Por Evelia Garibay.
Después de tocar a la puerta Lloyd entró en el despacho, llevaba como siempre un block de notas entre las manos y apenas sonreía, el juez levanto la vista e inmediatamente reconoció la sonrisa encubierta, su asistente traía buenas noticias.
Después de tocar a la puerta Lloyd entró en el despacho, llevaba como siempre un block de notas entre las manos y apenas sonreía, el juez levanto la vista e inmediatamente reconoció la sonrisa encubierta, su asistente traía buenas noticias.
—Hola
jefe —saludó mientras miraba el block, sabía que si su jefe le viera a los ojos
inmediatamente adivinaría cuál era la noticia que le traía.
—Hola
Lloyd, ¿todo bien?
—¿Recuerda
a los que llegaron la semana pasada?
—Si…
—dijo mientras consultaba los papeles que tenía sobre el escritorio—. Fueron
dos grupos —abrió los ojos por la sorpresa y la emoción— ¿Expulsaron a alguien?
—Si
jefe.
—¿Hombre
o mujer?
—Mujer.
—Bien,
por un momento temí… —la risa de Lloyd lo interrumpió.
—¡Claro
que no! Yo creo que la forma en que recibieron a Joe en la Ciudad de los
Creadores fue igual o incluso mejor que la forma en que Rosie recibió aquí a
sus creaciones, incluso le consiguió alojamiento a Charlie Manx cerca de su
casa rodante, con eso de que en cierta manera se dedican a lo mismo, a los
niños…
—Sé
a qué te refieres, no tienes que darme tantas explicaciones, ¿Dónde están las
creaciones de ella?
—Del
otro lado del pueblo, pobres, sé que no tienen la culpa pero en realidad nadie
quiere involucrarse mucho con ellos, sobre todo porqué ya esperábamos que
sucediera esto y ya corre el rumor de que se avecina un juicio.
—Bien
—dijo mientras se levantaba y salía de detrás del escritorio —tenemos que
prepararlo todo, tengo que ir a hablar con Drac, no sé qué tan conveniente sea
que él lleve el caso como fiscal, por aquello de conflicto de intereses y
demás, aunque dudo mucho que quiera hacerse a un lado, tiene mucho tiempo
esperando este juicio —suspiró dramáticamente mientras se ponía la chamarra de
mezclilla con su eterno pin de la carita sonriente y se preparaba para salir—.
Vamos Lloyd, tengo que cerciorarme de que todo éste bien con Big Jim y tenemos
que buscarle un defensor.
Salieron
del edificio, por fin Lloyd se atrevió a preguntar.
—¿Crees
que alguien se ofrecerá?
—¡Por
supuesto! Siempre hay alguien que lo hace, después de todo es una creadora,
alguna de sus creaciones dará un paso al frente.
—¿Y
si no? Ya deben de sospechar que la forma en que los estamos tratando no tiene
nada que ver con ellos sino con su creadora.
—Lo
sé, pero tienen un lugar en este pueblo y eso ya es algo, aunque después del
juicio ¿quién sabe qué les espera? —sonrió y en ese momento un pájaro que
pasaba cayó muerto en el pavimento.
Cruzaron
la calle y entraron al edificio en donde tenían las celdas de retención.
—Buenos
días Big Jim, me dice Lloyd que tienen una nueva inquilina.
—Si
señor Juez, llegó hace unos minutos y le aseguro que nadie se ha portado mal
con ella —respondió el hombre calvo y gordo que se había parado en cuento vio
entrar al juez.
—Más
te vale, va a haber un juicio y no quiero que se diga que tratamos mal a los
acusados. No dejes que nadie entre a verla, ni siquiera Drac, en un rato más yo
te aviso quien es su defensor, por si quiere venir a visitarla. Envía a las
celdas a Annie para que le haga compañía, después de todo ella sabe muy bien
cómo tratar con escritores.
Lloyd
rio con el chiste del Juez, Big Jim apenas si sonrió, la mitad del tiempo no
sabía de qué hablaban los demás.
El
pueblo no tenía nada de extraordinario, una calle principal en donde del lado
derecho estaban los edificios del ayuntamiento y del izquierdo la comisaria,
esta última solo se usaba cuando llegaban creadores que por una u otra causa
tenían que ser juzgados. También había diferentes tiendas, cafeterías, en fin,
todos los pequeños comercios que abundan en los pequeños pueblos; si en esas
calles se soltara a un lector constante
este creería que había muerto y llegado al cielo, o al infierno, según fuera el
caso; podrías comenzar a pasear y encontrarte de repente frente a una puerta
bajo un todo verde y leer un nombre muy
curioso para una tienda Cosas Necesarias
y en la acera de enfrente una pequeña tienda de artículos de costura llamada Coser y Cantar.
