Un
pequeño niño apenas cubierto con harapos se deslizaba silenciosamente por el
límite de la propiedad marcado con una cerca de endebles tablas, de vez en
cuando se detenía y miraba hacia todos lados, como buscando algo.
Siguió
caminando hasta llegar a la altura de un árbol, si es que a ese conjunto de
ramas podría llamársele árbol, de cuya sombra se desprendió una figura aún más
oscura.
El
pequeño se detuvo y observó atentamente mientras los rayos lunares bañaban la
alta y esbelta figura.
—Craww
—graznó el cuervo posado en el sombrero de copa que llevaba sobre la cabeza el
alto personaje, lo siguiente que distinguió fue su puntiaguda nariz que
apuntaba hacía el.
—¡Papá
Cuervo! —saludó el chiquillo mientras se acercaba a la figura.
—Al
fin llegas, creí que iba a tener que posponer la lección de hoy, recuerda que
el tiempo no se detiene por nadie.
—Lo
sé Papá Cuervo, te pido perdón —murmuró el chiquillo bajando la mirada, a pesar
del gélido aire no parecía sentir frío.
—Bien,
bien, deja de murmurar y acércate más, es el momento de comenzar.
Papá
Cuervo tomó la mano del niño y emprendieron la marcha hacia la mansión.
*
—Querido
¿Recuerdas la última lección?
—Sí
Papá Cuervo, me enseñaste que este mundo no lo rige una sola deidad, que los
hombres son los responsables de nuestra existencia, si un grupo grande esta
convencido de algo, entonces ese algo comienza a «ser». Ese «ser» se mantiene
vivo y cumpliendo su propósito mientras haya alguien que aún crea en él,
incluso pueden traer a la existencia a otros seres para ayudarles a cumplir su
propósito, como es mi caso.
—Así
es pequeño, me complace que pongas atención. Yo surgí cuando los seres humanos
comenzaron a crear asentamientos y empezaron a sembrar, cuando necesitaron
«algo» que controlara a las aves, especialmente a los cuervos, y en algún
momento también pasé a ser el guardián de las historias, el encargado de contar
a los seres recién nacidos estas historias.
Hoy
llego el momento de que conozcas a Asmodeo, un demonio casi tan viejo como yo y
quien es responsable de tu existencia.
*
Habían
llegado al frente de la mansión, con un movimiento de su mano Papá cuervo abrió
la pesada puerta sin hacer ruido y los dos seres se colaron al interior.
Sin
decir palabra subieron la larga escalinata que llevaba al segundo piso, todo estaba
oscuro, frío y en silencio.
Se
detuvieron al frente de una puerta por la que se filtraba un tenue resplandor
por la parte de abajo.
—Asmodeo
es el padre de la lujuria, es el ser que susurra frases en los oídos humanos
instigándolos a dar tienda suelta a todos sus instintos y deseos, urgiéndolos a
obtener satisfacción carnal sin importar lo que cueste o las consecuencias. Voy
a serte sincero chico, me gustaría que tu no existieras, pero ya estas aquí y
es importante que sepas todo esto. Hoy estamos aquí para ser testigos de la
forma en que trabaja Amodeo, y, si esta de ánimo, quizá te invite a participar.
—La mirada que le dirigió Papá Cuervo iba cargada de desprecio y resignación.
Tenía que hacer el trabajo, aunque eso no significaba que tenía que gustarle.
—Ahora
vamos a entrar en la habitación, trata de no hacer ruido ni movimientos
bruscos, solo observaremos.
*
La
habitación era un cuarto de baño cuya pieza central era una tina de bronce en
donde se encontraba una joven mujer. El niño observaba en silencio tratando de
absorber el mayor número de detalles: la gran ventana por la que se podía ver
el cielo nocturno, los candelabros del mismo material que la tina que
iluminaban tenuemente la habitación, la contorneada pantorrilla de la mujer que
colgaba por la orilla de la tina.
Entonces
centró su atención en ella, primero pensó que estaba dormida en el agua
caliente, podía ver vapor elevándose hacia el techo, pero cuando sus ojos se
adaptaron a la penumbra, se dio cuenta que su cuerpo se movía levemente y de
sus labios escapaban pequeños murmullos de anticipación.
