sábado, 25 de junio de 2022

Tres actos de una historia célebre

1

El abrazo de la oscuridad circundante y el picor en mi garganta del humo del habano reviven recuerdos que se disfrazaron de olvido para no ser visitados… Siendo yo, eso solo termina convirtiéndolos en los más llamativos.

“La serpiente”. Ese pobre animal, no debió confiar en mí cuando le dije que al ayudarme tendría garantizado su lugar en la historia de la humanidad. Pero cumplí, nadie jamás olvidará el rol que jugó en el destierro de la mujer y el hombre de aquel jardín primigenio.

A pesar de que con todos mis años me resulta ridículamente incomprensible la vida humana y la fascinación que sienten otros seres por esta, terminé cumpliendo la petición insistente del reptil: le conseguí un cuerpo humano para que experimentara la maternidad. En fin, a ese generoso detalle de mi parte los del “equipo contrario” lo llamaron posesión; ella sacó la peor parte, la marcaron con el nombre de Lilith. Así la relegaron de nuevo a la soledad y al rechazo de “los hijos de Dios”.

Ser maligno no implica ser desalmado, al menos no en el significado estricto de la palabra. Por esa razón no soporté verla deambular sin alguien que acompañara sus travesías por la oscuridad de la noche. Me le uní por un tiempo, solo el estrictamente necesario para que llegara la progenie, pues el negocio no funciona igual cuando me alejo.

2

Han pasado eones desde la última ocasión que la vi, tantos, que incluso la creí olvidada. Entonces vinieron con la noticia: una segunda rebelión tuvo lugar en casa del viejo. Esta le salió más cara que la primera, sus hijos predilectos le arrebataron reino, poder y existencia.

En el momento que me informaron quién se sentaría en el trono, supe que debía renunciar a mi ocupación aquí abajo, pero cuando averigüé la identidad de la mano derecha del nuevo mandamás, entendí que mi fin era cuestión de tiempo. Inmediatamente largué todo y abandoné mi quehacer penitenciario.  

3

No soy el único que escapó para evitar las represalias de Miguel y compañía; en el errar clandestino por los diferentes planos celestiales y humanos encontré al pobre desgraciado que debía cumplir con “la segunda venida”, esa que el viejo había planeado desde el inicio de la comedia que él llamaba “salvación de la humanidad”.  Acordamos vagar juntos mientras ideamos cómo regresar a los lugares que nos pertenecen, yo al infierno y él a la cruz que su padre le preparó para redimir a ese hatajo de almas podridas mal llamado “humanidad”.

Pobre mocoso, no se imagina la que le espera.

Escrito por Félix Chacaltana

Consigna: Escribe un relato basándote en las tres imágenes adjuntas.


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