miércoles, 4 de julio de 2012

Navidad al Cuadrado

Por Camila Carbel.


Dedicado a Pepe Martínez.


     Todo tiene un final. La mayoría de las personas se entristecen. Quizás por que algunos sean repentinos y nos sorprenden. Otras veces lo sabemos desde el inicio, pero creemos que falta mucho tiempo. Por eso Pepe se sorprendió al ver en su teléfono celular la fecha 21 de Diciembre, ya fin de año.

     Comenzó a realizar un balance mental. Estaba muy cansado por el trabajo, este año, había sido duro y era muy triste ver a tanta gente mal. Si bien su trabajo consistía en ayudar a esas personas a mejorar, pero ver la imprudencia e irresponsabilidad todos los días, no era nada agradable. Dentro de todo, su salud había andado bien y por suerte la de su familia también. Su hija había tenido un buen rendimiento en la escuela, por lo se sentía muy orgulloso.

     Lo siguiente que pensó, fue que, debía comprar las cosas para que Lorena, su mujer, preparara la cena el 24, Nochebuena. Pero no se le ocurría algo nuevo, siempre eran las mismas comidas, con casi las mismas personas y en el mismo lugar, hasta era el mismo mantel todos los años. Eso debía cambiar. Decidió dejar el tema de la comida en manos de su mujer y salir de compras. Solo, sin Lore y ni Hannah su pequeña hija de 6 años.

     Primero fue a una tienda de decoraciones, y compró unas luces de colores y un par de hermosos candelabros. Luego un mantel con diseños navideños y platos nuevos, solo 6, por que esa noche estarían ellos tres, su hermano y la novia de él.

     Cuando salía de la tienda, vió a una joven alta, de unos 26 años, que no le sacaba la vista de encima. La miró detenidamente, el también, le parecía conocida, pero no estaba seguro. La muchacha tomo coraje y se le acercó.

—    ¿José? ¿Pepe?—preguntó con un brillo en su mirada.

     —Sí—respondió con cierta duda en su tono el aludido.

     —Hay que alegría verte—dijo la joven mientras se le tiraba encima para darle un beso y abrazarlo. — ¿No me reconoces? ¡Soy Julieta! De la escuela…

Los ojos de Pepe se abrieron como platos por la sorpresa. No veía a Julieta desde hacia más de 8 años. Y ambos habían tenido una historia, no muy larga, pero sí algo complicada y llena de pasión, típica de adolescentes. Habían sido una especie de novios por algunos meses.

     —Juli, ¿como andas? Tanto tiempo. ¡Disculpa que no te reconocí!— Fue lo primero que se le vino a la cabeza. 

     Y comenzaron a charlar, le contó que hace pocos días había visto a otro compañero del colegio, también, que estaba viviendo sola, en un departamento no muy alejado del centro de la cuidad, además le contó que tenia un buen trabajo Pero lo que más le sorprendió a Pepe fue que lo invitara a conocer su departamento. ÉL lo pensó, andaba con tiempo disponible, ya había comprado todas las cosas que deseaba, solo le faltaba ver el regalo para Hannah pero aún no había arreglado ese tema con su esposa. Pero cuando Julieta le empezó a contar que estaba soltera y deseaba enamorarse y formar una familia, y empezó a decir que era sorprendente que el destino los haya vuelto a cruzar, desistió de la idea, Julieta esperaba otra cosa, y Pepe solo quería conversar con una vieja amiga.

     Le rechazó la invitación, mientras pensaba en Lorena y en que estaría haciendo ella Se despidió apresuradamente de Julieta, y volvió caminando su casa. En el camino pensó en la hermosa familia que había formado. No es que no se diera cuenta antes, pero uno no valora las cosas bellas de la vida todos los días.

     Estaba contento de que el destino, como dijo Julieta, lo haya cruzado con su ex pareja. En ese momento se dió cuenta que el amor que se tenían con su esposa seguía intacto. No le importaba Julieta ni ninguna joven, por más bonita y simpática que fuera. Amaba a su mujer. Y estaba totalmente convencido de ello.