Se
acercó un poco más y fue cuando lo distinguió, una figura empezaba a hacerse
visible inclinado sobre la mujer en la tina.
Era
Asmodeo con un elegante traje negro y camisa blanca, con una mano sostenía un
espejo frente la cara de la mujer, con la otra hacía algo por debajo del agua
entre las piernas femeninas.
—Eres
hermosa y mereces sentir placer cuando quieras y con quien quieras, no tienes
que conformarte con el viejo duque, lo sabes ¿verdad?
El
movimiento en la bañera ya no era leve, la mujer arqueaba la espalda como yendo
al encuentro de la mano del demonio, sus gemidos de placer eran más fuertes y
urgentes.
—Sí,
soy hermosa… Sí, merezco esto… por favor, no pares… no pares…
Asmodeo
se detuvo y se puso de pie.
—Estoy
harto del agua, sal de la bañera y tiéndete en el piso. —Dirigió la mirada a la
entrada de la habitación y vio a Papá Cuervo y al niño. Al primero lo saludó
con una inclinación de cabeza y se dirigió al segundo. —Que bueno que están
aquí, es momento que empieces a hacer tu trabajo. Mírala bien y sin lugar a
dudas podrás ver cuales son sus mayores deseos y anhelos, mírala y, cuando
estés listo, comienza a darle sugerencias de cómo puede lograr esos deseos.
La
mujer estaba tendida en el suelo, con una mano pellizcaba uno de sus pezones y
con la otra se daba placer con suaves movimientos circulares entre las piernas.
Asmodeo se puso entre sus piernas, en una mano sostenía una serpiente, con
delicadeza la introdujo en el cuerpo de la mujer.
—Entra
ahí hermosa, entra y muerde y desgarra todo lo que encuentres, esta mujer va a
satisfacer todas sus fantasías sexuales pero nunca podrá engendrar otra vida.
La
mujer arqueaba la espalda, los gemidos se habían convertido en gritos de
placer, estaba tan inmersa en su fantasía que no sentía ningún dolor.
Cubierta
de sangre la serpiente salió del cuerpo femenino y se deslizó hasta la mano de
su amo en dónde se enrollo.
La
respiración de la mujer comenzaba a calmarse, el niño estaba hincado junto a su
cabeza y comenzó a hablarle.
—¡Que
hermosa eres! Pero ¿cuánto más te durará esta belleza? Los baños perfumados
ayudan a conservarte, también los baños de leche pero… ¿qué pasará en quince o
veinte años? Seguro encontrarás chicas más jóvenes y bellas que tú, eso no va a
ser justo, la única que debe de ser bella y deseable eres tú. ¿Y si… y si
hubiera una forma de robar esa juventud? Estoy seguro de que puedes hacerlo,
baños de sangre joven para rejuvenecer tu piel…
—Sí
—susurró la mujer —baños de sangre para mantenerme joven.
Y
cayó en un profundo sueño.
*
—Bien
—dijo Asmodeo —nuestro trabajo aquí está hecho. Vamos hijo, hay muchos lugares
a los que tenemos que ir. Gracias Papá Cuervo, me pondré en contacto si
necesitamos lecciones de nuevo.
Y
sin una palabra más los dos demonios desaparecieron.
El
frío gélido desapareció, ahora estaban rodeados por frondosos árboles.
—Lo
hiciste muy bien, estoy seguro que a partir de hoy vas a tener una gran
influencia en los hombres, verás, todos tienen algo de bueno y de malo en su
interior, solo es cuestión de susurrarles las cosas adecuadas y ellos se
inclinan hacia lo que se les hace más fácil o lo que les da una gratificación
inmediata. Muchas veces ser «buenos» les cuesta más trabajo y eso es bueno para
nosotros. —Asmodeo soltó una gran carcajada y acercó a la serpiente bañada en
sangre a sus labios y la besó. —Amo el olor y el sabor de la sangre de placer
por la mañana —Siguió riendo.
*
Papá
Cuervo salió de la mansión dejando a la mujer despatarrada en el baño y sin
querer pensar en las atrocidades que cometería en el futuro no muy lejano. Su
trabajo estaba hecho, el no podía ni quería ser quién juzgara la forma de
actuar de los humanos, para eso había otros seres con mayor jerarquía que la
suya.
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