Depende
de a quien le preguntaras el pueblo tenía diferentes nombres, para algunos de
sus habitantes era Chester’s Mill, para otros Salem’s Lot o incluso Derry o
Castle Rock, lo cierto es que este pueblo es una amalgama de todos los pueblos
de las creaciones que viven en él.
Ningún
lector constante sería admitido aquí
nunca, y los pocos creadores que acababan en sus calles era porqué según los
otros creadores, habían cometido crímenes contra su género literario, crímenes
que no se podían pasar por alto, crímenes por los que tenían que ser juzgados.
Eran
las 5:30 de la tarde y los repartidores del Weekly
Islander comenzaron a entregar la edición especial del periódico, una
edición dedicada al juicio que comenzaría a las 9:00 de la noche.
No
había tema más importante que el juicio que se avecinaba, todos sabían que la
acusada era culpable y estaban seguros de que iba a ser condenada, lo que no
sabían era el tipo de condena que se le podía imponer, por eso y desde muy
temprano los habitantes comenzaron a llegar al ayuntamiento, querían asegurarse
un lugar dentro del tribunal.
La
sorpresa fue que se había decidido hacer un juicio cerrado, en la sala solo
estarían los involucrados, pero los habitantes tendrían la oportunidad de
seguir el juicio en las pantallas que se habían colocado fuera del ayuntamiento
con ese fin. Era como estar en una celebración con puestos de comida ambulantes
pasando entre la gente ofreciendo su mercancía.
Una
buena forma de matar el tiempo mientras se llegaba la hora de que el juicio
comenzara era leyendo las reseñas del periódico.
Creadora
expulsada de la Ciudad de los Creadores
Por Vince
Teague.
Después de una
semana de que sus creaciones llegaran al pueblo, la escritora Stephanie Meyer
fue expulsada de la Ciudad de los Creadores, esto quiere decir que los
creadores no la aceptan como su igual y que las creaciones son las responsables
de llevar a cabo un juicio justo y de ser hallada culpable, de imponer el
castigo necesario.
El juicio se
llevara a cabo el día de hoy a las 9 de la noche.
La defensa de la
acusada correrá a cargo de su creación Edward Cullen.
Jurados
¿imparciales?
Por Julia
Shumway
Durante el
proceso de selección del jurado para un juicio es importante buscar a quien no
este influenciado por el caso, a los que puedan ser imparciales y objetivos, la
pregunta aquí es ¿qué tan imparciales y objetivos pueden ser unos jurados
cuando han oído hablar sobre este juicio desde siempre?
La realidad es
que muchos de los habitantes de este pueblo han oído en algún momento que el
juicio contra Stephanie Meyer era solo cuestión de tiempo, cada uno de nosotros
la ha juzgado y condenado de forma personal o durante las pláticas con amigos;
entonces ¿quién puede ser un jurado imparcial? El Juez y el fiscal creen tener
la respuesta:
Estos
son los jurados seleccionados para el juicio de la Creadora Stephanie Meyer.
1.-
Geogia Mason, humana afectada por el virus Kellis-Amberlee retinal, periodista
y cazadora de zombies. Creación de Mira Grant.
2.-
Norman Bates, humano asesino en serie. Creación de Robert Bloch.
3.-
Patrick Bateman, humano, psicópata asesino en serie, creación de Bret Easton
Ellis.
4.- Doctor
Víctor Frankenstein, humano, científico loco, creación de Mary Shelley.
Según
el fiscal, el mundo de estas creaciones esta tan lejos del creado por Stephanie
Meyer que pueden ser imparciales, y esta escritora no duda que así sea, pero…
¡siempre hay un pero queridos lectores! ¿Por qué el Fiscal, el mismísimo Conde
Drácula, no se retira del caso? Desde mi humilde punto de vista el mundo del
Conde se ve directamente afectado por el creado por Meyer, solo nos queda
esperar que los jurados puedan ser imparciales y que el Fiscal tenga pruebas
suficientes que demuestren la culpabilidad de la acusada.
Todos
guardaron silencio cuando las pantallas se iluminaron y por los altavoces llegó
hasta ellos la voz del ayudante del juez.
—Todos
de pie para recibir al Juez Flagg.
Dentro
de la sala todos se levantaron mientras que por la puerta del lado derecho del
estrado hacia su aparición el Juez Randall Flagg, quien en vez de llevar la
típica toga negra vestía pantalón y chamarra de mezclilla, se dirigió a su
silla y tomo asiento, indicando a los demás que podían sentarse.
