartita para el día de los enamorados y le había dicho, corriendo su cabello, en un murmullo, que era su mejor amiga; ella había sonreído. Claro que también le entregó la suya, la que le pertenecía por derecho. Pero no se atrevió a declararle su amor, tenía miedo, además no quería que pensara que era una chica fácil de conquistar. En ese tiempo todo era muy nuevo, pero claramente ella podía apreciar que él también la quería, que su amor era íntegramente correspondido. El modo en que tenía de mirarla, tierna y reverencialmente lo demostraban, siempre atento a sus caprichos y reproches, siempre, siempre junto a ella. Todo el curso decía que eran novios, ellos respondían a estas acusaciones con una risita cómplice al unísono, una risa que no aclaraba ni desmentía nada, una risa de infinita esperanza. Aquellos días ella también había llorado encerrada en su cuarto, abrazada a su almohada, su fiel confidente, pero lejos de su actual situación lo había hecho de una enferma felicidad.
Sujeto fuerte, fuerte el revólver de tambor con sus dos manitos temblando y lo llevó directo al corazón. Se suponía que lo iba a hacer en su cabecita, pero resolvió que el dolor que provenía de ahí, no era nada comparado al que nacía de su pecho. Tenía que apagarlo, tenía que hacer que acallaran sus gritos, que dejara de sufrir. Antes de cometer el acto y extinguir la luz su existencia, llevó un dedo hacia la radio que amparaba en la mesita y la encendió para que sus sentidos se deleitaran con una última canción... «…Somos cómplices los dos… al menos se que huyo porque amo… necesito distención… estar así despierto es un delirio de condenados……… como un efecto residual, yo siempre tomare el desvío…. Tus ojos nunca mentirán… pero ese ruido blanco, es una alarma en mis oídos…» no pudo contener los sollozos, sus lágrimas manaban a chorros y ya no solo bañaban sus mejillas sino que se le desparramaban por todo el cuerpo… cerró sus hermosos ojitos soñadores y contuvo la respiración. Al mover el percutor del revólver su mente fue capaz de esbozar difusamente una última imagen; una especie de oscuro campo regado hasta el infinito por marchitas y podridas rosas. Jaló el gatillo y al momento de la detonación pudo ver claramente como aquellas rosas muertas florecían multiformes ya no sobre un campo, sino sobre un magnifico mar violáceo. Le pareció la visión más hermosa que hubiera visto jamás. «…No seas tan cruel, no busques más pretextos… no seas tan cruel… siempre seremos…siempre seremos prófugos… los dos…»
Fin
Los sentimientos de nuestra adolescencia retratados de muy buena manera por Cherman. Amores, desamores, y el mundo que se nos venía abajo.
ResponderEliminarLa incorporación del tema de Soda, un acierto.
Buen relato, me gustó.
Una simple opinión que puede no ser tenida en cuenta para nada por el autor, si no le sirve, sin problemas: una revisión profunda de la ortografía (faltarían algunos tildes en verbos conjugados en pasado, por ejemplo) y la puntuación, harían más fluida, más ágil, la lectura, y eso redundaría en, creo yo, mejorar el texto y su llegada al lector. Leerlo en voz alta antes de que queda la versión definitiva, es un recurso que habitualmente ayuda con estas cuestiones ;). Por supuesto, como dije, esto es solo una opinión personal.
Saludos, Cherman.
Buen relato, Velvet/Cherman! Qué fuerte es la adolescencia! Los sentimientos que se viven... Qué dura! Y qué maravillosa!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. A los padres de hijos adolescentes, no creo que tanto como a mí.
Coincido con Juanito en todo lo demás.