     En el camino vió una tienda de ropa femenina y como nunca, decidió entrar, para comprarle algo lindo para su mujer, aunque no sabia absolutamente nada de moda. Se terminó decidiendo por un lindo vestido rojo oscuro.

     Era genial terminar el año así. Trabajo estable, cansador, pero servía para pagar los gastos de la familia. Una hija sana y feliz y casado con la mejor mujer y madre que podía existir en la faz de la tierra.

     Abrió la puerta, aún sin saber como iba a esconder el regalo para Lorena. Cuando pasó para la habitación, la divisó sentada en el sillón viendo una película. Escondió su regalo en el placard y fue hasta la habitación de Hannah, la cual pintaba muy entretenida en un libro para colorear. Le dió un beso y se dirigió nuevamente al living. Se sentó al lado de su mujer, y le pregunto que película estaban pasando, aunque ya había visto al actor principal y sabia de cual se trababa, Constantine.

     —De nuevo con esa película, amor?

     —Y bueno, estaba viendo Sex and y City y luego empezó la peli y no me pude resistir.

     —Ya la viste como mil veces—Comento Pepe en voz alta, casi sin darse cuenta.

     —Sí ya sé, pero cada vez encuentro un detalle distinto.

     Ambos rieron a carcajadas. Él le dijo que estaba hermosa, ella lo abrazo y fueron a ver que pintaba Hannah.



     El 24 de Diciembre, Lorena Serrano le pidió a su marido José Luís Martinez alias Pepe que pusiera la mesa, mientras ella seguía preparando las ensaladas y la carne. Él había esperado todo el día por esas insignificantes palabras, por lo que en seguida comenzó con la tarea asignada.
     Cuando su esposa entro al comedor casi emite un grito de la sorpresa, lo que veía no parecía su casa. Un mantel color blanco con detalles dorados y rojos vestía la mesa, en la cual había seis copas, que casi nunca usaban, unos hermosos y grandes platos cuadrados blancos, y dos horribles candelabros. Su marido tenia un gusto fatal para la decoración, y no le gustaba que comprara cosas sin consultarle, pero el gesto era hermoso. Nunca le dijo su opinión de los candelabros, pero sabia que una vez terminada la cena, los guardaría ella y quizás nunca más los usarían. Pero grande fue su sorpresa cuando entró a la habitación y vió sobre la cama un vestido bordó. Ansiosa como era, Lorena se lo probó, le quedaba calcado. En ese momento se olvido de los candelabros.

     Sin duda sería una Navidad distinta. Lorena sabía que esa noche iba a ser especial para toda la familia.

     Abrazó y felicitó a su marido, ambos estaban muy contentos. Pepe la miro a los ojos y le dijo que la amaba, ella asintió con una mirada especial mientras sonreía. Sabía que era así y estaba agradecida por tener a su lado semejante hombre.

    A la hora indicada llego Alejandro con su novia. Ambos se sorprendieron al ver la gran mesa que estaba preparada, había comida para todos los gustos a pesar que eran pocas personas. Pero había que disfrutar, era Navidad. 

    Minutos antes que comenzara el día 25 de Diciembre, salieron todos a la vereda para ver los fuegos artificiales. Mientras Alejandro conversaba con su chica y Hannah jugaba con unas pequeñas bengalas, Lorena se acerco a Pepe y lo abrazo.

     —Feliz Navidad, mi amor.

     —Gracias dulzura.

     —Oye mi saludo es por dos— Se quejó Lorena, mientras los ojos de Pepe amenazaban con salir de sus órbitas. Trató de decir algo, pero no le salía la voz. Y aunque hubiera podido pronunciar palabra las bombas ya sonaban en el cielo. Por lo que se limitó a tocar el vientre de su mujer. Élla asintió, él le dio un largo beso, lleno de amor y ternura.

     Sin duda una Navidad única e inolvidable.

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