—Buenas
noches —dirigió la mirada a la sala vacía a excepción de los jurados, el
fiscal, la acusada y su defensor.
Una
mujer delgada con el cabello castaño alborotado se encontraba de pie frente a
él, junto a ella un chico que aparentaba no más de diecisiete intentó tomarla
de la mano, al sentir el contacto de su mano fría ella brincó un poco y se
alejó, aun no terminaba de entender que era lo que estaba pasando.
—Stephanie
Meyer —la acusada dirigió la mirada al frente, al personaje que parecía ser el
juez —estamos aquí porqué se le acusa de graves delitos en contra del género
literario de Terror como hacer mal uso de los seres sobrenaturales, hacer daño
permanente a la especie de vampiros, hombres lobos y cambia formas, despertar
en las adolescentes humanas falsas expectativas y sobre todo y en mi opinión el
delito más grave, no dejar que sus creaciones alcanzaran su máximo potencial.
¿Cómo se declara?
—Por
supuesto que inocente —respondió el chico de ojos color dorado con la voz
indignada.
Ella
lo miro cuando la voz aterciopelada y perfecta salió de su boca.
—¿Edward?
—preguntó sorprendida.
—Si
querida, aquí estoy. Yo me encargo de esto no te preocupes.
Esta
vez cuando él la tomo de la mano ella no se alejó.
—Muy
bonito —dijo el juez con la voz llena de sarcasmo —. Pueden sentarse. Señor
fiscal ¿quiere presentar su caso?
—Por
supuesto —Stephanie dirigió la mirada a su lado derecho y tuvo que apoyarse en
Edward para no caer, ahí estaba el fiscal, su acusador, ni más ni menos que el
mismísimo Conde Drácula, con el cabello negro y sedoso peinado hacia atrás, la
nariz aguileña y las orejas un poco puntiagudas, atrayente, si, pero en ningún
momento de forma romántica y esto se evidenciaba con cada palabra que salía de
su boca y sus piernas se negaban a seguir sosteniéndola —. Me dispongo a
demostrar al jurado que la acusada es culpable de todos los cargos, y con el
fin de hacerlo no tengo más que llamar a un solo testigo, pero antes de hacerlo
quiero darle la oportunidad al defensor para que haga su trabajo.
Se
sentó en su lugar sin dirigir ni una mirada a la acusada.
—Bien,
Señor Cullen es su turno.
—Gracias
Señor Juez —dijo Edward poniéndose de pie y dirigiéndose al jurado —. Mi
creadora no merece estar aquí, ella es una escritora como todos los que viven
en la Ciudad de los Creadores, estamos conscientes de que no somos los típicos
personajes de la literatura de Terror pero ¿a quién le gusta considerarse
típico? Mi familia y yo preferimos ser diferentes. Somos el sueño de miles de
adolescentes, mi creadora logró que leyeran y que se vendieran miles de libros,
puede ser que después de leer nuestras historias esas adolescentes hayan
seguido leyendo y eso es lo importante y lo que nadie está tomando en cuenta,
se fomentó el amor por la lectura, se despertó el gusto por tomar un libro y
formar parte de ese mundo aunque sea solo por un momento.
¿Cuál
es el daño que hemos hecho a los vampiros o a los hombres lobo? En los días que
he pasado aquí y que he recorrido el pueblo he podido conocer a algunos de
ellos y solo somos una especie distinta, así como El Amo no es igual a Lestat
aunque los dos se alimenten de sangre y vivan de noche, así somos nosotros,
diferentes y elegimos no beber sangre humana ¿qué hay de malo en esto? Yo la
verdad no veo nada malo y espero que ustedes tampoco. Por favor, miren a mi
creadora y vean lo inocente que es, ella no ha hecho daño a nadie de forma
intencional. Por favor, declárenla inocente.
Con
estas palabras dio la media vuelta y se dirigió a su silla. Drácula tenía las
manos unidas frente a su cara con las puntas de los dedos tocándose y la
sonrisa que trataba de ocultar decía que ya creía ganado el juicio.
Sin
esperar a que Flagg se lo indicara, se puso de pie y encaró al jurado.
—Llamo
al estrado a Edward Cullen —dijo con su voz grave.
—¡Protesto!
¿Cómo puedo ser defensor y testigo?
—Voy
a permitirlo —dijo el juez.
Edward
se encamino a la silla de los testigos.
—Esto
es muy sencillo —dijo Drácula —. Aquí no hay secretos, aunque quieras
ocultarnos algo lo dirás porqué aquí siempre se dice la verdad, no tienes
opción.
¿Recuerdas
el inicio de tu vida? ¿Recuerdas cuándo apenas eras un esbozo en la imaginación
de tu creadora? ¿Cuándo formabas parte de sus sueños?
—Si
—respondió Edward con un hilo de voz.
—Háblanos
de esos sueños ¿Qué le decías a tu creadora en ellos?
—No,
yo…
—No
tienes opción, solo la verdad saldrá de tu boca, mírala —dijo señalando a la
acusada —, ella también los recuerda.
Stephanie
miraba a Edward con los ojos desorbitados de terror, tratando de suplicar para
que no hablara para que mantuviera esos sueños entre ellos, pero vio que perdía
la batalla cuando los ojos dorados de Edward se cerraron para no tener que
seguir mirándola.
Edward
suspiró y comenzó a hablar, despacio al principio, pero conforme se adentraba
en el recuerdo su voz se hizo fuerte y clara.
—Fue
hace mucho tiempo, cuando apenas nos estábamos formando en la imaginación de
nuestra creadora, yo intentaba hablarle, decirle lo que quería hacer, el rumbo
que quería tomar, pero ella no me escuchaba, estaba decidida a que yo fuera lo
que ella quería, su fantasía. Su vampiro ideal — la voz de Edward se iba
haciendo dura mientras hablaba, todo el resentimiento que había enterrado hacia
mucho comenzaba a asomar su fea cabeza—. Recuerdo que le decía, que le
suplicaba que me dejara ser un vampiro de verdad, que me dejara acercarme a
Bella como si fuera a besarla y que en el momento en que ella se inclinara que
me dejara morderla y beberla por completo ¿De qué sirve que su aroma me
volviera loco, qué su sangre fuera el más exquisito manjar diseñado solo para mi
si no se me era permitido tomarlo? Pero no, cada vez que yo presentaba uno de
estos argumentos ella decía que no, que yo era suyo y que como buen vampirito
castrado me tenía que comportar como ella quería —la voz de Edward ahora era un
grito, de pronto volvió a la realidad, miró a su creadora y mientras se
limpiaba distraídamente las lágrimas sanguinolentas que salían de sus ojos
intentó calmarse—. Eso es lo que yo le decía en sueños, pero al final sé que
hizo lo mejor para mí y mi familia, sin ella no los tendría.
—Muy
noble de tu parte —dijo Drácula mirando al jurado—, pero ya todos vimos la
verdad. Ahí está, señores del jurado, el mayor delito de esta mujer: el no haber
escuchado a su creación, el amordazarlo y volverlo lo que ella quería por fines
egoístas, un vampiro castrado que brilla con el sol.
—Bien
—interrumpió el juez —, creo que hemos oído suficiente, el jurado puede
retirarse a deliberar.
Los
jurados salieron de la sala mientras Edward se acercaba lentamente a Stephanie
rehuyendo su mirada, cuando estuvo cerca ella lo tomó de las manos y lo obligó
a mirarla a la cara.
—No
te preocupes hiciste lo que pudiste y ellos tienen razón —él la miró asombrado
—, no quise escucharte, no deje que fueras quien me pedias ser y te obligue a
hacer lo que yo quería ¿podrás perdonarme?
No
tuvo tiempo de contestar, en ese momento el jurado volvió a la sala.
—¿Tienen
un veredicto?
—Si
señor juez, encontramos a la acusada culpable de todos los cargos.
—Bien,
ninguna sorpresa ahí. De pie por favor —dijo el juez mirando a la acusada —.
Stephanie Meyer se le declara culpable de todos los cargos, la sentencia es la
siguiente: a partir de este momento se le llevara a vivir a un mundo en donde
sus personajes pueden ser lo que ellos quieran y usted tendrá que observarlo y vivirlo,
si en cualquier momento cualquiera de ellos decide que quiere ser un vampiro de
verdad y beber sangre humana usted estará ahí para verlo y de ser necesario
para proporcionar la vena de donde salga esa sangre; y lo que es peor si
quieren seguir como hasta ahora y revivir todas las idioteces que usted
escribió, también tendrá que ser testigo de eso y vivirlo una y otra vez, por
toda la eternidad.
Los
ojos de la acusada se abrían cada vez más mientras se daba cuenta de lo que el
juez estaba implicando. Edward sonreía porque en un mundo así podrían ser
felices, cambiando de vez en cuando o siendo los mismos de siempre.
—No
—dijo la acusada en voz baja mientras la sacaban de la sala y la llevaban hacia
el sótano del edificio —, no por favor, ¡no para siempre, por favor, no podré
soportarlo! ¡noooo!
FIN
Consigna: Escribir
un relato ―género y tiempo verbal a elección― donde cuentes una historia que
creas que va a ganar, inédita, escrita especialmente para el torneo.
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